Importancia del análisis estadístico en la exégesis bíblica, un caso concreto



Importancia del análisis estadístico en la exégesis bíblica

Un caso concreto

Héctor B. Olea C.

La importancia del análisis estadístico para la exégesis bíblica, consiste en que permite constatar, con una facilidad asombrosa, la veracidad o falsedad de ciertas afirmaciones relativos a la tradición textual bíblica.

Por ejemplo, recientemente, en virtud de la publicación de mi más reciente artículo (sobre la traducción de la frase «monoguénes zéos» en Juan 1.18), un contacto, hermano, amigo y alumno, tuvo a bien poner de relieve una muy errada afirmación que escuchó de la boca de una persona identificada como «apologista».

En tal sentido, según el referido apologista, la palabra (adjetivo) «monoguenés» sólo se usa en la tradición textual bíblica, para identificar a Jesús, en relación a Jesús, como atributo cristológico.

Sin embargo, lo erróneo de esta afirmación sale a flote y de inmediato, cuando analizamos estadísticamente la presencia de la palabra «monoguenés» en la Septuaginta y en el Nuevo Testamento Griego.

En efecto, la palabra «monoguenés» se encuentra en la Septuaginta (la clásica versión griega de la Biblia Hebrea) en catorce (14) ocasiones, entre estas: Jueces 11.34; Oda 14.13; Salmo 21.21 (BH 22.21); 24.16 (BH 25.16); 34.17 (BH 35.17); Salmos de Salomón 18.4; Sabiduría de Salomón 7.22; Tobías 3.15; 6.11 (recensión corta, códices Vaticano y Alejandrino); 6.15 (recensión larga, códice Sinaítico); 8.17 (tanto en recensión larga como en la recensión corta).

Y de estas, en la única ocasión en que se hace referencia a Jesús (atributo cristológico) es en la Oda 14.3 (14.10, una Oda derivada o procedente del Evangelio de Lucas, y que forma parte de un conjunto de 14 Odas de las cuales Orígenes da testimonio en el siglo III d.C.), cito:

«Señor, Rey, celestial, Dios, Padre todopoderoso, Señor, Hijo Unigénito, Jesucristo» (La Biblia griega, Septuaginta, Sígueme).

Por otro lado, en cuanto al Nuevo Testamento Griego, el adjetivo «monoguenés» se encuentra presente en nueve (9) ocasiones, en la siguiente manera.

En cuatro ocasiones hace referencia al alguien que no es Jesús, o sea, que no es un atributo cristológico: Lucas 7.12 (haciendo referencia al hijo de la viuda de Naín); Lucas 8.42 (haciendo referencia a la hija de Jairo); Lucas 9.38 (haciendo referencia a un muchacho o joven endemoniado); Hebreos 11.17 (haciendo referencia a Isaac, el hijo de Abraham).

Luego, los cinco textos del Nuevo Testamento en los cuales «monoguenés» hace referencia a Jesús, y aparece como un atributo cristológico, son: Juan 1.14, 18; 3.16, 18; 1 Juan 4.9.

Entonces, a la luz del análisis estadístico del adjetivo «monoguenés» en la Septuaginta y en el Nuevo Testamento Griego, es a todas luces erróneo afirmar que el adjetivo «monoguenés» sólo se usa, por lo menos en el Nuevo Testamento Griego (y ni siquiera en el Nuevo Testamento Griego), siempre haciendo referencia a Jesús, como atributo cristológico.

Por otro lado, una afirmación imbatible es que el adjetivo «monoguenés» todas las veces que aparece en la literatura juanina (joánica), cinco veces en total (cuatro en el Evangelio y una en la 1era epístola), se usó estrictamente haciendo referencia a Jesús, como un atributo cristológico.

Por supuesto, de la misma manera en que el análisis estadístico permite establecer con propiedad el uso del adjetivo «monoguenés» en la tradición bíblica griega; así también ha demostrado ser un instrumento valioso en el análisis de otros aspectos y temas relacionados con la tradición textual bíblica, con el vocabulario bíblico (de la Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento Griego).  

A propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», desde cero, que inicia el próximo viernes 4 de octubre, y del «Diplomado sobre el participio griego», que inicia el próximo sábado 5 de octubre.  

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí

La expresión «monoguénes zéos» («théos») en Juan 1.18 , análisis morfosintáctico y traducción


La expresión «monoguénes zéos» («théos») en Juan 1.18

Análisis morfosintáctico y traducción

Héctor B. Olea C.

Una reacción concreta a mi artículo en el que explico la razón de la falta del artículo en el sustantivo «zeós» («theós») en Juan 1.1c, tuvo que ver con el impacto que dicho análisis tendría sobre la expresión «monoguénes zéos» en Juan 1.18.

La expresión «monoguénes zéos» y las lecturas que compiten con ella

Si bien desde el punto de vista de la crítica textual hay al menos tres lecturas que compiten: «monoguénes zéos», «monoguénes júios» y «jo monoguénes», para este análisis nosotros vamos a asumir la lectura (variante) adoptada por el texto crítico reflejado en la edición 28 del Nuevo Testamento Griego Nestle – Aland: «monoguénes zéos».

Análisis morfosintáctico de la expresión «monoguénes zéos»

La palabra «monoguenés», por su terminación o desinencia, en principio, podría ser asumido, formalmente, como un sustantivo masculino de la primera declinación (como «krités»: juez; «profétes»: profeta, etc.); sin embargo, por la desinencia que exhibe su caso genitivo (genitivo singular) en Juan 1.14 y 3.18, y por la desinencia que exhibe su caso acusativo (acusativo singular) en Juan 3.16, la conclusión acertada es que «monoguenés» consiste en el caso nominativo masculino singular de un adjetivo de la tercera declinación.

En tal sentido, como adjetivo, «monoguenés» es un adjetivo de la tercera declinación, de los adjetivos que emplean una misma morfología para el género masculino y para el género femenino, y otra para el género neutro.

En todo caso, como ocurre con todos los adjetivos, «monoguenés» puede funcionar, puede ser asumido como un «adjetivo sustantivado».

El significado de «monoguenés»

El significado de «monoguenés» es: Que ha nacido él sólo, luego, hijo único, unigénito, único en su género («Diccionario del griego bíblico, Setenta y Nuevo Testamento», de Amador Ángel García Santos, Verbo Divino, segunda edición revisada y ampliada, 2918.

Luego, si se asume que no hay ningún signo de puntuación entre «monoguenés» de «zeós» («theós»), que separe a «monoguenés» de «zeós» («theós»), a nuestro juicio, una interpretación acertada de dicha construcción sintáctica, es que, como en Juan 1.1c, «zeós» («theós») también tiene una función adjetival, es un atributo cualitativo, que describe a «monoguenés» como portando la naturaleza o esencia divina (aunque sin especificar el grado).

Y otra vez, como dije en mi artículo anterior, sabemos que las distintas teologías han hecho y harán todo lo posible por precisar las implicaciones y el grado en que se supone que «monoguenés» posee y exhibe la naturaleza divina. 

En tal sentido, una traducción acertada de la expresión «monoguénes zéos», debe ir en la siguiente línea: el unigénito divino, el hijo único divino, el hijo único que es divino. 

Incluso si se asume que haya algún signo de puntuación (una coma) que separe a «monoguenés» de «zeós», y a «zeós» de «jo on eis ton kólpon tu patrós», como asumen o piensan algunos; «zeós» («theós»), igual que en Juan 1.1c, funciona como un atributo cualitativo (divino).

Consecuentemente, colocando una coma entre los elementos que componen la expresión en cuestión, o sea: «monoguenés, zeós, jo on eis ton kólpon tu patrós»; una traducción acertada debe ir en la siguiente línea: «el unigénito, divino, que está a la diestra del padre».

Observación técnica y gramatical:

Que en el texto griego la palabra «monoguenés», así como la palabra «zeós» («theós»), aparezcan con el «acento grave», como «palabras barítonas», es porque se asume que entre ambas palabras no hay sino de puntuación que las separe, como tampoco hay signo de puntuación que separe a la palabra «zeós» («theós») de la expresión «jo on eis ton kólpon tu patrós».  

Por otro lado, que la palabra «zeós» («theós») funciona como un atributo cualitativo en relación a «monoguenés», lo mismo que en Juan 1.1c, es una conclusión que es favorecida cuando el mismo Evangelio de Juan identifica a Jesús como «el unigénito del Padre» («monoguenús pára patrós»), o sea, «el unigénito de zeós» («theós»), Juan 1.14.

Como «su hijo unigénito» («tu monoguenús juiú tu zeú»), otra vez, «el unigénito de zéos» («theós»), Juan 3.18.

Lo mismo que 1 Juan 4.9, donde se identifica a Jesús como «el hijo unigénito de Dios» («ton júion autú ton monoguené»), otra vez, «el unigénito de zeós» («theós»).

Consecuentemente, y, evidentemente, así como en Juan 1.1c, la segunda cláusula impide que se identifique al «lógos» con «zeós» («theós»), el Padre; así también en Juan 1.18 la afirmación de que el «monoguenés» está «a la diestra del Padre», no permite que «zeós» («theós») sea asumido de otra forma, sino como un atributo cualitativo, que señala al «monoguenés» como compartiendo con el Padre (con «zeós», «theós») la naturaleza o esencia divina, pero no siendo el Padre. 

Por supuesto, una vez más, dejaremos a la teología, a los teólogos, los esfuerzos por precisar las implicaciones y el grado en que se supone que el «monoguenés» posee la naturaleza divina, evidentemente, dependiendo del bando en el que la persona se ubique (si en el de los unitarios, si en el de los trinitarios ontológicos o si en el de los trinitarios modalistas).

Finalmente, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de favorecer la mejor comprensión de estas líneas.

A propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», el segundo año, que inició el lunes 2 de este mes.

Y muy a propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», desde cero, que inicia el viernes 4 de octubre, y del «Diplomado sobre el participio griego», que inicia el sábado 5 de octubre.  

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

Informacióin general, modalidades de pago y matriculación Aquí


Clasificación de los tiempos griegos, nociones de griego clásico y de griego koiné



Clasificación de los tiempos griegos

Nociones de griego clásico y de griego koiné

Héctor B. Olea C.

La lengua griega (griego clásico y griego koiné), tiene un sistema verbal (flexión verbal) constituido por seis tiempos principales (presente, imperfecto, aoristo 1ero y 2do, futuro simple, perfecto, pluscuamperfecto), y por un séptimo tiempo de uso menos común: el «futuro perfecto» (perifrástico en la voz activa, pero de conjugación simple en la voz pasiva).

Clasificación de los tiempos griegos en «primarios» o «históricos»

Una primera clasificación de los tiempos griegos se sustenta en la clásica distinción entre el presente, el pasado y el futuro.

Luego, los tiempos en los que la acción verbal se desarrolla en el presente o en el futuro (estrictamente en el modo indicativo), reciben el nombre de «tiempos primarios» (presente, futuro simple, perfecto, futuro perfecto).

Y los tiempos en los que la acción verbal tiene lugar en el pasado (estrictamente en el modo indicativo), en alguna forma del pasado, reciben el nombre de «tiempos secundarios» o «tiempos históricos» (imperfecto, aoristo -1ero o 2do- y el pluscuamperfecto.

Observación: Los llamados «tiempos secundarios» o «tiempos históricos», estrictamente en el «modo indicativo», reciben la figura de «el aumento» (un adverbio que originalmente significaba «entonces»).

Por supuesto, la figura de «el aumento», puede tener distintas configuraciones, atendiendo a la forma en que inicia al verbo (si con una consonante, si con una vocal corta o larga, si con un diptongo, etc.).

Clasificación de los tiempos griegos desde el punto de vista de la morfología

Existen cuatro tiempos que reciben el calificativo de «tiempos débiles», o «tiempos primeros».

Reciben tal calificativo porque son tiempos que agregan o apelan a un morfema extraño a la raíz verbal (que no pertenece a la raíz verbal) para formar dichos tiempos.

Estos son: el «aoristo primero» o «débil» (que apela al morfema «sigma»), el «futuro primero» o «débil» (que igualmente recurre al morfema «sigma»), el «perfecto primero» o «débil» (que apela al morfema «kappa»), y el «pluscuamperfecto primero» o «débil» (que igualmente apela al morfema «kappa»), derivado del «perfecto primero» o «débil».

Paralelamente, existen cuatro tiempos que reciben el calificativo de «tiempos fuertes» o «segundos».

Reciben tal calificativo porque son tiempos que no necesitan, que no apelan a un morfema extraño a la raíz para formar dichos tiempos, son: el «aoristo segundo» o «fuerte», el «futuro segundo» o «fuerte» («asigmático»), el «perfecto segundo» o «fuerte», y el «pluscuamperfecto segundo» o «fuerte», derivado del «perfecto segundo» o «fuerte».

Observaciones adicionales:

En primer lugar, la distinción entre «tiempos primarios» y «tiempos secundarios» o «tiempos históricos», da origen a la distinción entre «desinencias primarias» (activas, medias y pasivas) y «desinencias secundarias» (activas, medias y pasivas).

En segundo lugar, mientras que el «tiempo perfecto» del español es un «tiempo histórico» (por eso es un «pretérito perfecto»), el «tiempo perfecto griego» es un «tiempo primario», por eso no recibe el calificativo de «pretérito perfecto».

En tercer lugar, el morfema «sigma» al que apelan el «aoristo primero» o «débil» y el «futuro primero» o «débil», explica ciertas «peculiaridades morfológicas» cuando la raíz del verbo termina en una consonante (para la voz activa y para la voz media).

En cuarto lugar, en cuanto a la conformación morfológica de la «voz pasiva», el morfema característico del «aoristo primero» o «débil», no es la «sigma», sino el morfema «zeta» («theta»), morfema que, como el morfema «sigma» de la voz activa y de la voz media, explica ciertas combinaciones consonánticas en la conformación morfológica de la «voz pasiva», dependiendo de la forma en que concluye o termina la raíz verbal.

Finalmente, como siempre, anexo dos imágenes para una mejor comprensión de estas líneas.  

A propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», el segundo año, que inició el lunes 2 de este mes.

Y muy a propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», desde cero, que inicia el viernes 4 de octubre, y del «Diplomado sobre el participio griego», que inicia el sábado 5 de octubre.  

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


 

La razón de la ausencia del artículo en la palabra «zeós», «theós» (Dios, dios) en Juan 1.1c, nociones de sintaxis griega


La razón de la ausencia del artículo en la palabra «zeós», «theós» (Dios, dios) en Juan 1.1c

Nociones de sintaxis griega (griego clásico y griego koiné)

Héctor B. Olea C.

Pienso que nadie puede negar el campo de batalla teológico que sigue constituyendo la tercera cláusula, proposición o estructura oracional del Evangelio de Juan 1.1c en virtud de que el sustantivo «zeós» («theós») carece del artículo determinado en el texto griego (en el texto crítico, en el texto mayoritario y en el llamado textus receptus).

Sin embargo, de entrada, es preciso decir que la razón para que el sustantivo «zeós» («theós») aparezca sin el artículo determinado en la cláusula en cuestión, no es teológica, sino sintáctica.

Paso a explicarme.

Lo primero a tener en cuenta es que la tercera cláusula de Juan 1.1c consiste en una oración o estructura oracional atributiva o copulativa.

Consiste la oración atributiva o copulativa en una estructura oracional donde el núcleo significativo es un «atributo» (función desempañada por un adjetivo, un sustantivo, por un sintagma nominal u otros grupos sintácticos), en la que aparece un verbo copulativo (o semicopulativo) que une al sujeto con su atributo.  

En segundo lugar, en la lengua griega (griego clásico y griego koiné) por lo general se evita el uso del artículo determinado en el atributo de una oración atributiva (también conocida como de «predicado nominal»).

Sin embargo y, en tercer lugar, el atributo (o «predicado nominal») puede llevar el artículo determinado, si va colocado después del verbo copulativo (el verbo copulativo delante del atributo o predicado nominal).

En cuarto lugar, el «atributo» o «predicado nominal» de una oración atributiva o copulativa griega, jamás ha de llevar el artículo determinado, si va antes (delante) del verbo copulativo (el verbo copulativo después del atributo o «predicado nominal»), incluso si su sentido es determinado.

En tal sentido, que un atributo o predicado nominal carezca del artículo determinado por estar colocado sintácticamente delante del verbo copulativo, no implica que, necesariamente, sea indeterminado, aunque pudiera serlo.     

Luego, es preciso poner de relieve que estos principios o reglas de la sintaxis griega, se cumplen al pie de la letra en el Nuevo Testamento Griego. 

Por ejemplo, en la expresión «tú eres el hijo de Dios», en Marcos 3.11; Lucas 4.41 y Juan 1.49; el texto griego de los tres textos mencionados, es un ejemplo de una oración con un «atributo» o «predicado nominal» con el artículo determinado, precisamente porque está colocado después del verbo copulativo (el verbo copulativo delante del atributo o predicado nominal). 

Por otro lado, la expresión «tú eres profeta», en Juan 4.19, es un ejemplo del «atributo» («predicado nominal») colocado antes del verbo copulativo, y por tal razón carece del artículo determinado, en perfecta conformidad a la gramática griega.

También la expresión «tú eres samaritano», en Juan 8.48, es otro ejemplo perfecto del empleo de un «atributo» (o «predicado nominal») colocado delante del verbo copulativo, y por tal razón, sin el artículo determinado.

Y en esta misma línea va el empleo de la frase «tú eres mi hijo», en Hebreos 5.5, que involucra un «atributo» (o «predicado nominal») sin el artículo determinado por estar colocado delante del verbo copulativo (el verbo copulativo después del atributo o predicado nominal).

Consecuentemente, la falta del artículo determinado en «zeós» («theós»: Dios, dios), en la tercera cláusula de Juan 1.1, es porque «zeós» («theós») consiste en un «atributo» («predicado nominal») colocado delante del verbo copulativo y, en perfecta armonía con lo que establece la gramática griega, sin el artículo determinado.

Luego, la posterior discusión respecto de si «zeós» («theós») es un atributo cualitativo, indefinido o definido, no debería hacernos perder de vista la verdadera razón por la que «zeós» («theós») no tiene el artículo determinado, y dicha razón no es teológica, sino sintáctica: por ser un atributo o predicado nominal que está colocado delante del verbo copulativo (el verbo copulativo después del atributo o predicado nominal).

Además, llama la atención lo prácticamente imposible que resulta lograr que, incluso los que coinciden en admitir que «zeós» («theós») es atributo cualitativo (que describe al «lógos» como teniendo la naturaleza o esencia divina de «zeós», «theós», aunque sin especificar el grado) propongan una traducción común y válida para ambas partes, precisamente y, al final, por simples razone teológicas. 

En todo caso, al margen de la pura argumentación teológica, dos cosas son ciertas e indiscutibles:

La primera, «zeós» («theós») no tiene el articulo determinado en Juan 1.1c, porque es un atributo o predicado nominal que precede al verbo copulativo, atributo que jamás recibe el artículo determinado en griego (clásico y koiné), si bien puede llevarlo si el predicado nominal va colocado después del verbo copulativo.

Pero incluso colocado después del verbo copulativo, el griego tiende a evitar el uso del artículo determinado en el predicado nominal. Un ejemplo claro de esta tendencia es Hechos 28.6.

Además, se hizo tan común en griego el colocar el atributo o predicado nominal delante del verbo copulativo, que frecuentemente se omitió el verbo copulativo, resultando en lo que algunos llaman «la primera posición predicativa»: atributo – artículo – sustantivo (ejemplo: Juan 4.24).    

La segunda, «zeós» («theós») desempeña la función de un atributo cualitativo (que indica que el «lógos» posee la esencia o naturaleza divina, aunque sin especificar el grado), cosa que debería ser reflejada en una traducción consistente con dicha conclusión.

Por supuesto, sabemos que las distintas teologías han hecho y harán todo lo posible por precisar las implicaciones y el grado en que se supone que el «lógos» posee la naturaleza divina.  

Por ejemplo, Daniel Wallace plantea: “Teológicamente, «Dios», como cualitativo no hace que la palabra sea el Padre, sino que la palabra (Jesucristo) tenga la misma esencia divina del Padre. La palabra (Jesucristo) tiene todos los atributos y cualidades que el Dios, Padre tiene. Son personas distintas con la misma esencia” («Gramática griega, sintaxis del Nuevo Testamento», página 182.

Por su parte, la argumentación y respuesta no trinitaria (unitaria) es la siguiente:

“El mismo Jesucristo dijo: «el Padre es mayor que yo», y se refirió al Padre como su Dios, «el único Dios verdadero» (Juan 14.28; 17.3; 20.17; Marcos 15.34; Apocalipsis 1.1; 3.12).

“En muchas ocasiones Jesús expresó su inferioridad y subordinación a su Padre (Mateo 4.9, 10; 20.23; Lucas 22.41, 42; Juan 5.19; 8.42; 13.16). Aun después de su ascensión al cielo, sus apóstoles continuaron transmitiendo la misma idea (1 Corintios 11.3; 15.20, 24-28; 1 Pedro 1.3; 1 Juan 2.1; 4.9, 10), «Perspicacia para comprender las escrituras», volumen 2, páginas 81 y 82, una publicación de la Watch Tower Bible And Tract Society Of New York, Inc., 1991.   

Por otro lado, la clásica traducción «era Dios» («era dios»), defendida a ultranza, al menos por la mayoría de los trinitarios, al parecer, comunica mucho más de lo que en realidad expresa aquí la naturaleza cualitativa de «zeós» («theós»), como lo demuestra la interpretación modalista (el «lógos» y «zeós» son simplemente dos formas de expresarse la única y misma deidad).  

Sin embargo, incluso los trinitarios, al menos algunos, entienden que «zeós» («theós»), como predicado nominal cualitativo, no pretende comunicar la idea de que el Padre y el «lógos» sean la misma persona.

Y por eso insisten en poner de relieve el valor cualitativo de «zeós» («theós»), como predicado atributo o predicado nominal sin artículo determinado, porque precede al verbo copulativo.

Precisamente, al respecto, se pronuncia Daniel Wallace en la siguiente manera: “Juan no quería decir que «la palabra era el Padre», sino que «la palabra era Dios (divina)» («Gramática griega, sintaxis del Nuevo Testamento», página 182).

Luego, si con la traducción «era un dios», los «unitarios» o «Testigos de Jehová» han pretendido comunicar el valor cualitativo de «zeós» («theós»), entendemos, desde nuestro punto de vista, que no es la mejor manera de hacerlo, que no es la traducción más feliz.

En todo caso, apelar a otros predicados nominales (también sin artículo por estar colocados delante del verbo copulativo), que efectivamente, tienen un valor cualitativo y que se pueden traducir correctamente como indefinidos en español; no prueba que en Juan 1.1c «zeós» («theós») tenga que ser también indefinido por el hecho de coincidir en la estructura sintáctica (Ejemplos: Marcos 6.49; Juan 4.19; 18.37; Hechos 28.4).

En resumen, en nuestra opinión, sin la preocupación de favorecer a ningún bando, entiendo que las traducciones «era Dios», y «era un dios», no comunican adecuadamente el valor cualitativo de «zeós» («theós»), como predicado nominal que precede al verbo copulativo, y por dicha colocación sintáctica, sin el artículo determinado.   

Nuestro punto de vista es que una traducción que refleja con acierto la naturaleza cualitativa de «zeós» («theós») como predicado nominal, es: «era divina» (la palabra era divina», «el lógos era divino»).

Por supuesto, dejaremos a los teólogos el tratar de precisar los alcances e implicaciones de que la palabra, Jesucristo, fuera asumido por Juan como «divino».

Luego, con relación al punto de vista que objeta la traducción «era divina», argumentando que aquí el texto griego no empleó el adjetivo «zéios», «théios» (divino, de naturaleza divina), diré lo siguiente.

El adjetivo «zéios», «théios» (femenino, «zéia», «théia»; neutro, «zéion», «théion»), aparece 34 veces en la Septuaginta y sólo 3 veces en el Nuevo Testamento: Hechos 17.29; 2 Pedro 1.3, 4.

Ahora bien, el análisis del uso de «zéios» («théios») en los tres textos del Nuevo Testamento en los que aparece, pone de relieve que es un adjetivo en posición atributiva.

Consecuentemente, no es posible olvidar que la función de «atributo» (o «predicado nominal») puede ser desempeñada en griego (y en español) por un adjetivo lo mismo que por un sustantivo.

En tal sentido, el uno del adjetivo «zéios» («théios») como adjetivo atributivo o predicativo, concuerda perfectamente con el uso del sustantivo «zeós» («theós») como atributo o predicado nominal.

En conclusión, una vez que se asume el valor cualitativo del sustantivo «zeós» («theós») como predicado nominal sin artículo determinado (por preceder al verbo copulativo), carece de valor la argumentación respecto de la ausencia de «zéios» («théios») en Juan 1.1c.

A propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», el segundo año, que inició el lunes 2 de este mes.

Y muy a propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», desde cero, que inicia el viernes 4 de octubre, y del «Diplomado sobre el participio griego», que inicia el sábado 5 de octubre.  

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


 

 

 

 

 

La lengua como sistema doblemente articulado, nociones de morfología


La lengua como sistema doblemente articulado

Nociones de morfología

Héctor B. Olea C.

La lengua es un sistema «doblemente articulado», porque sus dos principales unidades básicas (los fonemas y los morfemas) se articulan dos veces y en dos niveles diferentes.

Por un lado, está la articulación o combinación de las unidades mínimas carentes de significado, «los fonemas» (unidad fundamental del análisis fonemático).

Cada lengua posee un número fijo y determinado de «fonemas». Los fonemas son abstractos, pero se representan al nivel fónico por los sonidos lingüísticos y a nivel gráfico por las letras o grafías.

Los «fonemas» se combinan dando origen a los «morfemas» (unidad más pequeña dotada de significado, los «morfemas léxicos» o «lexemas», y los «morfemas gramaticales»).

En tal sentido, es preciso decir que toda palabra consiste en una «cadena fónica», o sea, una articulación, secuencia o combinación de fonemas, ya sea que esté conformada por uno o varios «morfemas» (es el morfema la unidad fundamental del análisis morfológico o morfemático).

Por otro lado, está la articulación o combinación de «morfemas» (articulación de morfemas), que explica la morfología o constitución interna de la palabra, y permite clasificarla como una «palabra monomorfemática» (constituida por un solo o único morfema) o «polimorfemática» (constituida por varios morfemas).

Por supuesto, cada lengua tiene características propias respecto de la articulación de los morfemas, o sea, respecto de la forma en que se articulan los morfemas.

Por ejemplo, mientras que en griego y español el artículo determinado, las preposiciones y las conjunciones (morfemas gramaticales independientes) siempre se emplean como «morfemas independientes» (que aparecen solos en el discurso, que no aparecen unidos a otro morfema, lexical o gramatical).

Sin embargo, en hebreo y arameo el artículo determinado, algunas preposiciones y algunas conjunciones funcionan como «morfemas gramaticales dependientes», o sea, que aparecen unidos a otro morfema, como si fueran elementos constitutivos propios del lexema o morfema lexical de la palabra respectiva.

En tal sentido, a manera de ilustración, en una imagen anexa, voy a analizar la constitución fonemática (análisis fonemático) y morfemática (análisis morfológico) de la palabra hebrea «ve-ja-árets» (y la tierra), y de su traducción al griego y al español (que aparece en Génesis 2.1).

A propósito de nuestro curso de «Gramática española aplicada, con proyección en las lenguas bíblicas y en la traducción de la Biblia», que inicia el jueves tres (3) de octubre.

El objetivo general de este curso es capacitar a la persona para tener un mejor desempeño en el uso formal de su lengua materna (el español general y el español latinoamericano) con miras a tener óptimos resultados en el estudio académico de las lenguas bíblicas y en los obligados ejercicios de traducción bíblica.

Un curso altamente recomendado para las personas que por diversas razones tienen la obligación de hacer un uso serio y responsable de su lengua materna, y para las personas interesadas en el campo de las lenguas bíblicas y de la traducción de la Biblia. 

Modalidades: Online (vía Zoom) y virtual o asincrónica (mediante clases grabadas).

¡Inscripciones abiertas!

¡Incluye material de apoyo y certificado!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


 

El adjetivo «bíblico», algunas precisiones necesarias


El adjetivo «bíblico»

Algunas precisiones necesarias

A propósito del mes de la Biblia

Héctor B. Olea C.

La palabra española «bíblico», es un adjetivo que señala a algo o al alguien relativo o perteneciente a la «Biblia».

En tal sentido, es común emplear el adjetivo «bíblico» para apuntar a una idea, enseñanza o interpretación que, al menos según algunos, se conforma al dato bíblico, a la instrucción bíblica.

Por supuesto, también se emplea, con el adverbio de negación «no», para señalar que una idea, enseñanza o interpretación, al menos según algunos, no se conforma al dato bíblico, a la instrucción bíblica.

En todo caso, es preciso poner de relieve que judíos y cristianos no tienen la misma concepción de «Biblia», o sea, del conjunto de libros que se asumen como sagrados y normativos en el marco de dichas religiones.

En efecto, no es posible dejar de lado que el sentido dominante o convencional de «Biblia» (como el conjunto de los libros que incluye los libros de la llamada Biblia Hebrea y los libros del llamado Nuevo Testamento), es estrictamente una concepción cristiana, y no judía.

Por eso afirma Andre Paul: «La palabra Biblia no existe en el judaísmo» («La Biblia y Occidente», página 57), o sea, no sólo es que el judaísmo carece de tal significante, o cadena fónica, sino que, además, no comulga con el sentido cristiano de «Biblia» (puntualización mía).  

En tal sentido, quiero llamar la atención a la semántica del adjetivo que en el hebreo moderno se traduce «bíblico».

En el contexto judío, el adjetivo «bíblico», es «mikraí».

Hace referencia «mikraí» a la «Mikrá» (Biblia Hebrea, Tanaj).

Deriva «mikrá» de una raíz común al hebreo y al arameo (hebreo «kará»; arameo «kerá»): leer, nombrar, llamar, etc.

Luego, el sustantivo «mikrá» lo encontramos en la Biblia Hebrea, en Nehemías 8.8, en la expresión «bam-mikrá» («bamikrá»), traducida como «la lectura».

Es «bam-mikrá» («bamikrá») una frase que involucra la preposición «be» («en», y otros sentidos), el artículo determinado sincopado, y el sustantivo «mikrá» (asamblea, convocatoria, lectura).

Es, pues, «mikrá», un término acuñado en el hebreo rabínico y que fue muy popular entre los judíos de la Edad Media (Andre Paul, obra citada, misma página), para hacer referencia estrictamente a lo que hoy llamamos «Biblia Hebrea» o «Tanaj».

Finalmente, otra expresión del hebreo medieval y que pone de relieve el sentido estrictamente judío de los términos «mikrá» (Biblia Hebrea o Tanaj) y «mikraí» (relativo a la «Mikrá»: Biblia Hebrea, Tanaj), es «mikraót guedolót», empleada para hacer referencia a la llamada «Biblia Rabínica» con comentarios), «Diccionario hebreo español» (bíblico, rabínico, medieval, moderno), de Judit Targarona Borrás.

En efecto, la «primera Biblia Rabínica» fue publicada alrededor del año 1516, y la «segunda Biblia Rabínica» se publicó alrededor de unos ocho años después (1524-1525).

Fue, pues, el texto de la «segunda Biblia Rabínica», el texto de las dos primeras ediciones de la llama «Biblia Hebraica de Kittel» (BHK), editada por Rudolf Kittel (1853-1929), la antecesora de la actual «Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS)».

En resumen, «mikraí» es «bíblico», pero no en el sentido cristiano de dicho término, de dicho adjetivo, pues no hace referencia la «Biblia cristiana», sino estrictamente a la «Mikrá», o sea, la Biblia Hebrea, el Tanaj.  

Consecuentemente, yerran los que piensan que el adjetivo «mikraí» (bíblico), con presencia en el hebreo moderno, coincide con el sentido del adjetivo «bíblico», empleado en los ambientes cristianos.

Finalmente, como siempre, anexo una imagen, a manera de ilustración, con tal de hace más comprensible estas líneas. 

A propósito de nuestro curso de «hebreo clásico (bíblico)», desde cero, que inició hace dos semanas, y para el cual todavía estás a tiempo.

Y muy a propósito de nuestro curso «hebreo clásico (bíblico)», desde cero, que inició en el pasado mes de enero, actualmente en desarrollo, y que en enero del próximo año pasará al segundo año.

Por supuesto, ambos cursos están siempre disponibles en la modalidad virtual o asincrónica.

¡Inscripciones abiertas!

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


Sobre la etimología de la palabra «biblia», a propósito del mes de la Biblia

Sobre la etimología de la palabra «biblia»

A propósito del mes de la Biblia

Héctor B. Olea C.

Desde el punto de vista de la semántica (significado), la palabra española «biblia» (Biblia) deriva de la palabra griega «bíblos» (libro), un sustantivo de género femenino, pero de la segunda declinación griega («je bíblos»).  

Pero desde el punto de vista del lexema (raíz, radical, semantema) incluso desde el punto de vista semántico), la palabra española «biblia» deriva más bien del sustantivo griego «biblíon» (original y formalmente un diminutivo de «bíblos»), un sustantivo de género neutro y de la segunda declinación («to biblíon»: el librito).

En efecto, desde el punto de vista de la declinación del sustantivo griego «bíblos» («je bíblos»), no hay forma de llegar a la palabra española «biblia» (Biblia).

Sin embargo, con base en la morfología del caso nominativo, acusativo y el vocativo plural de «biblíon» («biblía»), si se explica de inmediato la palabra española biblia.

Además, no es posible perder de vista que el sustantivo neutro «biblíon» perdió muy pronto su sentido de ser un diminutivo de «biblos».

Luego y, precisamente la morfología del caso nominativo, acusativo y vocativo plural de «biblíon», o sea, «biblía» (y no como un diminutivo), explica que en latín haya entrado y exista la palabra «biblia», precisamente como un sustantivo estrictamente plural, de género neutro, y como en griego, también de la segunda declinación latina, cuyo genitivo es «bibliórum» (de libros, de los libros).

En todo caso, según se cree, fue a partir del siglo trece que la morfología del caso nominativo, acusativo y vocativo neutro plural (griegos y latinos), se fue asumiendo en español como un sustantivo femenino, singular y determinado: La Biblia.  

Finalmente, como siempre, anexo dos imágenes, a manera de ilustración, con tal de hace más comprensible estas líneas. 

A propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», el segundo año, que inició hace dos semanas, y para el cual todavía estás a tiempo.

Y muy a propósito de nuestro curso de «griego koiné (bíblico)», desde cero, que inicia el viernes 4 de octubre.  

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


Una cosa es leer una traducción de la Septuaginta, y otra, poder leerla y estudiarla en su lengua original

 

Una cosa es leer una traducción de la Septuaginta, y otra, poder  leerla y estudiarla en su lengua original

Héctor B. Olea C.

En los últimos días he publicado más de un artículo en los cuales he procurado explicar y ofrecer pistas para la mejor comprensión y traducción de la construcción sintáctica hebrea conocida como «infinitivo absoluto hebreo antepuesto».

En dichos artículos también expliqué y analicé las dos formas empleadas por la clásica versión griega de la Biblia Hebrea, Septuaginta (Los LXX), para traducir el «infinitivo absoluto hebreo antepuesto», incluso «pospuesto»: el «dativo cognado» y el «participo cognado» («participio interno»).

Pero en esta ocasión me he propuesto analizar la traducción al español de la forma en que la Septuaginta tradujo el «infinitivo absoluto hebreo antepuesto», considerando dos casos concretos y específicos. 

Y para tal fin, he considerado la monumental y muy recomendada obra (de cuatro volúmenes) dirigida por el profesor Natalio Fernández Marcos: «La Biblia Griega, Septuaginta», publicada por Sígueme, 2015- 2021), una traducción al español de todos los libros que integran la clásica versión griega de la Biblia Hebrea.

También y, paralelamente, decidí considerar la tan conocida traducción al español de la Septuaginta, realizada por el biblista y filólogo católico alemán Wilhelm Jünemann Beckschäfer (Guillermo Jünemann).

Ahora bien, ¿qué tan acertada fue la traducción del «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» por las dos referidas traducciones de la Septuaginta al español?

Pero antes de responder la pregunta planteada, es preciso decir que las dos referidas construcciones sintácticas (el «dativo cognado» y el «participo cognado» o «participio interno»), no son construcciones sintácticas propias y naturales de la lengua griega, sino el resultado del esfuerzo del traductor del hebreo al griego de producir una traducción exageradamente literal o formal de dos construcciones sintácticas propias de la lengua original (el hebreo), pero extrañas a la lengua receptora (el griego).  

Luego, cuando se comprende que el «dativo cognado» y el «participo cognado» («participio interno») son dos recursos de traducción, se deben traducir como tales, a la luz de la semántica que tienen las construcciones sintácticas hebreas que pretendieron reflejar.

Además, que el traductor al griego pudo emplear formas propiamente griegas para traducir el «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» o pospuesto, es cierto; pero no lo hizo.

Y esto así, porque en lugar de procurar reflejar en la traducción la simple semántica y función adverbial del «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» o «pospuesto»; se preocupó más por reflejar formalmente (literalmente) dicha construcción sintáctica hebrea en el griego, con alguna construcción sintáctica griega (gráfica y parcialmente semejante al «infinitivo absoluto hebreo antepuesto» o «pospuesto»), pero artificial y extraña a la sintaxis griega.   

En todo caso, para ser consistente con mi propuesta metodológica, que los aciertos y desaciertos de toda versión o traducción de los textos bíblicos se deben poner de relieve caso por caso; me propuse analizar dos casos específicos y concretos.

Primer caso: la traducción del «dativo cognado»: «zanáto apozanéisze» en Génesis 2.17

Es «zanáto», el caso dativo singular, del sustantivo «zánatos», un sustantivo de género masculino de la segunda declinación, y derivado de la raíz verbal «znésko» (yo muero).

Y «apozanéisze» consiste en el futuro activo (con morfología de voz media, pues es una forma verbal de un verbo deponente en el futuro), de la segunda persona del plural, del verbo «apoznésko», verbo compuesto por la preposición «apó» y por el verbo «znésko».

Luego, si bien el caso «dativo» griego es el ideal caso del complemento u objeto indirecto de un verbo transitivo (lo mismo que en latín); sin embargo, en la construcción sintáctica conocida como «dativo cognado», el dativo involucrado no es un dativo de objeto o complemento indirecto, ni tiene alguno de los otros valores que sí tiene el caso dativo en griego (dativo instrumental, locativo, agente, posesivo, complemento circunstancial de compañía, etc.).

Esto así, pues es una construcción sintáctica con una función adverbial específica: la de incrementar, enfatizar o acentuar la acción de la forma verbal finita (verbo conjugado) que aparece en dicha construcción sintáctica, como recurso de traducción al griego, para transmitir el valor adverbial del «infinitivo absoluto hebreo» antepuesto y pospuesto».

En consecuencia, una traducción acertada de la construcción «zanáto apozanéisze», como reflejo del «infinitivo absoluto hebreo» antepuesto y pospuesto», debe ir en la siguiente línea: ciertamente morirán, morirán irremediablemente, morirán sin remedio, etc.

Consecuentemente, la traducción propuesta por la referida obra dirigida por el profesor Natalio Fernández Marcos: «moriréis de muerte», en Génesis 2.17, no le hace justicia a la función adverbial que tiene el «dativo cognado» (como recurso de traducción).

Pero tampoco es acertada la traducción propuesta por Guillermo Junemann «de muerte moriréis».

Segundo caso: la traducción del «participio cognado» («participio interno») «ídon éidon» en Éxodo 3.7  

Consiste «ídon» en un participio aoristo segundo (fuerte), en caso nominativo masculino singular, del verbo «joráo» (yo veo).

Y «éidon», es una forma verbal del mismo verbo «joráo», en tiempo aoristo segundo (fuerte), voz activa, modo indicativo, primera persona del singular (yo vi, he visto).

Consecuentemente, una traducción acertada de la expresión o construcción sintáctica «ídon éidon», debe ir en la siguiente línea: he visto bien, he visto de cerca, he visto con claridad, etc.    

Sin embargo, a diferencia de la cuestionable traducción del «dativo cognado» en Génesis 2.17, esta vez la monumental obra dirigida por el profesor Natalio Fernández Marcos, sí propone una traducción acertada del llamado «participio cognado» o «participio interno»: «he visto de cerca».

Por supuesto, no es posible olvidar que, en ambos casos, en el texto hebreo de Génesis 2.17 y de Éxodo 3.7, está presente el «infinitivo absoluto antepuesto». 

Por otro lado, vuelve a ser desacertada la traducción propuesta por Guillermo Junemann: «Viendo he visto».

En conclusión, de la misma forma en que no es lo mismo tener acceso directo a los libros de la Biblia Hebrea y del Nuevo Testamento en sus lenguas originales, que a una simple traducción de los mismos; tampoco resulta ser igual el tener acceso directo a la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX) en griego, que el depender de una simple traducción de la misma, a pesar de lo buena que, en sentido general, pudiera ser tal obra de traducción.

Por supuesto, lograr el objetivo de poder leer, analizar y explicar con propiedad los textos bíblicos del Nuevo Testamento en su lengua original, así como la aspiración de tener un acceso directo a la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX); no es posible mediante la realización de un curso elemental del griego koiné.

Tampoco se logra sustituyendo la realización de un serio y completo estudio del griego koiné, por la utilización y dependencia de ciertos programas o recursos que ofrecen informaciones y sugerencia gramaticales (morfológicas y sintácticas) de los textos bíblicos en sus lenguas originales.

Finalmente, si te interesa poder leer y estudiar los textos del Nuevo Testamento en su lengua original, y tener un acceso directo a la traducción del hebreo al griego que propone la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX); el curso de «griego koiné» (bíblico), desde cero, que inicia el viernes 4 de octubre, es para ti.

¡Inscripciones abiertas!

¡Incluye material de apoyo y certificado!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí



Cadenas constructas determinadas, indeterminadas y una construcción sintáctica alternativa, curso de hebreo bíblico



Cadenas constructas determinadas, indeterminadas y una construcción sintáctica alternativa

Nociones de «hebreo clásico (bíblico)»

Héctor B. Olea C.

Muy a propósito de la clase de anoche de nuestro curso de «hebreo clásico (bíblico)» que inició en de este año, y que en enero del próximo año pasa a su segundo año.

A propósito de nuestro curso de «hebreo clásico (bíblico)» desde cero, que inició el pasado martes, que hoy tendrá su segunda clase, y para el cual todavía estás a tiempo.

Y muy a propósito del mismo curso de «hebreo clásico (bíblico)», disponible todo el año, año por año, en forma personalizada, en la modalidad asincrónica, en diferido, mediante clases grabadas.

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí