¿«Llamarás» o «llamarán»? El problema textual de Mateo 1.23


¿Qué es lo que en realidad dice el mejor texto griego?

Héctor B. Olea C.

Además de los problemas que presenta la relectura del Evangelista Mateo del texto de Isaías 7.14, relacionados con el uso de la palabra “virgen” (como traducción de la Septuaginta y no del texto hebreo); también observamos una problemática específica en relación a la forma verbal «llamarás», que leemos en Mateo 1.23 en la versión de Reina Valera 1960:

He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y «llamarás» (griego «kaléseis», forma verbal en tiempo futuro, segunda persona del singular) su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”.

La cuestión es que el mejor texto griego, el que cuenta con el apoyo de los mejores testigos de la Crítica Textual del Nuevo Testamento, en realidad tiene la lectura «llamarán» (griego: «kalésusin», forma verbal en tiempo futuro, voz activa, tercera persona del plural), y no «llamarás».

Por supuesto, a pesar de que Mateo 1.23 se presenta como una cita de Isaías 7.14, llama la atención que, como veremos más adelante, la lectura que cuenta con el mejor apoyo textual («llamarán») no concuerda con la que en realidad empleo la Septuaginta («llamarás»).

Ciertamente sólo el códice D (del siglo VI), algunos manuscritos de la versión bohaírica (versión copta del siglo IV), Orígenes y Eusebio son testigos de la forma verbal «llamarás» (griego: «kaléseis», forma verbal en tiempo futuro, voz activa, segunda persona del singular) para Mateo 1.23.

No obstante, después de demostrar que la lectura que tiene el mejor apoyo textual es «llamarán» y no «llamarás», en Mateo 1.23; me parece de valor el que constatemos hasta qué punto concuerda Mateo 1.23 con la traducción que hizo la Septuaginta (forma textual de la que dependió Mateo) de Isaías 7.14.

En primer lugar, es preciso llamar la atención respecto de la forma verbal empleada en el texto hebreo de Isaías 7.14.

Ocurre que la forma verbal empleada en el texto hebreo de Isaías 7.14, traducida por la Reina Valera 1960 «llamará» (forma verbal en tiempo futuro, voz activa, tercera persona del singular), es «ve-qará’th».

Al respecto hay un detalle que no quiero pasar por alto. Este detalle consiste en que la Biblia Hebraica Stuttgartensia nos pone al tanto de que uno de los manuscritos de Isaías en Qumrán tiene la forma verbal «ve-qará’», o sea, también en singular, pero de la tercera persona masculina.

Ahora bien, «ve-qará’th» (forma irregular de «qará’h»), es una forma verbal que, contrariamente a lo que uno esperaría, se encuentra en estado o tiempo perfecto (“llamó”), y no en estado o imperfecto (“llamará”).

En todo caso, como muy bien observa Enrique Farfán Navarro («Gramática Elemental del Hebreo Bíblico», página 52), el tiempo o estado perfecto “expresa una acción terminada, un hecho ocurrido; corresponde a nuestros perfecto, pluscuamperfecto, imperfecto, presente (sobre todo, en los verbos estativos) y hasta al futuro (que así se indica certísimo)”.

En este mismo sentido se expresa Moisés Chávez («Hebreo Bíblico, texto programado, tomo I», página 196): “Como dijimos, el perfecto equivale a nuestro pretérito o tiempo pasado; pero sólo cuando sus formas aparecen independientemente. Dentro de combinaciones sintácticas la noción del tiempo es relativa; y éste se establece más bien por el sentido total de la oración. No así en hebreo moderno, en que equivale sin excepción al tiempo pasado del español, y se le llama «zman abár» (“tiempo pasado”).”

Consecuentemente, resulta comprensible que la Septuaginta haya traducido la forma verbal «ve-qará’th» empleando el tiempo futuro, si bien empleando la segunda persona del singular («kaléseis»: “llamarás”) y no la tercera del singular utilizada en el texto hebreo («llamará»).

Al final, después de todo, muy a pesar de lo que en realidad dice el mejor texto griego de Mateo 1.23 (verbo en la tercera persona del plural, «llamarán», y no en la segunda persona singular, «llamarás»); por otro lado, coinciden Mateo y Lucas con la Septuaginta en emplear la segunda persona del singular, por cierto, en dos casos en los que su presencia es indiscutible desde el punto de vista de la crítica textual.

Estos dos casos son: Mateo 1.21 y Lucas 1.31. Por supuesto, la diferencia radical es que para Lucas, la forma verbal «kaléseis» («llamarás») tiene como sujeto a María, en plena concordancia con la forma verbal «sulémpse»: “concebirás”, y con la forma verbal «téxe»: “darás a luz”.

Entonces, para Lucas la cuestión es clara: “María, tú vas a concebir, tú vas a dar a luz un hijo, y tú misma lo vas a llamar Jesús”.

Para Mateo, la misma forma verbal «kaléseis» («llamarás») tiene como sujeto a José. Esto así con base en que para Mateo el diálogo del ángel o mensajero celestial es con José, y no con María.

En consecuencia, el mensajero celestial hablando con José, hace referencia a María como «tu mujer» («ten gunáika su», 1.20, como una tercera persona). Luego vuelve a hablar de ella (de María) empleando la tercera persona del singular (“ella dará a luz un hijo”).

Luego y, de manera consistente, vuelve a emplear la segunda persona del singular para hacer referencia a José, al cual le dice: “y tú, José, lo llamarás («kaléseis») Jesús”.

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Análisis gramatical del texto griego de Hechos 18.4


¿Qué sentido tiene el análisis gramatical a nivel del texto traducido? ¿No sería mejor ir directamente al texto fuente?

Héctor B. Olea C.

En primer lugar, el análisis gramatical del texto traducido supone que se toma en serio dicho texto. Después de todo y, en muchísimos casos, será el único tipo de texto del que se va a disponer.   

En tal sentido hay que decir que el porcentaje de personas que pueden tener acceso a una edición científica de los textos hebreos y griegos no es muy alto a nivel mundial. Es más, no son muchos los centros de formación bíblica y teológica en los cuales los estudios bíblicos (AT y NT) se hacen siempre con la consulta directa de los textos fuentes por parte del personal docente y por parte del estudiantado.

Consecuentemente, que no siempre los estudios o cursos de Biblia tengan como pre-requisito el estudio de las lenguas bíblicas dice mucho al respecto.

En todo caso, en lo que respecta a un acercamiento crítico a los textos fuentes, la situación es sencillamente peor.

En segundo lugar, hasta que se demuestre lo contrario mediante un análisis ulterior más profundo, se da por sentado que el texto traducido es por lo menos aceptable.

En tercer lugar, el riguroso análisis gramatical del texto traducido demanda tener el mismo dominio y las mismas destrezas que exige el análisis gramatical del texto fuente (en su propia lengua: lengua fuente, lengua de partida).

En consecuencia, es muy posible que la persona que desdeña el riguroso análisis gramatical, crítico y científico del texto traducido, también tenga en poco el análisis gramatical, crítico y científico de los textos fuentes.

Después de todo y, por otro lado, el riguroso análisis gramatical del texto traducido exige la misma actitud, el mismo tipo de conocimiento de la gramática de la lengua del texto traducido (de la lengua a la que se ha traducido), que exige el análisis gramatical del texto fuente (en su propia lengua, hebreo, arameo o griego).  

En consecuencia, sólo la persona que tenga un sólido dominio de la gramática castellana puede analizar con propiedad, con acierto, con rigor científico el texto bíblico traducido, como texto redactado en castellano y sujeto a las características (por ejemplo morfológicas y sintácticas), recursos y peculiaridades de la lengua castellana, en nuestro caso.

Sólo una persona que tenga un conocimiento sólido de la gramática hebrea o griega, puede analizar con propiedad, con rigor científico los posibles aciertos y desaciertos de una determinada traducción de dichas lenguas al castellano.  

Para juzgar con rigurosidad y actitud científica la traducción de un texto bíblico, no es suficiente tener un conocimiento elemental de la lengua castellana (aunque sea la lengua materna de la persona que pretende analizar el texto), y/o un conocimiento superficial de la gramática de la lengua hebrea o griega (dependiendo el caso de que se trate).

En honor a la verdad, la evaluación seria y académica (con rigor científico) de la traducción de un texto bíblico, sustentada por demás en criterios científicos y no meramente en presupuestos teológicos o doctrinales, demanda tener un conocimiento sólido de la gramática de las lenguas involucradas.

Finalmente, la observación crítica del texto griego de Hechos 18.4 en una edición crítica del Nuevo Testamento Griego, como la ya edición 28 del Nestlé-Aland; nos pone al tanto de que las palabras del versículo en cuestión son reemplazadas en algunos manuscritos (como el códice D) por las siguientes: «Y entrando en la sinagoga todos los sábados, discutía introduciendo el nombre del Señor Jesús y persuadió no sólo a judíos, sino también a griegos»; así de sencillo.    

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Análisis gramatical (morfosintáctico) de un texto bíblico: Hechos 18.4


Ejemplo de un análisis gramatical (morfosintáctico) de un texto bíblico: Hechos 18.4

Héctor B. Olea C.

Ejemplo de un análisis gramatical (morfosintáctico) de un texto bíblico: Hechos 18.4

«Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos».

Hechos 18.4 es un ejemplo de una oración compuesta, formada por dos proposiciones:

Primera proposición: «discutía en la sinagoga todos los días de reposo»

Segunda proposición: «persuadía a judíos y a griegos».

En la primera proposición observamos:

En primer lugar, una forma verbal en tiempo pretérito imperfecto, voz activa, tercera persona del singular (él o ella, en este caso, él): «discutía». Forma léxica: «discutir».

En segundo lugar, un sintagma preposicional (complemento circunstancial de lugar) encabezado por la preposición «en», más un sintagma nominal formado por un determinante artículo («la») y por un sustantivo («sinagoga»).

En tercer lugar, un sintagma nominal conformado por un pre-determinante (“todos”), por un determinante artículo (“los”), por un sustantivo (“días”), más un sintagma preposicional integrado por la preposición “de” y por el sustantivo “reposo”.

En la segunda proposición observamos:

En primer lugar, una forma verbal en tiempo pretérito imperfecto, voz activa, de la tercera persona del singular (“él” o “ella”, en este caso “él”): «persuadía». Forma léxica: «persuadir».

En segundo lugar, dos sintagmas preposicionales (complementos directos). El primer sintagma preposicional está formado por la preposición «a», y por el sustantivo «judíos».

El segundo sintagma preposicional está compuesto por la preposición «a», y por el sustantivo «griegos».

Por supuesto, observamos aquí el complimiento de la regla que establece que siempre que el complemento u objeto directo sea una persona o un algo personificado, debe ir precedido por la preposición «a».

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Sesiones: martes, 7:30-9:30 PM (hora de República Dominicana y Puerto Rico). 8:30-10:30 PM (hora de Chile y Buenos Aires). 6:30 – 8:30  PM (hora de Colombia y Perú). Costo: Un único pago de 50 dólares previo. ¡Inscripciones abiertas!

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Por qué es preferible la pronunciación erasmiana para el griego koiné




Invito a descargar completamente gratis mi artículo: ¿Por qué es preferible la pronunciación erasmiana para la lectura y transliteración de la Septuaginta y el Nuevo Testamento Griego?

En este artículo expongo las principales diferencias fonéticas que existen entre la pronunciación erasmiana (y el estado de la lengua griega que refleja la LXX y el NTG) y la pronunciación del griego moderno (y el estado de la lengua griega en la actualidad).

En este trabajo también explico por qué, en mi opinión, la pronunciación erasmiana es la idónea para leer y transliterar la lengua de la Septuaginta y del Nuevo Testamento Griego.


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