La acción social de la comunidad evangélica y su servicio a la sociedad dominicana

La acción social[1] de la comunidad evangélica[2], su representación y los servicios que puede ofrecerle a la sociedad dominicana
Por Héctor Benjamín Olea Cordero
Presidente del Instituto Dominicano de Ciencias Bíblicas IDCB, Inc.
Introducción: Lo que ha sido hasta ahora
Hasta el presente la representación pública y social de la comunidad evangélica, quizás de manera natural y hasta necesaria, se ha sustentado en organizaciones o instituciones en las que predomina el liderazgo pastoral, que se sustentan ante todo en dicho tipo de liderazgo, y que hasta podría decirse, demandan el ser pastor como condición sine qua non, por ejemplo, ASIMILE, CONEDO, CODUE, RED PASTORAL, CONACOPE, CNI, etc.
Obviamente esta representación es comprensible a la luz de que en la mayoría de los grupos conciliares que se denominan “evangélicos”, los ya clásicos, concilios emergentes o iglesias independientes, la figura que se tiene por más trascendental (en una concepción piramidal del liderazgo eclesial), es la figura del pastor. Es más, en algunos casos, cualquier sección de dirigencia departamental, aun de áreas especializadas, como la educación bíblica y teológica, una de las condiciones es ser primeramente pastor, y esto habiendo alcanzado los correspondientes y requeridos grados en la escala ministerial.
Una pregunta que este ensayo entiende que podemos y debemos hacernos seriamente es ¿debe la comunidad evangélica seguir dependiendo como hasta ahora, casi exclusivamente, del liderazgo pastoral para su representación social, hacerse oír y para entablar un diálogo abierto, con sentido, crítico y de altura con el resto de la sociedad y con todos sus demás actores? Mi particular respuesta es que no.
A) Una visión equivocada y pesimista de sí misma
Ya es recurrente que de tiempo en tiempo un sector de la comunidad evangélica, el sector que predomina en las instituciones representativas mencionadas, se declare la marginada[3] y la cenicienta de la sociedad dominicana. Lo interesante es que cuando esto ocurre prácticamente no encuentra ningún apoyo por parte de la gente sencilla y más humilde de nuestra sociedad, como tampoco de los sectores más encumbrados y que ejercen cierto protagonismo. ¿Por qué será?
Pienso que dicho sector debe cambiar de discurso, pues se ha demostrado que no le ayuda en nada. Pero el asunto no queda ahí. Resulta que además de sentirse como una cenicienta, este sector de la comunidad evangélica también considera que se le margina. Pero cabe preguntarse: ¿se le margina o se margina ella misma?
Por un lado, tomando en serio los beneficios que le otorga el concordato a la iglesia católica, uno no puede dejar de reconocer que ciertamente la comunidad evangélica no recibe una serie de beneficios y prerrogativas que recibe la Iglesia Católica. No obstante, y en honor a la verdad, hay que decir que esa relativa desventaja, es también compartida por las demás expresiones religiosas que tienen presencia en la República Dominicana. Lo penoso es que la comunidad evangélica, o más bien, las instituciones representativas, se han mostrado poco solidarias con las demás expresiones religiosas que al igual que ellas se encuentran en una condición de desigualdad con relación a la Iglesia Católica. Pero muy probablemente también hayan tenido igual actitud frente al segmento de la comunidad evangélica que por lo general no participa o no ejerce cierto protagonismo en las organizaciones que hasta ahora ostentan la representación evangélica.
B) Una actitud criticable: Alzar su voz preferentemente para la defensa de sus propios intereses
La comunidad evangélica no sólo debe alzar su voz para hablar de los temas de su particular interés y para decir que se siente marginada. La comunidad evangélica debe hacerse oír con relación a los grandes problemas nacionales y levantar su voz para dar a conocer su punto de vista con relación a las posibles soluciones de los problemas que nos aquejan como sociedad.
Yo me pregunto, ¿cuál ha sido la actitud de las tradicionales organizaciones representativas de la comunidad evangélica frente a los intentos de establecer una cementera en los Haitises? ¿Cuál ha sido la actitud de dichas instituciones frente a los intentos de la asamblea nacional revisora de lesionar derechos que la población dominicana tenía garantizados? ¿Cuál fue la reacción de estas mismas instituciones cuando en diciembre del año pasado (2008) renunciaron prácticamente todos los miembros de la comisión de indultos, y el representante de la comunidad evangélica (y considerado el enlace entre el gobierno y la comunidad evangélica), no renunció, ni dijo esta boca es mía? ¿Cuál ha sido la actitud de las instituciones representativa de la comunidad evangélica frente a los intentos de coartar la libertad de expresión y difusión del pensamiento? ¿Cuál ha sido la actitud de estas instituciones frente a los grandes temas y problemas nacionales?
En cambio, ¿Cuál ha sido la actitud de las instituciones evangélicas representativas frente al concordato, con relación a la ley del día nacional de la Biblia, con relación a la ley de la enseñanza de la Biblia en las escuelas, con relación al proyecto de las asociaciones religiosas, con relación a tratar de recibir del estado y gobierno dominicanos un trato semejante al que recibe por el concordato la Iglesia Católica?
También me pregunto si a lo que aspiran las instituciones representativas de la comunidad evangélica es a que en la sociedad dominicana ninguna asociación religiosa tenga privilegio alguno con relación a las demás, o a que a ellas también se les dé el mismo trato (o por lo menos parecido) que recibe la Iglesia Católica por el concordato. ¿Qué es lo que proponen? ¿Que no se reparta ningún pastel, o que a ellas también se les dé una porción del pastel que, entienden que merecen, y que por años se le ha negado? ¿Qué el estado no asuma oficialmente ninguna religión? ¿Qué se garantice la libertad de creencia y confesión religiosa, o sea, el derecho a nosotros identificarnos como cristianos y el otro como musulmán, o como mejor le parezca? En otras palabras, ¿aspiramos o no, como comunidad evangélica, a que en la sociedad dominicana se garantice tanto el derecho a nosotros ejercer y manifestar nuestra creencia, como el otro a ejercer y manifestar su no creencia?
Además, si existe un día de la Biblia, ¿no podría haber un día del Corán, un día del Libro de Mormón, etc.? Me inclino por la opción de que no haya día especial, como ley, para ningún libro sagrado de religión alguna. Lo ideal sería que cada comunidad religiosa valore y venere a lo interno de ellas mismas el libro que tienen como referente y fuente primaria para la elaboración de su discurso teológico, para la fundamentación y sustentación de sus doctrinas y su praxis. ¿Cómo nos desafía el principio de Mateo 7.12 en este contexto?
C) Ideas y propuestas que pueden ayudar a la comunidad evangélica a mejorar su representación y acción social
A pesar de la mentalidad que hasta ahora ha caracterizado a las instituciones representativas de la comunidad evangélica, pienso que no todo está perdido, que es posible cambiar de rumbo. La comunidad evangélica debe ser más sabia y aprovechar la enorme cantidad de recursos humanos profesionales y bien intencionados que tiene. A lo interno de la comunidad evangélica deben surgir, deben desarrollarse organizaciones o instituciones representativas que agrupen y asuman una representación de la comunidad evangélica atendiendo a los diversos campos de las profesiones y sus especialidades. La comunidad evangélica no debe desaprovechar el inmenso potencial que le brinda el buen número de profesionales que forman parte de sus filas.
La comunidad evangélica debe procurar conocer e identificar el número de profesionales que tiene en los siguientes campos: locutores, periodistas, comunicadores, músicos, médicos (en las distintas ramas de la medicina), enfermeras, pedagogos, ingenieros, agrónomos, publicistas, literatos, abogados, educadores, sicólogos, economistas, antropólogos, arquitectos, odontólogos, empresarios, compañías de servicios, etc.
Propongo que además de participar de manera activa en las distintas organizaciones que agrupan a los distintos profesionales, los miembros de la comunidad evangélica que ostenten tal perfil, den origen y constituyan organizaciones representativas que los agrupen, y les permitan articular un discurso rico en contenido y coherente, así como una praxis, una representación y acción social evangélica adecuadas.
Por ejemplo, se espera que los radiodifusores evangélicos sean miembros activos y destacados de ADORA (La asociación dominicana de radiodifusores), pero que al mismo tiempo sean capaces de desarrollar y consolidar una asociación evangélica de radiodifusores. Igualmente se esperaría que todos los abogados evangélicos tengan presencia activa en el colegio de abogados, y al mismo tiempo pudieran organizar una red de abogados evangélicos. Así mismo debiera de ocurrir con los ingenieros, arquitectos y agrimensores, que además de desarrollar una presencia activa en el CODIA[4] (Colegio dominicano de ingenieros y agrimensores) logren establecer una red evangélica de ingenieros, arquitectos y agrimensores. Y así sucesivamente en cada campo profesional o área de servicio social, comercial, y empresarial, etc.
Organizándonos en esta forma se crean y optimizan las condiciones para que a través de sus profesionales y expertos, la comunidad evangélica pueda fijar posiciones especializadas en campos específicos, hacer opinión pública, asumir compromisos y ofrecer servicios focalizados, pero motivados por una gran preocupación cristiana, humana y social, a la luz de los principios del Reino de Dios. De esta manera la comunidad evangélica en verdad podría constituir una gran fuerza social que se gane, demande e inspire el respeto de toda la sociedad dominicana.
Lo que estoy sugiriendo es que el capital humano de la comunidad evangélica se organice y se haga oír y representar por medio de organizaciones en las que las condiciones indispensables para ser miembro no sean ser pastor o evangelista, sino ser evangélico y profesional en un campo específico de las ciencias, u ofrecer algún tipo de servicio social, comercial o empresarial.
Esto facilitaría el que un ingeniero miembro de una iglesia local que pertenece a la CODUE pueda interactuar, fijar posición y ofrecer un servicio común y en armonía, con un ingeniero miembro de una iglesia local que pertenece a CONEDO. ¿Por qué? Porque en este tipo de organización, la condición fundamental no es ser pastor o evangelista, ni estar en CODUE, CONEDO o en cualquiera de las demás instituciones representativas de la comunidad evangélica, sino ser profesional en un campo específico u ofrecer algún tipo de servicio especializado.
Obviamente, este tipo de organización debe contar con la iniciativa y preocupación de los profesionales evangélicos mismos. No debe depender y estar supeditada a las tradicionales organizaciones representativas de la comunidad evangélica. Aunque tal iniciativa pudiera surgir en el contexto de dichas organizaciones, confieso mis dudas en este sentido.
Soy de la opinión de que los profesionales mismos deben defender su propio espacio y garantizar lo que una representación ajena a esos campos de especialización no estaría en la capacidad de abordar con propiedad ni dignamente. De esta forma es posible asegurar también el que la tradicional representación de la comunidad evangélica no pierda su razón de ser, ni sea desnaturalizada.
Quizás un ejemplo claro de las conquistas no logradas por la falta de una adecuada organización y acción social de la comunicad evangélica lo constituye el hecho de que para el año 2007 muchas organizaciones sin fines de lucro (ONGS[5]) evangélicas fueron dejadas fuera del presupuesto, y no recibieron los recursos que obtuvieron para el año 2006.
Ahora bien, yo me pregunto: ¿Dónde estaban los dirigentes de esas instituciones evangélicas que no hablaron a tiempo, cuando desde el gobierno central y posteriormente en el congreso se estaba considerando el dejar fuera a muchas ONGs, porque aparentemente no estaban rindiendo la labor para la cual se supone que existen y para la cual estaban recibiendo fondos del estado?
¿Por qué la primera reacción de un sector de la comunidad evangélica en contra de tal medida[6] tiene lugar precisamente con posterioridad a que el poder legislativo aprobara el presupuesto y que el poder ejecutivo lo promulgara? ¿Se les olvidó el principio bíblico de que “todo tiene su tiempo” (Eclesiastés 3.1) y el otro que dice “la palabra a su tiempo cuán buena es”? (Proverbios 15.23)
¿Sería el hecho de que probablemente había algunas ONGs evangélicas que sabían que no estaban llevando a cabo su misión y que por eso prefrieron quedarse calladas, en vez de hacerse oír, aclarar y defender su estatus? ¿Ocurriría lo mismo si hubiera existido una especie de red evangélica de ONGs que las aglutinara, orientara, perfeccionara, protegiera y proyectara de manera positiva? ¿Es que resulta tan difícil lograr que los evangélicos unifiquen criterios y definan agendas comunes?
Finalmente, la Biblia nos recuerda que dos son mejores que uno, porque obtienen mejores resultados de su labor (Eclesiastés 4.9-12). Este principio debe alimentar en la comunidad evangélica una organización y acción social inteligentes, que resalten los principios del Reino de Dios, y le permitan articular un servicio a favor de la sociedad dominicana que, sin duda, la habrá de proyectar positivamente.
D) Obstáculos que dificultan el logro de una mejor representación y acción social de la comunidad evangélica
Ahora bien, uno de los principales obstáculos para lograr estos niveles de organización social lo constituyen los prejuicios que hay en los diversos grupos conciliares que integran la comunidad evangélica. Se sabe bien que la falta de madurez, la poca formación teológica y la existencia de ciertos intereses (entre otros factores), impide la justa valoración, comprensión y entendimiento de la diversidad confesional y de tradiciones teológicas que gravitan en la comunidad evangélica. Esta situación favorece negativamente la permanencia de prejuicios de un grupo contra otro, y dificulta la sana confraternización en ciertos sectores de la comunidad evangélica.
Otro obstáculo tiene que ver con la previa sectorización o fragmentación de la organización evangélica, pues hay líderes que son miembros de CONEDO, pero otros son miembros de CODUE[7], y hay los que tienen presencia en alguna de las demás organizaciones representativas y que aglutinan a alguna parte de la comunidad evangélica. Esto implica que, por ejemplo, los médicos que se congregan en iglesias locales que pertenecen a CONEDO pretendan tener algún tipo de red dentro de la misma CONEDO. Así seguramente podría ocurrir con las demás instituciones representativas.
Ahora bien, recordemos que esas instituciones representativas son básicamente lideradas y matizadas por el liderazgo pastoral y no propiamente profesional. Mi propuesta, al contrario, es una forma de organización social según el área de profesionalización y especialidad. Redes y tipos de servicios que trasciendan y complementen el modelo de organización que representan, por ejemplo, la CODUE y CONEDO.
A lo que yo le temo es que las organizaciones representativas sustentadas en el liderazgo pastoral produzcan algo parecido a lo que propongo, pero contextualizado a sus respectivas organizaciones. Con otras palabras, que ojalá no se le ocurra a alguien sugerir que CODUE tenga una asociación de abogados evangélicos de la misma, y así por cada campo profesional, y que lo propio hagan las demás organizaciones representativas de la comunidad evangélica.
Si llegara a ocurrir de esta manera, cosa que no quisiera ver, significaría que el sector profesional de la comunidad evangélica no ha llegado a entender el potencial que tiene, el espacio social que reclama su presencia, y el papel que puede desempeñar en la sociedad dominicana por medio de un servicio profesional competente y comprometido con los principios del Reino de Dios. De llegar a darse las cosas como no es nuestro deseo, aumentarían las sospechas de que las organizaciones representativas como CODUE, CONEDO, CONACOPE, etc., en vez de provocar, promover y lograr ciertos niveles de unidad y confraternidad, más bien han generado, estimulado, y hasta justificado la división y fragmentación en el seno de la comunidad evangélica.
Yo insisto en preguntar: ¿Por qué no existe[8] una asociación de abogados evangélicos? ¿Por qué no existe una asociación de ingenieros evangélicos? ¿Por qué no existe una asociación de sicólogos evangélicos? ¿Por qué será que no existen organizaciones que aglutinen a los distintos profesionales evangélicos? ¿Será que el liderazgo pastoral no quiere ceder una porción de su protagonismo, o que ha faltado iniciativa y visión en el ambiente profesional de la comunidad evangélica? ¿Habrá más bien una combinación de ambos factores?
E) Retos y desafíos de la comunidad evangélica
La comunidad evangélica no puede ignorar los temas que están en discusión y que dominan la opinión pública en el contexto de la sociedad dominicana. Estos temas de una forma u otra tienen que ver con ella, no les son ajenos, reclaman su atención. Si no le prestare la debida atención, corre el riesgo de perder el derecho la palabra, el que se escuche su punto de vista de manera responsable, y desaprovecha la oportunidad de ganarse el respeto de la sociedad dominicana. Con tal proceder dificulta el que se le considere una fuente adecuada de noticias y sujeto que hace opinión pública[9].
La iglesia no puede pretender hallar espacio en los corazones y en las vidas de los que componemos e integramos la sociedad dominicana, ignorando los temas, problemas y necesidades que realmente nos agobian. Además, la comunidad evangélica no puede ignorar que un determinado marco jurídico puede servir de pretexto para que los derechos de muchos sean ignorados, incluyendo los de ella misma, así como originar, en consecuencia, situaciones indeseables de injusticias y desasosiego social.
Pregunto: ¿Es lo mismo hacer misión en un contexto de justicia, que en un contexto de injusticia, violencia e inestabilidad social? ¿Qué relación podemos establecer entre un ambiente de derecho y de justicia social con el reconocimiento y respeto de la dignidad del ser humano, también con un sentimiento generalizado de paz social? ¿Es posible hallar paz social, sin justicia social?
¿No son precisamente las diferencias involucradas las que explican la irónica pregunta que a manera de chiste se suele escuchar: por qué casi nadie se siente llamado pastorear o hacer misión en Haití o África, y por el contrario, sí en USA? ¿Sólo “hay almas que salvar” donde hay dólares y una condición de vida envidiable?
Los que promueven la existencia de un Dios de paz, de justicia y amor, no pueden hacerse los desentendidos frente a los males e injusticias que agobian al ser humano, al que dicho sea de paso, conciben y describen creado a imagen y semejanza de dicho Dios; ese Dios que demanda que lo amemos a él sobre todas las cosas, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Ciertamente hay los que han pretendido hallar bases bíblicas para justificar una actitud de escapismo y de cierta irresponsabilidad social, tratando de eludir el reto, desafío y compromiso que se derivan del hecho de que la comunidad evangélica se conciba como portadora de un mensaje de justicia, amor y reconciliación (2 Corintios 5.14-18; 1 Juan 4.7-12, compárese Isaías 58.1-12).
Un pasaje del que muchos podrían agarrarse, pretendiendo evadir la necesaria coherencia y consistencia que debe existir entre una teología y la práctica (la forma de vida) que se deriva de ésta, es Filipenses 3.20 y21: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Lo interesante es que el contexto general del pasaje citado, en también el de éste: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22Mas si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. 23Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; 24pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros” (Filipenses 1.21-24).
La comunidad evangélica debe hacer todo lo posible para reducir la distancia, el trecho que separa el dicho del hecho.
Conclusiones:
1) La comunidad evangélica se automargina cuando fundamenta su representación y acción social prácticamente de manera exclusiva en organizaciones donde la condición sine qua non es ser pastor.
2) También se margina cuando no se pronuncia, cuando guarda silencio frente a los grandes y principales problemas que afectan a la sociedad dominicana; y en cambio, levanta su voz tan sólo para promover la discusión y tratamiento de temas, proyectos y asuntos que son de su particular interés.
3) La comunidad evangélica se automargina cuando se muestra incapaz de hacer oír otras voces, de articular una representación y acción social que trascienda a la casi exclusiva representación de organizaciones sustentadas básicamente en el liderazgo pastoral.
4) La representación de la comunidad evangélica de naturaleza básicamente pastoral, en cierta medida, ha fomentado una visión de cenicienta de la comunidad evangélica frente a la sociedad dominicana.
5) La representación de la comunidad evangélica de naturaleza básicamente pastoral, en cierta medida, ha asumido y compartido con una buena parte de la sociedad dominicana, una visión clientelista del ejercicio del poder político y de la administración del estado.
6) La falta de una acción articulada de los profesionales de la comunidad evangélica ha ayudado y permitido a que en la sociedad dominicana se piense que el único interlocutor posible son las instituciones representativas donde predomina el liderazgo pastoral.
7) La falta de una acción articulada de los profesionales de la comunidad evangélica ha contribuido al protagonismo desmedido de las instituciones representativas sustentadas básicamente en el liderazgo pastoral.
8) Las instituciones que tradicionalmente han llevado la voz cantante en la representación de la comunidad evangélica, en cierta medida, han fomentado la división y fragmentación a lo interno de dicha comunidad, y han dificultado la posibilidad de que ésta le presente a la sociedad dominicana un discurso evangélico más coherente, unificado y consistente.
9) A los profesionales de la comunidad evangélica le ha faltado la tenacidad y el arrojo que ha caracterizado al liderazgo pastoral de la misma.
10) Es probable que la correlación de fuerzas que predomina a lo interno de las iglesias locales, sea la que haya determinado hasta ahora, la actitud del profesional evangélico en lo relativo a su representación, articulación y acción social frente a la sociedad dominicana, en relación al liderazgo pastoral. La pregunta es ¿Tiene que seguir siendo así?
11) Pienso que la sociedad dominicana está ansiosa[10] de escuchar y conocer el punto de vista de los profesionales de la comunidad evangélica respecto de los grandes problemas nacionales y sus posibles soluciones.
Recomendaciones:
1) Que se defienda, mantenga, fortalezca y actualice la representación y acción social tradicional de la comunidad evangélica sustentada en el liderazgo pastoral. No apoyamos el que se le niegue su espacio. Tampoco insinuamos que no se reconozcan sus buenas intenciones ni las contribuciones que haya hecho y que pueda hacer en el futuro.
2) Que de ningún modo se piense que la representación y acción social de la comunidad evangélica sustentada en el liderazgo pastoral puede y debe ser la única forma que la comunidad evangélica emplee para hacerse representar y oír en la sociedad dominicana. La comunidad evangélica puede y debe organizarse también atendiendo a los campos de especialización de sus profesionales.
3) Que la representación y acción social de la comunidad evangélica sustentada en el liderazgo pastoral no sea (no puede ser) la única interlocutora de la comunidad evangélica frente al estado dominicano y frente a la sociedad dominicana en general.
4) Que los profesionales evangélicos, al margen de la representación sustentada en el liderazgo pastoral, se organicen, se dejen oír, y ofrezcan sus servicios a la sociedad dominicana según los campos de su especialización profesional.
5) Que la representación profesional de la comunidad evangélica ayude a borrar y a eliminar esa actitud de cenicienta que ha fomentado la representación evangélica sustentada en el liderazgo pastoral.
6) Que la representación profesional de la comunidad evangélica ayude a combatir la visión clientelista del ejercicio del poder político, con su discurso y acción social. Con otras palabras, que los profesionales evangélicos con su discurso, con su acción social y la forma de relacionarse con la sociedad dominicana en general, contribuyan al adecentamiento del modelo de hacer política partidista y de administrar el estado en la República Dominicana.
7) Que esta organización y representación profesional de la comunidad evangélica, trascienda a las organizaciones sustentadas en el liderazgo pastoral. Esto con relación a las ya existentes y con relación a las que aun pueden desarrollarse en el futuro.
Lo que propongo es que en este tipo de organización no se tome en cuenta (que sea irrelevante) si la iglesia local a la que asiste el profesional evangélico esté afiliada a CODUE, CONEDO, o CONACOPE, etc. Lo que propongo es que los médicos se agrupen y hagan representar como médicos, los ingenieros como ingenieros, y así sucesivamente. El ideal es que un médico cuya iglesia local está afiliada o participa en CONEDO, y un médico cuya iglesia local está afiliada o participa en CODUE (o simplemente no participa, ni está afiliada a ninguna de estas organizaciones representativas equivalentes), puedan participar armoniosamente en una organización que los aglutine, represente y pretenda hacer oír la voz de los profesionales evangélicos de la medicina. Lo mismo se sugiere con relación a las demás
Obviamente, esta especie de asociación de médicos evangélicos podría o debería tener o desarrollar internamente unos subcomités o subdepartamentos (o como se les quiera llamar), por ejemplo, el de los pediatras evangélicos, el de los cirujanos, el de los ginecólogos evangélicos, etc.
8) Que estas organizaciones de representación profesional de la comunidad evangélica sean activas, que de manera responsable, consistente y habitual, hagan oír su voz, comunicando su visión y proponiendo las soluciones que ellos entiendan que puedan ser las adecuadas a los problemas que aquejan a la sociedad dominicana en las áreas de su dominio y especialización profesional.
9) A la luz de la competencia que le otorga a la persona y a un determinado sector de una comunidad, el ser profesional en un determinado campo de las ciencias; entiendo que impulsados por el compromiso serio con los principios del Reino de Dios y del evangelio, los profesionales cristianos pueden hacer invaluables aportes a la sociedad dominicana, aportes que de seguro han de fortalecer el buen testimonio de la comunidad evangélica ante la sociedad dominicana.
10) Que los profesionales de la comunidad evangélica no dejen que se les impida ejercer la debida y necesaria representación a la que están llamados a desarrollar en la sociedad dominicana, en virtud de las características humanas y sociales de sus profesiones; así como por las implicaciones de los principios del Reino de Dios y del evangelio, para el buen testimonio de la praxis de la comunidad evangélica.
11) Que los profesionales de la comunidad evangélica comprendan que tienen todo el derecho y la capacidad suficiente para no dejar que se les impida ejercer su debida representación y acción social en la sociedad dominicana.
12) Pienso que el Dios al que le servimos y la sociedad dominicana misma, están esperando una actitud más activa y solidaria de los profesionales evangélicos.
13) Un cambio de actitud por parte de los profesionales evangélicos, su empoderamiento, de seguro que agradará a Dios, y lo agradecerá la sociedad dominicana.
Conclusión: ¿Qué esperamos? ¡Manos a la obra!
Jueves 15 de octubre 2009


[1] En este artículo no estoy usando la expresión “acción social” como la definió el llamado “Informe de Grand Rapids”, USA, 1982, citado por John Sttott en su obra “La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos”, publicado por “Libros Desafío”, página 35; como la procura de la eliminación de las causas que originan una determinada necesidad humana; y “servicio social”, como la asistencia a las necesidades humanas. Aquí simplemente la uso para hacer referencia a la forma de actuar de la comunidad evangélica, como sector y grupo, y no sólo como individuos particulares, en el contexto más amplio de la sociedad dominicana.
[2] Aunque este trabajo tiene como marco de referencia a la denominada “comunidad evangélica”, pienso que muchas de las ideas que desarrolla pueden servir de mucho a otras comunidades de fe que, si bien se ubican y consideran dentro del cristianismo histórico, no obstante, no se identifican como “evangélicas”. En mi ensayo titulado “Una breve explicación sobre la distición entre cristianos y evangélicos” ofrezco unas reflexiones interesantes sobre tales designaciones.
[3] Lo curioso es que muchas veces uno no sabe si la marginación que se denuncia es la marginación de la comunidad evangélica como tal, o si es la marginación de la representación del liderazgo pastoral que, precisamente, es el que lidera las tradicionales organizaciones representativas de la comunidad evangélica. Por ejemplo, en la edición del periódico “Listín Diario” del jueves 18 de junio del presente año, se citan las siguientes palabras atribuidas al presidente del ministerio “Jesús es Sanidad y Vida Eterna”, reverendo Domingo Paulino Moya, cito: El reverendo Domingo Paulino Moya, vocero nacional evangélico, pidió a los asambleístas evangélicos retirarse de los trabajos de revisión de la Constitución de la República en señal de protesta por el mal trato y el desprecio hacia el pastorado evangélico cometido al aprobar los legisladores que solo los sacerdotes católicos tengan derecho a efectuar matrimonios reconocidos por el Estado”. Nota: el subrayado es mío. ¿Se comprende?
[4] El que profesionales evangélicos desarrollen y mantengan una presencia activa en estos gremios (tales como el CODIA, ADORA, ADP, etc.) puede dar lugar a que llegue el momento en que miembros de la comunidad evangélica puedan ostentar el liderazgo de tales instituciones y proyectar desde allí un servicio y testimonio evangélico digno, responsable, profesional y ético.
[5] Algo que sí es discutible es el hecho de que un concilio o iglesia local (hasta una confraternidad) sean catalogados por la Oficina Nacional de Planificación (ONAPLAN) como simples y comununes ONGs. Si bien las iglesias se consideran instituciones sin fines de lucro; no obstante, no es cierto que puedan identificarse sin más con el concepto que se tiene de una ONG.
[6] El presupuesto del gobierno para el año 2007 llegó al congreso vía el senado la noche del 27 de diciembre 2006, fue aprobado por el senado el miércoles tres (3) de enero). Luego fue aprobado por la cámara de diputados el viernes cinco (5) de enero, y finalmente promulgado por el poder ejecutivo la noche del lunes ocho (8) de enero. Increíblemente la reacción evangélica tuvo lugar el martes nueve (9) de enero, y dicho sea de paso, no por las ONGs evangélicas en forma corporativa, sino por el pastor Ezequiel Molina Rosario y el presidente de CODUE, pastor Reinaldo Franco Aquino (considérese al respecto la edición de “El Nacional”, del domingo 7 de enero 2007; también la edición del martes 9 de enero del periódico “Diario Libre” del mismo año). Además, para los primeros dos (2) días de enero se había estado planteando que se le retiraría el apoyo a muchas ONGs que no rendían ninguna labor social; en cambio, se hablaba de que se le aumentaría la partida a quellas que sí estaban cumpliendo con su misión. Pienso que ese era el momento oportuno para que las ONGs evangélicas hicieran sus propuestas y reivindicaran la labor que se supone venían desarrollando.
[7] Personalmente desde hace algunos años he hablado de la necesidad de crear un foro donde participen todas las instituciones que ostenten la representación de algún segmento de la comunidad evangélica. En dicho foro se pudiera discutir y fijar una agenda común con reales posibilidades de ser verdareramente representativa de la comunidad evangélica. Pero esta idea demanda más humildad y menos afán de protagonismo por parte de cada organización representativa.
[8]Admito el que posiblemente algunas de las organizaciones que sugiero quizás ya existan; sin embargo, si existen no he conocido de las mismas una acción social que las haya hecho notorias y convertido en instituciones de referencia.
[9] Con relación a la programación y contenido de los medios de comunicación evangélicos, me pregunto: ¿Qué impacto tienen los medios de comunicación evangélicos en la llamada “opinión pública”? ¿Por qué? ¿Son la misma cosa el templo y una emisora o canal de televisión? ¿Se deben concebir y manejar de la misma manera? ¿Qué tanto espacio le ofrecen los medios de comunicación evangélicos, con su programación, a los profesionales de la misma comunidad evangélica? ¿Qué tan rentable le sería a un empresario evangélico colocar una campaña publicitaria en una emisora evangélica?

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