Cuestiones de lingüística, exégesis y
traducción bíblicas
Héctor B. Olea C.
Un error muy común es pensar que la labor de traducción (en nuestro caso, la traducción bíblica) consiste, en esencia, en tomar un texto y con un diccionario hacer representar en la traducción cada palabra del idioma fuente u original (pues no son la misma cosa) con su equivalente en la lengua de llegada (lengua meta, lengua receptora).
Sin embargo, detrás de esta errónea idea de la labor de traducción de la Biblia está el pensar que cada palabra o significante de los idiomas bíblicos tiene un perfecto equivalente en la lengua receptora (en nuestro caso, el castellano).
Se olvida que no siempre existe en la lengua receptora el mismo significante que tiene la lengua original o lengua fuente para comunicar una idea, y viceversa.
Además, se olvida que cada lengua tiene una sintaxis regular distintiva, incluso una sintaxis propia para ciertas y peculiares construcciones sintácticas, a pesar de algunas similitudes.
En suma, si bien hay indiscutibles coincidencias y semejanzas, sin embargo no es cierto que siempre las lenguas involucradas en una labor de traducción (la lengua fuente o de partida, y la lengua receptora o de llegada) tienen en común los mismos recursos, la misma forma de expresar o articular una misma idea.
En efecto, si bien coinciden muchas veces en tener la misma figura gramatical, por ejemplo, el artículo definido o determinado, es preciso poner de relieve que el artículo determinado hebreo es indeclinable ni tiene marcas de género y número; pero el artículo determinado griego y castellano es declinable (sufre cambios o flexión) y tiene marcas de género y número (en griego incluso, caso).
En todo caso, las observaciones que hemos planteado no son más que una especie de introducción para el abordaje de la cuestión que me propuse desarrollar en este breve artículo: La forma del hebreo bíblico comunicar la idea del verbo castellano «tener» («poseer»).
No obstante, debo aclarar que no voy a tratar el empleo del verbo «tener» (como verbo auxiliar) en la traducción de frases o construcciones perifrásticas como «tener miedo» (tuve, tuvieron, tuvimos miedo, etc.).
Además, es preciso tener en cuenta que la Biblia Hebrea tiene dos verbos específicos para comunicar la idea de «tener hijos», en sentido estricto. Por ejemplo, en Génesis 20.17, la traducción «tuvieron hijos», es el reflejo del verbo «yalád» (parir, dar a luz, engendrar). La Septuaginta empleó el verbo «tíkto» (dar a luz, nacer, producir).
Y en Génesis 16.2 la traducción «tendré hijos», es el reflejo del verbo hebreo «baná» (fundar familia, tener hijos, descendencia). La Septuaginta empleó el verbo «teknopoiéo» (tener hijos, producir hijos).
Ahora, después de haber hecho las observaciones de lugar, es preciso decir que no tiene el hebreo bíblico un verbo que comunique la idea básica del verbo castellano «tener» (tener, poseer).
En otras palabras, no tiene la Biblia Hebrea un verbo que sea perfectamente equivalente al verbo castellano «tener», y que siempre esté detrás de cualquier traducción que emplee alguna forma del verbo castellano «tener».
En tal sentido, es preciso tener presente las siguientes consideraciones:
En primer lugar, para comunicar o expresar la idea del verbo castellano «tener» (tener en existencia) en tiempo presente, la Biblia Hebrea emplea la palabra «yesh».
En segundo lugar, para comunicar o expresar la idea del verbo castellano «tener» como negación (no tener en existencia, en presente aunque no estrictamente), como antítesis de la idea de «tener» o «poseer», la Biblia Hebrea emplea la palabra «en».
Es «en» la forma constructa de «ayin». Se usa tanto en forma absoluta como en estado constructo. Un ejemplo muy conocido de su uso en forma absoluta lo observamos en Génesis 2.5 en la traducción «ni había hombre para que labrase la tierra».
En tercer lugar, para expresar la idea del verbo castellano «tener» (en pasado, en alguna forma de pasado), la Biblia Hebrea usa el estado o tiempo perfecto del verbo «jayá» (ser, estar, existir, acontecer, haber).
En cuarto lugar, para expresar la idea del verbo castellano «tener» (en futuro), la Biblia Hebrea emplea el estado o tiempo imperfecto del mismo verbo «jayá» (ser, estar, existir, acontecer, haber).
Ejemplos de casos concretos:
En Génesis 33.9 en la frase «tengo yo», «tengo» es la traducción de la palabra «yesh».
En 2 Reyes 4.2 en la frase «qué tienes en casa», «tienes» es la traducción de la misma palabra «yesh».
En 2 Reyes 4.14, en la frase «no tiene hijo» (no hay hijo para ella), es la traducción de una frase hebrea que involucra la palabra «en», negación o antónimo de «yesh».
En 2 Samuel 20.1 en la frase «no tenemos nosotros (no hay en nosotros) parte en David», «no tenemos» es la traducción de una frase hebrea que involucra la palabra «en», negación o antónimo de «yesh».
En Génesis 30.43, en la frase «tuvo muchas ovejas», «tuvo» es la traducción de una forma verbal imperfecto conversivo (un imperfecto con el valor del perfecto) del verbo «jayá» (ser, estar, existir, acontecer, haber).
En 1 Samuel 1.2 encontramos una situación llamativa e interesante.
En primer lugar, en la frase «y tenía él dos mujeres», el texto hebreo no tiene verbo alguno, sino que emplea la preposición «le» (a, para), con el sufijo pronominal de la tercera persona masculina singular, precedida de la conjugación «ve» (y): «ve-ló sheté nashím» (y para él dos mujeres).
En segundo lugar, en la frase «y Penina tenía hijos», la frase hebrea involucra una forma verbal imperfecto conversivo del verbo «jayá» (ser, estar, existir, acontecer, haber).
En tercer lugar, en la frase «Ana no los tenía (Ana no tenía hijos), el texto hebreo emplea la palabra «en», negación o antónimo de «yesh» (y para Ana no había hijos).
Por su parte, la versión griega (Septuaginta, los LXX), tradujo aquí, la primera cláusula, en la siguiente manera: «kái túto dío guináikes» (y para éste dos mujeres), para la primera cláusula. Pero las dos otras cláusulas, en la que hace referencia a Penina y en la que hace referencia a Ana, la Septuaginta empleó el verbo «eimí» (ser, estar) en tiempo imperfecto, en forma equivalente al verbo hebreo «jayá» (ser, estar, existir, acontecer, haber).
Finalmente, en lo que respecta al hebreo moderno, al margen de varias frases que emplean el verbo «tener» como “verbo auxiliar”, la idea de «tener» («poseer»), es comunicada en el hebreo moderno con frases como «yesh lo» (la explicada palabra «yesh» más la preposición «le» con el sufijo pronominal de la tercera persona masculina singular: “tiene él”), y «yesh lah» (la explicada palabra «yesh» más la preposición «le» con el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular: “tiene ella”).
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