Presencia y trascendencia del participio griego en los textos del Nuevo Testamento, Mateo 8 caso ilustrativo


 Presencia y trascendencia del participio griego en los textos del Nuevo Testamento


Importancia de tener un conocimiento adecuado del participio griego para la exégesis y traducción del Nuevo Testamento Griego

Un caso ilustrativo: Mateo capítulo 8

Héctor B. Olea C.

Puntualiza Roberto Hanna: “El participio ocurre aproximadamente unas veinticinco (25) veces por capítulo. Existen variaciones (fluctuaciones) debido al estilo del autor y a la clase de literatura. Si el lenguaje del autor se desarrolla en un estilo más literario, normalmente se utiliza el participio con más frecuencia. Además, el participio es más frecuente en la narrativa que en la argumentación («Sintaxis Exegética del Nuevo Testamento Griego», Editorial Mundo Hispano, primera edición, 1997, página 216).

Análisis de la presencia del participio griego en el capítulo 8 de Mateo

La lectura detenida del texto griego de todo el capítulo 8 del Evangelio de Mateo, nos pone al tanto de las siguientes conclusiones respecto del participio griego.

En primer lugar, de los treinta y cuatro versículos que tiene el capítulo 8 del Evangelio de Mateo, sólo en los siguientes nueve versículos no ocurre ningún participio: 4, 11,12, 13, 15, 20, 21, 22 y 24.

En segundo lugar, pero en los siguientes nueve versículos el participio está presente en más de una ocasión (coloco la frecuencia entre paréntesis): 2 (2), 5 (2), 6 (2), 14 (3), 16 (3), 17 (2), 25 (2), 28 (3), 33 (3).

En tercer lugar, las cuatro secciones en la que podemos dividir el capítulo 8 del Evangelio de Mateo, las cuatro están encabezadas o introducidas por un participio adverbial, en la siguiente manera:

La sección que va del versículo 1 al 4 (la primera) es introducida por un participio conformando la estructura sintáctica llamada «genitivo absoluto».

La sección que va del versículo 5 al 13 (la segunda) también es introducida por otro participio que también conforma un «genitivo absoluto».

La sección que va del versículo 14 al 27 (la tercera) también es introducida por un «participio adverbial», pero no conformando un «genitivo absoluto», sino por un participio apositivo (pero también un participio adverbial), en caso nominativo, y relacionado sintácticamente con el sujeto de la oración.

Finalmente, la cuarta sección, la que va del versículo 28 al 34, como las dos primeras, también es introducida por un participio que también conforma un «genitivo absoluto».

Por supuesto, invito a considerar con detenimiento la imagen que anexo a estas líneas, pues con ella es que pretendo ilustrarlas y hacerlas más comprensibles.

Pistas para el análisis morfosintáctico de un participio en un texto determinado

El análisis sintáctico de una oración en griego que involucre un participio (o varios), demanda que se establezca con precisión y acierto: 1) el tiempo del participio; la voz del participio; 3) el caso del participio; 4) el género del participio; 5) el número del participio; 6) si el participio es sustantivado, atributivo, apositivo (y con cual función sintáctica está relacionado (el sujeto, el objeto directo, el objeto indirecto, etc.), predicativo, si conforma un tiempo perifrástico y si conforma un «genitivo absoluto», etc.

Consecuentemente, la simple constatación de la presencia de un participio en un determinado texto griego no es el fin del análisis sintáctico.

Es más bien el principio del análisis morfosintáctico que ha de concluir con una propuesta de traducción que refleje con acierto la función de dicho participio (o participios) en la sintaxis del texto griego en el que ocurre.

Muy a propósito de los dos cursos que conforman nuestra oferta académica para septiembre y octubre:

Primer curso: «Curso de lectura y traducción directa del griego al español», un curso esencialmente práctico que fortalecerá la práctica de la lectura correcta y traducción directa del griego koiné (bíblico) al español, que inicia el lunes 1 de septiembre (6 meses de duración).

Segundo curso: «Diplomado sobre el participio griego», un curso de profundización y especialización en el campo de la morfosintaxis griega, que inicia el viernes 3 de octubre (6 meses de duración).

Modalidades: Online (vía Zoom en vivo y en directo) y Virtual (en diferido, en forma asincrónica, mediante clases grabadas).

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Pistas para la traducción del «caso dativo» en hebreo y griego, Génesis 8.20


 Pistas para la traducción del «caso dativo» en hebreo y griego

Nociones de morfosintaxis hebrea y griega

Héctor B. Olea C.

Anoche, en la clase de nuestro recién iniciado curso «Construccions sintácticas hebreas y precisiones del vocabulario de la Biblia Hebrea»; entre muchas otras cosas, estuvimos analizando las posibles y legítimas traducciones del llamado «caso dativo» cuando desempeña dos funciones sintácticas específicas: el «objeto o complemento indirecto», y el «complemento circunstancial de destinatrio» o «beneficiario», a la luz de la actual gramática de la lengua española.

Ahora bien, que el hebreo (como el español) no tenga una declinación nominal flexiva (como el griego y el latín), esto no significa que no existan en el hebreo y en español las funciones sintácticas que se sustentan en el llamado «caso dativo», que se expresan o señalan con dicho caso.

Por otro lado, es preciso decir que antes del año 2010, antes de la llamada «Nueva gramática de la lengua española» había cierta incertidumbre, pues se entendia que los grupos nominales (sintagmas) introducidos por la preposición «a» (del caso dativo), como los introducidos por la preposición «para» (también del caso dativo), funcionaban igualmente como objetos o complemento indirectos.

Ejemplo: Le compró un ramo de flores a su mamá. Compró un ramo de flores para su mamá.

Sin embargo, con la «Nueva gramática de la lengua española» se establece una clara distintción entre dos funciones sintácticas específicas expresadas por el mismo caso dativo: 1) el dativo de objeto o complemento indirecto; y 2) el dativo de complemento circunstancial de beneficierio o destinatario.

Por supuesto, es preciso admitir que, muy a pesar de lo que establece la nueva gramática de la lengua española, no parece haber un consenso absoluto al respecto.

De todos modos, en conformidad a la gramática actual de la lengua española, se establece, por un lado, que son objetos o complementos indirectos los grupos nominales (sintagmas) introducidos por la preposición «a» (incluso pudiendo agregar en ciertas circunstancias las formas pronominales: le, les).

Ejemplos: El profesor le dijo a Rubén que leyera la página 55. El profesor le dio un libro a Rubén.

Nota: En ambos casos, introducido por la preposición «a», y agregando la forma pronominal «le», se señala a «Rubén» como un objeto o complemento indirecto.

Por otro lado, son «complementos circunstanciales de destinatario o beneficiario» (en beneficio o en perjuicio de quien se realiza una acción verbal) los grupos nominales o sintagmas introducidos por la preposición «para» (incluso por la preposición «por»).

Ejemplos: El profesor compró un libro para Rubén. El profesor repitió la explicación por Rubén.

Nota: En ambos casos, introducido por la preposición «para», y por la preposición «por», se señala a «Rubén» como un complemento circunstancial de destinatario o beneficiario.

Pero las cosas parecen complicarse cuando el «caso dativo», contextualmente, puede indicar, de manera legítima, un objeto o complemento indirecto y un complemento circunstancial de destinatario o beneficiario.

En tales casos, lo que se espera es que el traductor sea consistente en la manera de traducir el «caso dativo», si como objeto o complemento indirecto, o si como un complemento circunstancial de destinatario o beneficiario.

Además, podría proponer dos posibles y legítimas traducciones del «caso dativo», una como indicando un «objeto o complemento indirecto», y otra como un «complemento circunstancial de destinatario o beneficiario».

Finalmente, un claro ejemplo de esta última situación la encontramos en Génesis 8.20, caso que analizo y explico en la imagen que anexo a estas líneas.

A propósito de nuestra continua oferta profesional y académica en el campo de las lenguas bíblicas, griego clásico, crítica textual y métodos exegéticos, gramática española aplciada, etc.; y a propósito de los dos cursos que conforman nuestra oferta académica para septiembre («Curso de lectura y traducción directa del griego al español») y octubre («Diplomado sobre el participio griego»).

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Sobre la construcción sintáctica «genitivo absoluto», Nociones de griego (clásico y koiné)

 

Sobre la construcción sintáctica «genitivo absoluto»

Nociones de griego (clásico y koiné)

 Héctor B. Olea C.

De las construcciones sintácticas griegas que involucran el participio, tal vez la más compleja sea la llamada «genitivo absoluto».

En tal sentido, con estas breves líneas nos hemos propuesto compartir algunas pistas para su mejor comprensión y traducción.

Definición: El «genitivo absoluto» es una construcción sintáctica que funciona como una proposición subordinada adverbial, y que está conformada por un participio siempre sin el artículo determinado y en caso genitivo (sin importar el tiempo, la voz, el género y el número), el cual está relacionado sintácticamente con un sustantivo, palabra sustantivada (incluso otro participio) o pronombre, con el cual coincide en caso, género y número.

Además, puede ser que el sustantivo (o palabra sustantivada) esté sobreentendido, pero jamás faltará el participio.

Cuatro pistas para la mejor comprensión y traducción del «genitivo absoluto»

La primera, el participio en caso genitivo y el sustantivo, palabra sustantivada o pronombre (también en caso genitivo) que conforman el «genitivo absoluto», ninguno de los dos se traduce en caso genitivo.

La segunda, el participio que conforma el «genitivo absoluto» jamás lleva el artículo determinado.

La tercera, el sustantivo, pronombre o palabra sustantivada (incluso un participio sustantivado) en caso genitivo, es el sujeto (agente o paciente) del participio en caso genitivo, por supuesto, dependiendo de si el participio está en voz activa (sujeto agente) o en voz pasiva (sujeto paciente).

La cuarta, el participio en genitivo y que conforma el «genitivo absoluto», es un participio adverbial y que expresa un tiempo relativo (acción anterior en aoristo, acción simultánea en presente, resultado o efecto simultáneo en perfecto, y posterioridad o finalidad en futuro), respecto de la forma verbal núcleo del predicado de la oración principal.

Y como todo participio adverbial, el participio que conforma el genitivo absoluto además de expresar un matiz temporal relativo, también puede expresar matices de tipo causal, condicional, modal o concesivo.

Finalmente, a manera de ilustración, invito a considerar la imagen que anexo a estas líneas.

Muy a propósito de nuestro «Diplomado sobre el participio griego», un curso de profundización y especialización en el campo de la morfosintaxis griega, que inicia el viernes 3 de octubre.

Un curso de actualización y profundización en el aspecto de mayor riqueza y complejidad de la lengua griega (clásico y koiné) desde el punto de vista de la morfología y de la sintaxis.

Altamente recomendado para las personas que ya poseen cierto conocimiento de la lengua griega, que desean profundizar sus conocimientos del griego y para las personas que son o aspiran a ser docentes de griego koiné o bíblico.

Duración: 6 meses.

Día y horario: viernes 8:00 – 10:00 PM (República Dominicana, Puerto Rico; 7:00 – 9:00 PM Colombia y Perú; 9:00 – 11:00 PM Chile y Argentina.

Modalidades: Online (vía Zoom en vivo y en directo) y Virtual (en diferido, en forma asincrónica, mediante clases grabadas).

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Peculiaridades de los evangelios y nociones de morfosintaxis griega, cursos de griego bíblico

Peculiaridades de los evangelios y nociones de morfosintaxis griega

La función sintáctica «agente» en una oración en voz activa y en una oración en voz pasiva

Marcos 1.12; Mateo 4.1 y Lucas 4.1 en el centro de esta cuestión

 

Héctor B. Olea C.

Un estudio comparativo de los evangelios canónicos, considerando el texto griego de cada uno, pone de relieve muchas cosas interesantes, no sólo respecto de lo que se ha llamado «material propio» de cada evangelio, sino también en relación al material que tienen en común (textos paralelos).

En esta ocasión vamos a considerar las estructuras morfosintácticas empleadas por Marcos, Mateo y Lucas en los relatos de los cuarenta días de Jesús en el desierto (después de ser bautizado) para expresar la función sintáctica «agente».

En primer lugar, Marcos emplea una estructura oracional en voz activa (construcción activa), una oración gramatical que tiene como núcleo del predicado (o «sintagma verbal predicado»), un verbo transitivo en verbo en voz activa, y en tiempo presente (presente histórico, en lugar de un tiempo histórico o secundario).

Por supuesto, en dicha estructura oracional la figura del Espíritu, al margen de cómo se la interprete, actúa como «agente» («sujeto agente»), y Jesús funciona como «objeto directo pronominal» (vía el pronombre personal anafórico «autón»).

En segundo lugar, Mateo emplea una estructura oracional en voz pasiva (construcción pasiva), una oración gramatical que tiene como núcleo del predicado (o «sintagma verbal predicado»), un verbo transitivo en voz pasiva, y en tiempo aoristo primero (tiempo histórico o secundario).

Luego, en esta estructura oracional la figura del Espíritu, al margen de cómo se la interprete, actúa como «agente», como el responsable de la acción verbal, pero en forma de «complemento» («complemento agente»), y Jesús consiste en un «sujeto paciente» (un «sujeto» que no es «agente»).

En tercer lugar, Lucas, como Mateo, emplea una estructura oracional en voz pasiva (oración en construcción pasiva), una oración gramatical que tiene como núcleo del predicado (del sintagma verbal predicado) un verbo transitivo en voz pasiva, pero en tiempo imperfecto (tiempo histórico o secundario, pero con un valor aspectual distinto al del aoristo, primero o segundo).

En tal sentido, y, como en Mateo, en esta estructura oracional la figura del Espíritu, al margen de cómo se la interprete, actúa como «agente» (agencia personal o agencia no personal o instrumental), como el responsable de la acción verbal, pero también en forma de «complemento».

Por supuesto, también en la redacción de Lucas, Jesús consiste en un «sujeto paciente» (un «sujeto» que no es «agente»).

Luego, otros dos aspectos en los que los evangelistas de la tradición sinóptica se muestran divergentes en este contexto, son:

En primer lugar, Marcos no dice nada respecto del ayuno de Jesús en su estadía de 40 días en el desierto; tampoco plantea que fue llevado allí «para ser tentado por Satanás» (aunque allí era tentado por Satanás, estaba con las fieras, con los animales salvajes, pero los ángeles le servían).

En segundo lugar, Mateo sí plantea que, en su estadía de cuarenta días en el desierto, Jesús estuvo ayunando (cuarenta días y cuarenta noches); también afirma que fue llevado allí «para ser tentado», pero «por el diablo», no «por Satanás» (según Marcos).  

En tercer lugar, Lucas, por un lado, coincide con Marcos en no afirmar que Jesús fue llevado al desierto «para ser tentado», pero coincide con Mateo en emplear la figura de «el diablo», y no la figura de «Satanás» (como Marcos): «era tentado por el diablo».

Sin embargo, concuerda Lucas con Mateo en que, en su estadía en el desierto, Jesús no comió nada (estuvo ayunando).    

En cuarto lugar, si bien emplea Lucas (como Mateo) la voz pasiva, una estructura oracional en voz pasiva, sin embargo, utiliza una forma distinta para expresar la función sintáctica «agente», además de emplear un tiempo secundario distinto (el imperfecto) al aoristo primero empleado por Mateo.

Luego, que Lucas haya empleado el tiempo imperfecto en lugar del aoristo empleado por Mateo, tiene sus implicaciones, como muestro en la imagen que anexo a estas líneas.

Además, también difiere Lucas de Marcos y de Mateo al emplear una frase, un sintagma preposicional distinto y con una preposición distinta y con un caso de distinto de la flexión nominal griega (cosa que también pongo de releve y explico en la imagen anexa.

Finalmente, invito a considerar el excelente resumen que presento en la referida imagen que anexo a estas líneas.

A propósito de nuestra continua oferta profesional y académica en el campo de la lengua griega (clásico y koiné), y muy a propósito de los dos cursos que conforman nuestra oferta académica para septiembre y octubre: 1) «Curso de lectura y traducción directa del griego al español»; 2) «Diplomado sobre el participio griego».

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«Por él o «por medio de él», ¿alguna diferencia? Sobre la agencia verbal directa y la intermediaria en el griego koiné

 

«Por él o «por medio de él», ¿alguna diferencia?
Pistas para la traducción adecuada de las construcciones sintácticas griegas que expresan la idea de agencia intermediaria o instrumental

Héctor B. Olea C.

En la realización de una acción verbal es preciso distinguir entre la llamada «agencia directa» (el agente o responsable directo y absoluto de la acción verbal) y la «agencia intermediaria» (persona, ser personificado o cosa que de manera indirecta participa en la realización de la acción verbal).

Además, en la «agencia intermediaria» es preciso distinguir la «agencia intermediaria personal o personificada», y la «agencia intermediaria no personal» (instrumental).

Luego, si bien en los textos bíblicos no siempre se hace mención de los dos tipos de agencia, hay casos en los que sí están presentes, tanto en relación a un verbo empleado en voz activa (cuando coinciden la figura del «agente» y el sujeto de la oración) y en voz pasiva (cuando el «agente» aparece en el predicado y como complemento, «complemento agente»).

Un ejemplo claro donde se distingue la «agencia directa» de la «agencia intermediaria no personal» («agencia instrumental»), es Mateo 8.16.

Aquí, con la forma verbal «exébalen» (en tiempo aoristo primero, voz activa, modo indicativo, tercera personal del singular) se indica que Jesús (agencia directa) es el agente responsable de expulsar los espíritus inmundos o demonios («ta pnéumata») de las personas que fueron llevadas ante él.

Pero con «lógo» (caso dativo, masculino singular de «lógos») se identifica a «la palabra» como el «agente intermediario» (agencia intermediaria instrumental) empleado por Jesús (agente directo) para expulsar a los demonios o espíritus inmundos.

Y un ejemplo claro donde se distingue la «agencia directa» de la «agencia intermediaria personal», es Hechos 15.12.

Aquí, con la expresión «epóiesen jo zeos» (Dios hizo, Dios había hecho) con la forma verbal «epóiesen» en voz activa, y en modo indicativo, se señala a Dios como en «agente directo» (agencia directa) responsable de las grandes maravillas que habían tenido lugar entre los gentiles con la mediación de Pablo y Bernabé (agencia intermediaria personal).

Y con la expresión «diautón», haciendo referencia a Pablo y a Bernabé, se los señala como los «agentes indirectos» o «intermediarios» (agencia intermedia personal) por medio de los cuales Dios hizo las mencionadas señales o maravillas entre los gentiles.

Pistas para la traducción acertada de la agencia intermediaria en el Nuevo Testamento

Casos ilustrativos: Juan 1.3 y 1 Corintios 8.6

El análisis y explicación de la expresión griega «diautú» en Juan 1.3

En este texto la expresión «diautú» (la preposición «díá» apostrofada más el caso genitivo del pronombre personal de la tercera persona masculina singular, «autós»), señala al «lógos» como el «agente intermediario» del acto divino que puso en existencia (agencia intermediaria) todas las cosas.

En tal sentido, resulta cuestionable la traducción «por él» (sin más), por resultar ambigua y confusa en español.

En efecto, el diccionario de la Real Academia Española pone de relieve que la preposición «por» puede ser asumida, contextualmente, en veintisiete (27) formas, las cuales menciono a continuación:

1. Indica el agente en las oraciones en pasiva.
2. Ante topónimos, denota tránsito por el lugar indicado. Ir a México por California.
3. Ante topónimos, indica localización aproximada. Ese pueblo está por Toledo.
4. Denota parte o lugar concretos. Agarré a Juan por el brazo.
5. Se junta con los nombres de tiempo, determinándolo. Por agosto.
6. Indica en clase o calidad de. Recibir por esposa.
7. Denota causa. Cerrado por vacaciones.
8. Denota el medio de ejecutar algo. Por señas. Por teléfono.
9. Denota el modo de ejecutar algo. Por fuerza. Por todo lo alto. Por las buenas.
10. Denota precio o cuantía. Lo compré por cien euros.
11. Denota a favor o en defensa de alguien o de algo. Por él daré la vida.
12. Indica en sustitución de alguien o de algo. Tiene sus maestros porpadres.
13. Denota en juicio u opinión de. Tener por santo. Dar por buen soldado.
14. Junto con algunos nombres, denota que algo se da o reparte con igualdad. A pichón por barba. A euro por persona.
15. Denota multiplicación de números. Tres por cuatro, doce.
16. Denota proporción. A tanto por ciento.
17. Denota idea de compensación o equivalencia. Lo uno por lo otro.
18. Denota en orden a, acerca de. Se alegaron varias razones por una y otra sentencia.
19. Denota a través de. Por el ojo de una aguja.
20. Denota carencia o falta. Esto está por pulir. Quedan plazas por cubrir.

Consecuentemente, a manera de síntesis, nos parece evidente que la traducción «por él» puede ser asumida, por lo menos, de tres principales formas, de las cuales sólo una cuenta con el apoyo de la redacción y morfosintaxis griega: 1) indicando el «complemento agente», el responsable directo de la acción verbal con un verbo en voz pasiva (que no es el caso de Juan 1.3); 2) indicando causalidad, el origen, razón o fundamento de algo (que tampoco es el caso de Juan 1.3; 3) indicando una agencia intermediaria (con un verbo en voz activa, como en Mateo 8.16, que es el caso de Juan 1.3) o en voz pasiva (el caso de Hechos 15.12).

Consecuentemente, insistiendo en Juan 1.3, es preciso decir que aquí no hay un verbo en voz pasiva, sino una forma verbal de un «verbo deponente» (verbo con sentido activo, pero empleando formas medias o pasivas)
.
Conclusión: No hay en Juan 1.3 un complemento agente, un agente directo (agencia directa) responsable de un verbo en voz pasiva que justifique la traducción «por él».

Pero tampoco hay en Juan 1.3 una redacción (la preposición «diá» más el caso acusativo) que señale al «lógos» como razón, origen, fundamento o causa de todo lo creado.

Sin embargo, sí favorece la redacción griega (la morfosintaxis griega) que el «lógos» tuvo una participación intermediaria en el origen de lo creado.

Luego, si llegamos a la conclusión exegética de que el «lógos» representa una agencia intermediara en el origen de todo lo creado (y no una agencia directa), es preciso que se emplee en la traducción al español una forma que ponga de manifiesto, sin rodeo alguno, el papel de «agente intermediario» del «lógos» en la creación, y la traducción «por él» no es precisamente la forma más acertada.

En tal sentido, mejores y más precisas traducciones de la expresión «diautú» en Juan 1.3 son: 1) «por medio de él» (todo vino a la existencia por medio de él); y 2) «con él» (no el complemento circunstancial de compañía, sino el de agencia intermediaria, como en Mateo 8.16): «todo vino a la existencia con él» (con su mediación).

El análisis y explicación de la expresión griega «diautú» y «diú» en 1 Corintios 8.6

En primer lugar, observamos en 1 Corintios 8.6 la misma expresión «diautú» presente en Juan 1.3, y con el mismo sentido: indicando una agencia intermediaria.

En segundo lugar, en 1 Corintios 8.6 también constatamos la presencia de la expresión «diú», indicando también, como «diautú», una agencia intermediaria.

Pues bien, está conformada la expresión «diú», por la misma preposición «diá» (también apostrofada), y por el caso genitivo del pronombre relativo, masculino singular, en caso genitivo, «jos» (el que, el cual).

En consecuencia, la expresión «diú» ha de traducirse: «por medio del cual».

En resumen, en primer lugar, siempre que la persona exégeta o traductora del Nuevo Testamento tenga la convicción de que el texto griego, a la luz de la gramática griega, en conformidad a un adecuado y profundo análisis morfosintáctico y contextual, comunica la idea de una «agencia personal directa» (elemento problemático sólo en la voz pasiva), lo recomendable es que se emplee la preposición «por» en la traducción al castellano. Ejemplo: “Jesús fue llevado «por el Espíritu» (sintaxis griega de la agencia directa en la voz pasiva) al desierto” (Mateo 4.1).

En segundo lugar, cuando la persona exégeta o traductora del Nuevo Testamento tenga la tenga la convicción de que el texto griego, a la luz de la gramática griega, en conformidad a un adecuado y profundo análisis morfosintáctico y contextual, sin duda alguna comunica la idea de «agencia intermediaria» (personal o no); lo recomendable es que se empleen en la traducción las palabras que en español transmitan sin ambigüedad alguna esa idea, como: «a través de», «por medio de».

En tercer lugar, cuando la persona exégeta o traductora del Nuevo Testamento tenga la convicción de que el texto griego, a la luz de la gramática griega, en conformidad a un adecuado y profundo análisis morfosintáctico y contextual, sin duda comunica estrictamente la idea de la «agencia intermedia no personal o instrumental»; lo recomendable que en la traducción al español se emplee la preposición «con» (como en Mateo 8.16, aunque también son posibles otras formas).

Finalmente, como siempre, anexo una imagen a manera de ilustración.

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Sobre la cadena constructa hebrea, pistas para su adecuada comprensión y traducción



Sobre la cadena constructa hebrea

Pistas para su adecuada comprensión y traducción

Profesor, ¿por qué tradujo «el árbol del conocimiento» (Génesis 2.9), si el sustantivo «árbol» no tiene el artículo determinado en el texto hebreo?

Héctor B. Olea C.

Una reacción particular a mi publicación de ayer procuró mi explicación de la traducción «el árbol» (con el artículo determinado), si dicha palabra no tiene el artículo determinado en el texto hebreo de Génesis 2.9.  

Y aquí ofrezco mi respuesta, muy ampliada, por supuesto.

Lógicamente, ante todo, no es posible perder de vista que el sustantivo «árbol», en Génesis 2.9, aparece en el contexto de la construcción sintáctica llamada «cadena constructa», «secuencia de constructo» o «smijút».  

Consecuentemente, a continuación, ofrezco una serie de pistas para la mejor comprensión de las implicaciones de una «cadena constructa», su adecuada interpretación y traducción.

En primer lugar, la «cadena constructa» o «secuencia de constructo» hebrea, consiste en una construcción sintáctica (grupo sintáctico) que involucra al menos dos sustantivos (hasta tres, pero raramente cuatro).

En segundo lugar, en hebreo moderno la cadena constructa o secuencia de constructo es llamada «smijút» o «semijút» (apoyatura, apoyo, respaldo).

En tercer lugar, el sustantivo (o sustantivos) que inicia una cadena constructa en hebreo está en «estado constructo» (por lo general, no siempre) una forma modificada de la forma léxica del sustantivo, o sea, el sustantivo en «estado absoluto».

En cuarto lugar, el sustantivo que le da término a una cadena constructa ha de estar en el llamado «estado absoluto» (la forma léxica del sustantivo, tal y como aparece en el diccionario).

En quinto lugar, todo sustantivo en estado constructo expresa su relación con un sustantivo en estado absoluto al que precede (determinado o indeterminado), mediante la preposición «de».

Por ejemplo, el sustantivo «davár» (palabra) en estado constructo («dévar»), significa «palabra de».

Luego, la cadena constructa «dévar ishá» ha de traducirse: «palabra de mujer», pero la cadena constructa «dévar ja-ishá» ha de traducirse: «la palabra de la mujer».

Y el sustantivo «ishá» (mujer), en estado constructo («éshet»), significa «mujer de», «esposa de».

Luego, la cadena constructa «éshet naví» ha de traducirse: «mujer de un profeta», pero la cadena constructa «éshet ja-naví» ha de traducirse: «la mujer del profeta»

En sexto lugar, el sustantivo en «estado absoluto» y que le pone fin a una cadena constructa determina al sustantivo (o sustantivos) en «estado constructo».

En séptimo lugar, la forma en que el sustantivo en «estado absoluto» determina al sustantivo (o sustantivos) en «estado constructo», es doble.

Por un lado, el sustantivo en «estado absoluto» es el que le pone fin a una cadena constructa. En otras palabras, una cadena constructa se extiende sólo hasta la aparición de un sustantivo en «estado absoluto».

Por otro lado, como el sustantivo en «estado constructo» jamás ha de llevar gráficamente el artículo determinado, la determinación del sustantivo en «estado constructo» (y de toda la cadena constructa), depende de la determinación del sustantivo en «estado absoluto».

Esto significa que el sustantivo (o sustantivos) en «estado constructo» es determinado (así como toda la cadena constructa), si el sustantivo en «estado absoluto» es determinado.

Consecuentemente, el sustantivo (o sustantivos) en «estado constructo» es indeterminado (así como toda la cadena constructa), si el sustantivo en «estado absoluto» es indeterminado. 

Por supuesto, es preciso poner de relieve que un sustantivo hebreo es determinado, si es un nombre propio, si es un sustantivo común con el artículo determinado, y si es un sustantivo común con un sufijo pronominal.

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo dos imágenes con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

Muy a propósito de nuestro curso: «Estructuras sintácticas hebreas complejas y precisiones del vocabulario de la Biblia Hebrea», seis meses de duración.

Un curso ideal para las personas que ya poseen ciertos conocimientos del hebreo bíblico y desean profundizar su comprensión y dominio de la sintaxis hebrea. 

Recomendado para las personas que ya poseen ciertos conocimientos del hebreo bíblico, que desean profundizarlos, y para las personas que aspiran a ser docentes de hebreo bíblico.

Un curso trascendental y vital para la exégesis de la Biblia Hebrea.

Día y horario: miércoles 8:00 – 10:00 PM (República Dominicana, Puerto Rico; 7:00 – 9:00 PM Colombia y Perú; 9:00 – 11:00 PM Argentina y Chile.

Inicio: Este miércoles 2 de julio. 

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«Y el árbol de la ciencia del bien y del mal», el problema del texto hebreo de Génesis 2.9


«Y el árbol de la ciencia del bien y del mal»

La problemática de la redacción del texto hebreo de Génesis 2.9

Nociones de morfosintaxis y traducción bíblica

Héctor B. Olea C.

Si bien la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal» es ampliamente popular y conocida; no obstante, la consideración del texto hebreo de Génesis presenta serias dificultades desde el punto de vista morfosintáctico.

En tal sentido, me he propuesto realizar un análisis detallado del texto hebreo detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal».

Transliteración de la expresión hebrea detrás de la traducción: «y el árbol de la ciencia del bien y del mal» (Génesis 2.9), tal y como se la observa en la Biblia Hebraica Stuttgartensia (Códice de Leningrado):

«ve-ets ja-dáat tov va-rá»

Análisis morfosintáctico

Las palabras «ve-ets ja-dáat» constituyen una cadena constructa determinada, porque el sustantivo en estado absoluto es determinado: «ja-dáat».

Luego, la cadena constructa «ve-ets ja-dáat» debe ser traducida: «el árbol del conocimiento».

Y las palabras «tov va-rá» constituyen dos adjetivos atributivos: «bueno y malo».

Ahora bien, la pregunta es: ¿A qué sustantivo apuntan y califican los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo»?

¿Al sustantivo en estado constructo «ets» («árbol»)? ¿Al sustantivo en estado absoluto y determinado «ja-dáat» («el conocimiento»)?

¿Cómo podemos articular una respuesta precisa y bien fundamentada a las dos preguntas planteadas?

Lo que plantea la gramática del hebreo clásico respecto de los adjetivos que aparecen en el contexto de una cadena constructa

En primer lugar, nada puede aparecer entre el sustantivo (o sustantivos) en estado constructo, y el sustantivo en estado absoluto.

En otras palabras, nada puede interrumpir la relación que existe entre los elementos que conforman una cadena constructa.

En segundo lugar, cualquier adjetivo que aparezca en el contexto de una cadena constructa, debe ir colocado al final de la cadena constructa, después del sustantivo en estado absoluto (sustantivo que le pone fin y determinación a la cadena constructa).

En tercer lugar, la manera precisa de establecer si el, o los adjetivos que aparecen en el contexto de una cadena constructa hacen referencia al sustantivo en estado constructo (el primer elemento de una cadena constructa, dependiendo de la extensión de la cadena constructa) o al sustantivo en estado absoluto (el segundo elemento de una cadena constructa, dependiendo del tamaño de la cadena constructa); consiste en verificar la concordancia de género y número que existe entre los sustantivos que conforman la cadena constructa y los adjetivos que aparecen en dicho contexto.

En tal sentido, si los adjetivos concuerdan en género y número con el sustantivo en estado constructo, la traducción debe reflejar dicha concordancia y relación sintáctica.

Pero si los adjetivos concuerdan en género y número con el sustantivo en estado absoluto, la traducción también debe reflejar dicha concordancia y relación sintáctica.

Sin embargo, en el caso de que los adjetivos concuerden en género y en número con el sustantivo en estado constructo y con el sustantivo en estado absoluto al mismo tiempo; entonces estamos ante una situación ambigua que nos obliga a considerar dos posibles traducciones:

Por un lado, una traducción que refleje la concordancia y relación sintáctica de los adjetivos con el sustantivo en estado constructo; y, por otro lado, una traducción que refleje la concordancia y relación sintáctica de los adjetivos con el sustantivo en estado absoluto.

Por supuesto, se espera que el contexto ayude a resolver tal ambigüedad; pero en caso de no hacerlo, habrá que, por lo menos, agregar una nota al pie de página que explique la situación que en ese caso muestre el texto hebreo.

Ahora bien, ¿de qué género y número es el sustantivo «ets» (árbol), el sustantivo en estado constructo?

Respuesta: De género masculino y número singular.

¿De qué género y número es el sustantivo en estado absoluto y determinado «ja-dáat» (conocimiento)?

Respuesta: De género femenino y número singular.

¿De qué género y número son los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo»?

Respuesta: De género masculino y número singular.

En consecuencia, una conclusión acertada, a la luz del análisis morfosintáctico realizado, es que los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo», tienen una relación sintáctica con el sustantivo en estado constructo, «ets» (árbol), y no con el sustantivo en estado absoluto, «ja-dáat» (el conocimiento).

Luego, una traducción que refleje la concordancia y relación sintáctica entre los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo») con el sustantivo en estado constructo «ets» (árbol); debe ir en la siguiente línea, por extraña que parezca:

«El árbol bueno y malo del conocimiento».

En todo caso, a pesar de la redacción que exhibe el texto hebreo detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal», tratando de sacarle el cuerpo a la problemática que presenta el texto hebreo en cuestión, al ser de género femenino el sustantivo «ja-dáat» («el conocimiento»); hay quienes han optado por asumir a «ja-dáat» como un infinitivo constructo a ultranza.

¿En qué se sustenta la opción que adopta a «ja-dáat» (el conocimiento) como un infinitivo constructo?

En primer lugar, no es posible negar que el sustantivo «dáat» coincide perfectamente, desde el punto de vista morfológico, con el infinitivo constructo qal del verbo «yadá» (él supo, el conoció, él se enteró): “conocer”, “para conocer”, “conociendo”.  

Pero y, en segundo lugar, la cuestión es si aquí «dáat» sintácticamente y morfológicamente, tiene las marcas del sustantivo femenino «dáat» (conocimiento), o las marcas del infinitivo constructo (conocer, para conocer, conociendo).

En tal sentido y, en tercer lugar, que la palabra hebrea «dáat» tenga el artículo determinado («ja-dáat»), favorece su interpretación como un sustantivo y de género femenino, y dificulta que se la asuma como infinitivo constructo.

Observación gramatical: El infinitivo constructo no está dentro de las categorías morfosintácticas de la gramática de la lengua hebrea que reciben el acompañamiento del artículo determinado.    

En cuarto lugar, es cierto que el sustantivo (o adjetivo o palabra sustantivada) que sigue al infinitivo constructo puede ser el sujeto o el objeto directo del mismo (del infinitivo constructo), por lo que, muy bien podrían ser objetos del infinitivo constructo los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo, el bien y el mal».

Sin embargo, ya dijimos que la presencia del artículo determinado en «ja-dáat» dificulta asumir dicha expresión como un infinitivo constructo.

Por cierto, otra habría sido la historia si en lugar de ser el artículo determinado el prefijo en «dáat» («ja-dáat»), hubiera sido la preposición «le» («la-dáat»: para conocer).

En tal sentido, llama la atención el comentario del «Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento» (E. Jenni y C. Westermann, Ediciones Cristiandad, tomo 2, página 457), y la forma en que, a nuestro juicio, pretende sacarle el cuerpo al problema: “Aun cuando la construcción parece torpe a algunos exégetas, es, sin embargo, plenamente correcta: en un estado constructo que rige a un infinitivo constructo con dos objetos”.

Digo que llama la atención pues no dice nada, y no parece sorprenderle que «dáat») tenga aquí el artículo determinado («ja-dáat»), y no la preposición «le» («la-dáat»: para conocer).

Es más, un texto muy cercano a Génesis 2.9 donde se muestra la redacción esperada en éste (Génesis 2.9), es Génesis 3.22, donde el texto hebreo tiene precisamente los dos adjetivos que presentes en Génesis 2.9 y en la misma posición, precedidos del infinitivo constructo «dáat» con la esperada preposición «le», o sea, «la-dáat»: «conocer», «para conocer», «conociendo» (opción más acorde al contexto de Génesis 3.22).

Génesis 3.22: «la-dáat tov va-rá»: «conociendo el bien y el mal» (lo bueno y lo malo).

Observación gramatical: Cuando un infinitivo constructo tiene de prefijo la preposición «le», contextualmente, puede tener tres sentidos: 1) el del infinitivo simple español (conocer); 2) el de indicar finalidad (para conocer); y 3) el del gerundio del español (conociendo).  

En quinto lugar, por lo torpe de la redacción que tiene la expresión hebrea detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal» (y las dificultades que presenta), desde el punto de vista morfosintáctico; la mayoría de los intérpretes y comentaristas se ha inclinado en asumir que los adjetivos «tov va-rá» («bueno y malo, el bien y el mal») como calificando a «ja-dáat» («el conocimiento»), y no a «ets» («el árbol») a pesar de no coincidir en el género gramatical.

En sexto lugar, ante las dificultades que muestra la redacción de la expresión hebrea detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal», lo que tal vez haya ocurrido es que, en realidad, la mayoría de intérpretes y comentaristas se ha inclinado más bien por la redacción griega que muestra aquí la clásica traducción griega de la Biblia Hebrea, la Septuaginta.

En séptimo lugar, tampoco es posible obviar la problemática que exhibe Génesis 2.9 desde el punto de vista de la crítica de la tradición.

Esto así, porque, según Génesis 2.9, «el árbol de la vida» estaba en medio del huerto; pero en Génesis 3.3 es al árbol del conocimiento del bien y del mal el que estaba en medio del huerto (compárese Génesis 2.15).

La traducción de la Septuaginta de la expresión hebrea detrás de la traducción «y el árbol de la ciencia del bien y del mal»

La clásica versión griega de la Biblia Hebrea, la Septuaginta, los LXX, tradujo la expresión en cuestión, en la siguiente manera:

«kai to xílon tu eidénai gnóston kalú kai ponerú»: «y el árbol para saber lo conocido (conocible) bueno y malo».

En conclusión, es evidente que la clásica traducción «y el árbol de la ciencia (conocimiento) del bien y del mal», no refleja la relación sintáctica que tienen los adjetivos empleados en Génesis 2.9 con el sustantivo en estado constructo («el árbol») y no precisamente con el sustantivo en estado absoluto («el conocimiento») de la cadena constructa que exhibe dicho texto.

En todo caso, la traducción «y el árbol del conocimiento del bien y del mal», se asemeja más a la traducción griega: «y el árbol para saber lo conocido (conocible) bueno y malo».

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Tipos de análisis aplicados a la «palabra», nociones de morfosintaxis española, hebrea y griega


Tipos de análisis aplicados a la «palabra»

Nociones de morfosintaxis española, hebrea y griega

Prof. Héctor B. Olea C.

Como por años hemos venido insistiendo, mientras más elemental sea el estudio de las lenguas bíblicas, menos evidente y urgente será la necesidad de fortalecer el dominio de la gramática (morfosintaxis) de la propia lengua materna; pero en la medida en que el estudio de las lenguas bíblicas sea más completo, profesional, profundo y abarcador, mucho más evidente y urgente se hará la necesidad de fortalecer el dominio de la gramática (morfosintaxis) de la propia lengua materna.

Por supuesto, es común que muchas personas no comprendan o no estén al tanto de esta realidad, y consideren como innecesario o irrelevante la realización de un curso adicional dedicado al estudio de la gramática (morfosintaxis) de la lengua española.

Sin embargo, en honor a la verdad, tal estudio es necesario tanto para los docentes como para los estudiantes de las lenguas bíblica en el contexto de las comunidades que tienen el español como lengua materna.

En todo caso, con esta publicación nos hemos propuesto compartir algunas de las cosas que compartimos en nuestro curso que recién concluyó anoche (gramática española aplicada), por supuesto, agregando, como ilustración, el análisis interno de una palabra del hebreo bíblico y de una palabra del griego bíblico.

Obviamente, esperamos volver a ofertar este curso en vivo y en directo el próximo año, pero por ahora este curso está disponible de manera íntegra, para tomarse de inmediato en la modalidad virtual o asincrónica.  

Vayamos, pues, a nuestro análisis.  

El análisis oracional o sintáctico tiene tres niveles y cada nivel tiene una unidad fundamental y específica: 1) la palabra (unidad lingüística mínima del análisis sintáctico); 2) el sintagma (unidad lingüística media o intermedia del análisis sintáctico); 3) la oración (unidad lingüística máxima del análisis sintáctico).  

Ahora bien, el análisis interno y completo de la palabra (la unidad mínima del análisis sintáctico) supone a su vez tres tipos de análisis específicos:

En primer lugar, el «análisis fonemático» (que procura establecer los fonemas empleados en una determinada palabra o cadena fónica): unidad fundamental: el «fonema».

El «fonema» es la unidad lingüística más pequeña y carente de significado. 

Principio: Toda palabra constituye una cadena fónica, una cadena o secuencia de fonemas.

Ejemplo. La palabra «libros» está constituida por los siguientes fonemas: l-i-b-r-o-s

En segundo lugar, el «análisis morfemático» (o «morfológico»), que procura establecer los morfemas que conforman o integran una palabra o cadena fónica: unidad fundamental: el «morfema».

El «morfema» es la unidad lingüística más pequeña dotada de significado (léxico o gramatical).

Principio: Toda palabra está constituida por morfemas, al menos por un morfema.

Ejemplo. La palabra «libros» está constituida por dos morfemas:

Libro-s: «libro» (morfema lexical nominal); y «s» morfema gramatical que indica el número plural.

Luego, hay «morfemas monofonemáticos» (constituidos por un solo fonema) y «morfemas polifonemáticos» (constituidos por más de un fonema). 

Ejemplo. En la palabra «libros»: «libro» es un morfema (lexical) polifonemático (constituido por cinco fonemas), pero «s» es un morfema (gramatical) monofonemático (constituido por un solo fonema).

En tercer lugar, el «análisis silábico» (que procura establecer las sílabas que tiene una palabra o cadena fónica): unidad fundamental: la «sílaba»  

La «sílaba» es el fonema o conjunto de fonemas que se pronuncian juntos en un mismo golpe o segmentación de voz en la cadena hablada.

Principio: Toda palabra está constituida al menos por una sílaba (palabras monosílabas).

Consecuentemente, hay «palabras monosílabas» (constituidas por una sola sílaba), por ejemplo: por, sal, mar, pan; y «palabras polisílabas» (constituidas por más de una sílaba, ejemplo: casa, historia, filosofía).

Pero también hay «palabras monosílabas» que también son «palabras monofonemáticas», de un solo fonema (por ejemplo: y, o), y «palabras monosílabas» que son «palabras polifonemáticas», palabras de varios fonemas (por ejemplo: pan, sal, mar, par). 

Luego, hay «sílabas monofonemáticas» (constituidas por un solo fonema: y, o) y «sílabas polifonemáticas» (constituidas por más de un fonema: pan, sal, mar, par).

En la misma línea, en la palabra «libros», que tiene dos sílabas, la última sílaba («bros») está constituida por cuatro fonemas; y la penúltima sílaba («li») está conformada por dos fonemas.

Por ejemplo, en las palabras «leo» y «lea» (palabras de dos sílabas), «le» constituye una «sílaba polifonemática» (compuesta por dos fonemas), mientras que las sílabas «e» y «a» constituyen sílabas monofonemáticas (constituidas por un solo fonema).

Finalmente, no toda «palabra monosílaba» es una «palabra monomorfemática» (por ejemplo: al, las); pero hay «palabras monomorfemáticas» que sí son «monosílabas» (por ejemplo: por, de, y, con).

Y hay palabras que son «monomorfemáticas» (compuestas por un solo morfema), pero «polisílabas» (que tienen varias sílabas), por ejemplo: libro, casa, campeón, calle (sustantivo).

Muy a propósito de nuestra continua oferta académica todo el año, año por año, y de nuestra oferta académica para el resto del año, comenzando con los dos cursos que inician el próximo mes, en menos de una semana.   

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