«Jesús es mi candidato» (o, «Mi
candidato es Jesús»), expresión paradójica e incomprensible, empleada por
personas cristianas y evangélicas (muchas veces tratando de ocultar en vano su
pasión y real inclinación político partidista) que al final, o no acuden a las
elecciones, o de hacerlo, votan por un candidato muy distinto a Jesús. Por
supuesto, es comprensible que así resulten las cosas, pues, después de todo, no
hay un país en el mundo donde Jesús se haya afiliado a un partido político y haya
aceptado presentarse en boleta alguna, en torneo electoral alguno. Así de sencillo. ¿Entonces?
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