Observaciones necesarias desde el
campo de las ciencias bíblicas
Héctor B. Olea C.
No puedo negar que me
molesta, que me enoja cuando veo que ciertas personas descalifican o
privilegian una o varias versiones de la Biblia, sin tener los fundamentos necesarios
para expresar con conocimiento de causa, de manera legítima dicho juicio.
En tal sentido, a la luz
de mi experiencia, de mi trabajo de muchos años en este campo; pienso que la
persona que pretenda expresarse con acierto respecto de cualquier versión de la
Biblia, debería considerar lo siguiente:
En primer lugar, la
persona que piense pronunciarse con acierto, con la aspiración de que su
discurso sea tomado en serio; debería ser una persona con conocimientos sólidos
de los idiomas bíblicos, y por supuesto, del idioma al que se hizo la
traducción.
En segundo lugar, debe estar
al tanto de lo que es la labor de la traducción como labor profesional, y
conocer con propiedad los métodos de traducción aplicados a la Biblia, y en
particular del método empleado en la traducción o versión de la Biblia respecto
de la cual pretende emitir un juicio de valor con acierto.
En tercer lugar, debe
saber que el juicio que se emita sobre una versión o traducción de la Biblia (a
favor o en contra), no debe sustentarse en el previo rechazo o aceptación de
otra versión de la Biblia, no debe tener como fundamento la supuesta o demostrable
calidad de otra versión de la Biblia, la cual asume como marco de referencia
vital.
En realidad, toda
versión o traducción de la Biblia no es más que eso, una versión, y por lo
tanto desde el punto de vista de la labor de traducción, ambas están a un mismo
nivel, y una como la otra ameritan un juicio justo y sustentado en algo más que
meras presuposiciones de la naturaleza que fueren.
En honor a la verdad, el
juicio que se pretenda pronunciar sobre cualquier versión de la Biblia
(absolutamente sobre toda o cualquier versión de la Biblia), deber tener como
fundamento los textos que para la exégesis actual, los textos que para las
ciencias bíblicas, que para la investigación actual se consideran los textos
base para la exégesis, reproducción y traducción la Biblia (AT y NT, Tanaj y
NT).
En todo caso, no es
posible perder de vista que una cosa es la calidad textual, la calidad de los
textos que le sirven de base a una determinada versión de la Biblia, y otra la
calidad de la misma como traducción, como obra de traducción como tal, tanto en
lo particular como en lo general.
En cuarto lugar, debe
estar consciente de que “el tratamiento” de una determinada “doctrina” o “dogma”
no es un factor válido y legítimo, para descalificar o privilegiar cualquier versión
de la Biblia; al menos, no puede ser así desde el punto de vista de las ciencias
bíblicas y el estudio bíblico académico no confesional.
En quinto lugar, debe
ser una persona que dé muestras de que en efecto no es sencillamente una
persona que está repitiendo el cuestionable y desgastado discurso de ciertas
comunidades de fe que, a la luz de sus particulares presuposiciones teológicas,
se expresan a favor o en contra de una determinada versión o traducción de la
Biblia, o al menos sobre la traducción de uno, dos o tres textos bíblicos en
particular en una determinada versión de la Biblia.
En sexto lugar, que en
efecto, una demostrable desacertada traducción de unos, dos o tres textos en
particular no es una evidencia de que tal versión de la Biblia es desacertada
en su conjunto, como tal; consecuentemente, la demostrable acertada traducción
de uno, dos o tres textos en particular tampoco es una evidencia de que dicha
versión de la Biblia es acertada y confiable en su conjunto, como tal, como un
todo.
Insisto, la calidad, las
virtudes y desaciertos de toda, de absolutamente toda versión de la Biblia, es
un asunto a demostrarse caso por caso, y no con base en una declaración general
a favor o en contra.
En séptimo lugar, la
calidad, las virtudes y desaciertos de toda y cualquier versión de la Biblia,
no puede sustentarse, por un lado, en un tipo de razonamiento deductivo, según
el cual la imagen generalizada que tiene una determinada versión o traducción
de la Biblia, es una evidencia suficiente, irrefutable de su calidad en su
conjunto, respecto de la calidad de la traducción de cada texto bíblico en lo
particular.
Por supuesto, tampoco
puede sustentante en un tipo de doble razonamiento inductivo, según el cual y,
por un lado, la acertada traducción de unos textos en particular es suficiente
para esperar o sustentar una supuesta acertada traducción de toda la obra en su
conjunto. Por otro lado, según el cual, la desacertada traducción de unos
cuantos pasajes en particular es una evidencia irrefutable de su mala calidad,
de su cuestionable calidad como un todo, en su conjunto.
Insisto, he demostrado que
una o cualquier versión de la Biblia puede ser la mejor respecto de la
traducción de unos determinados textos bíblicos, pero la peor respecto de la
traducción de otros tantos textos bíblicos. Por eso insisto en que tenemos que
evitar el asumir una actitud prejuiciada, a favor o en contra, de versión de la
Biblia alguna, de toda y cualquier versión de la Biblia.
En suma, no son pocas
las personas que a diario pecan por infamación e injuria cuando se pronuncian
respecto de la calidad (mala o buena) de una determinada versión de la Biblia,
respecto de la traducción de unos, dos o tres textos bíblicos en una
determinada versión de la Biblia; así de sencillo.