Exégeta versus traductor, competencias exegéticas versus calidad en la traducción de la Biblia

 

De las competencias exegéticas y de la calidad en la traducción de la Biblia

«Exégeta» versus «traductor»

Héctor B. Olea C.

Una de las grandes fallas de la mayoría de los centros de formación bíblica y teológica que introducen a sus estudiantes en los idiomas originales de la Biblia, es que lamentablemente no incluyen (y hasta parecen considerar innecesaria) una sólida introducción (o al menos una introducción modesta) a la labor de la traducción, sus teorías, postulados, modelos, técnicas y práctica, etc. 

Evidentemente, con la introducción al estudio de las lenguas originales de la Biblia la meta es que los estudiantes vean con sus propios ojos, que se acerquen por sí mismos a los textos bíblicos en las lenguas en que éstos se escribieron originalmente (o al menos en las lenguas en que recibieron su forma definitiva y en las que los hemos recibido), y con el objetivo de que reproduzcan (traduzcan) su mensaje de una manera acertada en su propia lengua.  

No obstante, es frecuente ver cómo personas iniciadas o estudiosas de las lenguas bíblicas y  muy preocupadas por la fidelidad textual (pero también muy preocupadas por ser fieles a la teología institucional con la cual se sienten comprometidas), al final proponen y defienden traducciones (respecto de textos específicos) que en realidad traicionan el mensaje de los textos en conformidad a su redacción y peculiaridades en las lenguas bíblicas.

Luego, si bien hay una relación estrecha entre exégesis y traducción bíblica, y si bien es cierto que una buena exégesis siempre es indispensable; no es menos cierto que, como muy bien plantea Jean-Claude Margot, “es igualmente cierto que competencias exegéticas indudables no bastan para asegurar la calidad (y agrego yo, la fidelidad) de la traducción. En otras palabras, se ha constatado con frecuencia, que el buen exégeta no es necesariamente un buen traductor” («Traducir sin traicionar, teoría de la traducción aplicada a los textos bíblicos», Ediciones Cristiandad, 1987, página 40).

En resumen, es lamentable que sea tan desproporcional la relación entre la formación que reciben los estudiante de estudios bíblicos y teológicos en muchos centros de capacitación bíblica y teológica, en lo que al conocimiento y dominio de las lenguas originales de la Biblia, y la formación exegética se refiere; y la prácticamente ninguna competencia que estos reciben respecto del campo de la labor de la traducción (sus teorías, postulados, modelos, técnicas y práctica, etc.).

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