Difusión y manipulación de la Biblia
A propósito del mes de la Reforma protestante
Héctor B. Olea C.
La lectura, interpretación y aplicación de la Biblia se complica, cuando admitimos que además de las presuposiciones que definitivamente acompañan al sujeto hermeneuta; dicha lectura se hace con base en un texto posiblemente manipulado con tal de inducir a quien lee, a reproducir la idea o pensamiento que el editor y difusor del texto quiere. Esto así, sin duda alguna, respecto del catolicismo como del protestantismo como agentes difusores de Biblia.
Lo cierto es que una manera sutil de difundir, propagar y fijar un determinado pensamiento teológico (quizás más efectiva que mediante los comentarios bíblicos, diccionarios, y las muy conocidas y clásicas obras de “teología sistemática”); es a través de la difusión de la Biblia misma. Esto así, principalmente en dos maneras:
1) Mediante la traducción manipulada de cierto textos (así como de palabras, frases, modismos, etc.), especialmente los de especial y vital interés para la teología de agente difusor de la Biblia (como forma de controlar el punto de arranque mismo de la reflexión teológica); 2) Mediante la forma de comentar y explicar el texto bíblico (posiblemente ya manipulado en su traducción), comúnmente en las llamadas “Biblias de estudio”, “Biblias comentadas y de referencia”, etc.
Precisa y finalmente, parece que el aparente incontrolable deseo de controlar el punto de arranque mismo de la reflexión teológica, con la meta de imponer su particular lectura e interpretación de la Biblia, y su peculiar pensamiento teológico; es lo que explica el interés de muchos sectores tanto del cristianismo católico (aunque la situación es un poco distinta por ser más monolítico) como del cristianismo protestante, de convertirse en agentes editores y difusores de la Biblia, de su propia Biblia, de su propia “Biblia de estudio”.
Esta realidad no invita a ser consistentes siempre, asumiendo una actitud crítica no sólo frente a una versión de la Biblia que proceda de un ambiente distinto al nuestro, sino también frente a toda versión de la Biblia, incluso frente a las que procedan de nuestro propio ámbito o contexto.
Todo indica, pues, que antes de hablar de “manipulación e imposición teológica”, se hace necesario hablar de “manipulación e imposición textual”, “manipulación e imposición bíblica”; aunque usted no lo crea, o le parezca calvo, perdón, descabellado.
Concluyendo, pienso que esta es una buena manera, aunque quizás un poco rara, de iniciar una serie de reflexiones y comentarios en el contexto de este mes de octubre, mes de la “Reforma Protestante”, en su 494 aniversario.
Ha sido, pues, la Reforma protestante, un histórico y trascendental movimiento que, en efecto, no logró liberar la Biblia del control magisterial y eclesial, sino que más bien (y esto no es del todo malo), multiplicó los magisterios, así como las tradiciones y confrontaciones teológico-eclesiales.
Curiosamente llama la atención el hecho de que al conmemorarse el 494 aniversario de la “Reforma protestante”, el sector del cristianismo que muestra más signos de división, fragmentación, confrontación, así como serias dificultades para la concertación; es precisamente el cristianismo protestante y evangélico.
¡Hasta la próxima!
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