La cadena constructa hebrea versus el caso genitivo griego, segunda parte

 La cadena constructa hebrea versus el caso genitivo griego

Cuestiones de lingüística, gramática y traducción bíblica

Segunda y última parte

 

Héctor B. Olea C.

Como el estado constructo, cadena constructa o secuencia de constructo hebrea («smijút», «semijút»), el «caso genitivo» griego también expresa las ideas que en español se comunican con la preposición española o castellana «de».  

Pero como dije en la primera parte de esta serie, si bien tienen algunas cosas en común el caso genitivo griego y el estado constructo hebreo, también tienen  notables e indiscutibles diferencias.

En primer lugar, coinciden el estado constructo hebreo y el caso genitivo griego en que ambos constituyen formas modificadas del sustantivo respecto de su forma léxica (el estado absoluto singular, «nifrád» o «soméj» en el hebreo), y el caso nominativo singular (en el griego).  

Sin embargo, mientras que no siempre el estado constructo hebreo supone una modificación o transformación (cambio morfológico, cambio en la morfología del sustantivo) respecto de su estado absoluto singular («nifrád» o «soméj»); en griego el caso genitivo siempre implica una forma modificada o transformada  del sustantivo respecto de su forma léxica (el caso nominativo singular).

Con otras palabras, el caso genitivo griego siempre supone un cambio en la morfología del sustantivo respecto de su forma léxica, el caso nominativo (dependiendo del género del sustantivo, de su forma léxica, de la declinación a la que pertenezca, si a la primera, a la segunda o a la tercera declinación).

En segundo lugar, mientras que en la cadena constructa hebrea («smijút», «semijút») el sustantivo en estado constructo (el sustantivo generalmente transformado o modificado) es el primero, el segundo o el tercer elemento de dicha construcción sintáctica, jamás el último); en griego el sustantivo en caso genitivo (el sustantivo transformado o modificado y que complementa) siempre será el segundo o último elemento.  

Además y, en tal sentido, en la cadena constructa hebrea el sustantivo en estado constructo es el que recibe la transformación (aunque no siempre, pero su posición sintáctica como primer o segundo elemento en la frase, pero jamás el último, lo identifica como tal).

Pero al pasar al griego, el sustantivo que en hebreo está en la posición del que está en estado absoluto («nifrád» o «soméj», el segundo o último elemento de la frase, pasa a ser el primero o segundo en el griego, pero no el último, pudiendo estar en nominativo, genitivo, dativo o acusativo) es el sustantivo que recibirá la modificación, pues será el que estará en caso genitivo, y no el sustantivo que en hebreo esté en el estado constructo.

Por ejemplo, la cadena constructa hebrea «bet-ja-Elojím» (casa de Dios), en Jueces 18.31, fue traducida al griego como «jo óikos tu zeú».

En consecuencia, observamos que el sustantivo transformado y el primer elemento de dicha cadena constructa, «bet» (constructo singular de «báyit») pasa al griego en caso nominativo singular («jo óikos»: “la casa”), o sea, no transformado; pero el segundo elemento de dicha cadena constructa, «ja-elojím» (Dios), en estado absoluto, y no transformado («nifrád» o «soméj») pasa al griego en caso genitivo singular, o sea, el sustantivo transformado, «tu zeú» (de Dios).

En tercer lugar, a diferencia del estado constructo hebreo, que jamás ha de llevar el artículo determinado, el caso genitivo griego lo puede llevar, por supuesto, dependiendo de la determinación o no del sustantivo al cual complementa (el genitivo es el caso del complemento del sustantivo en griego), y dependiendo del tipo de redacción involucrada (hay casos, a diferencia del español o castellano, en los que el griego omite el artículo determinado, sin que necesariamente esto signifique que el sustantivo en cuestión sea indeterminado). 

En cuarto lugar, como el caso genitivo griego es el caso del complemento del sustantivo o nombre, el genitivo griego puede complementar a un sustantivo que funciona como sujeto, como modificador indirecto, como objeto directo, como objeto indirecto (sin importar el género y el número). 

En quinto lugar, como el constructo hebreo (que puede ser singular o plural, masculino o femenino, pues no existe el género neutro en hebreo); el caso genitivo griego puede ser, singular o plural, en cuanto al número; pero masculino, femenino o neutro, en cuanto al género. 

En sexto lugar, mientras que en la cadena constructa hebrea («smijút», «semijút») la preposición «de» está relacionada con el sustantivo que está en estado constructo (el primero, segundo o tercer elemento de la cadena constructa, pero jamás el último), pero determinado por el segundo o último sustantivo (en estado absoluto); en griego, como el caso genitivo es el que complementa al sustantivo, sintácticamente aparece como el segundo o último elemento.   

Casos ilustrativos: «hijo de adám» («ben-adám»): “hijo de hombre”, “hijo de ser humano” (Números 23.19) e «hijo de Milca» («ben-Milcá»), Génesis 24.15.

Como se puede observar, en estas dos cadenas constructas hebreas, la palabra «hijo» se encuentra en estado constructo («hijo de»), si bien el sustantivo «ben» (hijo) es uno de los sustantivos hebreos que no tiene en el estado constructo uno morfología distinta a la del estado absoluto singular.

Luego, como el sustantivo en estado absoluto es el que determina al sustantivo en estado constructo, por eso «hijo de» resulta ser el determinado por el sustantivo «Adam» en la primera cadena constructa (hijo de hombre), pero por el sustantivo «Milca» en la segunda (hijo de Milca).

Pero en griego, en ambos casos, la traducción equivalente empleando el caso genitivo griego es: 

«Juiós anzrópu» (hijo de hombre), la primera, y la segunda «juió (en dativo por razones sintácticas) Meljas» (en genitivo singular, sustantivo propio y declinable): «al hijo de Melja».

En séptimo lugar, como la cadena constructa hebrea, el caso genitivo griego puede ser atributivo (de cualidad o adjetival), de sujeto (genitivo subjetivo) y de objeto directo (genitivo objetivo).

Por ejemplo, en Lucas 16.9 la expresión  «mamoná tes adikías», el genitivo  «tes adikías» funciona como un adjetivo, por lo que una mejor traducción que «bienes (riqueza) de injusticia», debe traducirse «riquezas injustas», «bienes injustos», «dinero injusto».

Por otro lado, consideremos la expresión griega «je agápe tu Jristú» («el amor de Cristo»), en 2 Corintios 5.14.

Consecuentemente, en la expresión en cuestión, el genitivo «tu Jristú» (de Cristo, del Mesías), puede ser asumido como un «genitivo subjetivo» (genitivo sujeto), indicando el amor con que Cristo ama (el amor que procede de Cristo); pero asumido como un «genitivo objetivo» (genitivo de objeto directo), señala el amor con que se ama a Cristo (el amor que recibe Cristo).     

Ejemplos del uso del caso genitivo griego complementando un sustantivo en nominativo, en genitivo, en dativo y en acusativo

Complementando a un sustantivo en caso nominativo (caso del sujeto):

«Joi juiói tu patrós su» (los hijos de tu padre), Génesis 27.29 (LXX).

Complementando a un sustantivo en caso genitivo (caso del complemento del nombre):

«Apó tes drósu tu uranú» (del rocío del cielo), Génesis 27.28 (LXX).

Complementando a un sustantivo en caso dativo (caso del objeto indirecto):

«Tois juióis ton anzrópon» (a los hijos de los hombres), Efesios 3.5.

Complementando a un sustantivo en caso acusativo (caso dominante para el objeto directo):

«Ten agápen tu zeú» (el amor de Dios), Juan 5.42.

Finalmente y, a continuación, dos consejos muy útiles para la traducción del caso genitivo griego, como los establecimos para la traducción de una cadena constructa hebrea («smijút», «semijút») en la primera parte:

En primer lugar, antes de inclinarse por una traducción simplista empleando la preposición «de», es preciso precisar la idea que comunica el caso genitivo griego en relación al sustantivo al que complementa (genitivo atributivo, genitivo subjetivo, genitivo objetivo, entre otros).

Por supuesto, el traducir siempre el caso genitivo griego empleando la preposición «de», parece ser el resultado de la aplicación de la ley del mínimo esfuerzo, y la vía de evitarse ciertos inconvenientes en el proceso de exégesis e interpretación bíblica.

En segundo lugar, es preciso evitar el error de intercambiar los papeles o la función sintáctica que desempeña cada sustantivo que es complementado por el caso genitivo griego.

De todos modos, al parecer es más fácil intercambiar, o la tentación de cambiar los papales de los sustantivos que conforman una cadena constructa hebrea, que los de un grupo sintáctico griego donde un sustantivo en caso genitivo complementa a otro sustantivo (en caso nominativo, genitivo, dativo o acusativo, singular o plural, masculino, femenino o neutro).

En otras palabras, hay que estar en guardia para evitar que, erróneamente por cierto, se asuma como en caso genitivo un sustantivo (en nominativo, genitivo, dativo o acusativo) que en realidad es complementado por otro sustantivo en caso genitivo.

Por ejemplo, el grupo sintáctico «jo juiós tu zeú» (el hijo de Dios), no puede ser asumida y traducida «el Dios del hijo».

Esto así porque en el grupo sintáctico «jo juiós tu zeú», la palabra «Dios» («zeú») es la que está en caso genitivo (masculino singular de «zeós»), y no la palabra «el hijo» («jo juiós»), que en realidad está en caso nominativo.

En otras palabras, una persona que conozca bien la gramática griega ha de saber que en el grupo sintáctico «jo juiós tu zeú», el sustantivo «Dios» («zeú»)  es el que complementa a «jo juiós» (el hijo), y no «jo juiós» (el hijo), a «Dios» («zeú»).     

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La cadena constructa hebrea versus el caso genitivo griego comparados, cursos de hebreo y griego bíblicos

La cadena constructa hebrea versus el caso genitivo griego

Cuestiones de lingüística, gramática y traducción bíblica

Primera parte

Héctor B. Olea C.

Una pregunta que en reiteradas ocasiones veces se me ha planteado es la siguiente: Profesor, ¿existe en griego una construcción sintáctica semejante a la cadena constructa («smijút», «semijút») hebrea?

Y mi respuesta ha sido que sí (prácticamente todas las ideas que se comunican con el caso genitivo griego, también son expresadas con la cadena constructa hebrea), pero con notables e indiscutibles diferencias, como pienso demostrar en este artículo que, por razones didácticas he optado por dividirlo en dos partes.

Definiciones y precisiones terminológicas

La cadena constructa o secuencia de constructo hebrea, consiste en una construcción sintáctica (grupo sintáctico) que involucra al menos dos sustantivos (hasta tres, pero raramente cuatro, según Klingbeil y Alomia) en la que el segundo o último sustantivo (en caso de involucrar más de dos sustantivos) determina el primero o los anteriores.

En hebreo la cadena constructa o secuencia de constructo es llamada «smijút» o «semijút» (apoyatura, apoyo, respaldo).

Luego, la cadena constructa («smijút», «semijút») involucra uno o varios sustantivos en estado constructo (forma generalmente modificada, aunque no siempre, singular o plural, de género masculino o femenino, dependiendo del género del sustantivo), y un sustantivo en estado absoluto (la forma léxica, la que aparece en los léxicos o diccionarios y en los vocabulario, en singular).

Por otro lado, el estado absoluto también puede ser plural y, como el estado constructo, masculino o femenino, dependiendo del género del sustantivo.

Luego, como el sustantivo en estado constructo es determinado por el sustantivo en estado absoluto, el sustantivo en estado constructo es denominado «nismáj» (apoyado, o nombre regido), y el sustantivo en estado absoluto es llamado «nifrád» (separado) o «soméj» (apoyo).

Ahora bien, en virtud de que el sustantivo en estado absoluto («nifrád» o «soméj») es el que determina al sustantivo o sustantivos en estado constructo («nismáj»), el sustantivo en estado constructo jamás lleva el artículo determinado en hebreo, sin que esto signifique que siempre es indeterminado.

En consecuencia, la regla que rige para estos casos es la siguiente: el sustantivo en estado constructo («nismáj») y que jamás ha de llevar el artículo determinado, se ha de considerar determinado si también lo es el sustantivo en estado absoluto («nifrád» o «soméj»), e indeterminado si lo es el sustantivo en estado absoluto.  

Luego, como también es posible que una cadena constructa («smijút», «semijút») esté constituida por un sustantivo en estado constructo que debe asumirse como indeterminado (que es indeterminado) a pesar de lo determinado del sustantivo en estado absoluto; en esos casos el hebreo en lugar de emplear una cadena constructa propiamente dicha, emplea en su lugar dos sustantivos en estado absoluto, grupo sintáctico en el que el segundo (el que ocupa la posición del sustantivo en estado absoluto en una cadena constructa) tiene como prefijo la preposición «le».

Por ejemplo, la expresión «mizmór le-David» (que aparece en el título de 57 Salmos) debe ser traducida «un salmo de David», y no «el salmo de David».

Otro ejemplo lo encontramos en 2 Reyes 22.7, con la frase «naví ladonay» (un profeta del Señor, algún profeta del Señor), y no «el profeta del Señor».  

Pero según Arie C. Leder («Introducción al hebreo bíblico», página 66) y Thomas O Lambdin («Introducción al hebreo bíblico», página 66), incluso la partícula relativa (o conjunción) «ashér» (que, porque, etc.) se puede usar cuando se quiere establecer una relación de genitivo entre un sustantivo indefinido complementado por un sustantivo definido o determinado.

Por otro lado, también es común el empleo del «maquéf» (guión conector, enlazador, conjuntivo) en una cadena constructa.

Como el estado constructo, el «maquéf» también modifica al sustantivo que lo precede y provoca la pérdida de su acento principal.

Esto así porque las palabras unidas por el «maquéf» constituyen una unidad tanto fonética como sintáctica, incluso lógica.  

En resumen, el «maquéf» indica que las dos palabras unidas por éste constituyen una unidad fonética, sintáctica y con una semántica propia.

Ejemplos de una cadena constructa («smijút», «semijút») con la presencia del «maquéf»:

«hijo de adám» («ben-adám»): “hijo de hombre”, “hijo de ser humano” (Números 23.19)

«hijo de Milca» («ben-Milcá»), Génesis 24.15.

Distintas funciones de una cadena constructa («smijút», «semijút»)

La cadena constructa, como veremos con el caso genitivo griego, también puede indicar el atributo de un sustantivo nombre (función adjetival, descriptiva).

Por ejemplo, la frase «ish shalóm» constituye una cadena constructa («smijút», «semijút») en la que el sustantivo «ish» (hombre) está en estado constructo, y el sustantivo «shalóm» (paz) está en estado absoluto.

Luego, la expresión «ish shalóm» no debería traducirse «hombre de paz», sino más bien: «hombre pacífico».

La cadena constructa hebrea también puede indicar un genitivo objetivo (de objeto directo, que funciona como un objeto directo) y un genitivo subjetivo (de sujeto, que funciona como sujeto).

Cuando el genitivo funciona como sujeto (genitivo subjetivo), indica que el sustantivo en caso genitivo actúa como sujeto, y cuando el genitivo funciona como objeto directo (genitivo objetivo), indica que el sustantivo en caso genitivo actúa como objeto directo.

Una manera de ilustrar la idea del genitivo subjetivo (que funciona como sujeto) y la idea del genitivo objetivo (que funciona como objeto directo) es analizando la expresión «el amor de Cristo» (2 Corintios 5.14).

En tal sentido, la frase «el amor de Cristo», asumido como un genitivo subjetivo, indica el amor con que Cristo ama (el amor que procede de Cristo); pero asumida como un genitivo objetivo, señala el amor con que se ama a Cristo (el amor que recibe Cristo).     

Consecuentemente, la expresión «Moshé éved Adonay» (YHVH; Josué 1.1), asumida como un genitivo subjetivo, indica que Moisés es el siervo escogido por el Señor (que pertenecía al señor); pero asumida como un genitivo objetivo, señala a Moisés como el siervo que servía al Señor.

Finalmente y, a continuación, dos consejos muy útiles para la traducción de una cadena constructa hebrea («smijút», «semijút»):

En primer lugar, antes de inclinarse por una traducción simplista empleando la preposición «de», es preciso precisar la relación que tienen las palabras que componen una cadena constructa («smijút», «semijút») en un determinado contexto.

Por supuesto, el traducir siempre toda cadena constructa hebrea empleando la preposición «de», parece ser el resultado de la aplicación de la ley del mínimo esfuerzo, y la vía de evitarse ciertos inconvenientes en el proceso de exégesis e interpretación bíblica.

En segundo lugar, es preciso evitar el error de intercambiar los papeles o la función sintáctica que desempeña cada sustantivo en la cadena constructa.

En otras palabras, hay que estar en guardia para evitar que, erróneamente por cierto, se asuma como en estado constructo el sustantivo en estado absoluto y  viceversa.

Por ejemplo, la cadena constructa «ish shalóm» (hombre de paz, hombre pacífico), no puede ser asumida y traducida «paz de hombre» (paz humana).

Esto así porque en la cadena constructa «ish shalóm», la palabra «hombre» («ish») está en estado constructo, y no la palabra «paz» («shalóm»), que en realidad está en estado absoluto.   

Luego, traducir erróneamente «paz de hombre» (“paz humana”), supone caer en el error de asumir la palabra «paz» («shalóm») en estado constructo, y la palabra «hombre» («ish») en estado absoluto, cuando en realidad en el hebreo es todo lo contrario.  

Otro interesante ejemplo lo constituye la cadena constructa que representa la frase «ish davár»: «hombre de palabra» (hombre responsable, de honor): «ish» en estado constructo, y «davár» en estado absoluto.

Consecuentemente, la cadena constructa «ish davár» no puede ser asumida como «dévar-ish»: «palabra de hombre» (palabra humana); «ish» en estado absoluto, y «davár» en estado constructo.

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Análisis de los relatos del nacimiento de Jesús (Mateo y Lucas) a la luz de la “Crítica o historia de las formas”

 Análisis de los relatos del nacimiento de Jesús (Mateo y Lucas) a la luz de la “Crítica o historia de las formas”

Un artículo publicado once años atrás

 Héctor B. Olea C.

Una vez que hemos tratado de arrojar luz sobre la primitiva proclamación cristiana y los inicios de una verdadera cristología del NT, poniendo bajo cuestionamiento la aparición de los relatos de la concepción al principio de los evangelios de Mateo y Lucas (como si la idea del mesianismo de Jesús y filiación divina haya comenzado por estos); pienso que estamos listos para pasar a considerar los relatos de la concepción de Mateo y Lucas, a la luz de la llamada «Crítica de las formas».  

¿En qué consiste la «Crítica de las formas»?

Una definición que vamos asumimos en este trabajo es la que nos da el biblista Gerhard Lohfink en su muy conocida obra «Ahora entiendo la Biblia», cito: “La crítica de las formas consiste simplemente en el descubrimiento y descripción de las manifestaciones orales o escritas que han pasado en formas fijas, estereotipadas, al lenguaje corriente y a la literatura, y en la determinación de su intención literaria y de su contexto histórico-existencial (Sitz im Leben)” (página 39). 

La importancia de la Crítica de las formas podemos explicarla de la manera siguiente:

“En el campo bíblico el análisis de los géneros y las formas es sumamente necesario para no levantar falsas expectativas ante los textos, para comprender la situación que dio origen a los mismos y para captar sus mensajes antiguos y actuales.”

“Se han cometido crasos errores por desconocer las peculiaridades de ciertos moldes bíblicos. Durante siglos la iglesia se ha peleado con los científicos por tomar el primer relato de la creación del Génesis como información científica al estilo de una página de un libro de paleontología o biología; en vez de comprender su mensaje teológico esencial.” 

“Muchas personas y sectas han construido cronogramas de la historia del fin del mundo por desconocer el lenguaje apocalíptico y tomar en sentido literal lo que ese lenguaje dice con imágenes, visiones, cálculos y mensajes en clave simbólica” («Métodos exegéticos», página 127, René Kruger, Severino Croatto y Néstor Míguez).

Volviendo a Gerhard Lohfink, este plantea que al observar los detalles y el esquema del anuncio del nacimiento de Juan el bautista y el anuncio del nacimiento de Jesús, se percibe que tales relatos obedecen rigurosamente a un esquema único conocido como “esquema de anunciación” (Obra citada, página 166).

Las partes de dicho esquema son:

1) Aparición de un ser celeste

2) Anuncio del nacimiento de un hijo

3) Imposición del nombre

4) Revelación de su futuro

Ahora bien, aunque una lectura superficial no lo ponga en evidencia, una lectura atenta pone de manifiesto que este molde es tomado de la Biblia Hebrea, AT, Tanaj por los evangelistas. Tres ejemplos bastarán para confirmar e ilustrar perfectamente el uso habitual de este molde.

Primer ejemplo: el anuncio del nacimiento de Ismael. Vayamos a Génesis 16.7-12. Observemos las partes.

1) Aparición de un ser celeste: Génesis 16.7.9 “Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de Shur. 8Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. 9Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano.

2) Anuncio del nacimiento de un hijo: Génesis 16.10-11a “10Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo…

3) Imposición del nombre: Génesis 16.11b “…y llamarás su nombre Ismael

4) Revelación o indicación de su futuro: Génesis 16.12 “Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará.

Segundo ejemplo: el anuncio del nacimiento de Isaac. Vayamos a Génesis 17.15-19. Observemos las partes.

1) Aparición de un ser celeste: Génesis 17.15 “15Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre.

2) Anuncio del nacimiento de un hijo: Génesis 17.16-19a “16Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. 17Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? 18Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. 19Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo.

3) Imposición del nombre: Génesis 17.19b “y llamarás su nombre Isaac

4) Revelación o indicación de su futuro: Génesis 17.19c “y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.

Tercer ejemplo: el anuncio del nacimiento de Sansón. Consideremos a Jueces 13.1-5.

Observemos las partes.

1) Aparición de un ser celeste: Jueces 13.1-3a “1Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de los filisteos por cuarenta años. 2Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y nunca había tenido hijos. 3A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos.

2) Anuncio del nacimiento de un hijo: Jueces 13.3b-5a “pero concebirás y darás a luz un hijo. 4Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda. 5Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo.

3) Imposición del nombre: Faltó este único elemento. En todo caso, es preciso poner de relieve que quien le impone el nombre a Sansón no es su padre (Manoa), sino su madre (a quien curiosamente el relato no identifica con su  nombre, sino simplemente como “la mujer de Manoa”) Jueces 13.24 (compárese Lucas 1.31).

4) Revelación o indicación de su futuro: Jueces 13.5b “y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.

Analicemos ahora el relato del anuncio del nacimiento de Juan el bautista. Vayamos a Lucas 1.11-17. Observemos las partes.

1) Aparición de un ser celeste: Lucas 1.11-13a “. 10Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. 11Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso. 12Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor. 13Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída.

2) Anuncio del nacimiento de un hijo: Lucas 1.13b “Y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo.

3) Imposición del nombre: Lucas 1.13c “Y llamarás su nombre Juan.

4) Revelación o indicación de su futuro: Lucas 1.14-17 “14Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; 15porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 16Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos. 17E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

Analicemos ahora el relato del anuncio del nacimiento de Jesús.

En primer lugar, consideremos el relato de Mateo, y en un segundo momento el relato de Lucas. Vayamos, pues, a Mateo 1.20-23.

1) Aparición de un ser celeste: Mateo 1.20 “0Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

2) Anuncio del nacimiento de un hijo: Mateo 1.21a “21Y dará a luz un hijo.

3) Imposición del nombre: Mateo 1.21b “Y llamarás su nombre JESÚS.

4) Revelación o indicación de su futuro: Mateo 1.21c “Porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

Consideremos ahora el relato del anuncio del nacimiento de Jesús en Lucas 1.26-33.

Observemos las partes.

1) Aparición de un ser celeste: Lucas 1.26-30 “26Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

2) Anuncio del nacimiento de un hijo: Lucas 1.31a “31Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo.

3) Imposición del nombre: Lucas 1.31b “Y llamarás su nombre JESÚS.

4) Revelación o indicación de su futuro: Lucas 1.32-33 “32Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

En conclusión, después de analizar el “esquema de anunciación”, quiero concluir citando algunas palabras de Gerhar Lohfink:

“Del carácter constructivo y esquemático del relato de la anunciación hemos inferido que no se trata en primera instancia de referir a un hecho, sino de dar una interpretación y explicación… lo se quiere interpretar y aclarar es la personalidad de Jesús, su ser y su ministerio. Tenemos ante los ojos una narración cristológica, que viene a decir  que el  niño concebido por María será llamado Hijo del Altísimo. En otros términos, la narración confiesa que Jesús es el Hijo de Dios. Todas estas afirmaciones son los dogmas, las profesiones de la fe pospascual sobre la persona de Jesús.” («Ahora entiendo la Biblia», páginas 172 y 174).

Otro detalle que al final también Gerhad Lohfink nos invita a considerar es el elemento de la aparición de un ángel tanto en el relato de Mateo como en el de Lucas.

En el relato de la anunciación de Lucas tenemos tres textos que mencionan la aparición de ángeles: Lucas 1.11, 26, 28; 2.9. Lo curioso es que también el relato de Mateo incluye tres intervenciones angelicales: Mateo 1.20; 2.13, 19. No obstante, el asunto se torna problemático cuando notamos que en el relato de Lucas los ángeles se manifiestan en forma corporal, mientras que en el relato de Mateo los ángeles intervienen en forma onírica, es decir, en sueños. ¿Por qué esta diferencia?   

No olvidemos que según Mateo (1.20) un ángel (mensajero celestial) se le aparece a José (no menciona el encuentro de un ángel con María). Pero según Lucas (1.26-38), un ángel, pero llamado Gabriel, se le aparece a María (no menciona una aparición o encuentro del mismo ángel u otro, con José).

 Además, mientras que Mateo no le reconoce nombre al ser angelical, sino que se refiere a él simplemente como “un ángel del Señor”, en cambio, Lucas, por un lado, en dos ocasiones habla de “un ángel del Señor”, igual que Mateo (Lucas 1.11; 2.9), pero, por otro lado, en cuanto al ser angelical que se le apareció específicamente a María, lo nombra como “Gabriel” (Lucas 1.26).

Gerhard Lohfink nos recuerda que también esta diferencias en la descripción de la participación angelical en los dos relatos en cuestión, también se ajusta a formas literarias de la Biblia Hebrea (AT, Tanaj). Ejemplos de la mención de un ser angelical manifestándose en forma corporal son: Génesis 16.7; Éxodo 14.19; Números 22.24. Ejemplos del encuentro con un ser angelical en sueño son: Génesis 31.11 (compárese Génesis 31.24; Números 12.6; 1 Reyes 3.5).

Por consiguiente, afirma Lohfink, “haremos bien en dejando en suspenso todas las cuestiones históricas que provocan las narraciones de este género, para concentrarnos en sus auténticas afirmaciones” (Página 180), así de sencillo.

 

 

Curso de griego koiné (bíblico) de actualización y profundización (2do año), inscripciones abiertas


Curso de griego koiné (bíblico) de actualización y profundización (2do año)

Modalidades: Online y virtual

Un curso dirigido a las personas que ya poseen cierto conocimiento del griego koiné y que desean actualizar y fortalecer sus competencias: 1) el campo del análisis gramatical (morfosintáctico) de las formas nominales y verbales, 2) en el análisis de la sintaxis de la oración simple y compuesta, y 3) fortalecer y consolidar sus habilidades en el campo de la traducción y exégesis de textos de la koiné bíblica (LXX y NTG). 

Duración: Un año (doce meses, cuatro trimestres)

Inicio: miércoles 5 de enero.

Día y horario (vía Zoom): miércoles 8:00 a 10:00 PM (hora de Rep. Dom. y PR); 9:00 – 11:00 PM (Chile y Buenos Aires). 7:00 – 9:00 PM (Colombia, Perú y ciertas regiones de México).

Todas las clases quedan grabadas y disponibles para el estudiante durante todo el curso.

Nosotros proporcionamos toda la bibliografía (digital PDF) del curso sin costo adicional.

Al terminar el curso la persona recibirá un certificado del Instituto Dominicano de Ciencias Bíblicas IDCB. 

¡Inscripciones abiertas! ¡Todavía estás a tiempo!

Información y matriculación en el siguiente enlace:

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La palabra «eudokías» en Lucas 2.14, cursos de griego bíblico online y virtuales

 

La palabra «eudokías» en Lucas 2.14

Muy a propósito de nuestro cursos de griego online y virtuales

 Héctor B. Olea C.

El que desde el punto de vista de la crítica textual la palabra «eudokia» en nominativo no sea favorecida (“buena voluntad para con los hombres, RV 1960), no significa que el traducir en genitivo «eudokias» (lectura favorecida por la crítica textual) «de buena voluntad», resuelva el problema.

La cuestión es que, desde el punto de vista gramatical, el genitivo «eudokías» puede ser asumido de tres maneras (más bien dos, pues dos son equivalentes):

Una posibilidad es que el genitivo «eudokías» pueda ser asumido como un genitivo de cualidad, atributivo o cualitativo, un genitivo hebreo: «entre los hombres que tienen buena voluntad», «entre los hombres agradables», «entre los hombres benevolentes».

Una segunda posibilidad consiste en asumir el genitivo «eudokías» como un genitivo subjetivo (que funciona como sujeto), apuntando a la buena voluntad con que actúan los hombres (que tienen los hombres): «entre los hombres que actúan con buena voluntad (entre los hombres que tienen buena voluntad»).

Por supuesto, coincide la idea del genitivo subjetivo con la idea del genitivo atributivo,  cualitativo, de cualidad, adjetivo.

Una tercera posibilidad consiste en asumir a «eudokías» como un genitivo objetivo, un genitivo que funciona como un objeto directo: «entre los hombres que reciben buena voluntad», «entre los hombre que reciben un trato agradable». 

En consecuencia, no es posible estar seguros por cuál genitivo se han inclinado o decantado las versiones de la Biblia que en Lucas 2.14 han traducido «entre los hombres de buena voluntad».

En todo caso, Bruce Metzger y Raimond E. Brown argumentan en favor de un genitivo objetivo, en la siguiente manera:   

Afirma Metzger: “Antes de que fueran descubiertos los manuscritos del Mar muerto, solía argumentarse que en hebreo la expresión “hombres de buena voluntad” (de Dios) era una expresión insólita, cuando no imposible. Pero ahora que se han encontrado en hebreo expresiones equivalente en varios himnos de Qumrán los hijos de su buena voluntad (de Dios) y los elegidos de su buena voluntad (de Dios) tal expresión puede considerarse como una construcción legítimamente semítica en una sección de Lucas que se caracteriza por construcciones de este tipo (caps. 1 y 2)” («Un Comentario textual al Nuevo Testamento Griego», 2006).

Y en la misma línea va Raymond E. Brown cuando afirma: “El genitivo eudokías está apoyado por los mejores manuscritos griegos y por las versiones latina y sahídica. Los manuscritos del Mar Muerto nos han proporcionado paralelos en hebreo (bené resonó) «hijos de su buena voluntad» y en arameo (enos reuteb) «un hombre de su buena voluntad» («El Nacimiento del Mesías», Cristiandad, página 423, 1982).

Por supuesto, favorecen Metzger y Brown que «eudokías» sea asumido como un genitivo objetivo cuando al citar la evidencia encontrada en Qumrán, es evidente que en la expresión «hijos de la buena voluntad de Dios», la frase «de Dios» se está empleando como un genitivo subjetivo: «la buena voluntad con que Dios los trata».

Finalmente, entre las versiones que han traducido empleando el genitivo «eudokías», pero sin saber uno si lo han asumido como un «genitivo subjetivo» o «atributivo» (la buena voluntad con que actúan los hombres, la buena voluntad que exhiben) o si como un «genitivo objetivo» (la buena voluntad con que Dios los trata, la buena voluntad que reciben de Dios), están: «La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras»: “Gloria en las alturas a Dios, y sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad.”

En esta misma línea tradujeron las siguientes versiones de la Biblia: «Reina Valera Actualizada 1989», «Reina Valera Actualizada 2015», «Biblia Kadosh», «Todos los evangelios» (traducción íntegra dirigida por Antonio Piñero), etc.

Entre las versiones que han traducido el genitivo «eudokías» como un «genitivo objetivo», están: «La Biblia Straubinger» («Straubinger Biblia comentada»): “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres (objetos) de la buena voluntad.”

En esta misma línea también tradujeron las siguientes versiones: «Biblia de Jerusalén Latinoamericana», «Nueva Traducción Viviente (NTV)», «Biblia de Jerusalén 1998», «Reina Valera Contemporánea 2011», etc.

Muy a propósito de nuestros cursos online y virtuales de lenguas bíblicas.

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«Llamará» (ella), «llamarás», «llamarán», Isaías 7.14 y el Nuevo Testamento, cursos de lenguas bíblicas

«Llamará» (ella), «llamarás», «llamarán»

Isaías 7.14, Mateo 1.21, 23 y Lucas 1.31 en el centro de esta cuestión

Cuestiones de intertextualidad, lingüística y traducción bíblica

Héctor B. Olea C.

Si bien no siempre será posible que la persona exégeta pueda tener un indiscutible dominio de la gramática de la lengua hebrea y de la gramática de la lengua griega al mismo tiempo y en la misma calidad y proporción (por muchas razones, por supuesto); no es menos cierto que tener dicha competencia sitúa a la persona exégeta en una posición especial, privilegiada y hasta envidiable.  

Esto así porque tiene la potestad de ver tanto el texto hebreo como el griego con sus propios ojos, y poder analizarlo morfosintácticamente de una manera directa, por sí misma, y en un mismo nivel de calidad, amplitud y profundidad.   

En tal sentido y, a la manera de ilustración, quiero poner de relieve una interesante situación relacionada con la intertextualidad que involucra el texto de Isaías 7.14, Mateo 1.21, 23,  y Lucas 1.31 en relación al verbo “llamar”, “poner nombre”, “nombrar”.

En todo caso, lo primero que hay que poner de relieve es que para Isaías 7.14, en su debido contexto histórico y vital, el padre del niño no es José, sino el rey Acaz (hebreo y griego: «Ajaz»), la madre no es María, sino la esposa del rey Acaz, y el niño no es Jesús, sino Ezequías

Pues bien, el texto de Isaías 7.14, según la versión Reina Valera 1960, dice: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y «llamará» su nombre Emanuel”.

Como podemos observar, la forma verbal «llamará» está en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, tercera persona del singular (sin marca de género en español). Por otro lado, respecto del sujeto de dicha forma verbal, pienso que no debe haber problemas en admitir que es la joven madre del niño (“ella dará a luz un hijo y le pondrá nombre”).

Luego, en lo que al texto hebreo respecta, la forma verbal que está detrás de la traducción «llamará» es «ve-qarát», una forma verbal «ve-qatál» o «ve-paál», un «perfecto conversivo», o sea, una forma verbal en estado perfecto o «qatál» con la «ve» conversiva y que le da el valor del imperfecto o «yiqtól», de la tercera persona femenina singular: «ve-qarát» (forma irregular, la forma regular es «qareáh»): «y ella llamará».

En realidad la forma hebrea «ve-qarát» corresponde a la segunda persona femenina singular, y tal vez sea la razón que expliqué el que la versión griega haya traducido aquí con la segunda persona del singular: «kaléseis» (“llamarás”).

En lo que respecta a la versión griega (Septuaginta, Los LXX), como ya dijimos, ésta tradujo la forma verbal «ve-qarát» con la forma verbal «kaléseis» (“llamarás”).

Consiste «kaléseis» (“llamarás”) en una forma verbal en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, de la segunda persona del singular (sin marca de género), del verbo  «kaléo» (nombro, llamo, pongo nombre).

Consecuentemente, sugiere el texto griego (Septuaginta, LXX) que sería Acaz la persona que nombraría al niño y no la madre.

En todo caso, llama la atención que la traducción de la Septuaginta que hizo Junemann tradujo a Isaías 7.14 en conformidad al texto hebreo y no en conformidad al texto griego (a pesar de ser precisamente una traducción de la Septuaginta, del texto griego, y no del texto hebreo), cito: “Por esto dará el Señor mismo a vosotros una señal: He aquí la virgen en vientre concebirá y parirá hijo, y «llamará» su nombre Emmanuel”.

En lo que respecta al Evangelista Mateo, no es posible perder de vista que el mismo usa el verbo «llamar» en dos formas distintas.

En primer lugar, cuando trata de explicar la razón por la que el niño será llamado «Jesús» (Mateo 1.23), como complimiento de lo dicho por el profeta, emplea el verbo «llamar» («kaléo») en la tercera persona del plural («kalésusin»), y no en conformidad a la versión griega que en realidad empleó el verbo «llamar» en la segunda persona del singular («kaléseis»).

Por supuesto, parece sugerir Mateo 1.23 que el pueblo salvado por el niño será el que lo nombrará o llamará «Jesús» (salvador, salvación), y por eso emplea el verbo «llamar» («kaléo») en la tercera persona del plural («kalésusin»: “llamarán”).

En segundo lugar, en el mensaje del ángel o mensajero celestial a José (en sueños), Mateo sí emplea el verbo «llamar» en la segunda persona del singular en perfecta armonía con la versión griega, o sea, «kaléseis» (tú llamarás, nombrarás.

Por supuesto, se comprende aquí el uso de la segunda persona del singular porque José es el receptor del mensaje del ángel o mensajero celestial, es la segunda persona y quien nombraría al niño: «y ella (María) dará a luz un hijo, y tú, José, lo nombrarás o llamarás “Jesús”».  

Por otro lado, en lo que respecta al texto griego de Lucas 1.31, es preciso poner de relieve que el Evangelista Lucas empleó el verbo «llamar» en tiempo futuro, voz activa, modo indicativo, en la segunda persona del singular, «kaléseis»: «llamarás», en perfecta armonía con la versión griega, como Mateo 1.21, pero teniendo como sujeto gramatical y responsable de dicha acción verbal a María, y no a José como en Mateo.

Por supuesto, para el relato del Evangelista Lucas, es María (y no José como en Mateo) la segunda persona y la que recibe el mensaje del ángel o mensajero celestial: «tú concebirás y darás a luz un hijo, y tú misma lo llamarás “Jesús”».   

Finalmente, a pesar de cualquier conjetura teológica y conciliadora que podamos hacer, en definitiva y en términos exegéticos, varias cosas son seguras e indiscutibles:

En primer lugar, según el texto hebreo de Isaías 7.14, la joven madre (no virgen, y en el contexto histórico del pasaje, esposa del rey Acaz), es la persona que nombraría al niño (el verbo «llamar» en la tercera persona femenina singular: “ella llamará”).

En segundo lugar, según la Septuaginta, Acaz sería la persona que le pondría el nombre al niño (el verbo «llamar» en la segunda persona singular: «kaléseis»: “tú llamarás”).

En tercer lugar, en la relectura cristológica que hacen Mateo y Lucas de Isaías 7.14, tenemos una situación complicada e insoluble: por un lado y, según Mateo, en primer lugar, sería José el que nombraría “Jesús” al niño (el verbo «llamar» en la segunda persona del singular: «kaléseis»: “tú, José, lo llamarás”), Mateo 1.21; en segundo lugar, sería el pueblo que, asumiendo al niño nacido como su salvador, quien lo nombraría “Jesús” (el verbo «llamar» en la tercera persona plural: «kalésusin»: “llamarán”), Mateo 1.23; pero según Lucas (1.31), sería María, la madre, la que nombraría al niño (el verbo «llamar» en la segunda persona singular: («kaléseis»: “tú, María, lo llamarás”).  

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