«Emmanuel», palabra que carece de sentido en griego, Nociones de lingüística y traducción bíblica

«Emmanuel», palabra que carece de sentido en griego

Nociones de lingüística y traducción bíblica

Héctor B. Olea C.

Profesor, ¿por qué dice usted que la palabra «Emmanuel» carece de sentido en griego?

Bueno, entiendo que para que se comprenda adecuadamente mi afirmación, es preciso tener en cuenta las puntualizaciones que expongo a continuación.

Puntualizaciones necesarias:

La primera, toda palabra (sustantivo, verbo, adjetivo, adverbio, preposición, conjunción, etc.) constituye una secuencia o cadena fónica, una secuencia o cadena de fonemas.

La segunda, los fonemas constituyen la unidad lingüística más pequeña carente de significado, y están relacionados directamente con los sonidos lingüísticos de una lengua determinada (el sistema fonológico de cada lengua consta de un número determinado de fonemas).

La tercera, los fonemas se articulan entre sí para formar los lexemas (morfemas lexicales, morfemas conceptuales) y los gramemas o morfemas gramaticales.

La cuarta, toda cadena fónica o secuencia de fonemas constituye un morfema (lexema o gramema), incluso los grupos sintácticos o sintagmas constituyen cadenas o secuencias fónicas más amplias, mayores.

La quinta, la palabra «Emmanuel» (transliteración, neologismo inventado por el traductor del hebreo al griego) no es una traducción, razón por la cual no transmite el significado que sí tiene la expresión o cadena fónica hebrea detrás de «Emmanuel» y que con «Emmanuel» se quiso transmitir o reflejar.

La sexta, como «Emmanuel» en realidad no es una palabra griega (ni como lexema ni como gramema), como lexema no es posible situarlo en ninguna de las tres declinaciones griegas (primera declinación, segunda declinación, tercera declinación), ni se ajusta a las características flexionales de las mismas; y como gramema (morfema gramatical) tampoco tiene presencia entre los gramemas del griego koiné.

La séptima, el análisis de la composición de la cadena hebrea de fonemas que está detrás de la palabra «Emmanuel», es: 1) «im» (preposición que significa «con», «junto a», «al lado de», y sirve para formar complementos circunstanciales de compañía); pero la preposición hebrea «im» cuando recibe un sufijo pronominal (morfema gramatical) duplica la consonante o fonema «m» mediante la figura o punto llamado «daguésh fuerte»; 2) «nu» (sufijo pronominal, morfema gramatical que señala a la primera persona común plural: nosotros, nosotras); 3) «el» (sustantivo común para Dios).

La octava, pero como la palabra «Emmanuel» no es una traducción (sino más bien una secuencia de fonemas o transliteración), no es posible descomponerla en griego en una forma similar a la cadena fónica que constituye la expresión hebrea detrás de «Emmanuel».

Por supuesto, pienso que cualquier persona con cierta formación no tan mínima de griego koiné ha de estar al tanto de esto.

La novena, el griego sí contaba con dos formas legítimas para transmitir (traducción) el significado de la expresión hebrea detrás de la palabra «Emmanuel», o sea, «immanu-el»; por supuesto, una de ellas la empleó el traductor al griego en las otras dos ocasiones en las que también aparece dicha expresión en el texto hebreo del libro de Isaías (8.8; 8.10).

Nota: La otra la menciono en la imagen anexa.

Finalmente, como siempre, invito a considerar la imagen anexa con la cual espero hacer más comprensibles estas líneas.

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Sobre Isaías 7.14, una propuesta de traducción, algunas observaciones Nociones de hebreo clásico y de griego koiné


Sobre Isaías 7.14, una propuesta de traducción, algunas observaciones
Nociones de hebreo clásico y de griego koiné

Héctor B. Olea C.

Después de publicar varios artículos respecto del texto hebreo de Isaías 7.14, su traducción griega y su impacto en Mateo y Lucas; me propuse compartir mi personal traducción del referido texto agregando algunas oportunas observaciones.

Traducción del texto hebreo de Isaías 7.14

“Por tanto, el Señor mismos les dará una señal: la joven va a concebir y dará a luz un hijo al cual llamará «Dios está con nosotros».

Observaciones:

En primer lugar, aquí no se emplea la palabra hebrea que en sentido estricto apunta a una muchacha, joven o mujer «virgen», o sea, «betulá».

Es más, es «betulá» la palabra que se emplea como «atributo» o palabra descriptiva de otras palabras que también hacen referencia a una muchacha o mujer joven, para indicar que dicha muchacha o mujer joven era una «virgen», una mujer que no había conocido varón, que no había tenido contacto sexual con un varón.

En tal sentido, traigo a colación tres casos a manera de ilustración: Génesis 24.16; Éxodo 22.16 y Jueces 21.12, tomando como referencia la versión Reina Valera 1960.

Génesis 24.16: “La «doncella» (en hebreo: «naará») era de aspecto muy hermoso, «virgen» («betulá»), a la que varón no había conocido; la cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía”.

En cuanto a la clásica traducción griega (Septuaginta, Los LXX), llama la atención que la misma tradujo tanto a «naará» como a «betulá» con la misma palabra griega, «parzénos» («parhénos»): «virgen».

Éxodo 22.16: “Si alguno engañare a una “doncella” («betulá») que no fuere desposada, y durmiere con ella, deberá dotarla y tomarla por mujer”.

Aquí la traducción “doncella”, sin más, en la versión Reina Valera 1960 es cuestionable, pues en el texto hebreo la palabra hebrea que está detrás de dicha traducción apunta sin ambigüedad alguna a una «muchacha virgen».

Y la Septuaginta tradujo en perfecta concordancia con el texto hebreo, empleando la palabra «parzénos» («parhénos»): «virgen».

Jueces 21.12: “Y hallaron de los moradores de Jabes-galaad cuatrocientas doncellas («naará») que no habían conocido ayuntamiento de varón, y las trajeron al campamento en Silo, que está en la tierra de Canaán”.

Observación: La traducción que ofrece aquí la versión Reina Valera 1960 no es del todo precisa.

Esto así porque en el texto hebreo la palabra que está detrás de la traducción «doncellas», o sea, «naará», tiene a «betulá» como un adjetivo o atributo, como adyacente: «naará betulá»: «muchacha virgen», «muchachas vírgenes».

Y en lo que respecta a la traducción de la clásica versión griega (Septuaginta, Los LXX), esta tradujo con una perfecta traducción por equivalencia formal, empleando las palabras «neánis» (muchacha, mujer joven) y la palabra «parzénos», «parthenos» (virgen), como atributo, como adyacente; por supuesto, en caso acusativo plural por razones sintácticas: «neánidas parzénus» («jóvenes vírgenes»).

En segundo lugar, en el texto hebreo de Isaías 7.14 más bien se empleó la palabra «almá» que, en realidad, no demanda la traducción de “virgen” sino de “joven”, que es su referencia primaria, es decir, una muchacha o mujer joven en edad casadera, que bien pudiera ser virgen, pero que necesariamente no tiene que serlo.

En tercer lugar, de las seis ocasiones en que en todo el libro de Isaías se emplea la palabra «virgen», en cinco ocasiones es el reflejo de la palabra hebrea que sí tiene la connotación de «virgen», «una mujer virgen», o sea, «betulá»: Isaías 23.4, 12; 37.22; 47.1; 62.5.

Esto significa que cuando en el texto hebreo del libro de Isaías se quiso hacer referencia estrictamente a una muchacha o mujer «virgen», se empleó la palabra hebrea correspondiente, «betulá», que precisamente no es el caso de Isaías 7.14.

Luego, respecto de estas cinco apariciones de la palabra «betulá» («virgen») en el texto hebreo del libro de Isaías, la clásica versión griega trajo consistentemente con la palabra griega correspondiente, «parzénos» («parthénos»), con la única excepción de Isaías 23.12 donde simplemente no la incluyó.

En conclusión, la presencia de la palabra «virgen» en la traducción al español de Isaías 7.14 no obedece a su presencia en el texto hebreo, sino porque se está siguiendo a la clásica versión griega de la Biblia Hebrea (Septuaginta, Los LXX).

Respecto de la palabra «Emmanuel»

En honor a la verdad, la palabra «Emmanuel» no existe en la Biblia Hebrea y, consecuentemente, no está presente en Isaías 7.14.

Fue más bien la clásica versión griega la que dio origen a la palabra «emnanuel».

Además, la expresión hebrea detrás de la traducción «Emmanuel», es «in-manu-él», expresión que en hebreo no es un nombre o sustantivo ni propio ni común, y como tal no forma parte de la onomástica de la Biblia Hebrea.

En realidad, «in-manu-él» es un compuesto formado por: 1) la preposición «im» (con, junto a, al lado de, en compañía de); 2) por el sufijo pronominal de la primera persona común plural, «nu» (nosotros, nosotras); y 3) por el sustantivo «él» (Dios).

Por supuesto, la expresión «in-manu-él» es realmente atemporal, o sea, que no expresa en sí misma un valor temporal propio, por lo que, según el contexto, puede ser traducida como: «Dios está con nosotros», «Dios estará con nosotros»

Por otro lado, es preciso poner de relieve que la expresión «in-manu-él» aparece en la Biblia Hebrea sólo en tres ocasiones, y todas en el libro de Isaías: 7.14; 8.8, 10.

Sin embargo, de estas tres menciones, sólo en una ocasión la clásica versión griega sólo la tradujo con «Emmanuel», precisamente en Isaías 7.14.

Consecuentemente, la palabra «Emmanuel» constituye un «jápax legómenon» en toda la versión griega, también en el Nuevo Testamento (Mateo 1.23).

Por supuesto, ninguno de los autores del Nuevo Testamento llamó jamás a Jesús como «Emmanuel» que, siendo el reflejo de la expresión hebrea «in-manu-él», sería más bien una palabra descriptiva.

En todo caso, hay que tener presente que la palabra «Emmanuel», muy a pesar de lo que dice Mateo 1.23, carece de sentido en griego, pues dicha cadena fónica no existe en el griego y no es formalmente equivalente al compuesto hebreo «in-manu-él».

«Emmanuel» es más bien el resultado del intento del traductor del hebreo al griego por reflejar en el griego una cadena fónica (secuencia de fonemas) que sí comunica un mensaje en hebreo, que sí tiene sentido en hebreo.

Finalmente, que la palabra «Emmanuel» esté presente en Isaías 7.14 en muchas versiones de la Biblia en español, no es porque tenga presencia en la Biblia Hebrea, sino porque está presente en la clásica versión griega, como un término nuevo, como un neologismo que sí pasó a formar parte del vocabulario del Nuevo Testamento y posteriormente al vocabulario teológico de la cristiandad en general.

Luego, no es posible ignorar que en las otras dos ocasiones en las que en el libro de Isaías aparece la expresión hebrea «in-manu-él» (Isaías 8.8 y 10), la clásica versión griega sí la tradujo con una expresión que en griego sí tiene sentido, que sí comunica un mensaje.

Conclusiones:

En primer lugar, una traducción de Isaías 7.14 que siga estrictamente al texto hebreo de dicho pasaje, no debe incluir la palabra «virgen» ni la palabra «Emmanuel».

En segundo lugar, una traducción de la versión griega de Isaías 7.14 sí debe incluir las palabras «virgen» y «Emmanuel».

En tercer lugar, una traducción que le haga justicia al texto griego de Mateo 1.23 debe incluir las palabras «virgen» y «Emmanuel».

En cuarto lugar, una traducción de Mateo 1.23 que se apegue fielmente al texto griego, también debe reflejar la forma del verbo «llamar» que sí está presente en dicho texto, o sea, «kalésusin» («llamarán»), forma verbal de la tercera persona del plural, no de la segunda persona del singular («kaléseis»: «llamarás»), que sí está presente en la versión griega de Isaías 7.14.

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La problemática del verbo «llamar» en Isaías 7.14 y en la cristología de la concepción (Mateo y Lucas)


La problemática del verbo «llamar» en Isaías 7.14 y en la cristología de la concepción (Mateo y Lucas)

Nociones de hebreo clásico (bíblico) y griego koiné

Héctor B. Olea C.

Un análisis comparativo de la traducción de Isaías 7.14 en algunas versiones de la Biblia en español, nos pone al tanto de que varias han traducido «llamará» (ella llamará), y otras «al que pondrá por nombre» (ella pondrá el nombre), y «le pondrá (ella) por nombre».  

En otras palabras, un buen número de versiones de la Biblia al español (tal vez la mayoría) han traducido sugiriendo que la mujer joven y madre del niño, cuyo nacimiento aquí se proclama, era la persona que consideraría al niño por nacer «Dios con nosotros», «Dios está con nosotros», «Dios estará con nosotros» (en realidad la expresión hebrea es en sí misma atemporal).

Sin embargo, la consideración del texto hebreo de Isaías 7.14 nos pone al tanto de una indiscutible problemática.

Dicha problemática consiste en que, en realidad, el texto hebreo empleó una forma verbal de que tiene de sujeto a la segunda persona femenina singular («y tú llamarás»), y no a la tercera persona femenina singular («ella llamará»).

En consecuencia, en sentido estricto, el hebreo empleó la forma verbal «veqarát», una forma «veqatál» o «veqataltí», o sea, un «perfecto inverso» o «conversivo», o sea, un «perfecto» o «qatál» con el valor del «imperfecto» o «yiqtól»: «y tú (de género femenino) llamarás».

Ahora bien, el problema con la forma verbal «veqarát» consiste en que no es la forma verbal esperada, pues según el versículo 13 y el inicio del mismo versículo 14, el interlocutor del profeta Isaías es la casa de David, los integrantes de la casa de David (un sujeto de género masculino y plural).

Luego, es preciso poner de relieve que el imperativo «oíd» («escuchen ustedes»), en el versículo 13, en el texto hebreo («shimú») es un imperativo dado estrictamente a la segunda persona masculina plural: «ustedes».

Además, en la expresión «os dará una señal» («les dará una señal»), en hebreo «lajém ot», «lajém» apunta también y, precisamente, a la segunda persona masculina plural («ustedes»).

En tal sentido, es evidente que no es una segunda persona femenina singular el interlocutor del profeta Isaías, sino la segunda persona masculina plural (ustedes).

Consecuentemente, dos posibles formas verbales serían las esperadas: por un lado, «uqueratém» («y ustedes llamarán», de género masculino); por otro lado, «veqareá» («y ella llamará»), pero ninguna de estas dos fueron las empleadas en el texto hebreo de Isaías 7.14.

Por otro lado, desde el punto de vista de la crítica textual, no es posible obviar que la llamada «Masora quetaná» (la «Masora pequeña») de la Biblia Hebrea nos dice que la forma verbal «veqarát» (forma verbal de la segunda persona femenina singular) aparece dos veces más en la Biblia Hebrea, y la llamada «Masora guedolá»: (la «Masora grande») especifica que esas dos otras ocasiones son: Génesis 16.11 (teniendo de sujeto a Agar, un sujeto femenino) e Isaías 60.18 (teniendo de sujeto a Israel como nación, también un sujeto femenino).

Y el aparato crítico de la Biblia Hebraica Stuttgartensia (BHS) nos pone al tanto de que el manuscrito del libro de Isaías hallado en la cueva número 1 de Qumrán, identificado como 1QIª tiene la forma verbal «veqará» (forma verbal de la tercera persona masculina singular: «y él llamará».

También nos dice el aparato crítico de la Biblia Hebrea que el «Códice Sinaítico» de la Septuaginta tiene la forma «kai kalései» («y él llamará») forma griega de la tercera persona del singular, equivalente a la forma verbal «veqará» («y él llamará») que tiene el referido manuscrito de Isaías encontrado en la cueva 1 de Qumrán.    

En todo caso, la edición manual de la Septuaginta de Alfred Rahlfs, que se sustenta fundamentalmente en los Códices Vaticano, Sinaítico y Alejandrino, tiene la forma «kai kaléseis», forma verbal que tiene de sujeto a la segunda persona del singular: «y tú llamarás».

Luego, respecto de los evangelios (Mateo y Lucas, los dos evangelios canónicos que desarrollaron una «cristología de la concepción»), es preciso poner de relieve que el Evangelio de Mateo emplea tres veces el verbo «llamar», pero en dos ocasiones dos en tiempo futuro (la primera, teniendo de sujeto a la segunda persona del singular: «kai kaléseis», «y tú llamarás»; y la segunda teniendo de sujeto a la tercera persona del plural: «kai kalésusin»: «y ellos llamarán»); pero la tercera vez en la que el evangelio de Mateo empleó el verbo «llamar», lo empleó en tiempo aoristo (forma del pasado) «kai ekálesen» («y él llamó»).

Por su parte, el Evangelio de Lucas, coincidiendo con Mateo 1.21, empleó la forma «kai kaléseis» (tiempo futuro y de la segunda persona del singular: «y tú llamarás»).

Sin embargo, como para complicar las cosas, si bien coinciden Mateo 1.21 y Lucas 1.31 al emplear la forma «kai kaléseis» (tiempo futuro y de la segunda persona del singular: «y tú llamarás»), para Mateo 1.21 el sujeto es José, y para Lucas 1.31 el sujeto es María.

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