Al introducirme en este análisis, admito que soy consciente del campo de batalla que ha significado para el pensamiento cristiano la traducción e implicaciones de Lucas 23.43. ¿Hay vida después de la muerte? ¿Es el estado de muerte un sueño, o un estado de plena conciencia? ¿Se entra o no, inmediatamente con la muerte, en el estado de retribución definitiva?
Por un lado, identificados con la idea de la
inmortalidad del alma, hay quienes defienden la traducción que se lee en la
mayoría de las versiones castellanas de la Biblia, en armonía con la «Reina
Valera 1960», cito: “Entonces Jesús le
dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
Por otro lado, comprometidos con la idea de
la no inmortalidad del alma, y con la concepción de la muerte como “un sueño”; tenemos
quienes defienden (básicamente los Adventistas del Séptimo día y los Testigos
de Jehová), la traducción que se lee en la «Traducción del Nuevo Mundo de las
Santas Escrituras», cito: “Y él le dijo: «Verdaderamente te
digo hoy: Estarás conmigo en el paraíso»”
Y la traducción que ofrece la «Santa Biblia,
Nueva Reina Valera, versión Siglo XXI», tercera edición, año 2009, realizada
por la Sociedad Bíblica Emanuel (adventista); cito: “Entonces Jesús le
contestó: Te aseguro hoy, estarás conmigo en el paraíso”
Ahora bien, desde el punto de vista
filológico y textual, lo cierto es que muy bien pudo el original de Lucas haber
dicho: «amén soi légo, sémeron», traducción: «Ciertamente te digo: hoy…» (Forma
del texto que está detrás de la traducción de la Reina Valera 1960, y muchas
otras versiones de la Biblia.
Pero muy bien pudo haber dicho el original de
Lucas: «amén soi sémeron» (sin la coma antes de «sémeron», hoy), cuya
traducción sería: «Ciertamente te digo hoy… » (Forma del texto que está detrás
de la traducción que se lee en la «Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras», y en la «Santa Biblia,
Nueva Reina Valera, versión Siglo XXI».
Ahora bien, a pesar de estas posibilidades
textuales hipotéticas, lo cierto es que suponer como la original a cualquiera
de dos las lecturas no constituiría un absurdo, dado que muy a menudo los
manuscritos antiguos carecían de puntuación, y por otro lado, en virtud de lo
común que era la práctica de la llamada “escritura continua”, tipo de escritura
que no separaba las palabras (Jesússanóaunparalítico, por ejemplo). Como afirma
Josep O Callaghan («Introducción a la Crítica Textual del NT», página 22, fue a
partir del siglo VII de nuestra era cuando se fue consolidando la práctica de
separar las palabras (Jesús sanó a un paralítico, por ejemplo).
Entonces, me parece que la salida adecuada a
esta cuestión, es admitiendo que estamos ante un problema más bien filosófico-teológico,
y no frente a un problema textual. En consecuencia, cabe preguntar: ¿Está o no, la idea de la inmortalidad del alma, en el
trasfondo de Lucas 23.43?
¿En qué consiste la idea de la
“inmortalidad del alma”? ¿Era la “inmortalidad del alma” una idea aceptada por
todas las corrientes del judaísmo?
La “inmortalidad del alma” consiste
en la concepción que entiende que el ser humano además del cuerpo está
constituido por un alma inmortal que sobrevive a la muerte y a la destrucción
del cuerpo.
Una explicación concisa nos la da
Marie-Émile Boismard: “La idea de la inmortalidad, conocida ya por el orfismo,
recibió su formulación filosófica gracias a Platón, a comienzos del siglo IV
a.C. Ya no se considera al ser humano
como una unidad psicosomática cuya vida consciente emana por entero de sus
elementos físicos, sino que está compuesto de alma y cuerpo, que son realidades
distintas y separables. De estos dos elementos, sólo el cuerpo es corruptible:
formado a partir de la tierra, se
descompone en la tierra al momento de la muerte, pero el alma es inmortal por
naturaleza. Existía ya antes de habitar en un cuerpo. En el momento de la
muerte, abandona el cuerpo, bien para unirse a otro cuerpo, o bien, si está
suficientemente purificada, para pasar al mundo de las ideas, el mundo de lo
divino. El alma es el principio y el centro de
toda la vida consciente del ser humano: inteligencia, voluntad,
sentimientos; por tanto, toda la personalidad del ser humano reside en su alma.
En cierto sentido se puede decir que el ser humano no muere puesto que, gracias
a su alma, continúa viviendo plenamente una vez que se ha abandonado el cuerpo.
La muerte no es más que apariencia” (¿Es
necesario aún habla de «resurrección»?, página 63).
Ahora bien, a pesar de que al
principio, el AT y el judaísmo tenían una concepción monista del ser humano,
posteriormente bajo los influjos del helenismo y principalmente del platonismo,
que comienzan estos a utilizar una terminología de corte dualista, y se va
imponiendo una concepción dicotómica del ser humano. La influencia del
platonismo en la religión hebrea se pone en evidencia en algunos textos tardíos
del AT y posteriormente en los textos del NT.
Consideremos ahora, como
ilustración, algunos textos del AT que hablan de la muerte desde la perspectiva
de una concepción monista, y no dicotómica del ser humano:
Eclesiastés 9.10 “Todo lo
que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el
Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.”
1 Reyes 2.10 “Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad.”
1 Reyes 11.43 “3Y durmió
Salomón con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David; y reinó
en su lugar Roboam su hijo.”
2 Crónicas 21.1 “Durmió
Josafat con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David. Y
reinó en su lugar Joram su hijo.”
2 Crónicas 26.23 “Y durmió
Uzías con sus padres, y lo sepultaron con sus padres en el campo de los
sepulcros reales; porque dijeron: Leproso es. Y reinó Jotam su hijo en lugar
suyo.”
Salmo
85.10 “¿Manifestarás tus maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos
para alabarte?”
Salmo
115.17 “No alabarán los muertos a JAH, Ni cuantos descienden al silencio.”
Daniel 12.2 “Y muchos
de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida
eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.”
Como se ve, todos estos pasajes del
AT coinciden en describir la muerte, desde una antropología monista, y no
dicotómica, como un sueño, un estado donde no hay actividad ni consciencia,
donde no se percibe la existencia consciente del alma separada del cuerpo.
Profundizando un poco más esta línea
de pensamiento, traigo a colación las palabras Antonio Rodríguez Carmona: “Según
el AT, el ser humano fue creado por Dios a partir de dos elementos, la tierra,
de la que hizo el cuerpo, y el espíritu divino con que lo animó, y con ambos
creó un ser polifacético, una “nefesh hayyá”, persona viviente, una unidad, no
una dicotomía. Por ello, para los rabinos el ser humano posee cualidades
celestes y terrestres. Se parece a los ángeles y a los animales, a los ángeles
en cuanto que puede hablar la lengua santa, entender, ir erguido y tener brillo
en los ojos; a los animales en cuanto a que come, y bebe, se reproduce, se
desahoga, y muere” (páginas 549 y 550).
Ante este hecho, llama la atención
el que en el libro de Génesis se conciba el ser humano como un simple ser
viviente, sin ninguna pretensión de trascendencia. Consideremos la evidencia
bíblica:
“Entonces
Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento
de vida, y fue el hombre un «ser viviente» («nefesh hayyáh»)” Génesis 2.7
“Dijo Dios:
Produzcan las aguas «seres vivientes» («nefesh hayyáh»), y aves que vuelen
sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos” (Génesis 1.20)
“Y creó Dios
los grandes monstruos marinos, y «todo ser viviente» («nefesh hayyáh») que se
mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su
especie. Y vio Dios que era bueno”
(Génesis 1.21)
“Luego dijo
Dios: Produzca la tierra «seres vivientes» («nefesh hayyáh») según su género,
bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así” (Génesis 1.24)
Sigue Carmona diciendo: “Otras veces
las fuentes rabínicas, siguiendo generalmente al AT, aluden a algunos elementos
componentes específicos: nefesh, ruaj, basar, gug. Estos elementos siempre se refieren a todo el
ser humano, que por eso es concebido en forma monista, como una unidad. El ser
humano no tiene un alma, espíritu, carne, sino que el ser humano es desde un
punto de vista carne, desde otro alma, desde otro espíritu. Esto explica el que
todos estos nombres se empleen como sinónimos entre sí: nefesh alma y basar,
carne (salmo 63.2), nefesh, alma y gug cuerpo (Éxodo 21.23), nefessh, alma y
ruaj, espíritu (Génesis 6.17) («La
religión judía, historia y teología», Antonio Rodríguez Carmona, Biblioteca
de autores cristianos, 2002, página 550).
“Para el judaísmo el ser humano es
mortal. Porque fue creado como tal. La muerte no es un castigo por un pecado.
Génesis 2-3 no es interpretado en la tradición del judaísmo como explicación de
la naturaleza humana ni como causa de la muerte.
“…Siendo la muerte un fenómeno
natural, no una consecuencia de un pecado original, la muerte natural como tal
es un hecho sin connotaciones negativas; sólo la muerte no natural es la que
merece un juicio negativo. Como puede ser la muerte repentina o violenta; en
cambio, la muerte del ser humano justo se describe a veces como un beso de
Dios. Por ello, se exhorta a la práctica de la Torá para evitar una mala
muerte” («La religión judía, historia y
teología», Antonio Rodríguez Carmona, Biblioteca de autores cristianos,
2002, páginas 568 y 569).
“Respecto a la naturaleza de la muerte, se
concibe como una realidad opuesta a la vida. Si una persona vive cuando su yo
–nefesh tiene fuerza y su cuerpo-carne capacidad de relación por el influjo de
la ruaj que Dios le ha dado. Morir es perder la ruaj y, consiguientemente,
perder la fuerza y la capacidad de relación. Dios retira su ruaj y la nefesh
viviente se convierte en nefesh muerta: el muerto baja abajo al mundo inferior,
al corazón de la tierra (seol, inferus), por la puerta del sepulcro y se
convierte en plena debilidad y plena soledad; la unidad nefesh –basar no
desaparece, continúa existiendo, pero en una situación de total debilidad y
total soledad” («La religión judía,
historia y teología», Antonio Rodríguez Carmona, Biblioteca de autores
cristianos, 2002, página 569).
Pasemos ahora considerar algunos
textos del AT donde se observa un cambio de perspectiva. Los textos a
continuación muestran un compromiso con la idea platónica de la inmortalidad
del alma, y con una visión dicotómica del ser humano.
Voy a comenzar por citar un libro
asumido por la tradición católica como “deuterocanónico”, pero apócrifo por la
tradición protestante. Este libro se entiende que fue escrito por un judío
helenista a finales del siglo I a.C. La evidencia de este libro es importante,
pues nos muestra las concepciones antropológicas que caracterizaban a un gran
sector del judaísmo previo a la época cristiana. Como muy bien plantea
Marie-Émile Boismard, encontramos en el libro Sabiduría de Salomón, por un
lado, un compromiso con el monismo antropológico de la clásica antropología
hebrea (un ser humano concebido como una unidad psicosomática); y por otro, un
compromiso con el dualismo antropológico platónico, que supone la inmortalidad
del alma.
Pasajes que muestran un compromiso
con el monismo antropológico:
Sabiduría 15.8 “Luego, dedicándose a una labor reprobable, modela con el
mismo barro un falso dios; lo hace un hombre que ayer mismo nació de la tierra
y que pronto volverá a la tierra de donde fue sacado, cuando tenga que entregar
la vida que recibió prestada.”
Sabiduría 16.13-14 “Pues tú tienes poder sobre la vida y la muerte, tú nos
bajas al reino de la muerte, y nos sacas de él. 14En cambio el hombre, en su
maldad, puede quitar la vida, es cierto, pero no puede devolverla ni hacer
regresar el alma que ha sido arrebatada por la muerte.”
Pasajes que muestran un compromiso
con el dualismo antropológico:
Sabiduría
8.19-20 “9Yo era un niño, bueno por naturaleza, que había recibido un alma
buena, o más bien, siendo bueno, entré en un cuerpo puro.”
Sabiduría
9.15 “El cuerpo mortal es un peso para el alma; estando hecho de barro, oprime
la mente, en la que bullen tantos pensamientos.”
Sabiduría 15.3 “Conocerte a ti es rectitud
perfecta, y reconocer tu poder es la raíz de la inmortalidad.”
Sabiduría
15.8 “Luego, dedicándose a una labor reprobable, modela con el mismo barro un
falso dios; lo hace un hombre que ayer mismo nació de la tierra y que pronto
volverá a la tierra de donde fue sacado, cuando tenga que entregar la vida que
recibió prestada.”
Pasemos
ahora a considerar la influencia del platonismo en su concepción dicotómica del
ser humano (asumiendo la inmortalidad del alma) en la concepción antropológica
de Jesús y de Pablo.
La enseñanza de Jesús
Antes
de demostrar con textos bíblicos la concepción antropológica de Jesús de
Nazaret, quiero poner de relieve, en palabras de Marie-Émilea Boismard, las
siguientes preguntas: ¿Cómo presenta Jesús nuestro triunfo sobre la muerte? ¿En
forma de resurrección, o de inmortalidad del alma? ¿Mantuvo un compromiso tanto
con la antropología monista hebrea y con la concepción platónica al mismo
tiempo? ¿Se mantuvo fiel a la antropología semítica que concebía al hombre en
su unidad psicosomática? ¿O bien, siguiendo a los fariseos, adoptó la idea
griega del hombre compuesto de alma y cuerpo?
Pienso
que pasando revista a una serie de textos del NT que recogen la enseñanza de
Jesús, podemos demostrar que éste tenía una concepción dicotómica del ser
humano, una visión conforme al dualismo antropológico platónico que asumía la
idea de la inmortalidad el alma (el que en la muerte, a pesar de la destrucción
del cuerpo, el alma subsiste sin corromperse en un estado de plena
consciencia). Observemos:
Mateo
10.28 “Y no
temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a
aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”
Lucas
12.4-5 “4Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y
después nada más pueden hacer. 5Pero os enseñaré a quién debéis
temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar
en el infierno; sí, os digo, a éste temed.”
Marcos
8.35-37 “35Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que
pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 36Porque
¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? 37¿O
qué recompensa dará el hombre por su alma?”
(Compárese Mateo 16.24-26; Lucas 9.23-24)
Lucas
16.19-31 “19Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía
cada día banquete con esplendidez. 20Había también un mendigo llamado
Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21y
ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros
venían y le lamían las llagas. 22Aconteció que murió el mendigo, y
fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue
sepultado. 23Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y
vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24Entonces él, dando
voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que
moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy
atormentado en esta llama. 25Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate
que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es
consolado aquí, y tú atormentado. 26Además de todo esto, una gran
sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren
pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 27Entonces
le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28porque
tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos
también a este lugar de tormento. 29Y Abraham le dijo: A Moisés y a
los profetas tienen; óiganlos. 30Él entonces dijo: No, padre
Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.
31Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se
persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.”
Pasemos
ahora a demostrar que también se observa en Pablo un compromiso con la idea de la
inmortalidad del alma.
2
Corintios 5.1-8 “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se
deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en
los cielos. 2Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de
aquella nuestra habitación celestial; 3pues así seremos hallados
vestidos, y no desnudos. 4Porque asimismo los que estamos en este
tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino
revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5Mas el
que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
6Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que
estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 7(porque por fe
andamos, no por vista); 8pero confiamos, y más quisiéramos estar
ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.”
Filipenses
1.21.23 “21Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. 22Mas
si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces
qué escoger. 23Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho,
teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor.”
Otros
textos que van en la misma línea son:
2
Timoteo 4.6 “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida
está cercano.”
1
Pedro 4.19 “De modo
que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel
Creador, y hagan el bien.”
2
Pedro 2.12-15 “12Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas
cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente.
13Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros
con amonestación; 14sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo,
como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. 15También yo
procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo
momento tener memoria de estas cosas.”
Apocalipsis
6.9 “Cuando
abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido
muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.”
Apocalipsis
20.4 “4Y vi
tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi
las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra
de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron
la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil
años.”
En
conclusión: Comenzado por el mismo Jesús, y terminando por el NT como tal, hay
que concluir que la idea de la inmortalidad del alma (que el alma puede subsistir
con posterioridad a la muerte física, y en un estado de plena consciencia), es
dominante en el NT. Esta realidad se explica por el influjo de la corriente
farisea en la enseñanza de Jesucristo, y luego en el cristianismo como tal.
Obviamente, de manera previa el judaísmo ya había recibido el influjo del
platonismo que, por cierto, implicaba la idea de la inmortalidad del alma.
Entonces,
ante la pregunta de si la concepción de la «inmortalidad del alma» está en el
trasfondo de la expresión “estarás conmigo en el paraíso”, dirigida por Jesús a
uno de los dos hombres que fueron crucificados junto a él; la respuesta es que
sí.
El
trasfondo de la que viene a ser la segunda palabra de “las siete” dichas por
Jesús en la cruz, es en realidad el mismo de la parábola del rico y Lázaro de
Lucas 16.19-31. Ciertamente la mentalidad (visión y cosmovisión) del Jesús que
dirigió las palabras en cuestión al malhechor crucificado, es la misma que
supuso la elaboración de la parábola del rico y Lázaro en la forma en que se
hizo.
En resumen, pienso que si hemos de
ser coherente y consistentes, la traducción correcta de Lucas 23.43 debe ser
distinta a la que se lee en la «Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras»,
y la traducción que ofrece la «Reina
Valera versión siglo XXI», realizada por los adventistas del séptimo día.
Por supuesto, la razón es que si
bien es cierto que al principio tanto el AT como el pensamiento hebreo tenían una
concepción monista del ser humano, luego, con la influencia del helenismo y del
platonismo, con su concepción de la inmortalidad del alma, el pensamiento
hebreo hizo suya (al menos un gran sector del mismo) dicha idea y esta pasó a
ser parte integral del pensamiento antropológico hebreo, del pensamiento de Jesús, del de Pablo, y en consecuencia del
Nuevo Testamento mismo. Por supuesto, se resisten en vano, los Testigos de Jehová
y los Adventistas del Séptimo día, a admitir esa innegable e indiscutible evolución
en el pensamiento antropológico hebreo, por eso insisten en traducir a Lucas
23.43 de una manera en que ignoran que la concepción de la inmortalidad del
alma (que el alma subsiste con la muerte
y en un estado de plena conciencia) es parte integral del pensamiento antropológico
del Jesús lucano, del Jesús que planteó y elaboró la parábola del rico y Lázaro
(Lucas 16.19-31). Insisto, así como no es concebible, ni tendría sentido la parábola
del rico y Lazado, al margen de la concepción de la inmortalidad del alma; así
también es la concepción de la inmortalidad
del alma la que le permite a Jesús decirle al ladrón que con la muerte no
terminan todo, que se juntarían una vez ambos entraran en el estado de muerte.
En conclusión,
favorezco la traducción que muestra la Reina Valera 1960 y la de cualquier otra
versión de la Biblia que concuerde aquí con ella, porque es la que concuerda
con la concepción de la inmortalidad del alma (con la cual se identificó
Jesús), y que, por cierto, es la idea que tiene como telón de fondo la parábola
del rico y Lázaro; concepción que también le permitiría a Jesús, sin problema
alguno, afirmar y prometerle al ladrón, que una vez ambos muertos, se juntarían
en el paraíso.
Para
cerrar, voy a citar la traducción de Lucas 23.43, que fue realizada por grupo no
confesional, sino por un grupo de especialistas en filología griega, dirigidos
por el muy conocido filólogo Antonio Piñero, cito: “Y le dijo: «Con seguridad
te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso»” («Todos los
evangelios, traducción íntegra de las leguas originales de todos los textos
evangélicos conocidos», página 125).
En
esta traducción, como en la mayoría de las versiones castellanas de la Biblia,
la palabra “hoy” apunta al hecho (en armonía con la idea de la «inmortalidad el
alma»), de que con la muerte se entra de manera inmediata y, en cierta forma,
en el estado de retribución definitiva.
¡Hasta
la próxima
Mas claro niel agua. Excelente interpretacion
ResponderEliminarTodo lo que Olea expone yo lo he sabido desde hace más de 40 años, pero la mejor forma de explicarlo me parece que es esta que este ilustre biblista usa en su artículo. Sencillamente, excelente. Me siento de haber sido aunque sea un mediocre profesor para el Benjamín. El supo suplir con su esfuerzo nuestras limitaciones. Felicitaciones otra vez.
ResponderEliminarPara entender mejor si el alma es inmortal o no tenemos que entender bien en su contexto del rico y Lázaro si decimos que el alma es inmortal tenemos problemas muy serios seamos razonables estudiemos mejor la Biblia
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