De las marcas y el reconocimiento del «objeto directo» en hebreo, griego y español
Nociones de morfosintaxis y traducción bíblica
Héctor B. Olea C.
Por años he venido insistiendo en que tanto la enseñanza como el estudio de las lenguas bíblicas demandan un conocimiento mucho más que elemental de la lengua materna, en nuestro caso el español o castellano.
En tal sentido, con estas líneas me he propuesto poner de relieve la forma en que, en el hebreo bíblico o clásico, en el griego koiné o bíblico (incluso en el griego clásico), así como en español, se marca y reconoce la figura del objeto o complemento directo.
¿En qué consiste, pues, el objeto o complemento directo?
El «objeto directo» o «complemento directo» consiste en la persona, animal o cosa que recibe directamente la acción del verbo (un verbo transitivo) la cual puede beneficiar o perjudicar al objeto directo.
Por otro lado, el objeto o complemento directo es una función sintáctica que puede ser desempeñada por un sustantivo, una palabra sustantivada, un sintagma nominal o una proposición subordinada sustantiva.
Ejemplos de la presencia de objeto directo en una oración en construcción activa con un verbo transitivo como núcleo del predicado (sintagma verbal predicado).
Primer ejemplo: El profesor enseña griego.
En esta oración «griego» (un sustantivo y sin modificador) desempeña la función de objeto o complemento directo.
Segundo ejemplo: María vio al profesor de griego.
En esta oración «el profesor de griego» (un sintagma nominal con un sintagma preposicional funcionando como modificador indirecto) desempeña la función de objeto o complemento directo.
Tercer ejemplo: El profesor de griego dijo que estudiemos de nuevo el vocabulario de la lección ocho.
En esta oración «que estudiemos de nuevo el vocabulario de la lección ocho» (una proposición subordinada sustantiva) desempeña la función de objeto o complemento directo.
Por otro lado, una forma de reconocer el «objeto o complemento directo» (determinado o indeterminado) en español, consiste en que siempre es posible convertirlo en el «sujeto paciente» de una oración en construcción pasiva (un sujeto que no es agente, que no es el responsable de la acción verbal).
Primer
ejemplo: El griego es enseñado por el profesor (pasiva perifrástica)
Segundo ejemplo: El profesor de griego fue visto por María (pasiva perifrástica)
Tercer ejemplo: Que estudiemos de nuevo el vocabulario de la lección fue lo dicho por el profesor de griego (pasiva perifrástica)
Finalmente, un detalle que no es posible perder de vista en relación al «objeto directo» tiene que ver con la presencia de la preposición «a».
En tal sentido, La «Nueva gramática de la lengua española», publicada por la Real Academia Española en el año 2011, plantea:
“Aunque existen excepciones (cuando es necesario evitar posibles ambigüedades), lo habitual es que el objeto o complemento directo lleve la preposición «a» cuando su referente es específico y animado (No encuentro mi libro - No encuentro a mi gato). Si el referente es animado, pero no identificable, aparece generalmente sin preposición. Contrasta así «Busca (una) traductora» (alguna, la que sea) y «Busca a una traductora» (una en particular), «Nueva gramática básica de la lengua española», página 197.
Ejemplos: Juan bautizó a Jesús (Jesús es el objeto directo).
Josué sustituyó a Moisés (Moisés es el objeto directo).
Pero: Pablo escribió una carta (carta es el objeto directo). Pedro estudia griego (griego es el objeto directo).
La marca del objeto o complemento directo en el hebreo clásico o bíblico
En lo que respecta al hebreo bíblico, es precio decir que en hebreo se trata de una manera distinta al objeto o complemento directo indeterminado y al objeto o complemento directo determinado.
En tal sentido, es preciso poner de relieve que el hebreo no tiene, no emplea una marca especial para señalar el objeto o complemento directo indeterminado.
Pero sí cuenta con un recurso para señalar el «objeto o complemento directo determinado»: la partícula «et» (la cual es intraducible), y por lo general antecede o precede al objeto directo hebreo determinado, al margen de su género (masculino o femenino) y de su número (singular, plural o dual).
Consecuentemente, al traducir del hebreo al español, no es posible perder de vista que, en primer lugar, la partícula «et» no se traduce (es intraducible); y, en segundo lugar, que el empleo de la preposición «a» en la traducción no ha de considerarse el reflejo o traducción de la partícula «et».
En realidad, y, como ya puntualizamos arriba, el empleo de la preposición «a» en relación al objeto directo en la traducción al español, depende de la normativa que tiene la lengua española al respecto, y no de la presencia de la partícula hebrea «et» en una oración gramatical en hebreo.
Por ejemplo, en Génesis 1.1 observamos que las palabras (sintagmas nominales) «ja-shamáyim» (pronunciación clásica; «ja-shamáim», pronunciación moderna: “el cielo”), y la palabra «ja-árets» (la tierra), están precedidas por la partícula «et» que las marca como objetos directos de la forma verbal «bará» (creó).
Luego, en virtud de que «ja-shamáyim» («ja-shamáim») y «ja-árets» constituyen objetos o complementos directos determinados en hebreo, están precedidos de la partícula «et».
Pero como «ja-shamáyim» («ja-shamáim») y «ja-árets» constituyen objetos directos no animados, la traducción al español no demanda el empleo de la preposición «a».
Por eso la traducción: «el cielo y la tierra».
La marca del objeto o complemento directo en el griego (clásico y koiné)
Con relación al griego koiné (incluso en el griego clásico), el «objeto directo» se señala e identifica con la flexión, desinencia o terminación del caso acusativo (el habitual caso del objeto directo en griego, si bien hay verbos complementados con el genitivo y el dativo), sin importar el género (masculino, femenino y neutro) y el número (singular y plural) de la palabra que esté desempeñando la función del «objeto o complemento directo» (determinado o indeterminado).
Por ejemplo, insistiendo en Génesis 1.1, la traducción griega de las palabras «ja-shamáyim» («ja-shamáim») y «ja-árets», es «ton uránon» y «ten guen», dos sintagmas nominales en caso acusativo, por estar desempeñando la función sintáctica de «objetos o complementos directo» de la forma verbal y traducción griega de «bará» (creó, hizo), o sea, «epóiesen» (hizo).
Consecuentemente, es preciso poner de relieve que «ton uranón» está en el caso acusativo masculino singular, mientras que «ten guen» está en el caso acusativo femenino singular, pero al final, ambas palabras están en el caso acusativo, el habitual caso del «objeto o complemento directo» en griego.
En consecuencia, ambas expresiones o sintagmas constituyen al mismo tiempo y en la misma calidad, el «objeto directo» de la forma verbal «epóiesen» (hizo).
Finalmente, como siempre, a manera de ilustración, anexo una imagen con tal de hacer más comprensibles estas líneas.
A propósito de los dos cursos que inician mañana: «Griego koiné (bíblico), desde cero, el primer año, y «Hebreo clásico (bíblico)», desde cero, el primer año.
¡Incluyen la bibliografía y un certificado!
¡Inscripciones abiertas!
¡Todavía estás a tiempo!
Información general, modalidades de pago y matriculación Aquí