El genitivo singular y la especificación de la declinación griega, cursos de griego koiné


El genitivo singular y la especificación de la declinación griega

Nociones de griego clásico y de griego koiné

Héctor B. Olea C.

Respecto del latín se establece que el «caso genitivo singular» es la clave para especificar o determinar a qué modelo de flexión nominal, o sea, a qué declinación pertenece un sustantivo latino.

Observación: El latín tiene cinco declinaciones (1era, 2da, 3era, 4ta, 5ta), pero el griego solamente tres (1era, 2da, 3era).  

Por tal razón, en la forma de exponer o especificar (enunciar) los sustantivos en los diccionarios latinos (no todos lo hacen), se incluye el caso genitivo singular como forma de precisar a qué modelo de flexión nominal, a qué declinación pertenece un sustantivo latino.

Luego, con relación al griego (clásico y koiné), si bien no todos los diccionarios griegos lo hacen (sí los mejores), por lo general, los sustantivos se exponen o especifican (se enuncian) incluyendo tres cosas separadas por una coma: 1) la forma léxica (o básica) del sustantivo (el nominativo singular, como en latín); 2) la forma del caso genitivo singular (que, como en latín, ayuda a precisar la declinación o modelo de flexión a la que pertenece un sustantivo); y 3) el artículo determinado (que precisa el género del sustantivo a pesar de cualquier irregularidad en la forma léxica del sustantivo).

Ejemplos de enunciados de sustantivos griegos: «lógos», «ou», (fonemáticamente «u») «jo»; «kardía», «as», «je»; «téknon», «ou», «to»

En todo caso, respecto del griego (clásico y koiné), es preciso hacer algunas precisiones.

En primer lugar, la forma del «caso genitivo singular» de todos los sustantivos de la segunda declinación es la misma, independientemente de su género (masculino, femenino, neutro).

En segundo lugar y, en cambio, los sustantivos de género masculino de la primera declinación (contrario a lo que ocurre con los sustantivos de género femenino de la segunda declinación) también exhiben la única forma que tiene el «caso genitivo singular» en la segunda declinación.

En otras palabras, mientras que la forma del caso genitivo singular de los sustantivos de género masculinos de la primera declinación (típicamente femenina) es propia de la segunda declinación (típicamente masculina); en cambio, la forma del caso genitivo singular de los sustantivos de género femenino de la segunda declinación (típicamente masculina) no es una de las formas del caso genitivo singular de la primera declinación (típicamente femenina).

Por otro lado, no es posible obviar que, curiosamente, las dos formas léxicas (el caso nominativo singular) de los sustantivos de género masculino de la primera declinación, consisten precisamente en las dos únicas formas del caso genitivo singular de los sustantivos de género femenino de la primera declinación.  

Ahora bien, como siempre, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas. 

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Nombres griegos de las cuatro principales figuras del entorno familiar, cursos profesionales de griego


En virtud de la celebración del «día de los padres» hoy en algunos países

Llama la atención que de los sustantivos griegos que identifican a las cuatro figuras principales que conforman el círculo familiar: «madre», «padre», «hija», «hijo»; el único que no se declina según la tercera declinación griega es «hijo».

Como ilustración, y para una mejor comprensión, invito a considerar la imagen que anexo a estas líneas.

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La traducción de Juan 14.1, cursos de griego clásico y koiné


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Esto así, para concluir con una traducción que, por un lado, transmita con la mayor fidelidad posible el mensaje del texto y, por otro lado, en una forma o expresión adecuada en la lengua receptora (en conformidad a las peculiaridades de la misma), en una forma en que la traducción no refleje una mala comprensión del texto y su gramática en su lengua fuente u original.

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Las seis partes funadmaentales del sistema verbal griego, cursos de griego koiné


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La determinación del sustantivo en el hebreo bíblico, cursos de hebreo bíblico

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Morfología y sintaxis (morfosintaxis) Importancia del análisis sintáctico como parte del análisis morfosintáctico


Morfología y sintaxis (morfosintaxis)

Importancia del análisis sintáctico como parte del análisis morfosintáctico

Nociones de morfosintaxis hebrea

Héctor B. Olea C.

Si bien es la morfología, el análisis morfológico o morfemático es un aspecto de vital importancia como parte del análisis gramatical o morfosintáctico; no es menos cierto que un análisis gramatical o morfosintáctico completo, en realidad debe prestar atención a los dos aspectos vitales del mismo: la morfología (el análisis morfológico o morfemático) y la sintaxis (el análisis sintáctico).

Consecuentemente, es preciso decir que, por un lado, el análisis morfológico o morfemático nos permite establecer la constitución de una palabra (cuántos y cuáles morfemas la conforman, y qué tipo de morfemas la conforman).

Por otro lado, la sintaxis nos permite determinar la palabra o palabras con la que una palabra tiene una relación sintáctica (estructural), relación que, ciertamente nos permite determinar muchas cosas en el contexto de la frase u oración.

Dos casos a manera de ilustración

El empleo de la preposición hebrea «be» en Génesis 42.38

En Génesis 42.38 observamos la presencia de la preposición «be» (en, con, por medio de, etc.) con el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular, haciendo referencia a un sustantivo (su antecedente) que es «dérej» (camino, viaje, trayectoria, etc.), «baj».

Pero surge la pregunta de alguien: ¿Por qué tiene la preposición «be» el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular («baj»), si su antecedente es el sustantivo «dérej», que es de género masculino?

Sin embargo, la pregunta planteada carece de sentido si estamos al tanto de que en realidad el sustantivo «dérej» puede ser asumido, legítimamente, desde el punto de vista de la sintaxis, como un sustantivo de género masculino o como un sustantivo de género femenino.

En tal sentido, desde el punto de vista de la sintaxis, el sufijo pronominal de la tercera persona femenina singular en la preposición «be» confirma que en Génesis 42.38 el sustantivo «dérej» es sencillamente un sustantivo de género femenino.

Además, otra forma de establecer el género de un sustantivo en hebreo, al margen de su morfología, es considerando la relación sintáctica entre un sustantivo y un adjetivo (y la normativa que la rige).

En tal sentido, la gramática hebrea establece que, sin importar la morfología propia del sustantivo, y al margen de cualquier irregularidad que exhiba la misma; la morfología del adjetivo ha de indicar siempre, con precisión y sin ambigüedad alguna, el género y el número del sustantivo hebreo.

La evidencia de 1 Samuel 21.5 (21.6)

Aquí el sustantivo «dérej» (camino, vía, viaje, trayectoria, etc.) aparece en conexión sintáctica con el adjetivo (atributivo) «jol» (profano, común, laico, contaminado), en estado absoluto masculino singular, indicando que aquí «dérej» es precisamente un sustantivo en estado absoluto masculino singular: «dérej jol» (viaje común).

La evidencia de Esdras 8.21

Aquí el sustantivo «dérej» (camino, vía, viaje, trayectoria, etc.) aparece en conexión sintáctica con el adjetivo (atributivo) «yeshará» (recto, derecho, directo, llano, plano, etc.), en estado absoluto femenino singular, indicando que aquí «dérej» es precisamente un sustantivo en estado absoluto femenino singular: «dérej yeshará» (camino derecho, camino recto).

Por cierto, el estado absoluto masculino singular del adjetivo «yeshará», es «yashár» (que no es la morfología que tiene aquí el adjetivo).

En resumen, el análisis morfológico o morfemático debe completarse con su contraparte esencial e ineludible: «el análisis sintáctico».   

Luego, el análisis gramatical completo recibe el nombre de «análisis morfosintáctico».

Además, y, por supuesto, las observaciones aquí presentadas sobre la importancia del análisis sintáctico, pueden adquirir mayor relevancia en textos y situaciones con una importancia mayor desde el punto de vista exegético y teológico.  

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

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De las marcas y el reconocimiento del «objeto directo» en hebreo, griego y español


De las marcas y el reconocimiento del «objeto directo» en hebreo, griego y español

Nociones de morfosintaxis y traducción bíblica

Héctor B. Olea C.

Por años he venido insistiendo en que tanto la enseñanza como el estudio de las lenguas bíblicas demandan un conocimiento mucho más que elemental de la lengua materna, en nuestro caso el español o castellano.  

En tal sentido, con estas líneas me he propuesto poner de relieve la forma en que, en el hebreo bíblico o clásico, en el griego koiné o bíblico (incluso en el griego clásico), así como en español, se marca y reconoce la figura del objeto o complemento directo.

¿En qué consiste, pues, el objeto o complemento directo?

El «objeto directo» o «complemento directo» consiste en la persona, animal o cosa que recibe directamente la acción del verbo (un verbo transitivo) la cual puede beneficiar o perjudicar al objeto directo.  

Por otro lado, el objeto o complemento directo es una función sintáctica que puede ser desempeñada por un sustantivo, una palabra sustantivada, un sintagma nominal o una proposición subordinada sustantiva.

Ejemplos de la presencia de objeto directo en una oración en construcción activa con un verbo transitivo como núcleo del predicado (sintagma verbal predicado).

Primer ejemplo: El profesor enseña griego.

En esta oración «griego» (un sustantivo y sin modificador) desempeña la función de objeto o complemento directo.

Segundo ejemplo: María vio al profesor de griego.

En esta oración «el profesor de griego» (un sintagma nominal con un sintagma preposicional funcionando como modificador indirecto) desempeña la función de objeto o complemento directo.

Tercer ejemplo: El profesor de griego dijo que estudiemos de nuevo el vocabulario de la lección ocho.

En esta oración «que estudiemos de nuevo el vocabulario de la lección ocho» (una proposición subordinada sustantiva) desempeña la función de objeto o complemento directo.

Por otro lado, una forma de reconocer el «objeto o complemento directo» (determinado o indeterminado) en español, consiste en que siempre es posible convertirlo en el «sujeto paciente» de una oración en construcción pasiva (un sujeto que no es agente, que no es el responsable de la acción verbal).

Primer ejemplo: El griego es enseñado por el profesor (pasiva perifrástica)

Segundo ejemplo: El profesor de griego fue visto por María (pasiva perifrástica)

Tercer ejemplo: Que estudiemos de nuevo el vocabulario de la lección fue lo dicho por el profesor de griego (pasiva perifrástica)

Finalmente, un detalle que no es posible perder de vista en relación al «objeto directo» tiene que ver con la presencia de la preposición «a».

En tal sentido, La «Nueva gramática de la lengua española», publicada por la Real Academia Española en el año 2011, plantea:

“Aunque existen excepciones (cuando es necesario evitar posibles ambigüedades), lo habitual es que el objeto o complemento directo lleve la preposición «a» cuando su referente es específico y animado (No encuentro mi libro - No encuentro a mi gato). Si el referente es animado, pero no identificable, aparece generalmente sin preposición. Contrasta así «Busca (una) traductora» (alguna, la que sea) y «Busca a una traductora» (una en particular), «Nueva gramática básica de la lengua española», página 197. 

Ejemplos: Juan bautizó a Jesús (Jesús es el objeto directo).

Josué sustituyó a Moisés (Moisés es el objeto directo).

Pero: Pablo escribió una carta (carta es el objeto directo). Pedro estudia griego (griego es el objeto directo).

La marca del objeto o complemento directo en el hebreo clásico o bíblico

En lo que respecta al hebreo bíblico, es precio decir que en hebreo se trata de una manera distinta al objeto o complemento directo indeterminado y al objeto o complemento directo determinado.

En tal sentido, es preciso poner de relieve que el hebreo no tiene, no emplea una marca especial para señalar el objeto o complemento directo indeterminado.

Pero sí cuenta con un recurso para señalar el «objeto o complemento directo determinado»: la partícula «et» (la cual es intraducible), y por lo general antecede o precede al objeto directo hebreo determinado, al margen de su género (masculino o femenino) y de su número (singular, plural o dual).

Consecuentemente, al traducir del hebreo al español, no es posible perder de vista que, en primer lugar, la partícula «et» no se traduce (es intraducible); y, en segundo lugar, que el empleo de la preposición «a» en la traducción no ha de considerarse el reflejo o traducción de la partícula «et». 

En realidad, y, como ya puntualizamos arriba, el empleo de la preposición «a» en relación al objeto directo en la traducción al español, depende de la normativa que tiene la lengua española al respecto, y no de la presencia de la partícula hebrea «et» en una oración gramatical en hebreo.

Por ejemplo, en Génesis 1.1 observamos que las palabras (sintagmas nominales) «ja-shamáyim» (pronunciación clásica; «ja-shamáim», pronunciación moderna: “el cielo”), y la palabra «ja-árets» (la tierra), están precedidas por la partícula «et» que las marca como objetos directos de la forma verbal «bará» (creó).

Luego, en virtud de que «ja-shamáyim» («ja-shamáim») y «ja-árets» constituyen objetos o complementos directos determinados en hebreo, están precedidos de la partícula «et».

Pero como «ja-shamáyim» («ja-shamáim») y «ja-árets» constituyen objetos directos no animados, la traducción al español no demanda el empleo de la preposición «a».

Por eso la traducción: «el cielo y la tierra».

La marca del objeto o complemento directo en el griego (clásico y koiné)  

Con relación al griego koiné (incluso en el griego clásico), el «objeto directo» se señala e identifica con la flexión, desinencia o terminación del caso acusativo (el habitual caso del objeto directo en griego, si bien hay verbos complementados con el genitivo y el dativo), sin importar el género (masculino, femenino y neutro) y el número (singular y plural) de la palabra que esté desempeñando la función del «objeto o complemento directo» (determinado o indeterminado). 

Por ejemplo, insistiendo en Génesis 1.1, la traducción griega de las palabras «ja-shamáyim» («ja-shamáim») y «ja-árets», es «ton uránon» y «ten guen», dos sintagmas nominales en caso acusativo, por estar desempeñando la función sintáctica de «objetos o complementos directo» de la forma verbal y traducción griega de «bará» (creó, hizo), o sea, «epóiesen» (hizo).

Consecuentemente, es preciso poner de relieve que «ton uranón» está en el caso acusativo masculino singular, mientras que «ten guen» está en el caso acusativo femenino singular, pero al final, ambas palabras están en el caso acusativo, el habitual caso del «objeto o complemento directo» en griego.

En consecuencia, ambas expresiones o sintagmas constituyen al mismo tiempo y en la misma calidad, el «objeto directo» de la forma verbal «epóiesen» (hizo).

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

A propósito de los dos cursos que inician mañana: «Griego koiné (bíblico), desde cero, el primer año, y «Hebreo clásico (bíblico)», desde cero, el primer año.

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«Teología» o «zeología», la explicación la tiene el latín


«Teología» o «zeología»

La explicación la tiene el latín

Lo que tal vez nunca te han dicho en tus cursos de teología

Héctor B. Olea C.

Como la palabra «teología» no presenta las dificultades que sí presenta la palabra «escatología» (según lo que explicamos en un artículo anterior), a nadie, que yo sepa, le ha preocupado establecer o considerar la distinción o disyuntiva con la que decidimos titular estas líneas.

Sin embargo, al considerar la fonética y características morfológicas de la palabra griega que se traduce «Dios», «dios» en la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX) y en el Nuevo Testamento, en griego: «zeós» (4, 008 veces en la Septuaginta, y 1, 317 en el NT), inmediatamente nos ponemos al tanto de la forma en que el latín asumió dicho sustantivo, y por qué tenemos la palabra «teología», y no «zeología», lo mismo que «Timoteo» y no «Timozeos», «Teodoro» y no «Zeodoro».

La palabra «Dios», «dios» en griego

El sustantivo «zeós» consiste en un sustantivo de género masculino o femenino de la segunda declinación, cuyo género gramatical preciso en un contexto dado, es determinado por el artículo definido griego.

En otras palabras, con el artículo masculino «jo» (en latín e inglés «ho»), o sea, «jo zeós» («ho theos», en latín y en inglés) es asumido como un sustantivo de género masculino (Dios, dios, el dios).

Pero con el artículo masculino «je» (en latín e inglés «he»), o sea, «je zeós» («he theos», en latín y en inglés) es asumido como un sustantivo de género femenino (diosa, la diosa).

La contraparte del sustantivo griego «zeós» en latín

A diferencia de lo ocurrido con el adjetivo griego «jristós», que entró al latín como un sustantivo masculino de la segunda declinación latina, o sea, «christus» (léase: «cristus»); con relación al sustantivo griego «zeós» (Dios, dios) no ocurre lo mismo.

Esto así porque el latín ya contaba con un sustantivo latino que le era equivalente: «deus» (Dios, dios), un sustantivo de género masculino y de la segunda declinación latina.

En tal sentido, dos ejemplos claros del uso del sustantivo latino «deus», en la traducción del texto hebreo y del texto griego al latín, los observamos en la clásica traducción latina de Jerónimo de Estridón, La Vulgata, en Génesis 1.1 y en Juan 1.1.

En Génesis 1.1 el sustantivo «elojím» (transliterado al latín y al inglés como «elohim») fue traducido con el sustantivo latino «Deus», forma del caso nominativo masculino singular, caso del sujeto, pues esa es la función sintáctica del sustantivo hebreo «elojím» en Génesis 1.1, en conformidad al texto hebreo que nos ha llegado vía el códice de Leningrado (BHS).

Y en Juan 1.1, en primer lugar, observamos la forma latina «Deum» (forma del caso acusativo masculino singular de «Deus») correspondiendo al griego «ton zeón» (acusativo masculino singular de «zeós»).

En segundo lugar, en Juan 1.1, como en Génesis 1.1, también observamos a «Deus» (la forma del caso nominativo masculino singular) correspondiendo a «zeós» (forma del caso nominativo masculino singular).

Sin embargo, en el llamado latín tardío o eclesiástico, se registra la palabra «theologia» (léase: «teologuia», llegando luego al español como «teología»), así también la palabra «theologus» (léase: «teologus», llegando luego al español como «teólogo»).

Por supuesto, es preciso poner de relieve que en las palabras latinas «theologia» (léase: «teologuia») y «theologus» (léase: «teologus») se observa el empleo del grupo consonántico «th» que en latín representa el fonema «t».

Luego, es preciso distinguir el valor fonético del grupo latino «th» («t») del grupo «th» en inglés que representa el fonema «z» en palabras como: “gracias” (thanks), “pensador” (thinker), “autor” (author), “teatro” (theatre), “método” (method), “aliento” (breath), etc.   

Por otro lado, el empleo del grupo consonántico latino «th» representando el fonema «t», es lo que también explica que en español tengamos el nombre «Timoteo» (en latín: «Timotheus», léase: «Timoteus», un sustantivo masculino de la segunda declinación latina), y no la forma griega «Timózeos», un sustantivo masculino de la segunda declinación griega).

En conclusión, en español tenemos la palabra «teología», porque en el latín eclesiástico se originó el término «theologia» (léase: «teologuia», un sustantivo de género femenino, forma del caso nominativo singular, de la primera declinación latina).

Consecuentemente, en virtud de que la palabra latina «theologia» exhibe el grupo consonántico «th», pero representando el fonema «t»; el latín «theologia» (léase «teologuia»), dicho termino llegó al español con el fonema «t», y con la letra «g» española representando el fonema «j» (la «g» española seguida de «e», «i», realiza el fonema «j»), por eso se lee: «teología» (fonéticamente «teolojía), y no como en latín «teologuia», pues la «g» latina siempre realiza el fonema que representa la «g» española en «gato», «gusto», «ganas».

Por supuesto, el empleo del grupo latino «th» en «theologia» y «theologus», así como en «Timotheus», explica que una transliteración latina (no traducción) del sustantivo griego «zeós» (Dios, dios) sería «theos».

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

Bibliografía recomendada:

«Diccionario del griego bíblico, Setenta y Nuevo Testamento», de Amador Ángel García Santos, segunda edición revisada y ampliada, Verbo Divino, 2018.

«Diccionario ilustrado VOX, latino español, español latino», décimo quinta edición, 1982.

«Diccionario de la Vulgata» (Dictionary of the Vulgate New Testament) latín inglés, de J. M. Harden, NY, 1921.

«Gramática Latina, Nueva trilogía de la lengua latina», de Santiago Segura Munguía, Deusto, 2012.

La Vulgata

«In Limine, Manual de apoyo para los cursos de latín», por Fiorella Bacigalupe, Mariela Grassi y Cristina Pippolo, Uruguay, 2013.

A propósito de nuestra oferta académica para este mes de junio, conformada por los dos cursos que inician este sábado 7: «Griego koiné (bíblico), desde cero, el primer año, y «Hebreo clásico (bíblico)», desde cero, el primer año.

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Comparación y distinción morfológica entre el aoristo 1ero sigmático y el aoristo 1ero asigmático


Comparación y distinción morfológica entre el aoristo 1ero sigmático y el aoristo 1ero asigmático

Nociones de griego clásico y koiné

Héctor B. Olea C.

En el marco del sistema verbal griego (clásico y koiné) existe el llamado «tema temporal» y «tiempo aoristo», uno de los cuatro temas temporales del sistema verbal griego (los otros tres son: el presente, el futuro y el perfecto).

Pero el tema temporal y tiempo aoristo tiene más de una expresión morfológica.

En primer lugar, la morfología del aoristo primero (o débil) que tiene la letra sigma como característica morfológica o morfemática.

En segundo lugar, la morfología del aoristo primero asigmático, el de los llamados «verbos líquidos» (distinto al llamado «aoristo segundo o fuerte» que también es asigmático) que no tiene la letra sigma como característica morfológica o morfemática.

Además, respecto del aoristo primero sigmático, es preciso distinguir la morfología de las raíces o lexemas verbales que terminan en vocal y la morfología de las raíces o lexemas verbales que terminan en consonante.

En todo caso, tienen en común el aoristo primero sigmático y el aoristo primero asigmático (lo mismo que con el «aoristo fuerte o segundo») varias cosas esenciales en el modo indicativo: la figura del aumento, las desinencias personales (que son distintas en el llamado «aoristo fuerte o segundo», por lo menos en la voz activa y en la voz media) y el valor aspectual (la forma en que se concibe la acción verbal: puntual e ingresiva).

Luego, en comparación con sistema verbal español, el aoristo griego (en cualquiera de sus expresiones: débil o sigmático, primero asigmático, fuerte o segundo) estrictamente en el modo indicativo, tiene equivalencia con el llamado «pretérito perfecto simple» (pretérito indefinido, el simple pretérito), incluso y, en cierta forma, con el llamado «pretérito perfecto» (tiempo compuesto, forma perifrástica).    

Por supuesto, como siempre, procuro ilustrar y hacer más comprensibles estás líneas con una imagen anexa.

Muy a propósito de nuestro «Curso de Griego Koiné (Bíblico)», desde cero, el primer año de un estudio completo, crítico, académico, aconfesional y profesional del idioma original del Nuevo Testamento, de dos años, que inicia este sábado 7.   

El curso ideal para las personas que aspiran a poder leer, analizar y explicar los textos del Nuevo Testamento en su lengua original, para las personas que desean tener un sólido dominio de la gramática y sintaxis del griego koiné (bíblico), y para las personas que aspiran a ser docentes de griego bíblico.

Día y horario: sábado 10:00 AM – 12:00 PM (República Dominicana, Puerto Rico), 9:00 – 11:00 AM Colombia y Perú; 11:00 AM – 1:00 PM Argentina. 

¡Incluye la bibliografía y un certificado!

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«Escatología» o «esjatología» La explicación la tiene el latín

«Escatología» o «esjatología»

La explicación la tiene el latín

Héctor B. Olea C.

En virtud del doble significado de la palabra española «escatología», a pesar de que en griego los dos lexemas que le dan origen son muy distintos; sutilmente ha habido quienes han intentado evitar la posible confusión, transliterando o pronunciando la palabra «escatología» empleada en teología con el fonema «j» («esjatología»), y reservar el fonema «k» para la palabra «escatología» que se emplea en medicina, independientemente de si se considera un arcaísmo y un término, por lo general, casi ya en desuso.

Sin embargo, la razón de por qué la palabra «escatología» empleada en teología nos ha llegado con el fonema «k» y no con el fonema «j» de la letra «ji» griega, se debe al latín, no al griego (como ocurre con muchísimas otras palabras de origen griego que han llegado al español vía el latín).

La explicación es que la letra «ji» griega («j») fue reflejada en latín con el grupo «ch», pero en dicho grupo la «h» no suena, y como en realidad la «c» latina siempre realiza el fonema «k» (aunque la «c» española no), el grupo «ch» latino siempre realiza el fonema «k».

Por supuesto, es cierto que la «h» latina era aspirada, o levemente aspirada (realizando el fonema «j»), y que se añadió a la «c» (ch), «p» (ph), «r»  (rh) y a la «t» (th) latinas para reproducir palabra griegas; sin embargo, en los grupos latinos «ch», «rh» y «th» la «h» no suena.

Esto significa que, al final, en los grupos «ch», «rh» y «th» sólo quedó el sonido de la letra distinta a la «h», o sea: «c» (fonema «k»), «r» (fonema «r») y «t» (fonema «t»).

En cuanto al grupo «ph», éste sirvió para reflejar el fonema «f», o sea «ph», como por lo general ocurre en inglés («ph» es igual a «f»).  

Consecuentemente, las palabras griegas que inician o involucran la letra «ji» griega («j»), como el adjetivo «ésjatos» (último, postrero, final; del cual deriva la palabra «escatología» que se emplea en teología) han llegado al español con el fonema «k» (no con la letra «k»), y no con el fonema «j».

Por supuesto, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

Finalmente, insisto en que la transliteración o transcripción es contextual, o sea, que no es lo mismo transliterar del griego al inglés, que del griego al alemán; no es lo mismo transliterar del griego al español vía el latín, que transliterar del griego al español de manera directa, sin la mediación del latín.

A propósito de nuestro profesional y completo curso de «Griego koiné» (bíblico), desde cero, que inicia el próximo sábado, el primer año. Incluye material de apoyo y certificado.

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