¿Sabía usted que no existe una sola forma de leer y transliterar el griego? Unas puntualizaciones necesarias y oportunas


 ¿Sabía usted que no existe una sola forma de leer y transliterar el griego?

Sobre las dos formas de leer y transliterar del griego al español
Unas puntualizaciones necesarias y oportunas

Héctor B. Olea C.

En mi opinión, las personas que se matriculan en un curso de griego deben estar al tanto, se les debe hacer conscientes de dos cosas: la primera, que no existe una única forma de leer el griego; la segunda, el sistema de pronunciación y lectura que se va a emplear: si la pronunciación erasmiama o si la pronunciación reucliniana (la del griego moderno), al margen de la discusión de cuál se considere la más ideal o legítima.

Después de todo, en honor a la verdad, un curso de griego no es mejor ni peor si aplica la pronunciación erasmiama o si la pronunciación reucliniana.

Luego, como al fin y al cabo no me parece que será posible impedir que muchos sigan aplicando y defendiendo la todavía dominante pronunciación erasmiana ni será posible impedir la aplicación y defensa de la pronunciación reucliniana; mi consejo es que en un curso de griego clásico o koiné actual y profesional se debería enseñar a leer el griego con ambos sistemas de lectura y pronunciación, al margen de si al final se opta por aplicar más, exclusivamente o casi exclusivamente un sistema de lectura en lugar del otro, el que fuere.

Por cierto, se debe estar al tanto, por un lado, de que el debate en torno a la pronunciación erasmiana y la pronunciación reucliniana no es una problemática en torno al alfabeto, pues el alfabeto es el mismo; sino más bien respecto de los valores fonemáticos de las letras que conforman el mismo y único alfabeto, y sus combinaciones.

Por otro lado, tampoco es una problemática en cuanto a la traducción, pues un texto griego, una expresión griega, sin importar el sistema de lectura y pronunciación que se emplee (como voy a mostrar en una imagen anexa) si la erasmiana o si la reucliniana, debe tener una misma traducción (no hablo de emplear las mismas palabras) con base a lo que dicta la gramática (morfosintaxis) griega.

Pero tampoco consiste en una discusión relacionada con la sintaxis (organización o estructura sintáctica de las palabras), ya que el texto griego (clásico o koiné) trae ya su propia sintaxis en conformidad a las características del griego clásico y del griego koiné, independientemente del sistema de lectura y transliteración que se emplee.

Además, la aplicación de la pronunciación reucliniana no hace moderno al griego clásico o al griego koiné; en otras palabras, la aplicación (aunque sea parcial) de la pronunciación reucliniana en la enseñanza y lectura del griego clásico y del griego koiné no implica someter estas dos etapas de la lengua griega a las características morfosintácticas del griego moderno.

En realidad, las diferencias entre leer y transliterar el griego según la pronunciación erasmiana y leer y transliterar el griego según la pronunciación reucliniana se sitúan en el plano de los fonemas y los sonidos lingüísticos.

En tal sentido, con estas líneas me propuse ilustrar al público general respecto de las principales diferencias entre la pronunciación reucliniana y la pronunciación erasmiana, en tres aspectos específicos: 1) la aspiración inicial, 2) las diferencias fonemáticas respecto de algunas consonantes, y 3) las diferencias fonemáticas en relación a los grupos vocálicos o diptongos.

La ausencia da la aspiración inicial griega

Si bien en los textos del Nuevo Testamento toda palabra que inicie con vocal va a exhibir uno de los dos signos de la aspiración inicial (el espíritu suave o el espíritu rudo, y éste último agregándole el sonido de «jota» (j) a la vocal o diptongo, detalle que se pone de relieve en la pronunciación erasmiama); pero cuando se leen los textos del Nuevo Testamento en conformidad a la pronunciación reucliniana, no se refleja en la lectura ni en la transliteración el espíritu rudo (el espíritu suave no altera la pronunciación de la vocal o diptongo, por eso no se refleja en la lectura y transliteración incluso en la pronunciación erasmiana).

Por cierto, también exhibirá la aspiración inicial (siempre el espíritu rudo) toda palabra griega que inicie con la letra «rho» (r).

Consecuentemente, como en el griego moderno no existen ya los signos de la aspiración inicial griega con sus implicaciones fonemáticas, cuando se leen los textos griegos antiguos (los del griego clásico y los del griego koiné, que sí exhiben la aspiración inicial) según la pronunciación reucliniana, simplemente se reconocen como «marcas ortográficas», pero sin ninguna implicación para la lectura o pronunciación de la palabra.

Diferencias en relación a algunas consonantes

En sentido estricto, hay principalmente tres consonantes que se pueden nombrar y hasta leer de una manera muy distinta dependiendo de si se aplica la pronunciación reucliniana o si la pronunciación erasmiana: 1) la «beta» («b», según la pronunciación erasmiana), pero «vita», «v», según la pronunciación reucliniana; 2) la gáma (que en la pronunciación erasmiana puede tener dos valores: el de la «g» española como en «gato» seguida de cualquier vocal, pero el de la «n» cuando es seguida de otra «gáma», de una «kápa», de una «xi» y de una «ji»); sin embargo, en la pronunciación reucliniana puede tener los mismos valores que en la pronunciación erasmiana, pero añade otros, como el de la «ye» española en «yeso»; 3) la «théta» («z», según la pronunciación erasmiana), pero «thíta» (igualmente «z»), según la pronunciación reucliniana.

En todo caso, las principales y más sobresalientes diferencias que existen entre la pronunciación erasmiana y la pronunciación reucliniana, tienen que ver con las vocales y sus combinaciones (los llamados «diptongos propios»).

Por supuesto, estas diferencias en la forma de leer las vocales y los llamados «diptongos propios», también tienen sus implicaciones en la forma de llamar o nombrar las letras del alfabeto griego.

Por un lado, según la pronunciación erasmiana, la letra «eta» representa el sonido o fonema «e», pero según la pronunciación reucliniana, la letra es «íta» y representa el sonido o fonema «i».

Por otro lado, según la pronunciación erasmiana, la letra «ípsilon» puede tener dos valores: el valor de «i» si va sola, pero el valor de la «u» en los llamados «diptongos propios».

Pero como ya no existen propiamente los «diptongos propios» para la pronunciación reucliniana, para el griego moderno, la «ípsilon» siempre va a representar el sonido o fonema vocálico «i».

Diferencias en relación a los «diptongos propios»

Los que, según la pronunciación erasmiana son «diptongos propios», para la pronunciación reucliniana, para el griego moderno son más bien «dígrafos»; en sentido estricto «diptongos monoptongados» (en los que ya no suenan las dos vocales) sino que representan o constituyen un solo sonido (vocálico) o el sonido de una vocal y una consonante.

Por cierto, de los llamados «diptongos propios» para la pronunciación erasmiana, el único que ya se considera un «dígrafo», un «diptongo monoptongado» es la combinación de la «ómicron» y la «ípsilon» (que siempre representa el sonido o fonema «u»).

Finalmente, debo decir que los aspectos aquí analizados los profundizaremos en nuestro «Curso de lectura y traducción directa del griego al español», un curso esencialmente práctico que fortalecerá la práctica de la lectura correcta y traducción directa del griego koiné (bíblico) al español, que inicia el lunes 1 de septiembre.

Recomendado para las personas que ya poseen cierto conocimiento de la lengua griega, pero que desean y necesitan fortalecer la práctica de la lectura del griego (según la pronunciación erasmiana y la pronunciación reucliniana) y la tarea de traducir de manera directa del griego al español (general y latinoamericano).

Duración: 6 meses.

Día y horario: lunes 5:00 – 7:00 PM (República Dominicana, Puerto Rico; 4:00 – 6:00 PM Colombia y Perú; 6:00 – 8:00 PM Argentina y Chile.

Por supuesto, con tal de hacer mucho más comprensibles estas líneas, invito a considerar la imagen anexa, con la cual voy a poner un ejemplo claro y concreto de las implicaciones de leer y transliterar un mismo texto griego según la pronunciación erasmiana y según la pronunciación reucliniana.

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