Cursos online y virtuales de griego koiné, desde cero y avanzado


 El relativo valor temporal del participio griego

                                Caso ilustrativo Marcos 5.18

Cuestiones de gramática griega, exégesis y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

La persona que aspire a tener una adecuada comprensión y manejo de la sintaxis griega, que tenga la meta de poder realizar una verdadera exégesis del Nuevo Testamento griego, debe tener en cuenta dos datos importantes:

El primero: el de la frecuencia del participio griego. En tal sentido, plantea Roberto Hanna: “el participio ocurre aproximadamente unas 25 veces por capítulo. Existen variaciones (fluctuaciones) con base al estilo del autor y al género literario. El participio es más frecuente en la narrativa que en la argumentación («Sintaxis Exegética del Nuevo Testamento Griego», página 216). 

El segundo: que el valor temporal del participio griego (el tiempo de la acción del participio griego) es relativo al tiempo de la acción de la forma verbal finita (el verbo conjugado) principal de la frase, cláusula u oración en cuyo contexto aparece el participio.

Consecuentemente, como caso ilustrativo, vamos a analizar el texto griego de Marcos 5.18: «kai embáinontos autú eis to plóion parekálei autón jo daimonisthéis jína met autú e»

En primer lugar, «embáinontos» es un participio de tiempo presente (no articulado, sin artículo determinado), voz activa, en caso genitivo singular masculino, del verbo «embáino» (entrar en, subir a).

En segundo lugar, el pronombre personal «autú» (de la tercera persona singular, en caso genitivo, de género masculino o neutro, aquí en masculino) y el participio «embáinontos» constituyen la construcción sintáctica conocida como «genitivo absoluto».

En tercer lugar, «jo daimoniszéis» es un participio articulado, en tiempo aoristo (articulado, con el artículo determinado), en caso nominativo masculino singular.

En consecuencia, el que «jo daimoniszéis» sea un participio articulado, sustantivado,  nos invita a recordar la oportuna observación de Amador Ángel García Santos («Introducción al griego bíblico», Verbo Divino): “cuando está sustantivado, a diferencia de cuando no lo está, el participio indica con precisión el valor temporal” (página 104).

En otras palabras, si bien por lo general el valor aspectual es el que domina en los modos del sistema verbal griego (con excepción del modo indicativo); no obstante, cuando está sustantivado el participio (que en realidad es uno de los seis modos del sistema verbal griego), el valor temporal (el tiempo de la acción verbal) se superpone al valor aspectual (el cómo se presenta y se concibe la realización de la acción verbal).

O sea, cuando el participio griego está sustantivado es cuando el tiempo del participio señala con precisión el tiempo en que se realiza la acción del participio.

Por otro lado, en lo que respecta a la voz del participio «daimoniszéis», es preciso tener en cuenta que el mismo tiene la morfología de la voz pasiva, pero con el sentido de la voz activa, pues es un participio de un verbo deponente: «daimonízomai»: estar endemoniado, estar poseído por un demonio, por el demonio (Tuggy, Inmaculada Delgado Jara, etc.).

En cuarto lugar, «parekálei» (rogaba, suplicaba), es la una forma verbal finita, en  tiempo pretérito imperfecto, modo indicativo, voz activa, tercera persona del singular, del verbo «parakaléo»: rogar, pedir, suplicar, etc.

Consecuentemente, es preciso decir que «parekálei», es la forma verbal principal del versículo o texto en cuestión.

El quinto lugar, que «parekálei», una forma verbal finita en tiempo imperfecto y modo indicativo, sea la forma verbal principal del texto en cuestión, tiene serias implicaciones para la traducción de los dos participios que aparecen en el texto de Marcos 5.18 y en conexión con dicha forma verbal.  

Por un lado, con relación al participio de tiempo presente, «embáinontos», supone que su traducción, la traducción del «genitivo absoluto» de la cual forma parte, también debe ser traducido en tiempo imperfecto.  

Por otro lado, con relación al participio aoristo articulado «jo daimoniszéis», implica que la traducción de este deber reflejar la realización de su acción verbal como anterior a la de la forma verbal «parekálei».    

Consecuentemente, a la luz de todo lo dicho, una traducción acertada de Marcos 5.18 debe ir en la siguiente línea: «Y cuando subía («embáinontos») él («autú», Jesús) a la barca, el que había estado endemoniado, el que estuvo endemoniado («jo daimoniszéis») le rogaba («parekálei») que le permitiera acompañarle («jína metautú e», literalmente: “estar junto a él”, “para estar junto a él”)».

«Y mientras él subía (subió, cuando subía) a la barca, el que había estado endemoniado, le rogaba que le permitiera acompañarle».

Finalmente, me llama la atención la traducción que de Marcos 5.18 presenta la obra «Todos los evangelios, traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos» (EDAF, 2009), cito: Y al embarcarse, le rogaba el endemoniado que se reuniera con él”.

En consecuencia, el detalle cuestionable de esta traducción es que diga «el endemoniado», como si el texto griego en lugar del participio aoristo «jo daimoniszéis» (el que estuvo endemoniado), hubiese empleado el participio de tiempo presente «jo daimonizómenos» (el que está endemoniado).    

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Sobre la traducción al castellano del artículo definido del griego koiné



 Sobre la traducción al castellano del artículo definido de la lengua griega

Cuestiones de lingüística, exégesis y traducción bíblicas

Héctor B. Olea C.

Coinciden el griego y el hebreo en que ambas lenguas poseen la figura del artículo definido o determinado, pero carecen de la figura del artículo indefinido.

Coinciden el griego y el castellano, no así el hebreo, en que el artículo definido tiene una morfología específica por género (masculino, femenino y neutro).

Luego, en lo que respecta a su traducción al castellano, a diferencia del artículo definido castellano, una es la traducción del artículo definido griego cuando está solo (cuando no está conectado con un sustantivo o una palabra sustantivada), y otra cuando aparece en el contexto de un sintagma o frase, en conexión con algún sustantivo.

En consecuencia, coinciden las formas del artículo definido griego y las formas del artículo definido castellano por género, cuando no aparecen conectados a un sustantivo.

En tal sentido, es correcto traducir el artículo «jo»  (en caso nominativo masculino singular), como «el»; el artículo «je» (en caso nominativo femenino singular), como «la»; y el artículo «to» (en caso nominativo y acusativo neutro singular), como «lo».  

Una manera de ilustrar el uso del artículo definido en los tres géneros (masculino, femenino y neutro), es considerando el uso sustantivado del adjetivo «agazós», por supuesto, con el artículo: «jo agazós» (el bueno, el hombre bueno); «je agazé» (la buena, la mujer buena); «to agazón» (lo bueno, la cosa buena).

Luego, conectado con un sustantivo, la traducción del artículo griego dependerá del género de la contraparte castellana del sustantivo griego.

Consecuentemente, conectado al sustantivo «kírios» (de género masculino en griego y en castellano: “señor”), la traducción del artículo  «jo» es «el». Por ejemplo: «jo kírios»: «el señor».

Sin embargo, en conexión con un sustantivo de género masculino en griego, pero de género femenino en castellano, el mismo artículo «jo» debe traducirse «la».

Por ejemplo, acompañando al sustantivo de género masculino en griego, «lógos», pero de género femenino en castellano: “palabra”; la traducción del artículo  «jo» es «la». Por ejemplo: «jo lógos»: la palabra.

Igualmente, el artículo «je» (en caso nominativo femenino singular), debe traducirse «la», cuando aparece en conexión con un sustantivo de género femenino en castellano (como en griego). Por ejemplo, «je grafé»: “la escritura”; «je eklesía»: “la iglesia”.

Pero el mismo artículo «je» en conexión con un sustantivo masculino en castellano, aunque femenino en griego, debe traducirse «el», por ejemplo: «je jodós» (el camino).

Finalmente, el artículo definido «to» (neutro singular, nominativo y acusativo), en conexión con un sustantivo de género masculino en castellano, aunque de género neutro en griego, debe traducirse «el».

Por ejemplo: «to déndron» (el árbol); «to téknon» (el niño, el hijo, la hija, cría, vástago, descendiente).

Pero en conexión con un sustantivo de género femenino en castellano, aunque de género neutro en griego, el mismo artículo «to» debe traducirse «la». Por ejemplo: «to ródon»: “la rosa”; «to potérion»: “la copa”. 

Muy a propósito de nuestros actuales y disponibles cursos online y virtuales de  griego koiné, griego bíblico (comenzando desde cero), y de las nueva sesión que estaremos iniciando a partir de próximo mes de mayo. 

 

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Cursos online y virtuales de hebreo y griego bíblicos, iniciando en abril y mayo


                        Instituto Dominicano de Ciencias Bíblicas IDCB

Tengo a bien presentar nuestra oferta académica con los cursos que  estarán iniciando a principios de abril y mayo próximos. 

En primer lugar, el primer nivel (totalmente virtual) de los cuatro niveles que tiene nuestro curso online de Hebreo Clásico o Bíblico (comenzando desde cero).  

En segundo lugar, una nueva sesión de nuestro curso online y virtual de griego koiné (bíblico) desde cero, un estudio general y completo de la gramática de la  lengua original del Nuevo Testamento, y de la versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX), en cuatro niveles.

En tercer lugar, un diplomado en griego avanzado (6 meses de duración), dedicado al estudio del aspecto más exigente, rico y complejo de la lengua griega: el participio. Y para ser más completo y abarcador, este estudio del participio considerará su empleo en el griego clásico y en el griego koiné.

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Sobre el orden de las palabras en la oración en griego


Sobre el orden de las palabras en la oración en griego

Héctor B. Olea C.

Observación: Varias ideas sueltas de este artículo, como una cita textual al final del mismo, las he tomado de la muy conocida obra de Andrea Marcolongo: «La lengua de los dioses: nueve razones para amar el griego» (Madrid: Taurus,  2017).

Tesis: Es por el caso (nominativo, genitivo, dativo, acusativo, vocativo) y no por el orden que ocupe la palabra (sustantivo, pronombre, adjetivo, artículo, participio) en la estructura oracional, como se ha de establecer la categoría funcional de una palabra en la frase un oración, en el análisis morfosintáctico  (gramatical) de una frase u oración en griego koiné (bíblico).

Como el griego no se sustenta en una declinación sintáctica ni preposicional, sino flexiva, el orden de las oraciones en griego es muy flexivo.

En consecuencia, más importante que el orden en que se arreglan las palabras en un enunciado, frase u oración, son las desinencias o flexiones de las palabras, que indican los casos de las mismas y las funciones que desempeñan en el contexto del enunciado, frase u oración.

En nuestras lenguas no flexivas, no declinamos las palabras y por lo tanto, su función sintáctica determina un orden más concreto en la frase para poder entenderla; hay alguna libertad, claro, pero hasta cierto punto.

En nuestra lengua castellana no flexiva (declinación preposicional y no flexiva), no declinamos las palabras (a la manera del latín y del griego) y por lo tanto, su función sintáctica determina un orden más concreto en la frase para poder entenderla; hay alguna libertad, claro, pero hasta cierto punto.

Pero el griego (y el latín), al marcar la función de las palabras de una manera interna con las declinaciones, tiene una total libertad para colocarlas en la frase donde quiera el hablante. Esto da al griego una capacidad expresiva muy superior.

El hecho de colocar los sintagmas de tal o cual manera, unos antes que otros obedece a razones de subjetividad del hablante (lo que considera más o menos importante):

En el griego el orden de las palabras no es un recurso tan importante como en el castellano o español. El griego presenta una ordenación más libre, propia de una lengua clásica, gracias a su mayor capacidad flexiva.

El orden de palabras libre del griego desempeña funciones pragmáticas e impide, por tanto, que se puedan establecer normas rígidas de colocación de los elementos. Debemos conformarnos con establecer una serie de tendencias mayoritarias en la lengua.

Finalmente, cierro esta sección sobre el orden de las palabras en el griego, trayendo a colación algunas puntuales y precisas observaciones de Andrea Marcolongo en su exitosa obra «La lengua de los dioses: nueve razones para amar el griego» (Madrid: Taurus,  2017):  

El orden de las palabras en la frase no tiene un valor lógico concreto, como sucede en nuestra lengua, sino sólo expresivo y por tanto del todo personal (razones de énfasis y eufonía).

En griego el orden de las palabras es libre, absoluto, exento de toda obligación sintáctica. No obstante, las palabras accesorias se ponen casi siempre detrás de la palabra principal y las palabras relacionadas entre sí por su significado se encuentran casi siempre juntas. 

Por el contrario, palabras relacionadas entre sí por el sentido, a veces están disociadas, alejadas unas de otras en el texto por voluntad del escritor, que desea producir ciertos efectos expresivos.

En general, pues, existen en el griego antiguo (griego clásico) maneras más o menos recurrentes, previsibles, de agrupar las palabras en sus distintos casos dentro de la frase.

Pero el griego no impuso nunca a sus hablantes una única posibilidad obligatoria de poner en fila las palabras prohibiendo cualquier otra.

Luego, es preciso decir que todo lo dicho sobre el orden de las palabras en el griego clásico, es también válido para el griego koiné.

En suma, en lo que respecta al griego, redactar una oración en un orden distinto, no necesariamente implica que se cambie el mensaje.

Un cambio redaccional más importante y que sí afecta el mensaje es el cambio de una estructura oracional de en voz activa a una estructura oración en voz pasiva.  

Por ejemplo, el empleo del sustantivo «pnéuma» (Espíritu) en caso nominativo (sujeto agente),  con un verbo en voz activa («ekbálei»), por parte del Evangelista Marcos (1.12), para comunicar la idea de que el Espíritu arrojó a Jesús al desierto; mientras que Mateo empleó el mismo sustantivo «pnéuma» (Espíritu), pero en caso genitivo y precedido por la preposición «jipó» (por), con un verbo en voz pasiva («anéjze»), indicando que ahora el sujeto agente de Marcos 1.12, se convirtió en un complemento o factor agente de un verbo en voz pasiva, en otras palabras, que ahora no desempeña la misma categoría funcional en el contexto de la oración: “Jesús fue guiado o conducido por el Espíritu al desierto”.

Conclusión, es por el caso (nominativo, genitivo, dativo, acusativo, vocativo) y no por el orden que ocupe la palabra (sustantivo, pronombre, adjetivo, artículo, participio) en la estructura oracional, como se ha de establecer la categoría funcional de una palabra en la frase un oración, en el análisis morfosintáctico  (gramatical) de una frase u oración en griego koiné (bíblico).

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El verbo amar en Juan 3.16 y Juan 3.19, curso de griego bíblico online y virtual


El uso bíblico del verbo griego «agapáo» no siempre apunta a lo que te han dicho que significa

Héctor B. Olea C.

Es muy generalizada la idea de que la palabra (sustantivo) «ágape» (en griego «agápe») y el verbo «agapáo» del cual se deriva, se usan en la Biblia estrictamente para señalar el amor de Dios, el amor por antonomasia, y respecto de los seres humanos, el amor como fruto de la obra del Espíritu Santo; el amor como un sentimiento no superficial, coyuntural e interesado, sino profundo, desinteresado, sacrificial, en fin, el perfecto amor.

En tal sentido, llama la atención lo que el muy popular «Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento Vine» dice del verbo griego «agapáo» y del sustantivo derivado del mismo, «agápe», cito: «agapáo» y el correspondiente nombre «agápe» constituyen la palabra característica del cristianismo, ya que el Espíritu de la revelación la ha usado para expresar ideas previamente desconocidas.

Sin embargo, voy a hacer mención de tres textos bíblicos del Nuevo Testamento donde está presente el verbo «agapáo», pero que, por la concepción popular que se tiene de dicho verbo, mucha gente, tal vez la mayoría, no esperaría encontrarlo allí.

Explicación sobre el verdadero uso de la palabra Ágape y el verbo Agapao en el Nuevo Testamento


Por un lado, es cierto que Juan 3.16 dice que “Dios amó al mundo…”. Luego, es preciso decir que aquí la palabra (forma verbal) «amó», es la traducción de la forma verbal «egápesen», en tiempo aoristo, voz activa, modo indicativo, tercera persona singular del verbo «agapáo».  

Pero también es cierto que Lucas 11.43 afirma: “¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas.

Aquí la palabra «aman» (forma verbal) es la traducción de la forma verbal «agapáte», en tiempo presente, voz activa, modo indicativo, segunda persona plural del verbo «agapáo».  

Por supuesto, también es indiscutible e innegable que Juan 3.19 afirma: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

Aquí la palabra «amaron» (forma verbal) es la traducción precisamente de una forma verbal del mismo verbo «agapáo» que encontramos en Juan 3.16 y que allí tiene a Dios como sujeto.

Consecuentemente, así como la forma verbal «egápesen» en Juan 3.16 tiene a Dios como sujeto; en Juan 3.19, son los hombres (la humanidad) el sujeto de la forma verbal «egápesan», en tiempo aoristo, voz activa, modo indicativo, tercera persona plural del mismo verbo  «agapáo» empleado en Juan 3.16.

Finalmente, es indiscutiblemente cierto lo que afirma 2 Timoteo 4.10: “Porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica.

Aquí la palabra «amando» (forma no personal, un verboide, un gerundio), es la traducción de «agapésas», participio aoristo, voz activa, en caso nominativo masculino singular, del verbo «agapáo».   

En resumen, en conclusión, sin duda alguna, el uso bíblico del verbo griego «agapáo» no siempre apunta a lo que te han dicho que significa, así de sencillo.

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Sobre la consistencia en las versiones de la Biblia, cursos de hebreo y griego bíblicos

Sobre las inconsistencias en las versiones de la Biblia

Un análisis comparativo de la traducción del primer mandamiento del Decálogo

Héctor B. Olea C.

En la serie de tres artículos que publiqué sobre el empleo del tiempo futuro con el valor del imperativo, puse de relieve que hay honrosas excepciones a la tradicional traducción que emplea el tiempo futuro (no tendrás, no matarás, no robarás, etc.).

Consecuentemente, como una especie de continuación, me propuse analizar la forma en que algunas versiones han traducido el primer mandamiento del Decálogo, tanto en la versión de Éxodo 20 como en la versión de Deuteronomio.

Por supuesto, antes de hacer el estudio comparativo de versiones, repito lo que antes dije sobre la redacción que tiene el primer mandamiento del Decálogo tanto en el texto hebreo como en la versión griega de la Biblia Hebrea.

En tal sentido, en lo que al texto hebreo se refiere, es preciso decir que la redacción inicial del primer mandamiento es igual tanto en su versión de Éxodo 20.3 como en la de Deuteronomio 5.7. 

Dicha redacción se compone del imperfecto largo (yiqtóll prohibitivo) del verbo «jayáh», o, sea, «yihyéh», precedido por la partícula «lo», que sugiere una prohibición definitiva, absoluta, permanente, y por la preposición «le» (a, para) con el sufijo pronominal de la segunda persona masculina singular (tú masculino).

Consecuentemente, una traducción acertada de la parte inicial hebrea del primer mandamiento del Decálogo debe ir en la siguiente línea: «Nunca haya para ti» (otros dioses, otro dios delante de mí; nunca tengas otros dioses, otro dios, aparte de mí).

En lo que respecta a la versión o traducción griega, también muestra la misma redacción inicial en Éxodo 20.3 como en Deuteronomio 5.7, o sea: «uk ésontai soi zeoí jéteroi»: «No habrá para ti otros dioses» (delante de mí, delante de mi rostro).  

Luego, ante la similitud redaccional que tiene el primer mandamiento del Decálogo en la Biblia Hebrea y en la versión griega, una versión de la Biblia que sea consistente, debe traducir en la misma manera la cláusula inicial de dicho mandamiento.

Por supuesto, dicha consistencia puede darse en dos formas. La primera e ideal, traducir al castellano (en Éxodo 20.3 y en Deuteronomio 5.7) empleando los recursos que tiene a disposición el castellano para comunicar una prohibición absoluta, definitiva, permanente. Por ejemplo: «Nunca haya para ti» (otros dioses, otro dios delante de mí).

La segunda forma en que una versión de la Biblia se puede mostrar consistente, es empleando el tiempo futuro tanto en Éxodo 20.3 como en Deuteronomio 5.7, pero jamás empleando el futuro en un texto (Éxodo 20.3 o Deuteronomio 5.7, el que fuere), y otra redacción (incluso mejor que el empleo del futuro) en cualquiera de los dos textos citados.

Análisis comparativo de versiones de la Biblia en relación a la traducción de la frase inicial de primer mandamiento del decálogo en Éxodo 20.3 y Deuteronomio 5.7

Versiones de la Biblia que han empleado el tiempo futuro

La Reina Valera 1960 y La Reina Valera Contemporánea 2011 (No tendrás dioses ajenos…), La Biblia de las Américas, La Reina Valera Actualizada y La Biblia Textual IV Edición (No tendrás otros dioses…), La Nueva Biblia Española (No tendrás dioses rivales míos), La Biblia de Jerusalén 1998 y La Biblia Hebreo Español de Moisés Katznelson (No tendrás otros dioses fuera de mí), etc.

Observación: Todas estas versiones también tradujeron empleando el tiempo futuro en Deuteronomio 5.7.

Versiones de la Biblia que no han empleado el tiempo futuro

La Versión Popular Dios Habla Hoy y La Nueva Versión Internacional (No tengas otros dioses…), La Nueva Traducción Viviente (No tengas ningún otro dios…), La Traducción en lenguaje actual (No tengan otros dioses…), La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (No debes tener otros dioses…), etc.   

Observación: Todas estas versiones de la Biblia tampoco emplearon el tiempo futuro en Deuteronomio 5.7.

La traducción que hizo La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras de Deuteronomio 5.7

He decidido analizar como un caso aparte la traducción de Deuteronomio 5.7 en La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, por dos razones.

La primera, porque está entre las honrosas excepciones que han evitado traducir empleando el tiempo futuro en la traducción de los ocho mandamientos negativos o prohibiciones absolutas del Decálogo.

La segunda, porque su traducción de Deuteronomio 5.7 (Nunca debes tener otros dioses...) es mejor que la hizo de Éxodo 20.3 (No debes tener otros dioses...).

Además y, en honor a la verdad, la traducción de Deuteronomio 5.7 en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras es la mejor entre todas las versiones de la Biblia mencionadas; y es la que más se ajusta y transmite con precisión el matiz que venido poniendo de relieve de la sintaxis hebrea compuesta por el imperfecto largo (el imperfecto normal, no el acortado o yusivo) más la partícula «lo», que expresa una prohibición permanente, absoluta, enfática, definitiva (nunca hagas...).  

Consecuentemente, con base al hecho de que la redacción inicial de Éxodo 20.3 y Deuteronomio 5.7 es la misma en la Biblia Hebrea (incluso en la versión griega), lo que se esperaría en una traducción consistente de la redacción hebrea del primer mandamiento de Decálogo, es que se tradujera igual en Éxodo 20.3 y en Deuteronomio 5.7 o viceversa.

Luego, el que La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras haya traducido tan bien en Deuteronomio 5.7 viene a ser precisamente la razón para criticar su falta de consistencia al no traducir todo el Decálogo, las ocho prohibiciones definitivas del Decálogo (tanto en Éxodo 20 como en Deuteronomio 5) en la misma forma, con la misma precisión con que tradujo el primer mandamiento en Deuteronomio 5.7.  

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Cursos de hebreo y griego bíblicos, el tiempo futuro como imperativo

 

El tiempo futuro como imperativo

Caso ilustrativo el decálogo

Cuestiones de lingüística, exégesis y traducción bíblicas

Tercera y última parte

 Héctor B. Olea C. 

El tercer mandamiento negativo o prohibición del Decálogo es precisamente el tercer mandamiento del mismo: «No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano» (Éxodo 20.7; Deuteronomio 5.11), traducción que se lee en la versión Reina Valera 1960.

Ahora bien, en lo que respecta al texto hebreo, observamos una redacción similar a la de los primeros mandamientos del Decálogo. La Biblia Hebrea empleó el verbo «nasá» (tomar), o, sea, «tisá» (modo yusivo, sintaxis yusiva), o sea, el imperfecto largo o normal más la partícula «lo» (valor modal), redacción que sugiere una prohibición definitiva, absoluta, permanente.

Consecuentemente, una traducción acertada de la frase «lo tisá et shem elojéja («elojéija» pronunciación moderna) lasháv», debe ir en la siguiente línea: «Jamás tomes el nombre del Señor tu Dios en vano».

En lo que respecta a la versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, LXX), ésta tradujo con la frase «u lémpse», conformada por el adverbio de negación «u» (no), y por la forma verbal «lémpse», en tiempo futuro, modo indicativo, segunda persona del singular del verbo «lambáno», con la desinencia de la voz media y pasiva, pero con el significado de la voz activa, pues en el tiempo futuro el verbo «lambáno» (tomo, recibo) es deponente.

Consecuentemente, una traducción acertada de la frase empleada por la versión griega «u lémpse» es sencillamente: «No tomarás…»   

De todos modos, en lo que respecta a la traducción del hebreo al castellano, una mejor traducción que emplear el tiempo futuro con valor de imperativo, consiste en emplear formas perifrásticas, tales como: 1) con la frase «no debes» (en la línea de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras: “No debes tomar el nombre de Jehová tu Dios de manera indigna”); 2) con la frase «no hagas mal uso» (en la línea de la versión Dios Habla Hoy, y de La Nueva Traducción Viviente: “No hagas mal uso del nombre del Señor tu Dios”); 3) con la frase «no uses» (en la línea de la Nueva Versión Internacional: “No uses el nombre del Señor tu Dios en falso”), etc.   

Por otro lado, los restantes mandamientos negativos o prohibiciones del Decálogo son: el sexto mandamiento del mismo: «No matarás» (Reina Valera 1960, Éxodo 20.13; Deuteronomio 5.17); el séptimo mandamiento: «No cometerás adulterio» (Reina Valera 1960, Éxodo 20.14; Deuteronomio 5.18); el octavo mandamiento: «No hurtarás» (Reina Valera 1960, Éxodo 20.15; Deuteronomio 5.19); el noveno mandamiento: «No dirás falso testimonio» (Reina Valera 1960, Éxodo 20.16; Deuteronomio 5.20); y el décimo mandamiento: «No codiciarás» (Reina Valera 1960, Éxodo 20.17; Deuteronomio 5.21).

En lo que a la Biblia Hebrea respecta, observamos que estos últimos cinco mandamientos del Decálogo tienen la misma sintaxis, la misma redacción: el imperfecto largo o normal en la segunda persona masculina singular, más la partícula «lo» (valor modal), que sugiere una prohibición definitiva, absoluta, permanente.

En tal sentido, el sexto mandamiento (Éxodo 20.13; Deuteronomio 5.17) empleó el imperfecto, segunda persona masculina singular («tirtsáj») del verbo «ratsáj» (matar, asesinar) más la partícula «lo»: “no mates nunca” (“no asesines nunca”).

La versión griega (Septuaginta, LXX), por su parte tradujo «u fonéuseis» (el adverbio de negación «u» más la forma verbal «fonéuseis», en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, segunda persona del singular, del verbo «fonéuo» (asesinar, matar): “no matarás”.     

En relación al séptimo mandamiento (Éxodo 20.14; Deuteronomio 5.18), en la Biblia Hebrea leemos: «lo tin-áf» («ve-lo tin-áf» en Dt.), el imperfecto, segunda persona masculina singular del verbo «naáf» (ser infiel, cometer adulterio) más la partícula «lo»: “jamás cometas adulterio” (“jamás seas infiel”).

En lo que a la versión griega (Septuaginta, LXX) respecta, ésta tradujo  «u moijéuseis» (el adverbio de negación «u» más la forma verbal «moijéuseis», en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, segunda persona del singular, del verbo «moijéuo» (ser infiel, cometer adulterio): “no serás infiel” (“no cometerás adulterio”).    

En cuanto al octavo mandamiento (Éxodo 20.15; Deuteronomio 5.19), en la Biblia Hebrea leemos: «lo tignóv» («ve-lo tignóv» en Dt.), el imperfecto, segunda persona masculina singular del verbo «ganáv» (robar, hurtar) más la partícula «lo»: “no robes nunca”.

La Septuaginta, por su parte, tradujo «u klépsis» (el adverbio de negación «u» más la forma verbal «klépseis», en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, segunda persona del singular, del verbo «klépto» (robar, hurtar): “no robarás” (“no hurtarás”).    

En lo relativo al noveno mandamiento, (Éxodo 20.16; Deuteronomio 5.20), en la Biblia Hebrea leemos: «lo taanéh ed shaquér» («ve-lo taanéh» en Dt.), el imperfecto, segunda persona masculina singular del verbo «anáh» (tomar la palabra, presentar testimonio) más la partícula «lo»: “jamás ofrezcas un testimonio falso”.

La versión griega (Septuaginta, LXX), por su parte, tradujo «u pseudomartiréseis» (el adverbio de negación «u» más la forma verbal «pseudomartiréseis», en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, segunda persona del singular, del verbo «pseudomartiréo» (dar falso testimonio, ser un falso testigo): “no darás falso testimonio” (“no serás un testigo falso”).    

Respecto del décimo mandamiento (Éxodo 20.17; Deuteronomio 5.21), en la Biblia Hebrea leemos: «lo tajmód» («ve-lo tajmód» en Dt.), el imperfecto, segunda persona masculina singular del verbo «jamád» (codiciar, desear para sí) más la partícula «lo»: “nunca codicies…”

En lo relativo a la versión griega (Septuaginta, LXX), ésta tradujo «uk  epiziméseis» (el adverbio de negación «uk» más la forma verbal «epiziméseis», en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, segunda persona del singular, del verbo «epiziméo» (codiciar, querer, desear): “no codiciarás…”     

En resumen, como hemos demostrado, el empleo del futuro con el valor del modo imperativo en los ocho mandamientos negativos o prohibiciones del Decálogo, no es propiamente una exigencia de la redacción del texto de la Biblia Hebrea; tampoco una característica del modo imperativo del castellano o español; es más bien la versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, LXX) la que indiscutiblemente tradujo del hebreo al griego empleando el tiempo futuro en modo indicativo, como el reflejo de la redacción hebrea de una prohibición absoluta, permanente, definitiva.  

Consecuentemente, al observar que prácticamente la mayoría de las versiones castellanas de la Biblia (con honrosas excepciones) han empleado el tiempo futuro en la traducción de las ocho prohibiciones del Decálogo; parece plausible admitir que se debe a una indiscutible influencia e impacto de la Septuaginta o versión griega de la Biblia Hebrea en las mismas.

Sin embargo, tal impacto no sólo se ha dado en las versiones castellanas de la Biblia, sino también (y de manera más directa) en el Nuevo Testamento Griego mismo.

En tal sentido y, para concluir, me parecen muy oportunas aquí las palabras de Roberto Hanna:

“El uso del futuro como imperativo resulta de la influencia de la Septuaginta en el Nuevo Testamento, en el cual se encuentran aproximadamente 50 casos y 39 de éstos están en citas del Antiguo Testamento” («Sintaxis exegética del Nuevo Testamento Griego», Editorial Mundo Hispano, 1997, página 168).

Muy a propósito de nuestro curso online u virtual de hebreo clásico (bíblico) que inició la semana pasada y para el cual todavía estás a tiempo, a propósito de nuestro recién iniciado curso virtual de griego koiné que inició el pasado viernes y para el cual todavía estás a tiempo, y muy a propósito de los nuevos cursos de lenguas bíblicas que inician próximamente.

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Tengo a bien presentar nuestra oferta académica con los cursos que  estarán iniciando a principios de abril y mayo próximos.  

En primer lugar, el primer nivel (totalmente virtual) de nuestro curso online de Hebreo Clásico o Bíblico (comenzando desde cero), para las personas que no pudieron entrar en la recién iniciada sesión del mismo curso online y virtual.   

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En tercer lugar, un diplomado en griego avanzado (6 meses de duración), dedicado al estudio del aspecto más exigente, rico y complejo de la lengua griega: el participio. Y para ser más completo y abarcador, este estudio del participio considerará su empleo en el griego clásico y en el griego koiné.

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Cursos online y virtuales de hebreo y griego bíblicos, iniciando ya

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Que la versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta) sea el tercer testigo de importancia para la Crítica Textual de la Biblia Hebrea (después del Texto Masorético y del Pentateuco Samaritano); pone de relieve el indiscutible valor del tener un conocimiento sólido de la gramática del griego koiné para una exégesis crítica y completa de la Biblia Hebrea.

Luego, por la indiscutible y demostrada apelación de los autores del llamado Nuevo Testamento a los textos de la Biblia Hebrea, y por ser el Griego koiné del Nuevo Testamento una lengua original y no de traducción; es incuestionable la importancia del dominio de la gramática del Griego koiné y del hebreo de la Biblia Hebrea (Hebreo Clásico) para una exégesis crítica y completa del Nuevo Testamento Griego.

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Curso online y virtual de Hebreo Clásico (bíblico), un estudio general y completo de la gramática de la principal lengua original de la Biblia Hebrea (AT).

¡Anoche fue nuestra sesión inaugural! ¡Todavía estás a tiempo!

En virtud de que todas nuestras clases quedan grabadas, en virtud de que en nuestra sesión inaugural de anoche a penas estuvimos presentando algunos aspectos meramente introductorios; todavía existe una oportunidad más para las personas que deseen realizar un estudio completo, profesional y académico de la gramática de la principal lengua original de la Biblia Hebrea: el Hebreo clásico. .

Este curso tiene una duración de un año (cuatro trimestres), comienza desde cero y concluye con una introducción a la crítica textual de la Biblia Hebrea y al uso de una edición crítica y científica de la Biblia Hebrea.

Todas las clases quedan grabadas y disponibles para el estudiante con posterioridad a la sesión online en vivo y en directo.

También le damos un seguimiento y asistencia personalizada vía Whatsapp.

Este es un curso ideal para las personas que aspiran a algo más, a mucho más que una simple introducción elemental y resumida de la gramática del hebreo clásico o bíblico.

Opción disponible: Realizarlo completamente en diferido (virtual), el día y hora de su conveniencia. 

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