«El reino de los cielos no es para personas mansas; sólo las violentas lo arrebatan»
¿Dijiste eso, Jesús?
A continuación voy a tratar de justificar el empleo de la voz pasiva como la mejor opción en la traducción que personalmente he realizado de Lucas 16.16.
En primer lugar, mi principal objeción a la traducción “Y todo individuo usa la violencia contra él (contra el reino)”, es que el sentido de “contra” de la preposición griega “eis” es un sentido posible, pero muy remoto. Los sentidos básicos y usuales de la preposición griega “eis”, son: en, dentro, hacia adentro, hacia, hasta, para.
En segundo lugar, creo que las objeciones que podemos presentarle a la traducción “Y todo individuo usa la violencia para entrar en él”, pueden ser articuladas partiendo de la manera en que Jesús habló de cómo se podía entrar en el Reino de Dios (ya sea que lo hiciera por iniciativa propia, o respondiendo a alguna pregunta). También ayuda el considerar la enseñanza de Jesús tocante a las cualidades vitales que habrían de exhibir aquellos y aquellas que quisieran ser sus discípulos y discípulas.
Pregunto: ¿Recomendó Jesús, alguna vez, la violencia como forma de entrar en el reino de Dios?
1) Según la enseñanza de Jesús, la violencia no debe ser un atributo ni un recurso de los que deseen entrar al reino de Dios:
Mateo 18.3 “Y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.”
Mateo 18.4 “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.”
¿Es posible desligar la idea de “vulnerabilidad” de la metáfora del “niño”?
Considérese además:
Mateo 5.10 “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.”
Mateo 18.4 “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.”
Romanos 14.17 “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”
Gálatas 5.21 “Envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”
2 Tesalonicenses 1.5 “Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis.
2) También habló Jesús de la mansedumbre como una cualidad suya que debía ser asumida por los (y las) que quisieran seguirlo a él:
Mateo 11.29 “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”
Compárese Mateo 21.5 “Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, Manso, y sentado sobre una asna, Sobre un pollino, hijo de animal de carga.”
Siguiendo al Salmo 37, Jesús también habla de la bienaventuranza de los mansos:
Mateo 5.5 “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.”
3) Si bien es cierto que en algunas ocasiones Jesús perdió la compostura (como en los pasajes que menciono a continuación), no es menos cierto que el calificativo de “violento” no fue uno que lo caracterizara.
Marcos 9.19 “Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo” (paralelos Mateo 17.17 y Lucas 9.41).
Marcos 4.40 “Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” (Paralelo Lucas 8.25)
El incidente en el templo, véase Marcos 11.15-19; Mateo 21.12–17; Lucas 19.45–48; Juan 2.13–22.
4) Cuando envió a los doce y luego a lo setenta o setenta y dos a evangelizar, en caso de que recibieran el rechazo de un hogar o ciudad; la violencia no fue una opción:
Mateo 10.14 “Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies” (paralelos (Marcos 6.7–13; Lucas 9.1–6)
Lucas 10.11 y 12 “10Mas en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: 11Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros”
5) También se muestra Jesús contrario a la violencia, cuando al arrestarle uno de sus discípulos le cortó una oreja al siervo del sumo sacerdote:
“Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron. 47Pero uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja” (Marcos 14.46-47)
“Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. 51Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. 52Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán” (Mateo 26.50-52)
“Mientras él aún hablaba, se presentó una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba al frente de ellos; y se acercó hasta Jesús para besarle. 48Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre? 49Viendo los que estaban con él lo que había de acontecer, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? 50Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. 51Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó” (Lucas 22.47-51)
“Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. 11Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Juan 18.10-11)
6) Finalmente, el que ante la muerte de Jesús, su líder, los discípulos no reaccionaran violentamente -claro además de otros factores- debe estar relacionado con el hecho de que la enseñanza de Jesús, así como en su vida y accionar, la violencia activa no formó parte de sus estrategias.
a) Todo lo contrario, vemos a Jesús hablando del sufrimiento de los que aceptaran vivir conforme a los principios del reino de Dios que él promovía:
Juan 16.33 “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”
Hechos 14.22 “Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.”
b) Un aspecto interesante en este sentido son las impactantes implicaciones del sermón de la montaña analizado desde la perspectiva cultural. Traigo a colación aquí el análisis en perspectiva cultural de dos aspectos del sermón de la montaña, extraído de la obra «Honor y vergüenza, lectura cultural del evangelio de Mateo», de Jerome H. Neyrey. Los dos casos que voy a compartir es el de “la mejilla derecha” y el de “amar a los enemigos”.
«La mejilla derecha» (texto bíblico: Mateo 5.38-39)
“Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5.38-39).
En la versión popular Dios Habla Hoy: “Ustedes han oído que se dijo: ‘Ojo por ojo y diente por diente.’ 39Pero yo les digo: No resistas al que te haga algún mal; al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele también la otra”
Jerome H. Neyrey comenta: “Tanto en la cultura greco-romana como la judías interpretaban la bofetada en la cara como una «humillación extrema», en otras palabras, constituía más que una «lesión física» (compárese Lamentaciones 3.30). De esa forma fue avergonzado Jesús durante su juicio cuando golpearon su rostro (Marcos 14.65; Lucas 22.65; Juan 18.22).
“¿Por qué la mejilla derecha y no la izquierda? Los comentaristas señalan que el golpear la mejilla derecha significa un bofetón bien con el revés de la mano derecha o con la izquierda. Una bofetada con la izquierda aumenta el insulto, porque esta mano es impura en virtud de su uso para el aseo.”
“La situación aquí implica que el discípulo está recibiendo un desafío de la forma más insultante posible. Frente a tal reto al honor, Jesús manda a discípulo: «Ponle también la otra mejilla». Betz interpreta el poner la otra mejilla como un desafío altamente provocativo. Si leemos esta escena correctamente desde la coreografía de la dinámica típica del honor y la vergüenza, entonces Jesús pide a sus discípulos que se aparten completamente del juego del honor; no deben ofrecer ninguna respuesta o defensa de su honor cuando sean desafiados. La cuestión era ofrecer un «reto altamente provocativo»; los discípulos simplemente no deben entrar en el juego; de ninguna forma han de buscar ganar, ni siquiera mediante una agresión pasiva. En este punto Strecker parece culturalmente más acertado: «El agredido debe ofrecer también la otra mejilla como prueba de una condescendencia sin reservas que no busca ni preservar el propio honor ni mantener la propia posición de poder?»” (Página 312).
«Amar a los propios enemigos» (texto bíblico: Mateo 5.43-48)
“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5.43-44)
En la versión popular Dios Habla Hoy “También han oído que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.’ 44Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, y oren por quienes los persiguen”
Jerome H. Neyrey comenta: “Respecto a qué se esperaba de un hombre en la antigüedad, Betz remite a este viejo proverbio: «La virtud de un hombre consiste en exceder a sus amigos en bondad y a sus enemigos en maldad». Queda claro por tanto que 1) «amar» al propio grupo de (familia, clan, pueblo) responde a las expectativas de los vecinos y es la conducta honorable que debe seguirse, y 2) contar con el apoyo del grupo frente a los enemigos cumple de forma semejante esas mismas expectativas, y por consiguiente es honorable. Ambos, el «amor» y el «odio», responden de forma adecuada al comportamiento esperado por los miembros del grupo, y vivir de acuerdo a semejantes expectativas da a los otros motivos para recompensar a un hombre con la concesión de honor y respeto. Una persona que vive con arreglo a la antigua regla «amarás a tus vecinos y odiarás a tus enemigos (Mateo 5.43) estaría haciendo lo culturalmente correcto y ganándose así el respeto de todos” (página 317)
Jerome también sostiene que ante las demandas de Jesús, “los habitantes de pueblo sólo podrían interpretar semejantes acciones como una renuncia total al propio honor, algo inimaginable e imperdonable. En este contexto cultural se considera a una persona así como completamente insignificante, indigna y con la que uno no debería asociarse” (página 320)
Además: “El discurso de Jesús instaura un nuevo sistema de expectativas, pero mantiene el mismo principio: vivir de acuerdo con lo que se espera de un hombre honorable conlleva la aprobación pública y con ello el honor. Los discípulos cambian la aprobación de su familia y sus vecinos por la de Jesús y Dios. Ellos no renuncian a adquirir respecto y honor, sino que más bien se vuelven hacia Jesús y Dios para recibir un veredicto público de aprobación” (página 320)
Finalmente, Jerome se pregunta: ¿Cuál sería el estatus más probable de un discípulo de Jesús que pusiera en práctica estas y otras antítesis del sermón de la montaña? Le estaría prohibido buscar honor, especialmente a través de las vías definidas en la cultura del Mediterráneo oriental: la agresión física, la conquista sexual de mujeres o la mentira… Tampoco debía defender su propio honor o tomar satisfacción y venganza mediante agresiones e insultos. Este discípulo, por tanto, sería considerado alguien débil, un cobarde, un inútil sin valor, incapaz de defender su honra, una persona de la cual cualquiera podía aprovecharse y que merece el desprecio. En nuestra opinión, es esta la cruz del seguimiento de Jesús: la pérdida del honor” (página 320)
Preguntas para reflexionar:
¿Cómo combate Jesús la violencia con estas demandas?
¿Cómo enfrenta Jesús aquí la idea de la venganza, la defensa del honor y reputación personal a la luz de parámetros culturales de su tiempo?
¿Cómo podemos nosotros hoy, articular y asumir una postura crítica y contracultura respecto de los parámetros culturales de nuestros tiempos relativos a la obtención del respeto y el honor?
¿Es posible afirmar que Jesús vivió acorde a los principios que caracterizaron el tenor general de su enseñanza, y en consonancia a los principios esbozados por él en el sermón de la montaña?
Una nota adicional: ¿Qué relación tiene con Lucas 14.23 con Mateo 11.12 y Lucas 16.16?
A continuación citamos la forma en que se ha traducido Lucas 14.23 en la serie Reina Valera 1909, 1960, 1995 y 2006.
Reina Valera 1909 “Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.”
Reina Valera 1960 “Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.”
Reina Valera 1995“Dijo el señor al siervo: “Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa,”.
Reina Valera 2006 “El señor dijo al siervo: “Vé por los caminos y por los callejones, y exígeles a que entren para que mi casa se llene.”
El verbo que en Lucas 14.23 se traduce “fuérzalos” es “anankázo” y significa: obligar, forzar, instar, mandar.
¿Tiene, pues, alguna relación Lucas 14.23 con Mateo 11.12 y Lucas 16.16?
Respuesta: No existe relación alguna.
Finalmente, puedo mencionar tres versiones que nos dan una traducción adecuada de Lucas 14.23, a saber:
El Nuevo Testamento de Luís Alonso Schokel y Juan Mateos: “Entonces el señor le dijo al criado: Sal a los caminos y senderos y aprémiales a entrar hasta que se llene la casa”
Esta traducción es favorecida por el comentario de A.T. Robertson, en su clásica obra «Comentario al texto griego del Nuevo Testamento», publicada por CLIE. Robertson sugiere, al comentar a Lucas 14.23, que la invitación no es por medio de la violencia, sino mediante la persuasión. También sostiene que no hay ningún pensamiento aquí de una salvación forzosa (y digo yo “violenta”).
Finalmente, cito aquí la traducción de Lucas 14.23 de la obra «Todos los evangelios, traducción íntegra de las lenguas originales de todos los textos evangélicos conocidos», dirigida por Antonio Piñero:
“Y dijo el señor al siervo: «Ve a los caminos y cercados y hazles venir para que se llene mi casa»”
Es preciso decir además, a la luz de Filipenses 2, que fue la cruz (el ser víctima) y no la violencia (el ser victimario) lo que le dio a Jesús su triunfo y el haber conquistado un nombre sobre todo nombre (Filipenses 2.1-11; compárese Mateo 11.29; 21.5; Colosenses 2.15; 3.12-15).
Conclusión: La violencia no fue un recurso o estrategia empleada ni sugerida por Jesús como forma de promover y sustentar los principios del reino de Dios que él proclamaba. No obstante, no es menos cierto que sí había que tener fuerza de voluntad para actuar contra cultura y no ceder a las establecidas normas y principios socioculturales de su tiempo, relativas a la obtención de respeto y honor.
Tampoco hoy la violencia es una opción para aquellas personas que desean vivir asumiendo a Jesús como modelo de vida, y a los y principios del reino de Dios que éste proclamaba, como norma.
La mansedumbre, la humildad, la compasión, el amor, y el buen corazón, son las más bellas cualidades que deben caracterizar a las personas que desde ya experimentan y se sienten comprometidas con el reino de Dios proclamado por la persona de Jesús de Nazaret.
¡Dios nos ayude a vivir, promover, y defender la cultura de la paz, en medio de tantos intereses, egoísmo, y ambiciones de poder!
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