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Participio o sustantivo

A propósito del día del trabajo, nociones de lenguas bíblicas

Héctor B. Olea C.

Al margen de la discusión de la dependencia de la narrativa bíblica de Abel y Caín de los tan populares relatos de hermanos, gemelos o rivales en todo el Oriente Bíblico; con estas breves líneas me he propuesto poner de relieve algunos aspectos o recursos característicos que exhibe la principal lengua de la Biblia Hebrea, aspectos también comunes a la segunda lengua original de la Biblia Hebrea, el llamado «arameo clásico» (arameo bíblico).  

Pues bien, en Génesis 4.2 la forma empleada en la Biblia Hebrea para describir la labor, trabajo u oficio a la que se dedicaban Caín y Abel, formalmente constituyen dos cadenas constructas que tienen como primer elemento (y en estado constructo) un participio activo en la conjugación qal.   

De Caín se dice que era un «labrador de la tierra» («obed adamá»), y de Abel que era un «pastor de ovejas» («roe tson»: pastor de ganado menor, ovejas y cabras).  

Luego, con relación al participio que conforma la cadena constructa con que se identifica el trabajo u oficio de Abel, «roé», el mismo consiste en un participio de la conjugación qal, voz activa, del verbo o raíz ««raá» (pastorear, apacentar, cuidar de).

Por cierto, es también «roé» el participio que aparece en el Salmo 23.1, aunque con el sufijo pronominal de la primera persona común singular (yo), o sea, «roí», tradicionalmente asumido sencillamente como «mi pastor».

Por otro lado, con relación a Caín, el participio que conforma la cadena constructa con que se identifica su labor, «obéd», consiste en un participio de la conjugación qal, voz activa, del verbo o raíz «abád» (trabajar, labrar, cultivar, estar al servicio de, esclavizar, sojuzgar, hacer servir).

Además, tal vez sea relevante poner de relieve que «abád» es precisamente la raíz con que en Génesis 2.15 se establece que Dios había puesto al hombre en el huerto de Edén «para que lo labrara» («le-ovdáj»: infinitivo constructo qal, con el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular, más la preposición «le»).

El participio hebreo como adjetivo, sustantivo y verbo

En primer lugar, el participio hebreo puede funcionar como un adjetivo (concordando en género, número y determinación con el sustantivo al cuan modifica), como adjetivo atributivo o predicativo.

En segundo lugar, el participio hebreo también puede funcionar como un sustantivo.  

Los participios sustantivados indican que alguien (singular o plural) hace algo, está haciendo algo o se encuentra en un determinado estado o condición.

En tal sentido, sin bien los participios hebreos por lo general se colocan en la lista de flexiones de cada verbo o raíz en un diccionario no básico del hebreo clásico o bíblico; no se puede negar que, como puntualiza Page H. Kelly («Hebreo bíblico, una gramática introductoria», página 158), hay algunos que se han hecho «autónomos», apareciendo en los diccionarios como nombres o sustantivos particulares.

Entre estos están redentor o vengador de sangre («goél»), habitante («yoshév»), alfarero («yotsér»), salvador («moshía»), escriba o amanuense («sofér»), vidente («roé»), pastor (roé), y juez («shofét»).

Pero el participio hebreo también puede funcionar sintácticamente como cualquier verbo, precedido de un sujeto con el cual debe concordar en género y número (y dependiendo de si el verbo es transitivo, puede aparecer con sus propios complementos), y sin el artículo definido.

Los participios con un sufijo pronominal

Paul Jouon y Takamitsu Muraoka sostienen que un participio con sufijo pronominal funciona más como verbo que como sustantivo («Gramática del hebreo bíblico», página 187).

Luego, es preciso puntualizar que en un sustantivo el sufijo pronominal indica el posesivo (mi libro, mi padre, etc.), pero en los verbos el sufijo pronominal indica objeto directo pronominal (a mí, a ti, a ella, etc.).

En consecuencia, en virtud de que en el Salmo 23.1 «roé» es el mismo participio que se usó para identificar el oficio o trabajo de Abel (Génesis 4.2), aunque con sufijo pronominal («roí»: «adonay roí»); esto significa que es un participio activo con el sufijo pronominal de la primera persona común singular; somos de la opinión de que en lugar de traducirse «mi pastor», como tradicionalmente se ha traducido, se traduzca: «me pastorea» («el Señor, el Eterno me pastorea»).

Por cierto, en esta misma línea tradujo la versión griega (LXX), al traducir el participio activo «roé» con el sufijo pronominal de la primera persona común singular (yo), «roí», con la expresión: «poimáinei me» («piméni me»), luego, «kírios poimáinei me» («kírios piméni me»): «el Señor me pastorea».

Muy a propósito de nuestros cursos de lenguas bíblicas para este mes de mayo. 

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