La palabra “Biblia” no es bíblica
Muy a pesar de la «Traducción en lenguaje
actual» (TLA)
Héctor B. Olea C.
A pesar de lo que dicen
muchas fuentes (situación que está cambiando), la palabra «Biblia» morfológicamente
y de manera directa no viene de la palabra griega «bíblos» (libro), sino más bien de «biblíon» (originalmente “librito”), aunque
en lo que a su carga semántica se refiere, si deriva directamente de «bíblos».
En realidad la palabra griega «biblíon» (“librito”) es un
diminutivo de «bíblos», de género neutro y de la segunda declinación, mientras
que «bíblos» es de género femenino, si
bien también de la segunda declinación, lo que explica que tenga una morfología
similar a la de los sustantivos de género masculino de la segunda declinación.
Luego, lo interesante es que el
caso nominativo y el acusativo plural de «biblíon» es «biblía»
(“libros”, originalmente “libritos”), forma prácticamente igual a la
castellana «Biblia», pero
acentuada en una sílaba diferente.
Ahora bien y, como nota al
margen, es preciso decir que con la palabra «caso» se hace referencia a las
formas que adopta el nombre mediante flexión, según la función que desempeñe en
la frase u oración. Los «casos» de la flexión nominal griega son cinco: nominativo,
vocativo, genitivo, dativo, y acusativo.
En tal sentido, por regla
general el «nominativo» es el caso del sujeto, de la aposición y del atributo
en el predicado nominal (y del llamado “nominativo pendens”). El «acusativo» es
por lo general el caso del objeto directo (si bien hay unos cuantos verbos que
son complementados con el genitivo y otros con el dativo).
Retomando, pues, nuestro tema
central, la palabra castellana «Biblia»
es bisílaba y grave (cuya sílaba tónica es la penúltima sílaba),
pero la forma del nominativo y acusativo plural de la palabra griega «biblíon», «biblía» (con el acento y tilde en la “i” de «blía» que rompe el
diptongo, y la convierte en trisílaba (/bi/-/blí/-/a/, como en /fi/-/lo/-/so/-/fí/-/a/),
aunque continua siendo grave.
Por supuesto, es preciso
puntualizar que la palabra griega «biblía»
es de tres sílabas, y diferencia de lo que ocurre con la transliteración
castellana de la misma, no hay diptongo en la palabra griega.
Luego, respecto de la
tradición bíblica, a lo que a la traducción griega de la Biblia Hebrea se
refiere, la expresión «biblía» (con
el artículo definido: «ta biblía»),
no se encuentra dentro de lo que la mayoría de los cristianos protestantes
llaman “canon del AT o de la Biblia Hebrea”.
La expresión griega «biblía» se usa en la Septuaginta en
una única ocasión, y es en 1 Macabeos 12.9 (libro apócrifo para la mayoría de
los protestantes, pero “deuterocanónico” según la nomenclatura de la iglesia
católica).
Los libros «deuterocanónicos» (nombre
más apropiado desde el punto de vista académico) pueden ser leídos en la
llamada «Biblia de Jerusalén» (y otras), así como en la Versión Popular Dios
Habla Hoy de Estudio, también en las ediciones de la Biblia en Versión Popular
que se identifican como “interconfesionales”, las cuales avisan al lector y
lectora de su contenido con la frase: “con los deuterocanónicos”.
Cito, pues, ahora, el texto de
1 Macabeos 12.9: “Aunque nosotros
no tenemos necesidad de estas cosas, pues buscamos nuestro apoyo en los libros
sagrados que poseemos”.
Aquí la frase «libros sagrados»”
es la traducción de la expresión griega «ta biblía ta jáguia».
En lo que respecta al llamado
Nuevo Testamento, se encuentra la palabra «biblía» en Juan 21.25, cito: “Y hay también otras muchas cosas que hizo
Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo
cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.”
Aquí
la frase «los libros que se habían de escribir» es la traducción de la
expresión griega «ta grafómena biblía»,
literalmente “los libros escritos”.
También encontramos la palabra
«biblía» en 2 Timoteo 4.13:
“Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros,
mayormente los pergaminos”.
Aquí «los libros» es la traducción de la expresión griega «ta
biblía».
Finalmente, también
encontramos la palabra «biblía» en
Apocalipsis 20.12: “Y vi a los
muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros («biblía») fueron abiertos, y otro libro («biblíon») fue abierto, el cual es el libro
de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en
los libros («tois biblíois»),
según sus obras”.
Ahora bien, a pesar de que la
palabra “Biblia” (y el concepto que actualmente se tiene de la Biblia) no es
bíblica, es decir, que no se usa ni se la encuentra en la Biblia misma; no
obstante, hay una versión de la Biblia que muestra un caso muy curioso e interesante.
Resulta que la «Traducción en lenguaje
actual» (conocida originalmente como «Biblia en lenguaje sencillo», como se
conoció originalmente la publicación sólo del Nuevo Testamento en el año 2000,
y que posteriormente se publicaría como Biblia completa, pero con el nombre de
«Biblia para todos, traducción en lenguaje actual», para el año 2002, por las
Sociedades Bíblicas Unidas); usa la palabra «Biblia» tanto en la traducción de la Biblia Hebrea (AT) como en la
traducción del Nuevo Testamento.
En lo que respecta a la
traducción de la Biblia Hebrea, leemos la palabra «Biblia» en Jeremías 2.8 y 8.8, cito:
“Los sacerdotes nunca preguntaron por
mí, los maestros de Biblia jamás me conocieron, los dirigentes
pecaron contra mí, y los profetas no hablaron en mi nombre. Todos ellos
siguieron a otros dioses que no sirven para nada, y en nombre de ellos hablaron”
(Jeremías 2.8).
“¿Cómo se atreven ustedes a decir que son
un pueblo inteligente y que me obedecen? ¡Hasta los maestros enseñan mentiras,
y luego andan diciendo que así dice la Biblia!”
(Jeremías 8.8).
En
tal sentido, es preciso decir que la «Traducción en lenguaje actual» ha
empleado la palabra «Biblia» aquí como traducción
de la palabra hebrea «Torá»
(instrucción, jamás «Biblia»),
la cual fue traducida por la Septuaginta en los dos pasajes citados con la palabra
griega «nómos» (ley, jamás «Biblia»).
En lo que respecta al Nuevo
Testamento, pasajes emblemáticos donde la «Traducción en lenguaje actual» también empleó la palabra «Biblia», son, entre otros: Mateo 4.4; Juan
5.39 y 2 Timoteo 3.16, cito:
Mateo
4.4 “Jesús le contestó: —La Biblia dice:
“No sólo de pan vive la gente; también necesita obedecer todo lo que Dios
manda.”
Juan
5.39 “Ustedes estudian la Biblia con mucho cuidado porque
creen que así alcanzarán la vida eterna. Sin embargo, a pesar de que la Biblia habla
bien de mí.”
2
Timoteo 3.16 “Todo lo que está escrito en
la Biblia es el mensaje de Dios, y es útil para enseñar a la
gente, para ayudarla y corregirla, y para mostrarle cómo debe vivir.”
Consecuentemente, si bien es
improcedente y desacertado el empleo aquí de la palaba «Biblia» en los tres pasajes citados, como en
cualquier otro texto de la tradición bíblica; quiero detenerme y reflexionar un
poco sobre Juan 5.39.
Resulta,
pues, que el empleo de la
palabra «Biblia» en Juan 5.39,
como en cualquier texto bíblico, constituye un inadmisible anacronismo. La
razón básica es que para el tiempo de Jesús, todavía los judíos no habían
llegado al consenso que arribaron hacia finales del segundo siglo de nuestra
era respecto de los libros que definitivamente comprenderían el canon del Tanaj
(el Antiguo Testamento hebreo, la «Biblia hebrea»).
En honor a la verdad, las
discusiones en torno al canon hebreo (sin la participación cristiana) continuaron
hasta finales del siglo II de nuestra era cuando por fin se estableció el
consenso y la lista definitiva de los libros asumidos como canónicos.
Otra razón es que la palabra
griega «grafé», sustantivo femenino
empleado aquí en el caso acusativo plural, «tas grafás»: las escrituras), apunta aquí más
bien a la Biblia Hebrea (generalmente identificada por los cristianos como Antiguo
Testamento), y sin incluir el llamado Nuevo Testamento.
Además, es preciso mantener
presente la idea de que el conjunto de “libros sagrados” para los judíos no
incluye el NT, a pesar de que los cristianos sí reclaman y hacen suyo el canon
hebreo, el llamado AT.
Consecuentemente, mientras que
para los cristianos la «Biblia» abarca
necesariamente los libros de la Biblia Hebrea y los de llamado Nuevo Testamento
(con 66 o 73 libros); para los judíos, lo que se puede llamar «Biblia» jamás habrá de traspasar los límites
que impone el conjunto de libros de la
llamada «Biblia Hebrea» (en
términos cristianos, de Génesis a Malaquías).
Por otro lado, no es posible
perder de vista que para el tiempo de Jesús, en primer lugar, del Nuevo
Testamento no se había escrito ni una sola línea. En segundo lugar, para ese
tiempo la palabra «Biblia» no
existía como tal, como la conocemos hoy (sustantivo femenino singular), y mucho
menos con la carga semántica con que actualmente la conocemos y con la cual la
asociamos.
En consecuencia, es
inaceptable, es inadmisible, que la «Traducción en lenguaje actual», así como
cualquier otra versión de la Biblia, use la palabra «Biblia» como traducción de palabra hebrea o griega alguna.
En conclusión, la palabra «Biblia» no es «bíblica» y jamás lo será. En honor a la verdad no
existe palabra alguna que en la tradición textual bíblica tenga la misma carga
semántica que actualmente tiene la palabra «Biblia», principalmente en los ambientes cristianos.
Muy
a pesar de la «Traducción en
lenguaje actual», no se usa ni se
encuentra en la «Biblia» la
palabra «Biblia».
Finalmente,
es preciso decir que fue mucho después de los “tiempos bíblicos”, alrededor del siglo trece
según se cree, cuando la expresión «La Biblia» (sustantivo femenino singular)
comenzó a usarse para referir al conjunto de los libros sagrados del
cristianismo, incluyendo en una sola y específica obra los libros de la Biblia Hebrea
(o Antiguo Testamento) y los libros del llamado Nuevo Testamento, como la conocemos
hoy, como compilación específica y estrictamente cristiana, así de sencillo.