Un análisis
morfológico acertado (en este caso, de una forma verbal), habrá de producir una
traducción acertada; por supuesto, siempre que dicho análisis no sea supeditado
a particulares intereses, siempre y cuando, aunque de manera muy sutil, no se
superpongan al análisis propiamente lingüístico y filológico, otros intereses, así
de sencillo.
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