La cuestión es que en
la lengua griega (bíblica y no bíblica), los verbos no se presentan (forma léxica)
en los léxicos o diccionarios (incluso vocabularios), como en castellano, en
infinitivo (ar, er, ir), sino conjugados: más exactamente, en formas verbales
de la primera persona común singular (yo), tiempo presente, voz activa, modo
indicativo.
Por supuesto, una
situación especial la presentan los llamados «verbos contractos» (verbos que
aparecen en la forma léxica con una terminación o desinencia conformada por la
“omega” precedida por una “alfa”, por una “epsilón”, o por una “omicrón” (“ao”,
“eo”, “oo”). Luego, mientras que la forma léxica se lee, por ejemplo, «agapáo»,
en cambio, la primera persona del singular, tiempo presente, voz activa, modo
indicativo, es más bien: «agapó» (yo amo, quiero), y así respecto del verbo
«filéo» («filó»: yo amo, quiero), y del verbo «pleróo» («pleró»: yo lleno, cumplo),
así de sencillo.
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