Algunas hipótesis, perspectivas y recomendaciones
Héctor B. Olea C.
De entrada me es preciso decir que este
artículo es en realidad un fragmento de un trabajo más amplio que escribí y
publiqué originalmente en el mes de octubre del año 2009, hace ya siete años, titulado:
«La
acción social de la comunidad evangélica,
su representación y los servicios que puede ofrecerle a la sociedad dominicana».
Ahora bien, la razón del título de este
artículo haya su fundamento en una realidad incuestionable: el hecho de que
hasta ahora la representación pública y social de la comunidad evangélica, quizás
de manera natural y hasta necesaria, se ha sustentado en organizaciones o instituciones
en las que predomina el liderazgo pastoral, que se sustentan ante todo en dicho
tipo de liderazgo, y que hasta podría decirse, demandan el ser pastor como
condición sine qua non, por ejemplo, ASIMILE, CONEDO, CODUE, RED PASTORAL,
CONACOPE, CNI, etc.
En consecuencia, y como reacción consciente, pero
crítica;: sin negarle su debido espacio, sin restarle importancia a este tipo
de organización, pero al mismo tiempo convencido de sus desaciertos y limitaciones;
lo que estoy sugiriendo es que el capital humano de la comunidad evangélica se organice,
se haga oír y representar por medio de organizaciones en las que las condiciones
indispensables para ser miembro no sean ser pastor o evangelista, sino ser
evangélico y profesional en un campo específico de las ciencias, u ofrecer
algún tipo de servicio social, comercial o empresarial.
Pienso que esto facilitaría el que un
ingeniero miembro de una iglesia local que pertenece a la CODUE pueda
interactuar, fijar posición y ofrecer un servicio común y en armonía, con un
ingeniero miembro de una iglesia local que pertenece a CONEDO. ¿Por qué? Porque
en este tipo de organización, la condición fundamental no es ser pastor o evangelista,
ni estar en CODUE, CONEDO o en cualquiera de las demás instituciones representativas
de la comunidad evangélica, sino ser profesional en un campo específico u
ofrecer algún tipo de servicio especializado.
Obviamente, este tipo de organización debe
contar con la iniciativa y preocupación de los profesionales evangélicos
mismos. No debe depender y estar supeditada a las tradicionales organizaciones
representativas de la comunidad evangélica. Aunque tal iniciativa pudiera
surgir en el contexto de dichas organizaciones, confieso mis dudas en este
sentido.
Soy de la opinión de que los profesionales mismos
deben defender su propio espacio y garantizar lo que una representación ajena a
esos campos de especialización no estaría en la capacidad de abordar con
propiedad ni dignamente.
De esta forma es posible asegurar también el
que la tradicional representación de la comunidad evangélica no pierda su razón
de ser, ni sea desnaturalizada.
Mi propuesta es que al margen de la ya
establecida y conocida representación social de la comunidad evangélica
sustentada en el liderazgo pastoral; surja una representación social de la comunidad
evangélica sustentada en organizaciones que aglutinen a las personas según el
área de profesionalización, servicio y especialidad. Que se levanten redes,
voces y tipos de servicios que trasciendan y complementen el modelo de
organización que representan, por ejemplo, la CODUE y CONEDO.
Sin embargo, debo confesar que mi temor es
que las organizaciones representativas sustentadas en el liderazgo pastoral
produzcan algo parecido a lo que propongo, pero contextualizado a sus
respectivas organizaciones. Con otras palabras, mi deseo, mi anhelo es que
ojalá no se le ocurra a alguien sugerir que CODUE tenga una asociación de
abogados evangélicos de la misma, y así por cada campo profesional, y que lo
propio hagan las demás organizaciones representativas de la comunidad
evangélica.
Si llegara a ocurrir de esta manera, cosa que
no quisiera ver, significaría que el sector profesional de la comunidad
evangélica no ha llegado a entender el potencial que tiene, el espacio social
que reclama su presencia, y el papel que puede desempeñar en la sociedad
dominicana por medio de un servicio profesional competente y comprometido con
los principios del Reino de Dios. De llegar a darse las cosas como no es
nuestro deseo, aumentarían las sospechas de que las organizaciones
representativas como CODUE, CONEDO, CONACOPE, etc., en vez de provocar,
promover y lograr ciertos niveles de unidad y confraternidad, más bien han
generado, estimulado, y hasta justificado la división y fragmentación en el
seno de la comunidad evangélica.
Yo insisto en preguntar: ¿Por qué no existe una
asociación de abogados evangélicos? ¿Por qué no existe una asociación de
ingenieros evangélicos? ¿Por qué no existe una asociación de sicólogos
evangélicos? ¿Por qué será que no existen organizaciones que aglutinen a los
distintos profesionales evangélicos? ¿Será que el liderazgo pastoral no quiere
ceder una porción de su protagonismo, o que ha faltado iniciativa y visión en
el ambiente profesional de la comunidad evangélica? ¿Habrá más bien una
combinación de ambos factores?
Conclusiones:
1) La comunidad evangélica se automargina
cuando fundamenta su representación y acción social prácticamente de manera
exclusiva en organizaciones donde la condición sine qua non es ser pastor.
2) También se margina cuando no se pronuncia,
cuando guarda silencio frente a los grandes y principales problemas que afectan
a la sociedad dominicana; y en cambio, levanta su voz tan sólo para promover la
discusión y tratamiento de temas, proyectos y asuntos que son de su particular
interés.
3) La comunidad evangélica se automargina
cuando se muestra incapaz de hacer oír otras voces, de articular una
representación y acción social que trascienda a la casi exclusiva
representación de organizaciones sustentadas básicamente en el liderazgo
pastoral.
4) La representación de la comunidad evangélica
de naturaleza básicamente pastoral, en cierta medida, ha fomentado una visión
de cenicienta de la comunidad evangélica frente a la sociedad dominicana.
5) La representación de la comunidad evangélica
de naturaleza básicamente pastoral, en cierta medida, ha asumido y compartido
con una buena parte de la sociedad dominicana, una visión clientelista del
ejercicio del poder político y de la administración del estado.
6) La falta de una acción articulada de los
profesionales de la comunidad evangélica ha ayudado y permitido a que en la
sociedad dominicana se piense que el único interlocutor posible son las
instituciones representativas donde predomina el liderazgo pastoral.
7) La falta de una acción articulada de los
profesionales de la comunidad evangélica ha contribuido al protagonismo
desmedido de las instituciones representativas sustentadas básicamente en el
liderazgo pastoral.
8) Las instituciones que tradicionalmente han
llevado la voz cantante en la representación de la comunidad evangélica, en cierta
medida, han fomentado la división y fragmentación a lo interno de dicha comunidad,
y han dificultado la posibilidad de que ésta le presente a la sociedad
dominicana un discurso evangélico más coherente, unificado y consistente.
9) A los profesionales de la comunidad
evangélica le ha faltado la tenacidad y el arrojo que ha caracterizado al
liderazgo pastoral de la misma.
10) Es probable que la correlación de fuerzas
que predomina a lo interno de las iglesias locales, sea la que haya determinado
hasta ahora, la actitud del profesional evangélico en lo relativo a su
representación, articulación y acción social frente a la sociedad dominicana,
en relación al liderazgo pastoral. La pregunta es ¿Tiene que seguir siendo así?
En lo personal, sin duda alguna, entiendo que no, así de sencillo.
11) Pienso que la sociedad dominicana está
ansiosa de escuchar y conocer el punto de vista de los profesionales de la
comunidad evangélica respecto de los grandes problemas nacionales y sus
posibles soluciones
¡Hasta
la próxima!
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