Análisis y explicación del uso bíblico de la frase «senda antigua»
Una contribución solicitada, a la luz del
texto hebreo y griego
Héctor
B. Olea C.
¿Es positivo o
negativo el uso de la frase «senda antigua» en la
Biblia? ¿Existe alguna diferencia cuando se la empleó en singular («senda
antigua»), y cuando se la empleó en plural («sendas antiguas»)? ¿Cómo nos ayuda
una vez más el conocimiento de la lengua hebrea y el acceso al texto hebreo que
está detrás de la frase en cuestión?
Antes de responder
las preguntas planteadas, debo decir que en la tradición evangélica pentecostal
de corte conservador y hasta fundamentalista, es muy común la apelación a la
frase bíblica objeto de estudio, para insistir en la necesidad de que la fe
cristiana y evangélica no pierda su esencia, no se contamine, y que se mantenga
dentro de los parámetros y con las marcas de lo que al menos un sector entiende
e identifica como la buena y sana doctrina, la innegociable ortodoxia.
En otras palabras, el
tipo de evangelio de antaño relativo a forma de culto, la liturgia, cantidad de
servicios a la semana, el repertorio de canciones empleadas en la doxología, el
mantenimiento de algunas normas respecto de la vestimenta y el arreglo
personal, entre muchas otras, etc.; en fin, la forma de vivir la vida cristiana
que originalmente conocieron algunas décadas atrás, la cual es considerada
pura, no corrompida, no mundana, incuestionable y eficaz.
Por supuesto, y como
hemos de demostrar, si bien y, por un lado, la referida apelación es en cierta
forma legítima y comprensible, por otro lado, no lo es, cosa que también
esperamos demostrar con este artículo.
El uso en singular de
la frase «senda antigua»
En primer lugar, es
preciso tener presente que la frase «senda antigua» (traducción de la Reina
Valera 1960), en singular, sólo se la encuentra una sola vez en toda la Biblia,
específicamente en el Tanaj (Biblia Hebrea, AT), en Job 22.15, cito: ¿Quieres tú seguir la senda antigua que
pisaron los hombres perversos?
La frase hebrea
traducida aquí «senda antigua» es «ha-’oraj
‘olam». La Septuaginta por su parte, tradujo «tríbon aiónion».
Luego y,
evidentemente, tiene aquí la frase «senda antigua» un sentido y uso negativo,
pues apunta al comportamiento perverso y desagradable ante Dios de al menos un
sector específico de los hombres antiguos, de la antigüedad: los perversos, los
inicuos.
Observación: la
historia de los antepasados del pueblo bíblico de Israel, pone de manifiesto
que no siempre fue justo el comportamiento de muchos de los mismos.
En síntesis, aquí la
frase en singular «senda antigua», apunta, es sinónima de “camino de
perversidad”, “camino y forma de vida de los perversos”.
El uso en plural de
la frase «senda antigua» («sendas antiguas»)
En segundo lugar, en
plural, la frase «sendas antiguas» se la encuentra sólo dos veces en toda la
Biblia, y sólo en el Tanaj (Biblia Hebrea, AT), en Jeremías, 6.16 (uso
positivo) y Jeremías 18.15 (uso en sentido negativo), cito:
Jeremías 6.16: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y
preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y
hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos”
Jeremías 18.15: “Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando a lo que
es vanidad, y ha tropezado en sus caminos, en las sendas antiguas, para que
camine por sendas y no por camino transitado”.
Análisis gramatical de
Jeremías 6.16
La frase hebrea
traducida aquí «sendas antiguas» es «lintivót ‘olam». La Septuaginta, por su
parte, tradujo «tribus aioníus».
La frase «sendas
antiguas» tiene aquí un uso positivo, y apunta a la necesidad de estudiar la
historia y la tradición para saber cuál era la conducta de los antiguos justos
(los antepasados justos) que agradaba (que agradó) a Dios.
El análisis
gramatical de Jeremías 6.16 pone de manifiesto la relación estrecha que existe
entre las frases las “sendas antiguas” y la frase “el buen camino”. En otras
palabras, mediante el análisis crítico de la tradición y de la trayectoria de
los antepasados, hurgando en dicha historia y tradición, es posible constatar
un comportamiento agradable a Dios, en el cual anduvieron los antepasados justos
(no los antepasados injustos y perversos, por supuesto).
Observación: la
historia de los antepasados del pueblo bíblico de Israel, pone de manifiesto
que no siempre fue desagradable e injusto el comportamiento de muchos de los
mismos.
En consecuencia, no
es posible aquí asumir un sentido negativo de la frase «sendas antiguas», pues
de lo contrario sería paradójico que el profeta Jeremías entendiese que
hurgando en las sendas antiguas (el camino que transitaron los antiguos), era
posible hallar el camino agradable a Dios, conforme a la voluntad de Dios.
Consecuentemente, es
acertada y comprensible la explicación que ofrece el «Comentario Bíblico San Jerónimo»: “las palabras de Jeremías
muestran que los profetas no eran unos innovadores, sino hombres sólidamente
fundados en la tradición (e historia), que trataban de revitalizar mediante un
conocimiento profundo de sus antiguas verdades y acumulándose otras nuevas de
su propia experiencia religiosa”.
En suma, en Jeremías
6.16, la frase «sendas antiguas» (el camino de los antiguos que no fueron
perversos, inicuos), y la frase «el buen camino» son sencillamente sinónimas.
Luego, en relación a
Jeremías 18.15, es evidente el uso negativo aquí de la frase «sendas antiguas»
(en hebreo: «shevilé ‘olam»; la Septuaginta: «sjoinus aioníus».
En este contexto, la
frase en cuestión apunta al comportamiento desagradable ante los ojos de Dios
que tuvieron al menos un sector de los antiguos, no todos por supuesto.
Observación: la
historia de los antepasados del pueblo bíblico de Israel, pone de manifiesto
que no siempre fue agradable y justo el comportamiento de muchos de los mismos.
Luego, es inadmisible
que aquí se entienda que el comportamiento de los antiguos fue totalmente
negativo, pues de lo contrario jamás hubiese dicho el mismo profeta Jeremías
(en el 6.16) que hurgando en las «sendas antiguas» era posible detectar el
comportamiento que era del agrado de Dios.
Con otras palabras,
es insostenible pensar que la frase «sendas antiguas» tiene siempre un sentido
negativo, al margen de lo evidentemente dicho por el profeta Jeremías en el
capítulo 6.16, que invita a hurgar en el camino y forma de vida de los antiguos
justos como manera de hallar la forma de proceder con justicia y piedad, o sea,
el comportamiento agradable a Dios.
Además y, una vez
más, vuelve a ser acertado el «Comentario
Bíblico San Jerónimo», cuando respecto de la mención de la frase «sendas
antiguas» en este último texto, concluye: “Los profetas no sólo no la
rechazaban (la tradición de los antiguos, la buena tradición de los antiguos),
sino que apremiaban al pueblo para que la repasara y encontrara en ella el
camino recto”.
En conclusión, la
frase «senda antigua» (en singular) se la encuentra una sola vez en toda la
Biblia, y específicamente en el Tanaj (Biblia Hebrea, el AT), en Job 22.15, y
con un sentido negativo: el camino de perversidad que transitaron
específicamente los antepasados injustos y perversos.
En plural «sendas
antiguas», se la encuentra únicamente dos veces en toda la Biblia, y una vez
más, específicamente en el Tanaj (Biblia Hebrea, el AT), en Jeremías 6.16 (con
un uso positivo, apuntando la forma de vida y comportamiento de los antepasados
justos), y en Jeremías 18.15 (con un uso negativo, señalando la forma de vida y
comportamiento de los antepasados injustos), así de sencillo.
Análisis del texto hebreo del Salmo 23.1, propuestas de traducción con base en el análisis gramatical del texto hebreo y griego
Mi aporte personal
Héctor
B. Olea C.
El
factor del tiempo gramatical
En primer lugar, a
pesar de que al menos dos versiones de la Biblia han traducido empleando el
tiempo presente, La Nueva Biblia Española («El Señor es mi pastor: nada me
falta»), y la llamada Biblia Universidad de Jerusalén («Adonai es mi pastor,
nada me falta»”); lo cierto es que a la luz de la forma verbal hebrea empleado
por el salmista, el tiempo futuro debe ser la primera opción.
En tal sentido, a lo
que el texto hebreo respecta (texto masorético), no se puede perder de vista
que, en efecto, la forma verbal «ejsar» (del verbo «jasar») corresponde al
tiempo o estado imperfecto que, por lo general, hace referencia a una acción
por realizar, no terminada, un hecho futuro.
Además, en lo que a
la clásica traducción griega se refiere, la Septuaginta, tampoco es posible
obviar que, efectivamente, ésta tradujo la forma verbal «ejsar» con el tiempo
futuro, con la forma verbal «justerései» (en tiempo futuro, del verbo
«justeréo»).
Por otro lado, antes
de abordar la cuestión semántica de la forma verbal «ejsar», es preciso decir
que la misma tiene como sujeto agente a la primera persona común singular, o
sea, «yo». Pero en relación a la forma verbal empleada por la Septuaginta, o
sea, «justerései», debo decir que la
misma tiene como sujeto agente, por su redacción y sintaxis, a la tercera
persona del singular, «él» («ella»).
El
factor de la carga semántica de los verbos empleados
Ahora bien, en cuanto
al contenido semántico de la forma verbal hebrea «ejsar» (unida a la partícula
de negación no («lo’»), conviene precisar que el verbo «jasar» tiene como
primarias las siguientes acepciones:
En primer lugar,
según el «Diccionario Bíblico Hebreo –
Español» de Schokel: Faltar, no
haber; necesitar, carecer, echar de menos, echar en falta, tener-pasar
necesidad; disminuir, mermar, menguar, agotarse.
En segundo lugar,
según el «Diccionario de Hebreo Bíblico»
de Moisés Chávez: Decrecer, reducirse,
faltar, privar de algo, hacer que algo sea menos o menor, tener falta.
En tercer lugar,
según el «Diccionario Bíblico
Hebreo–Español, Español-Hebreo», de Jaime Vázquez Allegue: Disminuir, faltar, carecer, rebajar.
Consecuentemente,
atendiendo a las acepciones mencionadas del verbo «jasar», a la luz del estado
o tiempo imperfecto en que se encuentra dicha forma verbal, considerando que el
sujeto agente de la forma verbal «ejsar» es la primera persona común singular («yo»);
paso a proponer las que a nuestro juicio son traducciones primarias y acertadas
de la frase hebrea «lo’ ejsar», a la luz de la que los tres diccionarios
mencionados colocan como primera acepción del verbo «jasar».
Siguiendo el «Diccionario Bíblico Hebreo – Español» de
Schokel: “no tendré falta de pasto”, “no estaré necesitado”, “no tendré
necesidad”, “no pasaré necesidad”. Luego: «El Señor es quien me pastorea, no
tendré falta de pasto (no tendré necesidad)».
Siguiendo el «Diccionario de Hebreo Bíblico» de
Moisés Chávez: “no estaré o seré decrecido”, “no me veré reducido”, “no me
faltará pasto”, “no tendré necesidad”. Luego: «El Señor es quien me pastorea,
no seré decrecido» (no me veré reducido, no me faltará pasto).
Siguiendo el «Diccionario Bíblico Hebreo–Español,
Español-Hebreo» de Jaime Vázquez Allegue: “no seré disminuido”, “no tendré
falta de pasto”, “no careceré de nada”, “no seré rebajado”. Luego: «El Señor es
quien me pastorea, no seré disminuido» (no serán disminuidos mis recursos, no
tendré falta de pasto).
Traducción
del Salmo 23.1 en conformidad al texto griego de la Septuaginta
Ahora bien, el texto
griego que leemos como traducción en la Septuaginta del texto hebreo del Salmo
23.1 (Salmo 22.1 en la Septuaginta), o sea, «kúrios
poimáinei me, kái udén me justerései», demanda la siguiente traducción: «El
Señor me pastorea, y nada me faltará» (no careceré de nada).
Precisamente y, en
tal sentido, va la traducción hecha por Junemann en su versión de la
Septuaginta: «El Señor me pastorea; y nada me faltará».
Consecuentemente y,
finalmente, pienso que a la luz del análisis que hemos realizado, la traducción
tradicional «nada me faltará», si bien en cierto sentido se ajusta más bien,
literalmente (por equivalencia formal), al texto griego de la Septuaginta; no
es menos cierto que a la luz de los muy conocidos diccionarios que he
mencionado, tampoco es una mala traducción, siempre y cuando se entienda en el
contexto de la relación que establecen las metáforas «pastor» y «ovejas».
En tal sentido, la
traducción «nada me faltará» no es descabellada, sólo si se entiende como
equivalente a: “no me faltará pasto”, “no tendré necesidad de pasto”, “no
careceré de pasto”, “no careceré de sustento”, “no será reducido o disminuido
mi pasto”.
Además, no es posible
perder de vista que la declaración del Salmo 23.1 (pero 22.1 en la Septuaginta),
es en realidad una canción, una composición poética, no una promesa o ley de
causa y efecto que dé por sentado, que dé garantías de que la persona que
confesionalmente asuma a Dios, al Señor como su rector y guía (o que Dios la ha
escogido a ella), no tendrá carencias materiales y que, al margen de todo y cualquier
elemento (o variable) de carácter socioeconómico, político y cultural, incluso
personal, será exitosa (tal vez rica y repleta de bienes) en términos económicos
y financieros (¿teología de la prosperidad?).
En
suma, a la luz de todos los factores considerados, a nuestro juicio, una
acertada traducción del Salmo 23.1, a la luz de la relación que establecen las
metáforas «pastor» y «ovejas» (Salmo 23.1 y 2), es: «El Señor es quien me
pastorea, mi pasto no faltará» (no me faltarán las condiciones adecuadas, las
condiciones mínimas para subsistir como oveja), así de sencillo.
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