Cuestiones de traducción y teología bíblicas
Héctor B. Olea
C.
En un comentario que externé
recientemente, afirmaba que, a pesar de que es hoy el texto hebreo la base
textual para la exégesis del AT; a pesar de lo tanto que se ha hablado y,
quizás hasta presumido, del descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto en
1947; por lo general los agente difusores de la Biblia (cristianos por supuesto),
insisten en traducir ciertos pasajes del AT (que posteriormente alcanzaron
cierta relevancia para la teología del NT), en una forma que se ajusta más a la
relectura cristiana de dichos pasajes (mediante y conforme a la versión griega
de los mismos), y no de acuerdo al sentido propio de tales pasajes en el texto
hebreo.
Para la ocasión en que hice
mi referido comentario, utilicé como caso ilustrativo el empleo de la palabra
«virgen» en la traducción de Isaías 7.14 (por ejemplo, en la Reina Valera
1960).
Pero para este artículo, el
caso a analizar como ilustración, es el empleo en las traducciones cristianas
de la Biblia, específicamente en el AT, de la palabra «ley», cuando en el texto
hebreo la palabra e idea que está en juego es la de «Toráh».
De entrada, es
preciso tener bien presente que la palabra «ley» tan manoseada por los cristianos, no es muy acertada, pues comunica un
sentido que no es precisamente el que domina en el contexto de la religión
hebrea, ni en el texto hebreo (el llamado AT sólo por los cristiano), en el uso
de la palabra “Toráh”. El uso frecuente de la palabra “ley” se debe a la
influencia de la Septuaginta, como fuente y vía de acceso al texto del AT de
los primeros cristianos y de los autores mismos del NT.
Consideremos ahora
algunos ejemplos de la traducción en la Septuaginta de la palabra “toráh” en
algunos textos importantes del Tanaj (AT). Esta traducción es la que también
explica la presencia de la palabra “ley” en muchas de las versiones castellanas
de la Biblia.
Éxodo 13.9 “Y
te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos,
para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó
Jehová de Egipto.”
Reina Valera 1960: “ley”
Texto hebreo: “toráh”
Septuaginta: “nómos”
Deuteronomio
28.58 “Si no cuidares de poner por obra todas las palabras
de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este nombre glorioso y
temible: JEHOVÁ TU DIOS.”
Reina Valera 1960: “ley”
Texto hebreo: “toráh”
Septuaginta: “nómos”
Josué 23.6 “Esforzaos,
pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley
de Moisés, sin apartaros de ello ni a diestra ni a siniestra.”
Reina Valera 1960: “ley”
Texto hebreo: “toráh”
Septuaginta: “nómos”
1 Crónicas 22.12
“Y Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a
Israel, guardes la ley de Jehová tu Dios.”
Reina Valera 1960: “ley”
Texto hebreo: “toráh”
Septuaginta: “nómos”
Esdras 7.26 “Y
cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la ley del rey, sea juzgado
prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión.”
Reina Valera 1960: “ley”
Texto hebreo:
“dat” (tanto en la expresión “ley de tu Dios” como en “ley del rey”)
Septuaginta:
“nómos” (tanto en la expresión “ley de
tu Dios” como en “ley del rey”).
Salmo 19.7 “La
ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es
fiel, que hace sabio al sencillo.”
Reina Valera 1960: “ley”
Texto hebreo: “toráh”
Septuaginta: “nómos”
Un caso sumamente
interesante y especial lo constituye el Salmo 119 (un himno a la «Toráh»). Quiero
hacer resaltar el uso de la palabra «ley» en el Salmo 119, pues por lo general este
pasaje es muy usado como caso que ejemplifica muy bien el papel de la Biblia en
nuestras comunidades de fe.
Pues bien, en el Salmo 119, la palabra “ley” se encuentra en veinticinco (25)
ocasiones, en la manera siguiente: Salmo 119.1, 18, 29, 34, 44, 51, 53, 55, 61,
70, 72, 77, 85, 92, 97, 109, 113, 126,
136, 142, 150, 153, 163, 165, 174. Ahora bien, estas veinticinco (25) ocasiones
en que la Reina Valera de 1960 aparece la palabra “ley”, el texto hebreo tiene
la palabra “toráh”, y la Septuaginta la palabra “nómos”.
Como se puede
ver, es la influencia de la Septuaginta la que explica tanto la forma en que
las versiones y traducciones castellanas de la Biblia han empleado la palabra
“ley” (cuando el hebreo emplea la palabra “toráh”) y la forma y presencia de la
palabra “ley” en el Nuevo Testamento mismo, en textos y contextos en los cuales
en el pensamiento hebreo subyacía el concepto de la “toráh”.
Ahora, la
pregunta lógica es: ¿Es “ley” el sentido primario de la palabra hebrea «Toráh»?
El “Diccionario
del Judaísmo” de Johann Maier y Peter Schafer, publicado por Verbo Divino en
1996, habla de la «Toráh» en la siguiente forma:
“El significado
básico de Toráh va en la línea de «instrucción» o «doctrina». Traducir el
término simplemente por «ley» como hicieron las versiones latina (lex) y griega (nomos), cubre sólo un aspecto menor del significado, y entraña un
reduccionismo que puede dar lugar a diversos malentendidos.
Para el judaísmo
talmúdico, la futura era mesiánica no supondrá la abolición de la Toráh ni su
sustitución por otra nueva -como se afirma en la carta a los Romanos (Romanos
10.4)-, sino que producirá su plena y más exacta comprensión, puesto que ahora,
en el presente, está oscurecida por sus inevitables confrontaciones (Esdras
8.7).
En la época
moderna, el judaísmo ortodoxo mantiene con la mayor firmeza la absoluta inmutabilidad
de la Toráh, mientras que el judaísmo reformado se inclina a prescindir de
bastantes conceptos tradicionales relacionados con la interpretación y la
comprensión de la Toráh” (páginas 396-397).
Una realidad que
hay que tomar en cuenta es que el judaísmo, como el cristianismo nunca ha sido
monolítico, por lo tanto dependiendo la corriente del judaísmo de que se trate,
los conceptos e ideas que se asocien a la palabra Toráh pueden cambiar, ser muy
diversos y hasta inaceptables para las otras corrientes. Por ejemplo, mientras
que el judaísmo rabínico de corte fariseo asume y maneja el concepto de “Toráh
Escrita” y “Toráh Oral” (así también el judaísmo calabalístico; esto explica la
importancia que tiene, por ejemplo, el Talmud, la Mishná y la Tosefta para el
judaísmo rabínico; y el Zohar para el judaísmo cabalista, en sus reflexiones
teológicas, como obras de referencia prácticamente obligatoria); por su parte,
el judaísmo caraíta no lo acepta, como tampoco lo aceptaron previamente los
saduceos. Por otro lado, el judaísmo cabalista de corte místico y esotérico
habla de la Toráh en la siguiente forma:
“Un apodo adicional de la Cabalá es: Nishmeta de Oraita (el
alma de la Torá). La misma posee una personalidad viva dueña de un cuerpo y un
alma. La mayoría de las enseñanzas tradicionales tales como la Mishná,
la Guemará y la Halajá se ocupan del “cuerpo”, del aspecto
revelado de la Torah; (las halajot principalmente son apodadas en la
Mishná como “gufei Torá” o sea los cuerpos de la Torá), en cambio en la Cabalá
se descubre la parte oculta que hay en ella.
Ambos puntos de vista de la Torá no sólo expresan estratos diferentes de
ella misma sino que también se dirigen a distintos estratos de nuestro ser
interior.
La parte externa o “jitzoniut ” está dedicada en su mayor parte a
la rectificación de la vida a nivel del aspecto revelado de la realidad: antes
que nada la vida en la práctica, y por extensión también la vida del alma
existente en los estratos espirituales relativamente revelados.
La Cabalá, por otro lado, está dedicada al arreglo y corrección de los
niveles ocultos y más profundos del hombre y desnuda los procesos más profundos
del mundo y del alma. Nos posibilita entonces experimentar esas capas y
hacerlas crecer” (fuente: http://www.dimensiones.org)
De todos modos,
un concepto bastante popular y prácticamente común a todas las versiones del
judaísmo, incluyendo al judaísmo mesiánico, es la «Toráh» para referir
especialmente al código mosaico, los escritos atribuidos a Moisés (los primeros
cinco libros del AT, y primera sección del Tanaj). Este uso peculiar de la
palabra Toráh es al que por lo general la tradición cristiana ha señalado
comúnmente con la palabra griega “Pentateuco”, precisamente por la influencia
de la Septuaginta.
Este uso de la
palabra «Toráh» es tan vital para la fe hebrea, que son muchos los que dentro
de la religión judía piensan que el resto de los libros del Tanaj (los neviím y
los ketuvím) no son más que explicaciones y comentarios de la Toráh de Moisés.
Es más, creo que no podemos perder de vista aquí el hecho de que los
samaritanos y los saduceos (a diferencia de los fariseos, esenios, caraítas y
otros), sólo aceptaban como textos sagrados y normativos, el conjunto de los libros
que componen la «Toráh» de Moisés.
Ahora bien, cabe
preguntarse, ¿por qué se empeñan los cristianos en traducir con la palabra «ley»,
la palabra hebrea «Toráh» (instrucción)? ¿Por qué no seguir, por lo menos en
los pasajes del AT, el sentido de la palabra hebrea que está en el texto
hebreo? ¿Por qué insistir en seguir la Septuaginta y su empleo de la palabra «nomos»
(«ley») como traducción de la hebrea «Toráh»? ¿Cuál es por fin, hoy, la base
textual para la exégesis del AT, la Septuaginta o el texto masorético?
Pienso que no es criticable,
sino muy legítimo, que se traduzca «ley» en el NT, en las citas de pasajes del
AT que ponen de manifiesto que el autor del NT utilizó la versión griega (que
traduce a «Toráh» con «nomos»,
«ley»), y no el texto hebreo del pasaje
que se trate. Lo inadmisible es que, como para armonizar y allanarle el camino
a la reflexión teológica de los autores del NT, se traduzcan los textos del AT
en conformidad texto griego y no al texto hebreo; traduciendo y comunicando el
sentido de la palabra griega «nomos» («ley»), y evitando el sentido de la palabra
hebrea «Toráh» (instrucción), que es la que al fin y al cabo está en el texto
hebreo.
En resumen, es muy
cuestionable que en el AT se traduzca la palabra «Toráh» (instrucción), con la
palabra «nomos» («ley»), en cierta forma manipulando el sentido del texto
hebreo; a fin de allanarle al camino a la reflexión cristiana que tiene como
punto de partida el NT mismo, a la lectura y apropiación cristiana del AT.
Que los autores del NT hayan
empleado la palabra ley (griego «nomos»), es comprensible, pues por lo general
dependieron de la versión griega como vía de acceso al AT; pero es inadmisible
que se emplee dicha palabra en la traducción de pasajes del AT, pasajes que en
realidad emplean la palabra hebrea «Toráh» (instrucción).
Finalmente, es insospechable
todavía, quizás, cómo esta traducción cuestionable de la palabra hebrea «Toráh»
(instrucción), en la Septuaginta misma, en las apelaciones al AT por parte de
los autores del NT, y luego en las traducciones cristianas del AT; ha fomentado
la presencia de un excesivo legalismo en la religión, teología y esperanza
judías.
¡Hasta próxima!