El verbo «léipo» en la llamada «cuarta palabra» del Jesús crucificado
¿Murió Jesús sintiéndose abandonado?
Nociones de griego koiné
Héctor B. Olea C.
En
la llamada cuarta palabra del Jesús crucificado, sólo registrada en Marcos
15.34 y Mateo 27.46, en la traducción: ¿por qué me has desamparado?, coincide
Mateo con Marcos al emplear la forma verbal «enkatélipes».
Consiste
«enkatélipes» en una forma verbal en tiempo aoristo segundo, voz activa, modo
indicativo, segunda persona del singular, del verbo «enkataléipo»: dejar tras
de sí, abandonar, desatender, pasar por alto, desamparar.
La
composición, como forma de crear palabras nuevas
Un
recurso con que cuentan muchas lenguas para crear palabras nuevas es la
derivación y la composición.
En
tal sentido, es preciso decir que el verbo «enkataléipo» es un verbo doblemente
compuesto, el cual tiene de base el verbo «léipo», y dos preposiciones como
prefijos: la preposición «katá» y la preposición «en».
Por
otro lado, un detalle respecto del verbo «enkataléipo» es que, como la primera
preposición que se añadió como prefijo al verbo «léipo» es «katá» (iniciando
con la letra «káppa»); la preposición «en» se presenta aquí con el alomorfo
conformado por las letras «épsilon» más «gámma», porque la letra «gámma»
delante de una «káppa», tiene el valor de una nasal, de una «ni» («n»).
Estadísticas
en el Nuevo Testamento respecto del verbo «léipo» y sus compuestos
El
verbo simple, «léipo», podemos decir que aparece solamente seis (6) veces en
todo el Nuevo Testamento.
Pero
en composición con la preposición «katá» como prefijo, formando el verbo «kataléipo»,
aparece veinticinco (25) veces en el Nuevo Testamento.
Y
como doblemente compuesto, con la preposición «katá» y con la preposición «en»,
formando el verbo «enkataléipo», sólo aparece diez (10) veces en todo el Nuevo
Testamento.
Ahora
bien, una pregunta que se ha planteado es si en verdad, como ocurre por lo
general con las palabras compuestas (sustantivos y verbos), en las que las
formas compuestas, en alguna manera, añaden algún matiz especifico o
particular; se ha algunas personas se han preguntado si existe alguna
diferencia semántica entre el verbo simple «léipo», y las formas compuestas, «kataléipo»,
y «enkataléipo».
Consecuentemente,
considerando tanto griego clásico como el griego koiné, la carga semántica de
cada uno de estos tres verbos es la siguiente:
El
verbo simple, «léipo», como verbo transitivo, significa: abandonar, dejar
detrás de sí; y como verbo intransitivo: irse, marcharse, ser insuficiente o
incompleto, faltar («Diccionario del griego del griego bíblico, Setenta y Nuevo
Testamento», Amador Ángel García Santos; «Diccionario manual griego clásico
español», José M. Pabón).
El
verbo compuesto, «kataléipo», sólo como verbo transitivo, significa: dejar tras
de sí, dejar sin protección, dejar sin ayuda, dejar de lado, abandonar, poner
de lado, reservar (diccionarios citados).
El
verbo doblemente compuesto, «enkataléipo», sólo como verbo transitivo,
significa: dejar tras de sí, abandonar, desatender, pasar por alto, desamparar
(diccionarios citados).
Ahora
bien, resulta que, precisamente, es «enkatélipes» (la forma verbal empleada por
Marcos, 15.34, y Mateo, 27.46), una forma verbal en tiempo aoristo segundo, voz
activa, modo indicativo, segunda persona del singular, del verbo doblemente
compuesto, «enkataléipo», el que empleó la clásica versión griega de la Biblia
Hebrea (Septuaginta) en el Salmo 22.2 (21.2).
En
todo caso, a pesar de las formas compuestas del verbo base, «léipo», no se
emplean como verbos intransitivos; es evidente que mantienen la idea básica del
verbo simple «léipo»: abandonar, desamparar.
Pero
yendo un poco más lejos, considerando la redacción empleada por la Septuaginta,
Marcos y Mateo, la situación es la siguiente.
La
clásica versión griega, Septuaginta, los LXX, dice: ¿«jína ti enkatélipes me»?
(leída: ¿«jína ti enkatelipésme»?) Traducción: ¿Por qué me abandonaste? ¿Por qué
me has abandonado? ¿Por qué razón me abandonaste? ¿Con qué objetivo me
abandonaste?
Por
su parte, Marcos 15.34 empleó la expresión: ¿«eis ti enkatélipes me»? (leída: ¿«eis
ti enkatelipésme»?), aunque con el mismo sentido que la expresión empleada por la
Septuaginta.
Pero
Mateo 27.46, por su parte, empleó ¿«jinatí me enkatélipes»? (leída: ¿«jinatíme
enkatélipes»?), con el mismo sentido que la expresión empleada por la
Septuaginta y por Marcos.
En
todo caso, no es posible negar que la redacción griega empleada por Mateo se
asemeja más a la empleada por la Septuaginta que la de Marcos, al principio (al
emplear la conjunción «jína» y el pronombre interrogativo «ti»); pero la
redacción de Marcos se asemeja más a la redacción de la Septuaginta que la de Mateo,
al final, al colocar el caso acusativo del pronombre personal de la primera
persona del singular, «me» («a mí», «me»), después de la forma verbal
«enkatélipes».
Ahora
bien, ¿murió Jesús sintiéndose abandonado, desamparado?
Por
un lado, la respuesta teológica será que, sin duda alguna, Jesús murió confiado
en las manos de su Padre, en la línea de la argumentación de Mateo Bautista en
su libro «La pasión de Cristo, 151 preguntas y respuestas», cito:
“Jesús
no murió sintiéndose abandonado por el Padre, sino abandonado en el Padre, que
siempre tiene la última palabra de vida” (Editorial San Pablo, 2006, página
128).
Sin
embargo, una lectura y exégesis crítica irá por otro camino. En tal sentido me
parece muy oportuna la conclusión de Raymon E. Brown en su clásica obra «La
muerte del Mesías» (dos tomos, Verbo Divino, 2005), cito:
“En conjunto, pues, no
encuentro ningún argumento persuasivo contra la atribución a Jesús del
sentimiento de desamparo expresado con la cita del salmo 22 en Marcos/Mateo. Al
considerar este ruego al final del relato de la pasión se debe seguir la misma
línea de interpretación que en el caso de la plegaria inicial del relato de la
pasión (Marcos 14.35-36 y Mateo 26.39). Allí, muchos exégetas rechazan el
sentido literal, que presenta a un Jesús deseoso de que pase de él la hora y
poco dispuesto a beber la copa del sufrimiento. No pueden atribuirle tal
angustia de cara a la muerte. Pero si se acepta literalmente la angustia de
aquel momento inicial, cuando todavía podía Jesús llamar a Dios "Abba,
Padre", también hay que admitir en su sentido literal este grito de
protesta contra el abandono, escapado de un Jesús con un sentimiento tal de
soledad y desamparo que, incapaz ya de utilizar la palabra "Padre",
se expresa como el más humilde de los siervos” (tomo 2, página 1, 246).
Por otro lado, también
me parecen oportunas aquí las palabras del reconocido biblista y exégeta
alemán, Joachim Gnilka, cito:
“La muerte de una
persona es siempre una experiencia suya personalísima y, por tanto, una
experiencia que –supremamente- no se puede transmitir. Esto se aplica también a
Jesús” («Jesús de Nazaret, mensaje e historia», Herder, 1995, página 381).
Finalmente, que Lucas y
Juan hayan evitado citar el Salmo 22 a la manera de Marcos y Mateo, me parece
un detalle revelador.
Lucas (23.46), por su
parte, optó por las palabras más optimistas del Salmo 31.6 «en tus manos
encomiendo mi espíritu», pero, además agregando la palabra «Padre», que no está
en dicho Salmo.
Y Juan (19.30), por su
parte, optó por poner en los labios de Jesús las palabras: «consumado es»,
dando a entender que Jesús encaraba la muerte con una actitud positiva y con la
convicción de que había realizado, de que positivamente había concluido la obra
que le había encomendado su Padre.
Muy a propósito de los
distintos cursos de griego koiné que conforman nuestra oferta académica para el
mes de abril y mayo, y durante todo el año, año por año.
¡Pregunta por el curso
de tu interés!
¡Inscripciones
abiertas!
Información y matriculación Aquí