Unas observaciones breves,
puntuales, pero muy necesarias
Aplicar la pronunciación reucliniana en la enseñanza del griego koiné y del griego clásico, no hace moderno al griego koiné ni al griego clásico ni hace mejor a dicho estudio o curso.
Aplicar la pronunciación del hebreo moderno en la enseñanza del hebreo clásico (bíblico), no lo hace moderno (no hace moderno al hebreo clásico) ni hace mejor a dicho estudio o curso.
Consecuentemente, la calidad de un curso de lenguas bíblicas (hebreo clásico y griego koiné principalmente), no radica en el empleo de la pronunciación contemporánea de ambas lenguas (pues no son lenguas muertas); sino y más bien en si proporcionan los recursos indispensables (teóricos y prácticos) para el riguroso y acertado análisis gramatical o morfosintáctico de los textos en que se sustentan las lenguas bíblicas (como lenguas de corpus), análisis fundamental para la acertada exégesis y traducción de los textos bíblicos.
Dos casos a manera de ilustración:
Primer caso (en el marco de la lengua hebrea)
La expresión «nuestro Dios» (o «Dios nuestro»), puede considerarse la traducción de la expresión hebrea «elojénu» («elohénu») o «elojéynu» («elohéynu»); sin embargo, muy a pesar de la pequeña pero notable diferencia en lo que a la fonética se refiere (dependiendo de cuál sistema de pronunciación se emplee), desde el punto de vista morfológico (lo verdaderamente importante y fundamental para la exégesis y traducción) resulta innegociable la conclusión de que la frase en cuestión está conformada por el sustantivo «elojím («elohím») con la morfología del constructo plural más el sufijo nominal de la primera persona común (masculina y femenina) plural («nu»).
Observación: Considérese la presencia del constructo del sustantivo «elojím («elohím»), o sea, («eloje» o «elojey»), y la presencia de la expresión «elojénu» («elohénu») o «elojéynu» («elohéynu») en Éxodo 3.18.
En consecuencia, fuera de un contexto que permita eliminar la ambigüedad en lo relativo a si el sufijo «nu» está haciendo referencia específicamente a la primera persona masculina plural (de nosotros) o si a la primera persona femenina plural (de nosotras); la expresión «elojénu» («elohénu») o «elojéynu» («elohéynu») puede ser traducida como «nuestro Dios» (el Dios de nosotros), o bien «el Dios de nosotras».
Segundo caso (en el marco de la lengua griega)
La frase «la voz» (o «el sonido», en caso nominativo singular), puede considerarse una traducción acertada de la expresión «je foné» (pronunciación erasmiana) o de la frase «i foní» (pronunciación reucliniana).
No obstante, desde el punto de vista del análisis morfológico y sintáctico, no es admisible una conclusión distinta a la que establece que «je foné» (pronunciación erasmiana) o «i foní» (pronunciación reucliniana), consiste en una expresión compuesta por el artículo definido («je» o «i») más el sustantivo «foné» (pronunciación reucliniana) o «foní» (pronunciación reucliniana), un sustantivo de género femenino de la primera declinación, en caso nominativo singular.
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