«El Eterno es mi pastor», o «El Eterno me
pastorea»
Una crítica puntual, pero justa y consciente a la traducción de
Moisés Katznelson
Héctor B. Olea C.
La traducción «El Eterno es mi pastor» (Biblia hebreo español de Moisés Katznelson, realizada en Israel y publicada por Editorial Sinaí), desde el punto de vista del análisis gramatical o morfosintáctico, no es mejor traducción que la que ofrece la tan popular y dominante versión Reina Valera 1960: «Jehová es mi pastor».
Luego, como es sumamente cuestionable la castellanización «Jehová», como traducción del «quere perpetuo» «YeHVaH» («YeHoVaH»), desde el punto de vista crítico y académico (no confesional); es preciso admitir que éste sería el único aspecto en el que la traducción «El Eterno es mi pastor» supera la traducción «Jehová es mi pastor» (RV 1960).
Por otro lado, en virtud de que la palabra hebrea «roí» es en realidad un participio activo con un sufijo pronominal (de la primera persona común singular, «yo»), y si bien el participio hebreo (como en español y griego) es un «adjetivo verbal»; cuando recibe un sufijo pronominal (nominal), el participio activo se comporta más bien como un verbo (uno que hace tal cosa) y no como un sustantivo o adjetivo sustantivado.
En consecuencia, el sufijo pronominal en el participio activo hebreo indica, como en una forma verbal finita (verbo conjugado), el objeto directo de dicho participio, a diferencia de lo que ocurre con los sustantivos (formas nominales), en los que el sufijo pronominal indica el caso genitivo, una relación de genitivo.
En todo caso, dejando de lado el problema relativo a la castellanización «Jehová», a la luz de la gramática hebrea, asumiendo a «roí» como verbo y no como una forma nominal del verbo (por el sufijo pronominal), una mejor traducción sería: «El Señor me pastorea», «El Eterno me pastorea», «Hashém me pastorea», «Jehová me pastorea», etc.
En tal sentido, es preciso poner de relieve que la versión griega (Septuaginta) confirma el hecho de que «roí» es verbo y no sustantivo, cuando tradujo con la frase: «poimáinei me» que, expresamente dice: «me pastorea», y la frase completa «kírios poimáinei me» expresamente dice: «El señor me pastorea».
Finalmente, si bien la carga semántica de la traducción «El Eterno es mi pastor», es en esencia la misma que de la traducción «El Eterno me pastorea», la cuestión es que desde el punto de vista morfosintáctico, el texto hebreo no está señalando «el pastor que me es propio», sino «que yo soy el objeto directo de la acción de pastorear» del «Eterno», del «Señor», de «Hashém», etc.
En consecuencia, la crítica que le hacemos aquí a la obra de Moisés Katznelson, es válida y legítimamente aplicable a la versión Reina Valera 1960 y cualquier otra versión de la Biblia que haya traducido la palabra «roí» en el Salmo 23.1 como un sustantivo (asumiendo el sufijo pronominal como un indicador del caso genitivo) y no como verbo (el sufijo pronominal como identificador del objeto directo).
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