El «objeto directo afectado» y el «objeto directo efectuado», Génesis 2.7 en hebreo y griego


El «objeto directo afectado» y el «objeto directo efectuado»

Héctor B. Olea C.

Paul Joüon y Takamitsu Muraoka (Gramática del hebreo bíblico) llaman la atención sobre la necesidad de distinguir entre el «objeto directo afectado» y el «objeto directo efectuado» (página 463).

Consiste el «objeto directo afectado» en el complemento directo que sufre o recibe la acción verbal de manera directa, pero se considera existente antes de la acción verbal. Mientras que el «objeto directo efectuado» se considera como un resultado o producto directo de la acción verbal.

El «objeto directo efectuado» es característico de verbos como “construir”, “crear”, “dar a luz, procrear”, “formar”, “escribir”, “hacer”.  

Por otro lado, observan Joüon y Muraoka que sólo raramente un verbo qal toma un doble objeto.

En todo caso, también plantean que se da doble objeto cuando una oración nominal (de sujeto y predicado), sin verbo finito, se transforma en una oración verbal (con verbo finito) con un verbo como “hacer”, etc., el sujeto deviene en objeto y el predicado se convierte en un segundo objeto que, significativamente, no es marcado con la partícula indicadora del objeto directo, “et” (página 478).

Un claro y preciso ejemplo de la presencia de un doble objeto, un «objeto directo afectado» y un «objeto directo efectuado», en el cual el primer objeto directo es marcado por la partícula «et» (indicadora del objeto directo), pero el segundo no, es Génesis 2.7, cito: «vayítzer Adonay elojím et-ha-adám afár min-ha-adamá»: literalmente: “El Señor Dios formó (creó, forjó) al hombre polvo de la tierra”.  
Por su parte, el traductor griego (Septuaginta) hizo una traducción por equivalencia formal cuando tradujo la frase hebrea «et ja-adám afár min-ja-adamá» (“al hombre polvo de la tierra”- procedente de la tierra), con un doble acusativo, y como en el hebreo, con artículo definido el primero y sin artículo definido el segundo: «ton ánthropon jun apó tes gues», literalmente: “al hombre polvo de la tierra” (procedente de la tierra).

Consecuentemente, es preciso poner de relieve que ni el texto hebreo ni el texto griego de Génesis 2.7 expresamente dicen que “hombre fue hecho del polvo” (hebreo «min-ja-afár»; griego «ek tu joós», o «apó tu joós»).

Lo que sí dicen expresamente el texto hebreo y el texto griego es que «el hombre fue hecho polvo» (hebreo «et ja-adám afár»; griego: «ton ánthropon jun».

En tal sentido, traigo a colación, a manera de ilustración, la traducción que hizo Junemann de la versión griega de Génesis 2.7: “Y plasmó Dios al hombre, polvo de la tierra.”

Luego, si asumimos que aquí la palabra «afár» (polvo) se usa en sentido figurado, como apuntando a la naturaleza humana débil, en su origen y término (Diccionario bíblico hebreo español, Luís Alonso Schokel), resulta comprensible que el texto hebreo y el griego armoniosamente digan que “el ser humano fue hecho polvo”, o sea, “débil”, “vulnerable” y “pasajero”.    

Finalmente, siguiendo el énfasis del texto hebreo y el griego que, armoniosamente dicen «el ser humano fue hecho polvo»; la idea de que “el ser humano fue hecho del polvo”, se asume en forma subsidiaria porque el texto hebreo y el griego afirman que “fue creado polvo”.

En suma, no concluimos en que “el ser humano es polvo” porque el texto hebreo y el griego afirmen que el ser humano “fue creado del polvo”; más bien afirmamos que el ser humano “fue creado del polvo”, porque el texto hebreo y griego al unísono afirman que el ser humano “fue creado polvo”, así de sencillo.

Curso online de Griego Clásico iniciando el 4 de septiembre



Después de haber iniciado exitosamente nuestro curso online de griego koiné el pasado 7 de este mes; al acercarnos al final del primer trimestre de nuestro curso online de Griego Clásico (que inició el 6 de marzo); la promoción que ahora nos ocupa es de la nueva sesión de Griego Clásico que iniciará el viernes 4 de septiembre.

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«Diez mil» como número cardinal y con el valor de un «infinito»


«Diez mil» como número cardinal y con el valor de un «infinito»
Cuestiones de lingüística griega, exégesis y traducción

Héctor B. Olea C.

En castellano hay palabras que a pesar de coincidir en la cadena fónica (cadena de fonemas), en el plano de la expresión (significante) y en el plano del contenido o carga semántica, se diferencian por el lugar de la sílaba tónica, por cuál sea la sílaba tónica.

En tal sentido, la palabra «práctica» (palabra esdrújula) puede ser asumida como un adjetivo femenino singular, y como un sustantivo femenino también singular. 

Sin embargo, la palabra «practica» (palabra grave y sin tilde), consiste en una forma verbal de tiempo presente, voz activa, modo indicativo, tercera persona singular, del verbo «practicar» (él o ella practica).

Consecuentemente, no es lo mismo decir: “Ella es una persona muy práctica” (adjetivo), “ella no hizo la práctica” (sustantivo), que decir: “ella no practica lo que dice” (forma verbal).

Luego, respecto del griego, también hay palabras que a pesar de coincidir en la cadena fónica, sin embargo, se diferencian en el plano de la expresión (significante) y en el plano del contenido o carga semántica, por el lugar de la sílaba tónica, por cuál sea la sílaba tónica, por el lugar del acento.

En tal sentido, mientras que la palabra «mírioi» (nominativo masculino plural), «míriai» (nominativo femenino plural), «míria» (nominativo neutro plural), palabra proparoxítona (esdrújula), significa 10, 000 (adjetivo numeral cardinal); por otro lado, la palabra «miríoi» (nominativo masculino plural), «miríai» (nominativo femenino plural), «miría» (nominativo neutro plural), palabra paroxítona (grave con acento agudo); es también un adjetivo numeral, pero significando diez mil con el valor de un infinito, innumerable, incontable, inconmensurable, etc.  («Diccionario Manual Griego», griego clásico español, VOX, 1967).

En esa misma línea Ignacio R. Alfageme, observa: “con acentuación paroxítona, «miríoi» significa “infinitos”, “innumerables”, y con este valor tienen un singular «miríos» («Nueva Gramática Griega», COLOQUIO Editorial, 1988, página 204).

Por su parte, Wilhelm Brandenstein, puntualiza: “No deben confundirse «mírioi», «míriai», «míria», «10, 000», y «miríoi», «miríai», «miría», «innumerables», «muchísimos» («Lingüística griega», GREDOS, 1964, página 273).

Luego, si la forma léxica de «mírioi», «míriai», «míria» (proparoxítonas: esdrújulas), «10, 000», es «mírios»; la forma léxica de «miríoi», «miríai», «miría» (paroxítonas: graves con acento agudo), «innumerables», es «miríos».

Por otro lado, como casos ilustrativos, en lo que respecta al Nuevo Testamento Griego, en Mateo 18.24, observamos la frase (un jápax legómenon) «miríon talánton».

Aquí la palabra «miríon» es ambigua, pues puede ser asumido, en primer lugar y de manera natural, como el genitivo plural neutro de «miríos» (infinitos, incontables).

Pero en segundo lugar, puede ser asumido como el genitivo plural neutro de «mírios» (10, 000) por la movilidad del acento.

La razón por la que «miríon» puede ser asumido como el genitivo neutro plural de «mírios» (10, 000), es que las palabras proparoxítonas (esdrújulas con acento agudo), y vocal corta en la última sílaba, en los casos que llevan una vocal larga (precisamente como el genitivo singular y plural), por regla el acento se mueve de la antepenúltima sílaba a la penúltima (pasan de proparoxítonas a paroxítonas, de esdrújulas a graves).

Por otro lado, en 1 Corintios 4.15  (también un jápax legómenon), leemos la frase «miríus paidagogús», y en 1 Corintios 14.19 observamos la frase «miríus logus» (otro jápax legómenon).

Luego, como podemos observar, en las dos frases en cuestión, «miríus» de manera natural representa el acusativo masculino plural de «miríos» (infinitos, innumerables); pero por la movilidad del acento, por lo menos como segunda opción, «miríus» podría ser asumido como el acusativo masculino plural de «mírios» (10, 000).

En todo caso, en lo personal, me inclino a sumir que tanto en Mateo 18.20, como en 1 Corintios 4.15 y 14.19, estamos ante el adjetivo numeral «miríos» (infinitos, innumerables) y no ante el adjetivo numeral cardinal «mírios» (10, 000).   

Muy a propósito de nuestro curso online de griego koiné que inició el pasado jueves, y para el cual todavía estás a tiempo. 

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«Diez mil» como número cardinal y con el valor de un «infinito»


«Diez mil» como número cardinal y con el valor de un «infinito»
Cuestiones de lingüística griega, exégesis y traducción

Héctor B. Olea C.

En castellano hay palabras que a pesar de coincidir en la cadena fónica (cadena de fonemas), en el plano de la expresión (significante) y en el plano del contenido o carga semántica, se diferencian por el lugar de la sílaba tónica, por cuál sea la sílaba tónica.

En tal sentido, la palabra «práctica» (palabra esdrújula) puede ser asumida como un adjetivo femenino singular, y como un sustantivo femenino también singular. 

Sin embargo, la palabra «practica» (palabra grave y sin tilde), consiste en una forma verbal de tiempo presente, voz activa, modo indicativo, tercera persona singular, del verbo «practicar» (él o ella practica).

Consecuentemente, no es lo mismo decir: “Ella es una persona muy práctica” (adjetivo), “ella no hizo la práctica” (sustantivo), que decir: “ella no practica lo que dice” (forma verbal).

Luego, respecto del griego, también hay palabras que a pesar de coincidir en la cadena fónica, sin embargo, se diferencian en el plano de la expresión (significante) y en el plano del contenido o carga semántica, por el lugar de la sílaba tónica, por cuál sea la sílaba tónica, por el lugar del acento.

En tal sentido, mientras que la palabra «mírioi» (nominativo masculino plural), «míriai» (nominativo femenino plural), «míria» (nominativo neutro plural), palabra proparoxítona (esdrújula), significa 10, 000 (adjetivo numeral cardinal); por otro lado, la palabra «miríoi» (nominativo masculino plural), «miríai» (nominativo femenino plural), «miría» (nominativo neutro plural), palabra paroxítona (grave con acento agudo); es también un adjetivo numeral, pero significando diez mil con el valor de un infinito, innumerable, incontable, inconmensurable, etc.  («Diccionario Manual Griego», griego clásico español, VOX, 1967).

En esa misma línea Ignacio R. Alfageme, observa: “con acentuación paroxítona, «miríoi» significa “infinitos”, “innumerables”, y con este valor tienen un singular «miríos» («Nueva Gramática Griega», COLOQUIO Editorial, 1988, página 204).

Por su parte, Wilhelm Brandenstein, puntualiza: “No deben confundirse «mírioi», «míriai», «míria», «10, 000», y «miríoi», «miríai», «miría», «innumerables», «muchísimos» («Lingüística griega», GREDOS, 1964, página 273).

Luego, si la forma léxica de «mírioi», «míriai», «míria» (proparoxítonas: esdrújulas), «10, 000», es «mírios»; la forma léxica de «miríoi», «miríai», «miría» (paroxítonas: graves con acento agudo), «innumerables», es «miríos».

Por otro lado, como casos ilustrativos, en lo que respecta al Nuevo Testamento Griego, en Mateo 18.24, observamos la frase (un jápax legómenon) «miríon talánton».

Aquí la palabra «miríon» es ambigua, pues puede ser asumido, en primer lugar y de manera natural, como el genitivo plural neutro de «miríos» (infinitos, incontables).

Pero en segundo lugar, puede ser asumido como el genitivo plural neutro de «mírios» (10, 000) por la movilidad del acento.

La razón por la que «miríon» puede ser asumido como el genitivo neutro plural de «mírios» (10, 000), es que las palabras proparoxítonas (esdrújulas con acento agudo), y vocal corta en la última sílaba, en los casos que llevan una vocal larga (precisamente como el genitivo singular y plural), por regla el acento se mueve de la antepenúltima sílaba a la penúltima (pasan de proparoxítonas a paroxítonas, de esdrújulas a graves).

Por otro lado, en 1 Corintios 4.15  (también un jápax legómenon), leemos la frase «miríus paidagogús», y en 1 Corintios 14.19 observamos la frase «miríus logus» (otro jápax legómenon).

Luego, como podemos observar, en las dos frases en cuestión, «miríus» de manera natural representa el acusativo masculino plural de «miríos» (infinitos, innumerables); pero por la movilidad del acento, por lo menos como segunda opción, «miríus» podría ser asumido como el acusativo masculino plural de «mírios» (10, 000).

En todo caso, en lo personal, me inclino a sumir que tanto en Mateo 18.20, como en 1 Corintios 4.15 y 14.19, estamos ante el adjetivo numeral «miríos» (infinitos, innumerables) y no ante el adjetivo numeral cardinal «mírios» (10, 000).   

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No todos los verbos griegos son complementados con el acusativo, supéralo


No todos los verbos griegos son complementados con el acusativo, supéralo

Héctor B. Olea C.

Una idea que definitivamente tienen que superar muchas personas que han estudiado griego koiné, es que el acusativo es el único caso con el cual son complementados los verbos griegos.  

Por supuesto, parece sustentarse esa idea en afirmaciones como la que hace una gramática del griego clásico, cito: “El acusativo es el caso que precisa el significado del predicado verbal, que proporciona el objeto del verbo”.

Pero, si bien es cierto que el acusativo es el caso habitual del objeto directo, no obstante, no el único.

Ciertamente hay verbos que no son copulativos, para constituir un predicado nominal, que son complementados con el genitivo (la mayor parte de los verbos que expresan algún afecto del alma, como sentir, percibir, acordarse, desear, admirar, y descuidar); y otros con el dativo (verbos que significan conversar y pelear, usar, exhortar, seguir, complacerse, y ayudar acompañar, suplicar, adorar con advertir, reprender).

Un ejemplo de los verbos que son complementados con el genitivo y no con el acusativo, es el verbo «akúo» (oigo, escucho). Por ejemplo, en Mateo 2.9, la traducción «Ellos, habiendo oído (escuchado) al rey», es la traducción de un participo aoristo primero, voz activa, en caso nominativo masculino plural del verbo «akúo» («akúsantes»: habiendo oído, habiendo escuchado, después de haber oído, después de haber escuchado); y la traducción de la frase «tu (artículo definido en genitivo masculino singular) basiléos (sustantivo masculino de la tercera declinación, en caso genitivo singular)»: “al rey”.

Por otro lado, un ejemplo de los verbos que son complementados con el caso dativo y no con el acusativo, es el verbo «jomiléo» (converso). Por ejemplo, en Lucas 24.26, la traducción “conversaba con él”, supone la traducción de la forma verbal «jomílei» (tiempo pretérito imperfecto, voz activa, modo indicativo, tercera persona del singular del verbo «jomiléo»: “conversaba”); y la traducción de la palabra «autó» (pronombre personal de la tercera persona, caso dativo masculino singular: “con él”).

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La terminación de las palabras griegas (verbos y sustantivos)


La terminación de las palabras griegas (verbos y sustantivos)

Héctor B. Olea C.

Las palabras griegas pueden terminar en vocal o en consonante. Pero las palabras que no terminan en vocal sólo pueden terminar en alguna de las siguientes consonantes: n, x, r, ps. Ejemplos: “daimónion” (demonio), “sálpinx” (trompeta), “jídor” (agua), “dúlos” (siervo, esclavo), “aithiops” (etíope).

Por otro lado, la forma léxica de los verbos siempre termina en vocal: 1) en “omega” (o), los verbos omega (“blépo”: yo veo); 2) en “iota” (i) los verbos en mi
(“dídomi”: yo doy); y 3) en el diptongo “ai” los verbos deponentes (“érjomai”: yo voy).    

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Sobre la complementación del verbo griego «didásko» (yo enseño)


«kai érxato didáskein autús polá»
Sobre la complementación del verbo griego «didásko» (yo enseño)

Prof. Héctor B. Olea C.

Una de las características del verbo griego «didásko», es que viene complementado por un solo acusativo: cuando se quiere especificar lo que es enseñando o la persona o grupo de personas que reciben la enseñanza; y por el llamado “doble acusativo” (dos acusativos, no un acusativo y un dativo): cuando se quiere señalar lo que es enseñado además de la persona o personas que reciben la enseñanza, y viceversa.

En tal sentido, el análisis morfosintáctico de la frase «kai érxato didáskein autús polá» (Marcos 6.34), nos da los siguientes resultados:

«kai»: conjunción coordinante y copulativa (y, también).

«érxato»: forma verbal en tiempo aoristo primero, voz media, tercera persona del singular, modo indicativo, del verbo «árjo» (verbo que en voz activa significa “yo ejerzo el poder”, pero en voz media “yo comienzo”).
 
«didáskein»: infinitivo no articular, de tiempo presente, voz activa, del verbo «didásko» (yo enseño).

«autús»: pronombre personal de la tercera persona, caso acusativo masculino plural, forma léxica «autós».

«polá»: acusativo (o nominativo) neutro plural del adjetivo «polís» (mucho).

Consecuentemente, «autús» (acusativo de persona), es el objeto directo personal del infinitivo «didáskéin» (quienes son enseñados); y «polá» (acusativo de cosa), representa el objeto directo no personal del mismo infinitivo «didáskein» (lo que es enseñado).

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La redacción griega de la frase «a su padre y a su madre» Mateo 19.5 versus el texto griego de Génesis 2.24



La redacción griega de la frase «a su padre y a su madre»
Mateo 19.5 versus el texto griego de Génesis 2.24

Héctor B. Olea C.

En el griego (clásico y koiné), es habitual que el caso genitivo de los pronombres personales se utilice como un posesivo, con el valor de un pronombre posesivo.

No obstante, en el griego (clásico y koiné) no es necesario utilizar el posesivo cuando no hay dudas de quién es el poseedor. En tales casos basta con colocar el artículo delante de lo que es objeto de posesión. Por ejemplo: «ton patéra filó»: “amo a mi padre”; «ten meterá filéi»: “ama (él, ella) a su madre”.

En tal sentido, es preciso poner de relieve la forma en que Mateo 19.5 se ajusta a esta normativa y evitó el empleo del caso genitivo del pronombre de la tercera persona singular, en la frase: «kataléipsei ánthropos ton patéra kai ten metéra»: “el varón dejará a su padre y a su madre”.

Por otro lado, llama la atención que si bien en Mateo 19.5 el evangelista cita la versión griega (texto griego) y no la versión hebrea (texto hebreo), no lo hace como un calco.

En efecto, el texto griego de Génesis 2.24 dice «kataléipsei ánthropos ton patéra autú kai ten metéra autú». Aquí «autú» es el caso genitivo singular (masculino y neutro, pero aquí en masculino) del pronombre personal de la tercera persona, o sea, «autós».

Consecuentemente, una traducción súper literal de la traducción que hizo la Septuaginta de Génesis 2.24, es «dejará el varón al padre de él y a la madre de él».

Luego, una traducción final sería: «dejará el varón a su padre y a su madre», «el varón dejará a su padre y a su madre».

Además, es evidente que el traductor griego de Génesis 2.24 sacrificó la lengua receptora (el griego) y privilegió la lengua fuente (el hebreo) con una traducción por equivalencia formal.

En efecto, el texto hebreo empleó el sustantivo “padre” («av»), y el sustantivo “madre” («em») con el sufijo de la tercera persona singular, «aviv» (“el padre de él”, “su padre”) e «immó» (“la madre de él”, “su madre”).

En resumen, me parece demasiado evidente que: 1) es preciso conocer el griego para poder evaluar la forma en que un autor del Nuevo Testamento (griego koiné) apeló a la versión griega (griego koiné) de los textos de la Biblia Hebrea; 2) es preciso conocer el griego y el hebreo (no sólo el hebreo) para poder juzgar la forma en que el traductor de la versión griega tradujo el texto hebreo.

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