«Agapáo» y «filéo» en el Evangelio de Juan, ¿sinónimos
o antónimos?
Un análisis crítico
Héctor B. Olea C.
Con base en Juan
21.15-17 se ha concluido en que los verbos griegos «agapáo» (amar, querer, etc.)
y «filéo» (amar, querer, etc.) son antónimos, verbos que en realidad no
coinciden del todo en su carga semántica, pero no sólo aquí, sino también en el
resto del cuarto Evangelio; sin embargo, ¿es realmente así?
El
problema de la integridad del Evangelio de Juan
Una tesis aceptada en
el mundo académico de los estudios del Nuevo Testamento es que el Evangelio de
Juan es una obra que, en su forma actual, en la forma en que nos ha llegado, es
una obra de al menos dos manos, la de un autor que compuso el cuerpo o parte
central del cuarto Evangelio (el evangelista) y la de un redactor que le dio la
forma final, haciéndole unas añadiduras posteriores.
En tal sentido, Raymond
E. Brown admite: “Un autor principal compuso el cuerpo del Evangelio y un
redactor posterior hizo diversas adiciones, el capítulo 21, y quizá 1.1-18 («Introducción
al Nuevo Testamento», Editorial Trotta, 2002, Tomo I, página 444).
En todo caso, es
preciso poner de relieve que las añadiduras posteriores del redactor final se hicieron
antes de que circulara en cualquier forma el cuarto Evangelio, pues nunca se ha
podido conocer una redacción del mismo sin tales añadiduras.
Además, otra pista que
sugiere la intervención de una segunda mano en la redacción final del Evangelio
de Juan consiste en el material repetido o duplicado que exhibe.
En tal sentido, en su
obra citada, Raymond E. Brown, plantea: “En la forma final del Evangelio de
Juan parece haber colecciones, con pequeñas diferencias, de sustancialmente las
mismas palabras de Jesús. Por ejemplo, 3.31-36 (en donde, torpemente, no hay
una clara identificación de quien habla) parece un duplicado de cosas dichas en
3.7, 11-13, 15-18. Igualmente, partes de 16-4b-33 (pronunciadas en la Última Cena, considerablemente después
de la indicación de 14.31 de que Jesús se marchaba) duplican estrechamente
partes ya anunciadas en el capítulo 14, y 6.51b-58 duplica dichos de 6.35-51”
(página 484).
Luego, la respuesta de
si los verbos «agapáo» y «filéo» son sinónimos o antónimos en el Evangelio de
Juan, debe procurar demostrar cómo se emplean los verbos en cuestión en las
secciones no consideradas añadiduras o duplicaciones en el mismo.
Consecuentemente,
exceptuando el capítulo 21 (donde parecen contrastarse «agapáo» y «filéo») y 16.27 (donde se emplea el verbo «filéo») y que es
un duplicado del capítulo 14.21, 23 (donde se emplea el verbo «agapáo»); entendemos
que en el resto del Evangelio de Juan donde se emplean los verbos en cuestión
nos permiten articular una respuesta con cierta certeza de si en verdad son
sinónimos o antónimos los verbos «agapáo» y «filéo» al menos para el autor principal del cuarto Evangelio.
Estadística respecto del uso
de los verbos «agapáo» y
«filéo»
en el Evangelio de Juan
Analizando el uso que el autor del cuarto evangelio
hace de los dos verbos en cuestión, los resultados son los siguientes.
Por un lado, el verbo «agapáo» está presente 143
veces en el Nuevo Testamento, pero el verbo «filéo» 25 veces («Diccionario del griego
bíblico, Setenta y Nuevo Testamento», segunda edición revisada y aumentada,
Amador Ángel García Santos Verbo Divino, 2018).
Por otro lado, en lo que respecta estrictamente al
Evangelio de Juan, con base en la «Concordance to the Novum Testamentum Graece»,
tercera edición, 1987, de la Edición 26 del Nuevo Testamento Griego
Nestle-Aland; podemos decir que hay 50 formas del verbo «agapáo» presentes en
el cuarto Evangelio; por supuesto, incluyendo formas verbales finitas en el
modo indicativo, subjuntivo e imperativo, así como algunos participios (forma
nominal y no personal del verbo).
Por su parte, respecto del verbo «filéo», hay trece
(13) formas del mismo en el Evangelio de Juan, pero sólo en el modo indicativo
y en participio (forma nominal y no personal del verbo).
Sin embargo, a pesar de la diferencia notable desde
el punto de vista de la estadística, que exhibe la presencia del verbo «agapáo»
y del verbo «filéo» en Juan; resulta llamativo y muy revelador la forma en que
el autor del cuarto evangelio tiende a emplear a uno en lugar del otro (y
viceversa), como sinónimos, en ciertos contextos, después de haber señalado la
misma idea, pero con el otro.
Por supuesto, a menos que estas duplicaciones
también se consideren evidencias de una segunda mano en la redacción final del
Evangelio de Juan, estableciendo, el redactor final, los contrastes necesarios
según su punto de vista.
Consideremos tales casos.
En primer lugar, la idea expresada en Juan 5.20,
con «filéo» (que el Padre ama al Hijo), es expresada por igual con «agapáo» en Juan
3.35; 10.17; 15.9; 17.23, 24.
En segundo lugar, la idea expresada en Juan 11.3 y
36, con «filéo» (que Jesús amaba a Lázaro), es expresada por igual con «agapáo»
en Juan 11.5.
Sin embargo, es preciso decir que en Juan 11.5 el
Códice D (Beza, siglo V, griego latín, con gran parte de los Evangelios y
Hechos), emplea la forma verbal «efílei» (pretérito imperfecto de «filéo»), en
lugar de «egápa» (pretérito imperfecto de «agapáo»).
En tercer lugar, la idea expresada en Juan 16.27,
con «filéo» (que el Padre ama a los que aman a su Hijo); es expresada por igual
con «agapáo» en Juan 14.21, 23, aunque empleando el tiempo futuro.
No obstante, no podemos perder de vista que en Juan
14.21 la forma verbal «agapezésetai» (futuro pasivo de «agapáo»: será amado),
es reemplazada por la forma verbal «terezésetai» (futuro pasivo del verbo «teréo»:
será guardado) por el papiro 75 (del siglo III, que contiene parte de Lucas y
Juan).
En cuarto lugar, la idea expresada por Juan 20.2,
con «filéo» (señalando que había un discípulo al que Jesús amaba), es expresada
por igual con «agapáo» en Juan 13.23; 19.26 (lo mismo que en 21.7, 20).
En quinto lugar, el análisis de las trece (13)
veces que se emplea el verbo «filéo» en el Evangelio de Juan, nos da los
siguientes resultados: 1) ocho veces se emplea fuera del capítulo 21: 5.20;
11.3, 36; 12.25; 15.19; 16.27 (dos veces); 20.2; 2) cinco veces se emplea en el
capítulo 21.15-17.
Luego, de las ocho (8) ocasiones en que se emplea
el verbo «filéo» en Juan fuera del capítulo 21, en seis ocasiones (5.20; 11.3,
36; 16.27 dos veces; 20.2) se lo emplea para comunicar una idea que también se
expresó con el verbo «agapáo».
Y en lo que respecta a las dos restantes ocasiones
en que se empleó el verbo «filéo» (12.25; 15.19); en honor a la verdad debemos
concluir que se usó para comunicar ideas que podemos decir que están dentro de
los matices del verbo «agapáo», de modo que muy bien pudo el autor emplear aquí
el verbo «agapáo» (compárese el uso de «agapáo»: «egápesan», en Juan 3.19).
En consecuencia, a la luz de este análisis, no creo
que podamos estar tan seguros de que en el Evangelio de Juan el verbo «filéo» es
un antónimo del verbo «agapáo».
De todos modos, de insistir en mantener a ultranza una
distinción radical entre «agapáo» (amar) y «filéo» (querer, tener cariño) en el
resto del libro, exceptuando Juan 21.15-17 (para el cual aparentemente se usan
como antónimos); las consecuencias serían las siguientes (siguiendo la
traducción que de ambos verbos en Juan 21, proponen, por ejemplo, La Versión
Popular Dios Habla Hoy y la Quinta Edición de la Biblia de Jerusalén: «agapáo»
es «amar», pero «filéo» es querer):
En primer lugar: En Juan 5.20 habría que traducir
(y decir) que el Padre sólo quiere al Hijo, que sólo le tiene cariño, pero que
no lo ama en verdad; pero en Juan 3.35; 10.17; 15.9; 17.23, 24, sí habría que
traducir (y decir) que el Padre efectivamente sí ama al Hijo, y que no sólo le
tiene cariño.
En segundo lugar, en Juan 11.3 y 36 habría que
traducir (y decir) que Jesús no amaba profundamente a Lázaro, sino que simplemente
le tenía cariño; pero en Juan 11.5 sí habría que traducir (y decir) que Jesús
efectivamente amaba a Lázaro, y que no sólo le tenía cariño.
En tercer lugar, en Juan 16.27 habría que traducir
(y decir) que el Padre en verdad no ama a los que aman a su Hijo, sino que sólo
les tiene cariño; pero en Juan 14.21 y 23 sí habría que traducir (y decir) que
efectivamente el Padre ama a los que aman a su Hijo, y que no sólo les tiene un
poco de cariño.
En cuarto lugar, en Juan 20.2 habría que traducir
(y decir) que Jesús no amaba profundamente al discípulo del que se habla, sino
que simplemente le tenía cariño; pero en Juan 13.23; 19.26; 21.7, 20 sí habría
que traducir (y decir) que Jesús efectivamente sí amaba al discípulo en
cuestión, y que no sólo le tenía un poco de cariño.
En quinto lugar, se
sustenta en una sospecha legítima la idea de que el redactor del capítulo 21 de Juan empleó como
antónimos los verbos «agapáo»
y
«filéo».
Sin embargo, como
advertía Raymond E. Brown en su comentario al Evangelio de Juan, si bien la
distinción entre la alternancia de «agapáo»
y
«filéo» en Juan 21.15-17 se remonta a los tiempos de Orígenes; no obstante,
puntualiza que entre quienes insisten en asumir una distinción aquí entre «agapáo»
y «filéo», no existe consenso, en cambio, en cuanto a los matices peculiares de
cada uno de ellos.
Por otro lado, en lo
personal, con Raymond E. Brown y otros que él menciona (los traductores de la
Vulgata Latina, Agustín, Lagrange, Bernard, Moffatt, Sctrachan, Bonsirven,
Bultmann, Barret, etc.), con base al análisis que personalmente he realizado,
estoy entre quienes no advierten una clara diferencia de significado en la
alternancia de «agapáo» y «filéo» en
Juan 21.15-17.
Finalmente, a la luz de
todos los aspectos considerados, en lo que a la traducción se refiere, pienso
que habría que considerar al menos tres líneas de traducción:
En primer lugar,
asumiendo a «agapáo» y «filéo» al menos como ligeramente antónimos en Juan
21.15-17, se puede optar por traducirlos aquí de manera distinta.
En segundo lugar,
traducir a «filéo» como sinónimo de «agapáo» en las seis ocasiones en que se
empleó en el resto del cuarto Evangelio para expresar las mismas ideas que
también se expresaron con el verbo «agapáo» en otros textos.
En tercer lugar,
traducir a «filéo» como ligeramente antónimo de «agapáo» en Juan 12.25 y 15.19,
las dos ocasiones en que no se empleó para comunicar una idea que en otros
textos también se comunicó con «agapáo»; sin bien las ideas expresadas en estos
dos textos con «filéo» pueden muy bien asumirse dentro de la semántica del
verbo «agapáo», y éste como sinónimo de «filéo».
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