De las marcas y el reconocimiento del «objeto directo» en hebreo, griego y español


De las marcas y el reconocimiento del «objeto directo» en hebreo, griego y español

Nociones de morfosintaxis y traducción bíblica

Héctor B. Olea C.

Por años he venido insistiendo en que tanto la enseñanza como el estudio de las lenguas bíblicas demandan un conocimiento mucho más que elemental de la lengua materna, en nuestro caso el español o castellano.  

En tal sentido, con estas líneas me he propuesto poner de relieve la forma en que, en el hebreo bíblico o clásico, en el griego koiné o bíblico (incluso en el griego clásico), así como en español, se marca y reconoce la figura del objeto o complemento directo.

¿En qué consiste, pues, el objeto o complemento directo?

El «objeto directo» o «complemento directo» consiste en la persona, animal o cosa que recibe directamente la acción del verbo (un verbo transitivo) la cual puede beneficiar o perjudicar al objeto directo.  

Por otro lado, el objeto o complemento directo es una función sintáctica que puede ser desempeñada por un sustantivo, una palabra sustantivada, un sintagma nominal o una proposición subordinada sustantiva.

Ejemplos de la presencia de objeto directo en una oración en construcción activa con un verbo transitivo como núcleo del predicado (sintagma verbal predicado).

Primer ejemplo: El profesor enseña griego.

En esta oración «griego» (un sustantivo y sin modificador) desempeña la función de objeto o complemento directo.

Segundo ejemplo: María vio al profesor de griego.

En esta oración «el profesor de griego» (un sintagma nominal con un sintagma preposicional funcionando como modificador indirecto) desempeña la función de objeto o complemento directo.

Tercer ejemplo: El profesor de griego dijo que estudiemos de nuevo el vocabulario de la lección ocho.

En esta oración «que estudiemos de nuevo el vocabulario de la lección ocho» (una proposición subordinada sustantiva) desempeña la función de objeto o complemento directo.

Por otro lado, una forma de reconocer el «objeto o complemento directo» (determinado o indeterminado) en español, consiste en que siempre es posible convertirlo en el «sujeto paciente» de una oración en construcción pasiva (un sujeto que no es agente, que no es el responsable de la acción verbal).

Primer ejemplo: El griego es enseñado por el profesor (pasiva perifrástica)

Segundo ejemplo: El profesor de griego fue visto por María (pasiva perifrástica)

Tercer ejemplo: Que estudiemos de nuevo el vocabulario de la lección fue lo dicho por el profesor de griego (pasiva perifrástica)

Finalmente, un detalle que no es posible perder de vista en relación al «objeto directo» tiene que ver con la presencia de la preposición «a».

En tal sentido, La «Nueva gramática de la lengua española», publicada por la Real Academia Española en el año 2011, plantea:

“Aunque existen excepciones (cuando es necesario evitar posibles ambigüedades), lo habitual es que el objeto o complemento directo lleve la preposición «a» cuando su referente es específico y animado (No encuentro mi libro - No encuentro a mi gato). Si el referente es animado, pero no identificable, aparece generalmente sin preposición. Contrasta así «Busca (una) traductora» (alguna, la que sea) y «Busca a una traductora» (una en particular), «Nueva gramática básica de la lengua española», página 197. 

Ejemplos: Juan bautizó a Jesús (Jesús es el objeto directo).

Josué sustituyó a Moisés (Moisés es el objeto directo).

Pero: Pablo escribió una carta (carta es el objeto directo). Pedro estudia griego (griego es el objeto directo).

La marca del objeto o complemento directo en el hebreo clásico o bíblico

En lo que respecta al hebreo bíblico, es precio decir que en hebreo se trata de una manera distinta al objeto o complemento directo indeterminado y al objeto o complemento directo determinado.

En tal sentido, es preciso poner de relieve que el hebreo no tiene, no emplea una marca especial para señalar el objeto o complemento directo indeterminado.

Pero sí cuenta con un recurso para señalar el «objeto o complemento directo determinado»: la partícula «et» (la cual es intraducible), y por lo general antecede o precede al objeto directo hebreo determinado, al margen de su género (masculino o femenino) y de su número (singular, plural o dual).

Consecuentemente, al traducir del hebreo al español, no es posible perder de vista que, en primer lugar, la partícula «et» no se traduce (es intraducible); y, en segundo lugar, que el empleo de la preposición «a» en la traducción no ha de considerarse el reflejo o traducción de la partícula «et». 

En realidad, y, como ya puntualizamos arriba, el empleo de la preposición «a» en relación al objeto directo en la traducción al español, depende de la normativa que tiene la lengua española al respecto, y no de la presencia de la partícula hebrea «et» en una oración gramatical en hebreo.

Por ejemplo, en Génesis 1.1 observamos que las palabras (sintagmas nominales) «ja-shamáyim» (pronunciación clásica; «ja-shamáim», pronunciación moderna: “el cielo”), y la palabra «ja-árets» (la tierra), están precedidas por la partícula «et» que las marca como objetos directos de la forma verbal «bará» (creó).

Luego, en virtud de que «ja-shamáyim» («ja-shamáim») y «ja-árets» constituyen objetos o complementos directos determinados en hebreo, están precedidos de la partícula «et».

Pero como «ja-shamáyim» («ja-shamáim») y «ja-árets» constituyen objetos directos no animados, la traducción al español no demanda el empleo de la preposición «a».

Por eso la traducción: «el cielo y la tierra».

La marca del objeto o complemento directo en el griego (clásico y koiné)  

Con relación al griego koiné (incluso en el griego clásico), el «objeto directo» se señala e identifica con la flexión, desinencia o terminación del caso acusativo (el habitual caso del objeto directo en griego, si bien hay verbos complementados con el genitivo y el dativo), sin importar el género (masculino, femenino y neutro) y el número (singular y plural) de la palabra que esté desempeñando la función del «objeto o complemento directo» (determinado o indeterminado). 

Por ejemplo, insistiendo en Génesis 1.1, la traducción griega de las palabras «ja-shamáyim» («ja-shamáim») y «ja-árets», es «ton uránon» y «ten guen», dos sintagmas nominales en caso acusativo, por estar desempeñando la función sintáctica de «objetos o complementos directo» de la forma verbal y traducción griega de «bará» (creó, hizo), o sea, «epóiesen» (hizo).

Consecuentemente, es preciso poner de relieve que «ton uranón» está en el caso acusativo masculino singular, mientras que «ten guen» está en el caso acusativo femenino singular, pero al final, ambas palabras están en el caso acusativo, el habitual caso del «objeto o complemento directo» en griego.

En consecuencia, ambas expresiones o sintagmas constituyen al mismo tiempo y en la misma calidad, el «objeto directo» de la forma verbal «epóiesen» (hizo).

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

A propósito de los dos cursos que inician mañana: «Griego koiné (bíblico), desde cero, el primer año, y «Hebreo clásico (bíblico)», desde cero, el primer año.

¡Incluyen la bibliografía y un certificado!

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo! 

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


«Teología» o «zeología», la explicación la tiene el latín


«Teología» o «zeología»

La explicación la tiene el latín

Lo que tal vez nunca te han dicho en tus cursos de teología

Héctor B. Olea C.

Como la palabra «teología» no presenta las dificultades que sí presenta la palabra «escatología» (según lo que explicamos en un artículo anterior), a nadie, que yo sepa, le ha preocupado establecer o considerar la distinción o disyuntiva con la que decidimos titular estas líneas.

Sin embargo, al considerar la fonética y características morfológicas de la palabra griega que se traduce «Dios», «dios» en la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX) y en el Nuevo Testamento, en griego: «zeós» (4, 008 veces en la Septuaginta, y 1, 317 en el NT), inmediatamente nos ponemos al tanto de la forma en que el latín asumió dicho sustantivo, y por qué tenemos la palabra «teología», y no «zeología», lo mismo que «Timoteo» y no «Timozeos», «Teodoro» y no «Zeodoro».

La palabra «Dios», «dios» en griego

El sustantivo «zeós» consiste en un sustantivo de género masculino o femenino de la segunda declinación, cuyo género gramatical preciso en un contexto dado, es determinado por el artículo definido griego.

En otras palabras, con el artículo masculino «jo» (en latín e inglés «ho»), o sea, «jo zeós» («ho theos», en latín y en inglés) es asumido como un sustantivo de género masculino (Dios, dios, el dios).

Pero con el artículo masculino «je» (en latín e inglés «he»), o sea, «je zeós» («he theos», en latín y en inglés) es asumido como un sustantivo de género femenino (diosa, la diosa).

La contraparte del sustantivo griego «zeós» en latín

A diferencia de lo ocurrido con el adjetivo griego «jristós», que entró al latín como un sustantivo masculino de la segunda declinación latina, o sea, «christus» (léase: «cristus»); con relación al sustantivo griego «zeós» (Dios, dios) no ocurre lo mismo.

Esto así porque el latín ya contaba con un sustantivo latino que le era equivalente: «deus» (Dios, dios), un sustantivo de género masculino y de la segunda declinación latina.

En tal sentido, dos ejemplos claros del uso del sustantivo latino «deus», en la traducción del texto hebreo y del texto griego al latín, los observamos en la clásica traducción latina de Jerónimo de Estridón, La Vulgata, en Génesis 1.1 y en Juan 1.1.

En Génesis 1.1 el sustantivo «elojím» (transliterado al latín y al inglés como «elohim») fue traducido con el sustantivo latino «Deus», forma del caso nominativo masculino singular, caso del sujeto, pues esa es la función sintáctica del sustantivo hebreo «elojím» en Génesis 1.1, en conformidad al texto hebreo que nos ha llegado vía el códice de Leningrado (BHS).

Y en Juan 1.1, en primer lugar, observamos la forma latina «Deum» (forma del caso acusativo masculino singular de «Deus») correspondiendo al griego «ton zeón» (acusativo masculino singular de «zeós»).

En segundo lugar, en Juan 1.1, como en Génesis 1.1, también observamos a «Deus» (la forma del caso nominativo masculino singular) correspondiendo a «zeós» (forma del caso nominativo masculino singular).

Sin embargo, en el llamado latín tardío o eclesiástico, se registra la palabra «theologia» (léase: «teologuia», llegando luego al español como «teología»), así también la palabra «theologus» (léase: «teologus», llegando luego al español como «teólogo»).

Por supuesto, es preciso poner de relieve que en las palabras latinas «theologia» (léase: «teologuia») y «theologus» (léase: «teologus») se observa el empleo del grupo consonántico «th» que en latín representa el fonema «t».

Luego, es preciso distinguir el valor fonético del grupo latino «th» («t») del grupo «th» en inglés que representa el fonema «z» en palabras como: “gracias” (thanks), “pensador” (thinker), “autor” (author), “teatro” (theatre), “método” (method), “aliento” (breath), etc.   

Por otro lado, el empleo del grupo consonántico latino «th» representando el fonema «t», es lo que también explica que en español tengamos el nombre «Timoteo» (en latín: «Timotheus», léase: «Timoteus», un sustantivo masculino de la segunda declinación latina), y no la forma griega «Timózeos», un sustantivo masculino de la segunda declinación griega).

En conclusión, en español tenemos la palabra «teología», porque en el latín eclesiástico se originó el término «theologia» (léase: «teologuia», un sustantivo de género femenino, forma del caso nominativo singular, de la primera declinación latina).

Consecuentemente, en virtud de que la palabra latina «theologia» exhibe el grupo consonántico «th», pero representando el fonema «t»; el latín «theologia» (léase «teologuia»), dicho termino llegó al español con el fonema «t», y con la letra «g» española representando el fonema «j» (la «g» española seguida de «e», «i», realiza el fonema «j»), por eso se lee: «teología» (fonéticamente «teolojía), y no como en latín «teologuia», pues la «g» latina siempre realiza el fonema que representa la «g» española en «gato», «gusto», «ganas».

Por supuesto, el empleo del grupo latino «th» en «theologia» y «theologus», así como en «Timotheus», explica que una transliteración latina (no traducción) del sustantivo griego «zeós» (Dios, dios) sería «theos».

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

Bibliografía recomendada:

«Diccionario del griego bíblico, Setenta y Nuevo Testamento», de Amador Ángel García Santos, segunda edición revisada y ampliada, Verbo Divino, 2018.

«Diccionario ilustrado VOX, latino español, español latino», décimo quinta edición, 1982.

«Diccionario de la Vulgata» (Dictionary of the Vulgate New Testament) latín inglés, de J. M. Harden, NY, 1921.

«Gramática Latina, Nueva trilogía de la lengua latina», de Santiago Segura Munguía, Deusto, 2012.

La Vulgata

«In Limine, Manual de apoyo para los cursos de latín», por Fiorella Bacigalupe, Mariela Grassi y Cristina Pippolo, Uruguay, 2013.

A propósito de nuestra oferta académica para este mes de junio, conformada por los dos cursos que inician este sábado 7: «Griego koiné (bíblico), desde cero, el primer año, y «Hebreo clásico (bíblico)», desde cero, el primer año.

¡Incluyen la bibliografía y un certificado!

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo! 

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


 

Comparación y distinción morfológica entre el aoristo 1ero sigmático y el aoristo 1ero asigmático


Comparación y distinción morfológica entre el aoristo 1ero sigmático y el aoristo 1ero asigmático

Nociones de griego clásico y koiné

Héctor B. Olea C.

En el marco del sistema verbal griego (clásico y koiné) existe el llamado «tema temporal» y «tiempo aoristo», uno de los cuatro temas temporales del sistema verbal griego (los otros tres son: el presente, el futuro y el perfecto).

Pero el tema temporal y tiempo aoristo tiene más de una expresión morfológica.

En primer lugar, la morfología del aoristo primero (o débil) que tiene la letra sigma como característica morfológica o morfemática.

En segundo lugar, la morfología del aoristo primero asigmático, el de los llamados «verbos líquidos» (distinto al llamado «aoristo segundo o fuerte» que también es asigmático) que no tiene la letra sigma como característica morfológica o morfemática.

Además, respecto del aoristo primero sigmático, es preciso distinguir la morfología de las raíces o lexemas verbales que terminan en vocal y la morfología de las raíces o lexemas verbales que terminan en consonante.

En todo caso, tienen en común el aoristo primero sigmático y el aoristo primero asigmático (lo mismo que con el «aoristo fuerte o segundo») varias cosas esenciales en el modo indicativo: la figura del aumento, las desinencias personales (que son distintas en el llamado «aoristo fuerte o segundo», por lo menos en la voz activa y en la voz media) y el valor aspectual (la forma en que se concibe la acción verbal: puntual e ingresiva).

Luego, en comparación con sistema verbal español, el aoristo griego (en cualquiera de sus expresiones: débil o sigmático, primero asigmático, fuerte o segundo) estrictamente en el modo indicativo, tiene equivalencia con el llamado «pretérito perfecto simple» (pretérito indefinido, el simple pretérito), incluso y, en cierta forma, con el llamado «pretérito perfecto» (tiempo compuesto, forma perifrástica).    

Por supuesto, como siempre, procuro ilustrar y hacer más comprensibles estás líneas con una imagen anexa.

Muy a propósito de nuestro «Curso de Griego Koiné (Bíblico)», desde cero, el primer año de un estudio completo, crítico, académico, aconfesional y profesional del idioma original del Nuevo Testamento, de dos años, que inicia este sábado 7.   

El curso ideal para las personas que aspiran a poder leer, analizar y explicar los textos del Nuevo Testamento en su lengua original, para las personas que desean tener un sólido dominio de la gramática y sintaxis del griego koiné (bíblico), y para las personas que aspiran a ser docentes de griego bíblico.

Día y horario: sábado 10:00 AM – 12:00 PM (República Dominicana, Puerto Rico), 9:00 – 11:00 AM Colombia y Perú; 11:00 AM – 1:00 PM Argentina. 

¡Incluye la bibliografía y un certificado!

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo! 

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


«Escatología» o «esjatología» La explicación la tiene el latín

«Escatología» o «esjatología»

La explicación la tiene el latín

Héctor B. Olea C.

En virtud del doble significado de la palabra española «escatología», a pesar de que en griego los dos lexemas que le dan origen son muy distintos; sutilmente ha habido quienes han intentado evitar la posible confusión, transliterando o pronunciando la palabra «escatología» empleada en teología con el fonema «j» («esjatología»), y reservar el fonema «k» para la palabra «escatología» que se emplea en medicina, independientemente de si se considera un arcaísmo y un término, por lo general, casi ya en desuso.

Sin embargo, la razón de por qué la palabra «escatología» empleada en teología nos ha llegado con el fonema «k» y no con el fonema «j» de la letra «ji» griega, se debe al latín, no al griego (como ocurre con muchísimas otras palabras de origen griego que han llegado al español vía el latín).

La explicación es que la letra «ji» griega («j») fue reflejada en latín con el grupo «ch», pero en dicho grupo la «h» no suena, y como en realidad la «c» latina siempre realiza el fonema «k» (aunque la «c» española no), el grupo «ch» latino siempre realiza el fonema «k».

Por supuesto, es cierto que la «h» latina era aspirada, o levemente aspirada (realizando el fonema «j»), y que se añadió a la «c» (ch), «p» (ph), «r»  (rh) y a la «t» (th) latinas para reproducir palabra griegas; sin embargo, en los grupos latinos «ch», «rh» y «th» la «h» no suena.

Esto significa que, al final, en los grupos «ch», «rh» y «th» sólo quedó el sonido de la letra distinta a la «h», o sea: «c» (fonema «k»), «r» (fonema «r») y «t» (fonema «t»).

En cuanto al grupo «ph», éste sirvió para reflejar el fonema «f», o sea «ph», como por lo general ocurre en inglés («ph» es igual a «f»).  

Consecuentemente, las palabras griegas que inician o involucran la letra «ji» griega («j»), como el adjetivo «ésjatos» (último, postrero, final; del cual deriva la palabra «escatología» que se emplea en teología) han llegado al español con el fonema «k» (no con la letra «k»), y no con el fonema «j».

Por supuesto, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

Finalmente, insisto en que la transliteración o transcripción es contextual, o sea, que no es lo mismo transliterar del griego al inglés, que del griego al alemán; no es lo mismo transliterar del griego al español vía el latín, que transliterar del griego al español de manera directa, sin la mediación del latín.

A propósito de nuestro profesional y completo curso de «Griego koiné» (bíblico), desde cero, que inicia el próximo sábado, el primer año. Incluye material de apoyo y certificado.

¡Inscripciones abiertas!

¡Todavía estás a tiempo!  

Información general, modalidades de pago y matriculacición Aquí



 

 

 

De etimologías, excrementos y teorías teológicas sobre el futuro Curso de griego sábado 7 de junio


De etimologías, excrementos y teorías teológicas sobre el futuro

A propósito de nuestro curso de griego koiné que inicia el sábado 7 de junio

Héctor B. Olea C.

En los ambientes religiosos y teológicos es común el empleo de la palabra «escatología» para hacer referencia al conjunto de creencias, dogmas o doctrinas sobre las últimas cosas, o eventos futuros y finales de la existencia del ser humano.

Sin embargo, en medicina también se usa la misma palabra «escatología», pero con una carga semántica distinta, como equivalente a «coprología» o estudio de los excrementos, mierda o heces.   

Luego, si bien la expresión castellana «escatología» es la misma para ambos campos (el teológico y el de la medicina), la diferencia semántica se explica cuando nos ponemos al tanto de sus distintas etimologías.

Por un lado, la palabra «escatología» empleada en los estudios religiosos y teológicos, deriva de dos palabras griegas: «ésjatos» (adjetivo: último, lejano, postrero, final) que es un adjetivo griego de tres morfologías: una primera para el género masculino según la segunda declinación («ésjatos»), una segunda u otra para el género femenino según la primera declinación y con alfa alargada («esjáte»), y una tercera para el género neutro según la segunda declinación («ésjaton»).

Por otro lado, el sufijo «logía» deriva del griego «lóguia», forma del nominativo y acusativo neutro plural del adjetivo «lóguios» (docto, elocuente, sabio, erudito), o sea, «lóguia».

Pero «lóguia» también puede ser asumido como el caso nominativo y acusativo plural del sustantivo «lóguion» (sustantivo de género neutro: respuesta que da un oráculo, oráculo, revelación, palabra, enseñanza, sentencia) morfológicamente un diminutivo de «lógos» (palabra, asunto, cosa, etc.).

De todos modos, también coincide «lóguia», fonemáticamente y no en la acentuación, con el nominativo femenino singular del adjetivo «lóguios» (docto, elocuente, sabio, erudito), o sea, «loguía» (con el acento y tilde en la «í»).

Pero la etimología de la palabra «escatología» usada en medicina (como sinónimo de «coprología») difiere de la «escatología» empleada en teología precisamente en cuanto al morfema lexical o lexema que le sirve de base.

En tal sentido, «escatología» como estudio o análisis de los excrementos («coprología»), tiene de base el sustantivo «skor» («excremento», «mierda», «estiércol», de género neutro y de la tercera declinación) que en el caso genitivo singular (el que por lo general define el tema flexional en la tercera declinación) es «skatós» (literalmente: de excremento, de estiércol, de mierda).

Por supuesto, se declina «skor» como «jídor» («agua»; de género neutro y de la tercera declinación), que tiene a «jídatos» (de agua) como la morfología del caso genitivo singular

Consecuentemente, con base al caso genitivo singular de «skor», «skatós» («eskatós»), unida a la desinencia «logía» ya explicada, resulta en «scatología» («escatología»): estudio de los excrementos, coprología.

Luego, el sustantivo base del cual deriva la palabra «coprología» es «kópros» (sustantivo de género femenino, pero de la segunda declinación): excremento de los animales y de las personas, que a diferencia de «skor» (excremento) sí tiene presencia en la versión griega de la Biblia Hebrea, aunque no en el Nuevo Testamento Griego. Ejemplos: Éxodo 29.14; Ezequiel 4.12; 2 Reyes 18.27.

En todo caso, llama la atención que en Ezequiel 4.15 la palabra griega para excremento, haciendo referencia estrictamente a los excrementos de los excrementos de vacas o bueyes, es «bólbiton» (sustantivo de género neutro y de la segunda declinación) que, por cierto, también está presente en Ezequiel 4.12 y en Eclesiástico o Sabiduría de Siráj 22.2.

Finalmente, si bien no tienen presencia en el Nuevo Testamento Griego las palabras «skor», «kópros» ni «bólbiton», sí tienen presencia dos palabras lexicalmente relacionadas con «kópros»: 1) «kopría» («estercolero»; «muladar» en la RV 1960) en Lucas 14.35, un sustantivo de género femenino de la primera declinación; y 2) «kóprion» (excremento, estiércol, abono) en Lucas 13.8 (la RV 1960: «y la abone»; el griego: «bálo kópria» («le eche estiércol o excremento»), un sustantivo de género neutro y de la segunda declinación (en plural en Lucas 13.8).   

En resumen, si bien la palabra española o castellana «escatología» es la misma, es una (y común al campo de la teología y la medicina); sin embargo, el término «escatología» empleado en teología, deriva del adjetivo «ésjatos» (último, lejano, postrero, final); pero el término «escatología» usado en el campo de la medicina, deriva del caso genitivo singular del sustantivo de género neutro y de la tercera declinación, «skor», o sea, «skatós» (excremento, estiércol, de excremento, de estiércol), palabra ausente en la Septuaginta y en el Nuevo Testamento Griego.

En todo caso, sí tienen en común el segundo elemento, o sea, el sufijo «logía», cuya derivación griega ya explicamos.

Nota adicional: El sufijo «logía», si bien, conceptualmente, deriva de «lógos» (palabra, cosa, asunto, razón, ejercicio de la razón), morfológicamente deriva del caso nominativo y acusativo neutro plural del adjetivo «lóguion» (formalmente un diminutivo de «lógos»), o sea, «lóguia» (caso nominativo y acusativo plural neutro del adjetivo «lóguios»: versado, elocuente, docto, sabio, erudito, hábil razonando).

Por supuesto, arriba también mencionamos otras posibilidades para la forma «lóguia» incluso «loguía». 

En realidad, en honor a la verdad, no hay forma de que en la declinación de la palabra «lógos» se llegue a la morfología «lóguia» o «loguía».   

Muy a propósito de nuestro «Curso de griego koiné (bíblico)» desde cero, que inicia el sábado 7 de junio. 

¡Incluye material de apoyo y certificado!

¡Inscripciones abiertas! ¡Todavía estás a tiempo!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


«Una voz proclama…» o «voz del que proclama en el desierto» Isaías 40 3 y Mateo 3.3 en el centro de esta cuestión


«Una voz proclama…» o «voz del que proclama en el desierto»

Isaías 40 3 y Mateo 3.3 en el centro de esta cuestión

A propósito de nuestros cursos de hebreo clásico y de griego koiné que inician el sábado 7 de junio

Héctor B. Olea C.

En la clásica y tan popular Reina Valera 1960, Mateo 3.3 dice: «Pues este es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, Enderezad sus sendas».

Sin embargo, la consideración del texto hebreo de Isaías 40.3 de inmediato nos pone al tanto de las diferencias que existen entre las palabras que Mateo le atribuye al profeta Isaías, con lo que en realidad leemos en el texto hebreo de Isaías 40.3.

Analicemos, pues, lo que dice el texto hebreo de Isaías 40.3.

En el texto hebreo de Isaías 40.3, después de la expresión «kol (qol) koré (qoré) (una voz proclama, alguien proclama)» se hace una pausa.

La expresión hebrea «kol koré» («qol qoré») está constituida por el sustantivo «kol (qol)» (voz, alguien), y por «koré» («qoré»), un participio activo masculino singular de la conjugación qal, de la raíz «qará» (llamar, anunciar, proclamar, vocear, etc.).

Luego, el participio «koré» («qoré») tiene encima de la letra «resh» («r») un símbolo o acento disyuntivo llamado «zaquéf qatón» (dos puntos verticales encima) que divide el versículo en dos partes, y que en funciones equivale a nuestra “coma” o nuestros “dos puntos”.

En consecuencia, el texto hebreo de Isaías 40.3 sugiere la siguiente división del versículo: «Una voz proclama (pausa): en el desierto…»

Sin embargo, en lo que respecta a la versión griega (Septuaginta, Los LXX), la pausa o división del versículo ocurre después de la expresión «en te erémo» («en el desierto»), en la siguiente manera: «Voz del que (quien) proclama en el desierto (pausa): preparen…»

En tal sentido, es preciso decir que texto griego de la versión griega (Septuaginta, Los LXX) tal y como se observa en la clásica edición de Alfred Rahlfs, asume la pausa al terminar la frase «en te erémo» («en el desierto»), pero sin un signo de puntuación que la indique.

Consecuentemente, respecto de la segunda parte del versículo, se sugiere iniciar con la forma mayúscula de letra inicial de la forma verbal «jetoimásate» («jEtoimásate»): «preparen» (imperativo aoristo primero, voz activa, segunda del plural), que sigue a la frase «en te erémo» («en el desierto»).

Pero en lo que respecta al texto griego de Mateo 3.3, que concuerda con la división del versículo en la versión griega (después de la frase «en te erémo»: «en el desierto»), se indica la pausa se indica con una «coma» (en el The Greek New Testament de las Sociedades Bíblicas Unidas, incluso en su quinta edición revisada), pero con un «punto alto» en la edición del Nuevo Testamento Griego Nestlé-Aland (incluso en su edición 28), por supuesto, en ambos casos después de la expresión «en te erémo» («en el desierto»).

En resumen y a continuación, la traducción que personalmente he realizado del texto hebreo y del texto griego de Isaías 40.3

Traducción del texto hebreo: 

“Alguien (una voz) proclama (pausa): En el desierto preparen el camino del Señor; en tierra árida (desértica) allanen (enderecen) calzada (camino, senda) para nuestro Dios”.

Traducción del texto griego:

“Voz del que (quien) proclama en el desierto (pausa): Preparen el camino del Señor; allanen (hagan rectos, sin curvas) los caminos (senderos) de nuestro Dios”.

Luego y, por supuesto, el texto griego de Mateo 3.3 hace referencia a Isaías 40.3 según la versión griega, pero sin agregar la frase «de nuestro Dios» («tu zeú jemón»), o sea: “Voz del que (quien) proclama en el desierto (pausa): Preparen el camino del Señor; allanen (hagan rectos, sin curvas) sus caminos (los caminos de él, del Señor)”.

Observación: Mientras que el texto hebreo y la versión griega de Isaías 40.3 incluyen la expresión «nuestro Dios» (en hebreo: «lelojénu»: «para nuestro Dios»; en griego: «tu zeú jemón»: «de nuestro Dios», en ambos casos haciendo referencia al Señor); en cambio, el texto griego de Mateo 3.3 empleó el pronombre personal «autú» («de él»), en caso genitivo masculino singular, también haciendo referencia al Señor). 

Una necesaria observación gramatical y técnica

He traducido «el camino del Señor» (y no «un camino del Señor»), porque la expresión hebrea «dérej Adonay» («dérej YHVH») constituye una “cadena constructa” en la cual la palabra «camino» («dérej») es el sustantivo en estado constructo (un sustantivo segolado que tiene una misma morfología para el estado absoluto y para el estado constructo singular), y «YHVH» (Adonay) es el sustantivo en estado absoluto (nombre propio) y que determina a «camino» («dérej»), constituyendo una cadena constructa determinada.

Luego, en lo que a la versión griega respecta, esta tradujo la cadena constructa «dérej YHVH» (el camino del Señor) empleando acertadamente el sustantivo «kírios» (Señor) en caso genitivo («kiríu»: del Señor), en la expresión «ten jódon kiríu» («el camino del Señor»).

¿Un «genitivo objetivo» o un «genitivo subjetivo»?

La expresión «el camino del Señor» puede ser asumida como indicando un «genitivo subjetivo» («el camino que le pertenece al Señor»), o como un «genitivo objetivo» («el camino dispuesto para el Señor»).

En todo caso, el contexto parece favorecer la idea del «genitivo objetivo»: «preparen el camino por el cual ha de transitar el Señor» («preparen el camino para que el Señor transite por él»).

Una traducción cuestionable y criticable de Isaías 40.3

Toda versión de la Biblia que asuma el texto hebreo como base para su traducción, debería traducir a Isaías 40.3 en conformidad al texto hebreo (siguiendo la pausa donde el mismo la establece), y no en conformidad a la traducción griega (siguiendo la pausa donde la misma la tiene).

Sin embargo, llama la atención que la Reina Valera 1960 (incluso en su más reciente actualización por las Sociedades Bíblicas Unidas, la llamada Reina Valera Contemporánea, 2011), ha traducido a Isaías 40.3 en contra de lo que en realidad dice el texto hebreo, pero sí en conformidad a la versión griega (al parecer con tal de no poner bajo cuestionamiento o entredicho la forma en que el Evangelista Mateo cita aquí al profeta Isaías).

Por supuesto, lo que se espera es que una traducción de Isaías 40.3 desde el texto hebreo, refleje con propiedad lo que realmente dice el texto hebreo; pero una traducción de Mateo 3.3 debe reflejar con propiedad lo que realmente dice el texto griego, reflejando su dependencia de la versión griega de Isaías 40.3, independientemente de sus diferencias con el texto hebreo.   

En conclusión, la forma en que la versión Reina Valera 1960 (incluso la versión Reina Valera Contemporánea, 2011) ha traducido a Isaías 40.3, concuerda más bien con el modo en que la versión griega (Septuaginta, Los LXX) lo tradujo, y con la forma en que luego el Evangelista Mateo apeló a Isaías 40.3 en conformidad a la versión griega. 

Sin embargo, toda versión de la Biblia que asuma el texto hebreo como base para la exégesis y traducción de la Biblia Hebrea, debería traducir a Isaías 40.3 en conformidad al texto hebreo, y no en conformidad a la versión griega (como en efecto lo ha hecho la versión Reina Valera 1960, y otras).

Pero se ha de traducir a Mateo 3.3 en conformidad al texto griego y su dependencia de la versión griega de Isaías 40.3, poniendo de relieve sus diferencias con la versión hebrea de Isaías 40.3. 

Muy a propósito de nuestros nuevos cursos de hebreo clásico (bíblico) y griego koiné (bíblico), ambos desde cero, que inician el sábado 7 de junio.

Observación importante: Los cursos que ofrecemos en el IDCB están dirigido al público general, al margen de su creencia religiosa o falta de compromiso con una determinada teología institucional; seriamente pero interesado en el estudio completo, profesional, crítico, académico e independiente de la principal lengua original de la Biblia Hebrea (BH).

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

¡Inscripciones abiertas! ¡Todavía estás a tiempo!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


Profesor, ¿cuál es la mejor versión de la Biblia en españo? Malaquías no es un nombre propio en la Biblia Hebrea

Profesor, ¿cuál es la mejor versión de la Biblia en español?

¿Cuáles son las mejores versiones de la Biblia en español?

 

Héctor B. Olea C.

Por años, de vez en cuando, siempre hay alguien que me plantea la misma pregunta: Profesor, ¿cuáles son las mejores versiones de la Biblia en español?

Y mi respuesta sigue siendo la misma: Para optar por una u otra versión de la Biblia en español, se han de considerar varias cosas:

En primer lugar, en cuanto a la base textual, la persona debe decidir si confía más en las versiones de la Biblia que siguen el llamado «texto crítico» (o «textos críticos»), o si se decanta por las versiones que siguen el llamado «texto mayoritario», o bien, el «textus receptus».

En segundo lugar, no se puede perder de vista que hay muchos casos en los que la forma del texto es común al «texto crítico» y al «textus receptus» (desde el punto de vista de la «crítica textual»), pero la traducción no es necesariamente la misma, y es posible que una sea mejor que la otra.

En tercer lugar, la persona debe decidir si confía más en las versiones realizadas por «equivalencia formal» (forma de traducir que procura reflejar en la lengua receptora la forma y sintaxis del texto fuente), o si en las versiones realizadas por «equivalencia dinámica» (forma de traducir en que se privilegia el mensaje, su contenido, y no precisamente la forma del texto).

En cuarto lugar, la persona también debe decidir si opta por las versiones que emplean el español general de España (independientemente de la calidad de su base textual), o si se inclina por las versiones que emplean el español general latinoamericano (ediciones latinoamericanas y hasta versiones populares).

En quinto lugar, la persona que pretenda emitir con seriedad un juicio de valor respecto de una versión de la Biblia, la que fuere, debe tener un conocimiento sólido de la gramática y sintaxis de la lengua bíblica de la que se trate, y ser mucho más que alguien que tiene el español por lengua materna: No es lo mismo tener el español como lengua materna, que ser un estudioso de la lengua española; no es lo mismo ser hablante de una lengua (tenerla por lengua materna), que ser un lingüista, un estudioso científico de la lengua.

Por supuesto, tampoco es lo mismo realizar estudios básicamente devocionales y demasiado elementales de las lenguas bíblicas, que llevar a cabo un estudio completo, profesional, crítico y académico de las lenguas bíblicas.

En sexto lugar, toda versión de la Biblia sebe ser juzgada como lo que es, una versión de la Biblia, al margen del ambiente y el sector que la produzca.

Evidentemente, para eso se necesita una mente abierta, crítica, una decidida e inocultable honestidad intelectual, y contar con los elementos de juicio necesarios y no simplemente estar o sentirse comprometido con una serie de dogmas, los que fueren.

En sexto lugar, ciertamente hay versiones de la Biblia con una «imagen pública» mejor que otras (que son generalmente más recomendadas que otras); sin embargo, eso no garantiza que siempre, en todos los casos, la versión de la Biblia con una mejor «imagen pública», exhiba una traducción más acertada o mejor de los textos bíblicos que la versión de la Biblia que, por lo general, tiene una «imagen pública» un tanto cuestionada.  

En séptimo lugar, las «versiones interlineales» de la Biblia no son «versiones privilegiadas», por lo que demandan que se asuma frente a ellas la misma actitud crítica y juiciosa, pero desprejuiciada, que frente a las versiones convencionales de la Biblia.

Además, como ocurre con las versiones convencionales de la Biblia, si la persona no conoce la lengua bíblica del texto, si la persona no puede analizar ella misma el texto fuente, con conocimiento de causa y sentido crítico; tampoco lo podrá hacer frente a la traducción de un texto que le proponga una «versión interlineal» de la Biblia.

En octavo lugar, ha de ser caso por caso, con sentido crítico y con una irrenunciable honestidad intelectual, que se han de establecer los aciertos y desaciertos de toda versión de la Biblia, la que fuere.

Esto así, porque es posible, y en efecto, pasa con frecuencia que, al momento de estudiar y analizar un texto bíblico en particular, la versión de la Biblia con una «imagen pública» un tanto cuestionada, propone una mejor y más acertada traducción del texto bíblico en cuestión que las versiones con una aparente sólida «imagen pública».

Finalmente, por todo lo dicho, en lugar de recomendar una u otra versión de la Biblia (pues ninguna versión de la Biblia es perfecta), prefiero hacer las siguientes recomendaciones:

La primera, ante todo, que la persona invierta tiempo y dinero en estudiar seriamente las lenguas bíblicas, y ser un poco más que un simple hablante de la lengua española.

La segunda, procure tener a la mano y en su biblioteca la más diversa variedad de versiones de la Biblia, evitando, por supuesto, ser víctima de simples prejuicios respecto de toda o cualquier versión de la Biblia.

Después de todo, ninguna versión de la Biblia es perfecta, absolutamente ninguna, y, por otro lado, respecto del estudio comparativo de versiones de la Biblia, en muchos casos parece existir un consenso «no consensuado» para evitar o impedir que la persona conozca lo que en realidad dicen los textos bíblicos en sus lenguas originales.

Finalmente, en honor a la verdad, muchos de los prejuicios que se tienen frente a las versiones de la Biblia son extraños al análisis serio y crítico de una versión de la Biblia, la que fuere, con base en el conocimiento de las características y peculiaridades de las lenguas bíblicas, las cuestiones de crítica textual, y las características de la lengua española.

Obviamente, una cosa es el juicio y análisis crítico de una versión de la Biblia, la que fuere, a la luz de la lengua bíblica de que se trate, la crítica textual y las características de la lengua española; y otra el juicio de una versión de la Biblia, la que fuere, con base en simples criterios teológicos y dogmas confesionales.

Entonces, profesor, ¿cuáles versiones de la Biblia recomienda usted?

Respuesta: A todas y a ninguna.

A propósito de nuestra oferta académica para junio, julio y septiembre, y nuestra continua oferta académica todo el año, año por año.

¡Inscripciones abiertas!

¡Pregunta por el curso de tu interés!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí


 

Cantar de los cantares», una traducción bajo sospecha, Nociones de morfosintaxis hebrea



«Cantar de los cantares», una traducción bajo sospecha

Nociones de morfosintaxis hebrea

Héctor B. Olea C.

Se supone que el ideal de una traducción es transmitir fiel e íntegramente el mensaje de un texto fuente (en su lengua fuente u original) a una lengua receptora determinada (lengua meta, lengua término, lengua de llegada).

Ahora bien, como es demasiado sabido, resulta que en muchas ocasiones la traducción ha procurado (ha consistido) en la transmisión de estructuras sintácticas extrañas a la lengua receptora (lengua meta o término), presentes en los textos bíblicos, en lugar de trasportar su contenido, significado o carga semántica.

En efecto, cuando se procede de tal manera, llegan a la lectura receptora una serie de expresiones o construcciones sintácticas extrañas a la misma, y que, en honor a la verdad, no tienen en la lengua receptora el sentido y carga semántica que sí tienen en la lengua fuente u original. 

Por supuesto, con el tiempo las personas pueden acostumbrare a dichas expresiones, aunque no siempre logren captar del todo y, de inmediato, el sentido que sí tienen en la lengua original o lengua fuente.

Precisamente una de esas estructuras semánticas extrañas a la lengua española, consiste en una de las formas o recursos de los que dispone la lengua hebrea para expresar la excelencia del sustantivo o nombre, el llamado grado superlativo del adjetivo griego y español.

Pues bien, entre otros recursos, para expresar el grado superlativo o la excelencia del sustantivo, el hebreo bíblico emplea una cadena constructa determinada (o indeterminada), conformada por un sustantivo en estado constructo singular que concluye con el empleo del mismo sustantivo (repetido), pero en estado absoluto plural (con el artículo determinado: cadena constructa determinada; y sin el artículo determinado: cadena constructa indeterminada).  

En tal sentido, cuatro «cadenas constructas» bien conocidas que nos han regalado las versiones de la Biblia, comenzando por la clásica versión griega (Septuaginta, Los LXX) son: 1) «el dios de los dioses» (cadena constructa determinada; Deuteronomio 10.17); 2) «el señor de los señores» (cadena constructa determinada; Deuteronomio 10.17); 3) «rey de reyes» (cadena constructa indeterminada; Ezequiel 26.7), pero en arameo «el rey de los reyes» (cadena constructa determinada; Esdras 7.12; Daniel 2.37); 4); 4) «el cantar de los cantares» (Cantares 1.1).

Luego, en virtud de la idea del grado superlativo que en realidad expresan y comunican las referidas cadenas constructa hebreas, la traducción esperada, en cada caso, sería: 1) el dios supremo, el Dios por excelencia, y no «el dios de dioses»; 2) el señor supremo, el señor superior, y no «el señor de los señores»; 3) el rey supremo, el rey superior, y no «rey de reyes», «el rey de los reyes»; 4) la canción por excelencia, la mejor canción, la canción suprema, y no: «el cantar de los cantares».

Ahora bien, que las traducciones «el dios de dioses», «el señor de señores», «el rey de los reyes» y «el cantar de los cantares» son cuestionables, lo pone de manifiesto la traducción tan acertada: «santísimo», traducción de la cadena constructa determinada: «qódesh ja-qodashím» (el santo de los santos: el lugar santísimo) presente, entre otros textos, en: Éxodo 26.33. 34; Números 4.4,19; 18.9; 1 Reyes 6.16; 1 Crónicas 6.34.

Luego, tal vez surja la pregunta: ¿por qué no está presente en nuestras Biblias la traducción «el santo de los santos», pero sí «dios de dioses», «señor de señores», «rey de reyes» y «cantar de los cantares»?

Respuesta: Porque la traducción «santísimo» consiste en una traducción que refleja y transmite perfectamente la idea del superlativo que comunica la cadena constructa determinada: «qódesh ja-qodashím».

En cambio, las traducciones: «dios de dioses», «señor de señores», «rey de reyes» y «cantar de los cantares», reflejan la estructura formal de las expresiones hebreas que están detrás de dichas traducciones, pero no transmiten adecuadamente la idea del superlativo que sí expresan en el hebreo.

Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo dos imágenes con tal de hacer más comprensibles estas líneas.

Muy a propósito de nuestro «Curso de Hebreo clásico (bíblico)», desde cero, el primer año de un estudio completo, profesional y académico de la principal lengua original de la Biblia Hebrea, de dos años, que inicia el sábado 7 de junio; a propósito de nuestro «Curso de Griego Koiné (Bíblico)», desde cero, que también inicia el sábado 7 de junio, y a propósito de nuestro «Curso de Arameo Clásico (bíblico)», desde cero, la segunda lengua original de la Biblia Hebrea, nueve meses de duración, que inicia el jueves 3 de julio.

¡Incluyen material de apoyo y certificado!

¡Inscripciones abiertas!

Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí