¿Qué no lo tocara o que dejara de tocarlo?
Un análisis del texto griego de Juan 20.17
Héctor B. Olea C.
En los relatos evangélicos de la resurrección de Jesús, como en otros aspectos, volvemos a tener puntos de vistas encontrados y no convergentes.
En primer lugar, Marcos, considerado el primer Evangelio en ser escrito, afirma que muy temprano en la maña del primer día de la semana, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, se dirigieron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús (Marcos 16.1 y2).
En segundo lugar, según el Evangelista Mateo las mujeres que al amanecer del primer día de la semana se dirigieron al sepulcro fueron María Magdalena y la otra María (¿María la madre de Jacobo?), Mateo 28.1.
En tercer lugar, según el Evangelista Lucas, las mujeres que el primer día de la semana, muy de mañana, se dirigieron al sepulcro fueron: María Magdalena, Juana, María la madre de Jacobo y varias mujeres más que, sin embargo, no identifica (Lucas 24.10).
En cuarto lugar, según el llamado Cuarto Evangelio, el Evangelio de Juan, fue estrictamente María Magdalena la única mujer que se dirigió al sepulcro muy de mañana, aun oscuro, el primer día de la semana (Juan 20.1).
De todos modos, Juan 20.2 usa un extraño plural, «no sabemos» (griego «óidamen»): «y no sabemos dónde le han puesto».
Luego, como muy acertadamente comenta Raymond E. Brown, este plural se explica como una huella de un relato original en el que se mencionaban varias mujeres («El Evangelio según Juan», tomo II, página 1, 429).
En quinto lugar, según el Evangelio apócrifo de Pedro (fechado alrededor del año 130 d.C.), fue María Magdalena la que con sus amigas (sin nombrarlas ni enumerarlas) fue al sepulcro el domingo en la mañana (versículos 50-57).
En sexto lugar, respecto de una aparición específica y particular del Jesús resucitado a María Magdalena, tampoco hay consenso entre los Evangelistas.
Por su parte, Mateo y Lucas nada dicen respecto de una aparición particular del Jesús resucitado a María Magdalena.
Por otro lado, sólo Juan y Marcos (Juan 20.11-18; Marcos 16.9-11) dan cuenta de una aparición particular del Jesús resucitado a María Magdalena, en cuyo contexto se da el mandato negativo o prohibición que le dirige Jesús a María Magdalena, y objeto de este estudio.
Sin embargo, como a la luz de la crítica textual el final largo de Marcos (16.9-20) se considera más bien una inserción o interpolación posterior, que no forma parte del original de Marcos; la única conclusión plausible es que sólo el Evangelio de Juan da cuenta de una aparición del Jesús resucitado a María Magdalena.
Consecuentemente, no tenemos un relato canónico paralelo que nos permita hacer una comparación crítica respecto de la redacción griega del contenido de Juan 20.17.
¿Qué fue lo que en realidad le dijo Jesús a María Magdalena en Juan 20.17?
¿Qué fue lo que en realidad le dijo Jesús a María Magdalena? ´1) ¿Qué no lo tocara, es decir, que no diera inicio a una acción? O 2) ¿Que dejara de tocarlo, o sea, que suspendiera una acción ya iniciada y en proceso? ¿Qué es lo que en realidad permite decir y concluir el texto griego de Juan 20.17?
Por mucho tiempo, principalmente gracias a la Reina Valera 1909 y 1960, se ha hecho muy popular (sobre todo en el ambiente protestante y evangélico hispano hablante) la idea de que Jesús le dijo a María Magdalena: ¡«No me toques»!, o sea, que no iniciara una acción, que no osara tocarlo.
En consecuencia, a la luz de dichas versiones, aparentemente se supone que el texto griego que está detrás de dicha traducción, implica un mandato que procura evitar que una acción inicie, que no ocurra, que no tenga lugar, en suma, que María no ose tocar el cuerpo del resucitado. Pero, ¿es ese el verdadero matiz del texto griego de Juan 20.17?
Dos tipos de aspectos en las prohibiciones en la lengua griega koiné
En la lengua original del NT (griego koiné), como en español, existen dos tipos básicos de mandatos: los mandatos positivos, y los mandatos negativos o prohibiciones.
Los mandatos positivos se pueden formular en el tema de presente (imperativo de presente) y en el tema aoristo (imperativo aoristo). Pero si bien las prohibiciones se pueden formular muy bien en el tema de presente mediante el modo imperativo, en el tema del aoristo las prohibiciones se formulan empleando sólo el modo subjuntivo.
En tal sentido, un mandato positivo en el tema de presente, por ejemplo, «desata tú», en realidad significa: «sigue desatando» (apuntando a la continuidad de una acción ya en proceso).
Y en tiempo aoristo, un mandato positivo tiene más bien un matiz ingresivo: «desata tú», o sea, «ponte a desatar».
Luego, un ejemplo de un mandato negativo en el tema de presente sería: «no desates», o sea: «no sigas desatando».
Y en el tema del aoristo: «no desates», o sea, «no te pongas a desatar», «evita ponerte a desatar».
Por supuesto, en el tema del aoristo también existe una construcción sintáctica que emplea el modo subjuntivo para indicar una prohibición absoluta, definitiva. Sin embargo, por razones prácticas no abordaré este tipo de formulación en este artículo.
Ahora bien, la pregunta lógica es: ¿qué tipo de mandato negativo o prohibición observamos en el texto griego de Juan 20.17? ¿Una prohibición formulada en el tema de presente (demandando el cese de una acción ya iniciada) o en el tema del aoristo (procurando evitar el inicio de una acción)?
La consideración del texto griego de Juan 20.17 nos pone al tanto de una prohibición en el tema de presente, con las palabras: «me mu jáptu».
Dicha construcción gramatical consiste en el uso de la palabra «me» («no»), que por lo general se emplea con los modos distintos al modo indicativo, más la forma verbal «jáptu», que es una forma verbal en tiempo presente, modo imperativo, en la segunda persona del singular («tú»).
Con relación a la diátesis o voz de la forma verbal «jáptu», es preciso hacer algunas observaciones.
Por un lado, según el «Léxico griego español del Nuevo Testamento», de Alfred E. Tuggy, «jáptu» sería una forma verbal con la morfología de la voz media, pero con el sentido de la voz activa, pues su forma léxica sería «jáptomai» (tocar, alcanzar, poner la mano sobre, acometer, atacar, emprender, relacionarse con, ofender, injuriar), o sea, una forma verbal de un verbo deponente.
Sin embargo, a la luz del «Diccionario griego español del Nuevo Testamento», de Inmaculada Delgado Jara y del «Diccionario griego español de griego clásico VOX», de José M. Pabón, «jáptu» sería una forma verbal en voz media, del verbo «jápto», que en voz activa significa “encender”, “iluminar” (regido por el acusativo); y que en la voz media (regido por el genitivo) significa: “tomar”, “agarrar”, “coger”, “tocar”, “tomar para sí”, “perjudicar”, “injuriar”.
Luego, debo decir que el punto de vista del diccionario de griego clásico VOX y del diccionario de griego koiné de Inmaculada Delgado Jara, es el acertado.
En consecuencia, la expresión griega «me mu jáptu» (prohibición o mandato negativo en el tema de presente, no en el tema aoristo) ha de traducirse: «No me sigas tocando», «deja de tocarme», «suéltame, «deja de aferrarte a mí», «deja de retenerme»; o sea, un mandato negativo que demanda el cese una acción ya iniciada, en pleno desarrollo.
Con razón, pues, hace mucho tiempo que ya se leía: «Deja de tocarme», en la versión de la Biblia conocida como «Biblia de Jerusalén». Igualmente ya era y es acertada aquí la «Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras», cuando tradujo: «Deja de colgarte de mí».
¿Qué dicen algunas traducciones interlineales?
El «Nuevo Testamento griego español» de Francisco Lacueva tradujo de una forma curiosa y cuestionable. Tradujo «no me toques», como la Reina Valera 1960, pero entre paréntesis agrega («más»).
En otras palabras, al parecer, la obra de Francisco Lacueva entendió que debería traducirse «no me sigas tocando» («no me toques más»), pero lo hace de una forma incomprensible, en una manera en que dicha traducción no es clara y precisa.
Luego, si Francisco Lacueva entendió que la traducción correcta debe ser es «no me sigas tocando» («no me toques más»), indicando la demanda del cese de una acción ya iniciada, ¿por qué no ofrecer una traducción clara y precisa en ese sentido, sin paréntesis alguno?
«El Nuevo Testamento interlineal Palabra por Palabra» (griego español), de Elsa Tamez e Isela Trujillo, también tradujo en forma similar a la obra de Francisco Lacueva. Tradujo «no me agarres», pero entre paréntesis agrego la traducción «suéltame».
Consecuentemente, la crítica que le hicimos a la obra de Francisco Lacueva, se la hacemos en el mismo nivel, proporción y con el mismo rigor a la obra de Elsa Tamez e Isela Trujillo.
«El Nuevo Testamento interlineal» (griego español) de César Vidal tradujo: «no de mí sigas aferrando» (“no te sigas aferrando a mí”). Esta traducción va en una línea acertada, al indicar la demanda del cese una acción ya iniciada.
El «Nuevo Testamento interlineal griego español», de los manuscritos bizantinos (texto mayoritario), realizado por la Iglesia en Salta, Argentina, 2011, tradujo: «No de mí estés tocando (asiendo)», o sea, «no te sigas asiendo a mí».
Esta obra también va en una línea correcta, al traducir indicando la demanda del cese de una acción ya en proceso, que se estaba realizando.
En conclusión, es acertada la traducción de Juan 20.17, de toda y cualquier versión de la Biblia que traduzca dicho pasaje comunicando la idea de que estamos aquí ante un mandato negativo que procura hacer cesar una acción ya iniciada, una acción ya en proceso, en desarrollo.
En suma, el texto griego de Juan 20.17 indica que Jesús le pide a María Magdalena que deje de tocarlo, que lo suelte, que deje de aferrarse a él. Esto significa que cuando Jesús le dijo a María «Deja de tocarme» («Deja de colgarte de mí»), era porque ya María Magdalena se había arrojado y se había asido del cuerpo del resucitado.
Finalmente, otras versiones que como La «Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras» (“Deja de colgarte de mí”) y La «Biblia de Jerusalén 1998» (“Deja de tocarme”), han traducido a Juan 20.17 de manera acertada son: La Nueva Versión Internacional 2015 (“Suéltame”), La Nueva Biblia Española 1975 (“Suéltame”), La Reina Valera Actualizada 2015 (“Suéltame”), La Biblia de las Américas 1997 (“Suéltame”), La Nueva Traducción Viviente 2010 (“No te aferres a mí”), entre otras.
Ahora bien, un caso curioso y muy lamentable es que la llamada «Reina Valera Contemporánea RVC» (año 2011), la más reciente revisión de la serie Reina Valera realizada por las Sociedades Bíblicas Unidas, persista en repetir el error de la Reina Valera 1960, al traducir «No me toques».
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