La figura histórica de Jesús de Nazaret como clave hermenéutica y hasta
como canon de la fe cristiana
Observaciones e implicaciones
Héctor
B. Olea C.
Ciertamente puedo decir que
ante ciertas dificultades internas de adecuación y falta de consenso en el seno
de la fe cristiana; no son pocas las veces que en labios de no pocas personas
he escuchado, que la mejor opción es asumir a Jesús de Nazaret como la clave
hermenéutica. En otras palabras, lo que Jesús dijo, las opciones que tomó, lo
que enseño y como vivió, serían el norte a seguir, y no propiamente la llamada
“tradición apostólica.”
Ahora bien, en lo personal,
si bien entiendo perfectamente lo idóneo de dicha propuesta, me resisto a dejar
de lado que a su vez también resulta muy problemática; por lo cual y, en
relación a la misma, mantengo ciertas reservas. Paso a explicarme.
En primer lugar, si hay un
dato incuestionable y entorno al cual existe un notable y establecido consenso;
es que la figura histórica de Jesús de Nazaret, nació, creció, fue educado, vivió,
enseñó y murió como un judío más, y que nunca pretendió fundar una nueva
religión distinta a la fe judía. Por otro lado, lo que sí se admite es que
Jesús, en la línea de algunos profetas como Isaías, Jeremías, Ezequiel incluso
Juan el bautista; sí se propuso reformar y revitalizar su propia fe judía, la
histórica fe y religión de su pueblo.
En segundo lugar, otro dato
incuestionable es que el llamado Jesús histórico no fue cristiano, y que nunca
enseñó, ni vivió, ni murió como tal, ni pretendió serlo en algún modo y
sentido.
En tercer lugar, si aceptamos
la figura histórica de Jesús de Nazaret como modelo, clave hermenéutica y hasta
como canon; si en verdad nos identificáramos con las enseñanzas de Jesús de
manera radical y sus opciones; es obvio que no habría razón para ser cristianos,
sino fieles judíos.
Por ejemplo y para muestra un
botón. Es bien sabido que la mayoría de las comunidades cristianas no adoptan
el sábado como día de reposo, y es claro que esta es una diferencia notable entre
la teología cristiana y la “teología práctica” del Jesús histórico. Es más, no
es cierto que las comunidades cristianas que han adoptado el domingo como “día
del Señor”, y se resisten a observar el sábado como “día de reposo”; insisto no
es cierto que puedan sostener que lo hacen con base en la enseñanza y en la
forma de vida de Jesús de Nazaret. En consecuencia, si muchas comunidades
cristianas entienden que no deben observar el sábado como día de reposo (como
en efecto lo hacen), y que tienen un
argumento válido para optar por esa opción; lo hacen precisamente porque son
cristianas, y no judías, porque siguen como clave hermenéutica más bien a la
llamada “tradición apostólica” y no a la figura histórica de Jesús de Nazaret.
Pero yendo aun más lejos, lo
mismo puedo decir respecto de la idea trinitaria que sobre el ser de Dios
caracteriza por lo general a la doctrina y teología de la fe cristiana.
Ciertamente parecen olvidar las comunidades cristianas que difícilmente, por no
decir imposible, el llamado Jesús histórico, como judío, haya tenido una
concepción trinitaria del ser de Dios, en armonía con ellas.
Entonces, ¿qué pasa, pues,
con la idea de Jesús de Nazaret como clave hermenéutica y como canon en
relación a la falta de observancia del sábado como “día de reposo”, y en
relación a la idea trinitaria que sobre el ser de Dios caracteriza por lo
general a la doctrina y teología cristiana?
En este sentido, también
llama la atención que por lo general existen dos formas de asumir a la figura
histórica de Jesús de Nazaret como Mesías, pero sin sentir la necesidad de
constituirse propiamente en judíos conversos. Estas dos mediaciones son: la fe
cristiana y la fe judío mesiánica, que en realidad no son más que dos híbridos
que a su manera asumen la herencia judía, y a su manera también toman cierta
distancia de ella.
En verdad y en lo personal, percibo
que la fe cristiana y la fe judío mesiánica, no son más que dos formas de
extrapolar la figura histórica de Jesús de Nazaret, y a su vez sutilmente tomar
distancia y una postura critica y hasta de condena a veces, de ese marco judío
vital en que precisamente nació, fue educado, creció, enseñó, vivió y murió, la
figura histórica de Jesús de Nazaret, así de sencillo.
En cuarto lugar, si bien
Jesús ha sido asumido como Mesías por la fe cristiana y por los movimientos
llamados “Judíos mesiánicos”; no es menos cierto que a la luz de las más
amplias expectativas de la histórica fe Judía respecto a la figura del Mesías;
es claro que Jesús no lo ha sido, y esta es precisamente la razón fundamental (entre
otras) que dificulta el entendimiento entre judíos y cristianos. Quizás, sea
esta una razón más para identificarse como cristiano o como judío mesiánico, es
decir, para adoptar a Jesús de Nazaret como Mesías, pero a su vez tomar
distancia del marco religioso vital en que éste nació, vivió, fue educado,
enseñó y murió.
En quinto lugar, el Nuevo
Testamento no contiene siquiera una línea escrita por el llamado Jesús
histórico. Es más bien el Nuevo Testamento propia y esencialmente, un cuerpo de
literatura cristiana; que pone de manifiesto no tanto lo que Jesús enseñó, sino
más bien, la interpretación que hace la nueva fe cristiana tanto de su persona
misma como de sus enseñazas, de cara a las nuevas situaciones y nuevas
realidades contextuales que tuvieron que enfrentar las primeras comunidades
cristianas. Es claro, pues, que en el Nuevo Testamento mismo y para las
primeras comunidades cristianas tuvo más peso la llamada “tradición apostólica”
que la tradición de Jesús de Nazaret en su estado puro.
En este sentido, también
tenemos que admitir que el vocabulario cristiano (y la liturgia cristiana) es
más bien deudor y está más acorde con la llamada “tradición apostólica” y con
el vocabulario paulino; y en realidad no tanto con el vocabulario jesuánico, y
con sobrada razón.
Además, no podemos perder de
vista que los primeras grandes controversias y discusiones que confrontaron las
primeras comunidades cristianas en los primeros siglos de su existencia; no
giraban en torno a las enseñanzas de Jesús, sino propia e interesantemente,
sobre las interpretaciones que dichas comunidades cristianas tenían respecto de
la persona, la naturaleza y el ser de Jesús de Nazaret, y de su relación con la
deidad por un lado, y con la propia naturaleza humana, por otro.
Entonces, ¿es posible y
adecuado adoptar sólo y siempre la figura histórica de Jesús de Nazaret como
clave hermenéutica para todos los asuntos y desafíos que enfrenta hoy y seguirá
enfrentando la histórica fe cristiana?
En lo personal, pienso que
no. De todos modos, entiendo que dado que es el Nuevo Testamento un cuerpo
cristiano (no judío) de literatura; pero conteniendo a su vez no sólo la
interpretación cristiana de la persona, obra, naturaleza y el ser de la figura
histórica de Jesús de Nazaret; sino también enseñanzas un tanto directas de la
persona misma de Jesús de Nazaret; creo que es mejor admitir esta dualidad y
dificultad, y manejarnos siempre con ella de manera consciente y responsable, y
en su debido momento hasta contrastar la opción adoptada por Jesús, y la que
fuera luego la escogida por algún apóstol específico o por la llamada
“tradición apostólica” en su conjunto, respecto de cualquier asunto o cuestión.
Por ejemplo, en lo personal
no he tenido dificultad alguna para asumir el enfoque antropológico de Jesús de
Nazaret en concordancia con el enfoque antropológico del relato de la creación
de Génesis 1.1-2.3; y en consecuencia rechazar el enfoque paulino con base en
la antropología de Génesis 2.4-25. No obstante, con franqueza debo decir, que
si hubiese sido Pablo el que hubiera adoptado y asumido el enfoque
antropológico del relato de Génesis 1.1-2.3, y Jesús el de Génesis 2.4-25, en
este punto, sin duda, yo estaría con Pablo.
Por otro lado y, de todos modos,
respecto de la información que recibimos por medio de los evangelios mismos;
son bien conocidas las serias dificultades que muchas veces enfrentamos para
saber lo que en realidad dijo y quiso decir el Jesús histórico.
¡Hasta la próxima!
Querido hermano, muy claro y definido su punto de vista, solo una cosa no la comprendí muy bien, se trata de lo que usted llama "el enfoque antropológico", tanto en Jesús como en Pablo en concordancia con determinada cita de Génesis, me podría aclarar esa parte por favor, muchas gracias estimado hermano.
ResponderEliminar