Una reacción más frente a la carta pastoral del Episcopado Dominicano


Un puntualización necesaria respecto de Génesis 2.20


Héctor B. Olea C.

La carta pastoral de la conferencia del Episcopado Dominicano de la Iglesia Católica, para este 21 de enero, afirma: “En el Génesis 2,20 se presenta la necesidad de que el hombre no esté solo, pues solitario no es humanidad, y alude a la tarea de crear una “ayuda adecuada” (del hebreo neged), pudiendo ser interpretado por alguien “como”, “junto a”. La partícula “como” denota “igualdad”, y “junto” remite a la “diferencia” entre ambos, en quienes vive plenamente el mismo Espíritu creador.” (Párrafo 29)

Ahora bien, una explicación más apegada, que le hace más justicia a lo que en realidad dice el texto hebreo de Génesis 2.20, la ofrezco a continuación.

La idea de que la mujer es «ayuda idónea» de su marido, del varón en sentido general, ha sido muy popular en la tradición cristiana, como herencia de la antropología hebrea reflejada en Génesis 2.4-25.

Pero, ¿cuál es el sentido de la expresión hebrea que se traduce «ayuda idónea» y su trasfondo cultural? La expresión hebrea que se ha traducido «ayuda idónea», y que en toda la Biblia sólo se la encuentra en Génesis 2.18, 20), «ezer kenegdó», literalmente significa “ayuda, auxilio, apoyo semejante, correspondiente y conforme al varón”, “parecido a él”, “de la misma naturaleza que él”.

Dicha expresión señala a la mujer como un ser creado parecido al varón con el fin de ser su ideal complemento. Lógicamente, detrás de este concepto está el carácter patriarcal de la cultura hebrea y la de los pueblos circunvecinos (contexto general en que surgieron los textos bíblicos), que veía a la mujer como inferior al varón.

Ahora bien, la concepción de la mujer como «ayuda idónea» y complemento del varón, en el contexto cultural explicado, se basa en tres principios básicos: 1) Que la mujer fue creada con posterioridad al varón (lo que equivale a decir que el varón fue creado primero). 2) Que la mujer procede del varón y vino a existencia a partir de la existencia de éste (de una costilla suya, o de un costado suyo). 3) Que la mujer fue creada a semejanza del varón (y no al revés). De todos modos, es preciso aclarar que estos tres principios sólo hayan fundamento en el relato de la creación de Génesis 2.4-25, pues el relato de Génesis 1.1-2.3 nos ofrece una perspectiva diferente.

Yendo ahora un poco más lejos en relación a las dos perspectivas de los relatos mencionados, hay que destacar que según el relato de Génesis 2.4-25 (Génesis 2.23), la mujer habría de llamarse «varona» («isháh»), porque habría sido creada a partir del «varón» («ish»), y con conformidad al mismo. Sin embargo, en Génesis 1.27, que no asume la premisa de que la mujer fue creada con posterioridad al varón, la situación es otra, ya que habla más bien de «varón» («zajár») y «hembra» («nequebáh»). Consecuentemente, es preciso poner de relieve que sólo en el relato que explica la existencia de la mujer como dependiente de la existencia previa del varón, y como para ser su ideal complemento, es donde se plantea una forma de nombrar y hacer referencia a la mujer que pone de manifiesto una derivación léxica y morfológica de la forma con que se nombró previamente al varón (la mujer es «varona»-«isháh»-, porque habría sido creada a partir del «varón»-«ish»-).

A la luz de estos hechos no es extraño que no encontremos en la Biblia la afirmación de que el varón sea el complemento ideal de la mujer, ni que él sea o haya de ser «ayuda idónea» para ella.

En conclusión: Génesis 2.20, no plantea que la mujer es concebida como igual al varón, como estando de tú a tú con él. En tal sentido se comprende que la expresión «ayuda idónea» sólo se use respecto de la mujer en relación al varón; pero nunca respecto del varón en relación a la mujer.

Por supuesto, las cosas se plantean de esta forma, porque el carácter patriarcal de la cultura hebrea desarrolló una antropología en la que el varón era considerado “la medida de toda las cosas”. En esta antropología incluso la puesta en existencia de la mujer es explicada a partir de la existencia del varón. Lógicamente, a partir de ahí, toda la relación entre el varón y la mujer se daba y explicaba en un contexto de desigualdad perjudicial y desventaja para la mujer. Pero la pregunta del millón es: ¿Tiene que seguir siendo así? Rotundamente no.

En conclusión, llama la atención que el Episcopado Dominicano, en la carta pastoral en cuestión, no asuma una postura crítica frente a las implicaciones que tiene en Génesis 2.20, en el resto de la Biblia y para la teología y eclesiología cristiana, el empleo restrictivo con relación a la mujer, y jamás en relación al varón, de la expresión y concepto de «ayuda idónea» (hebreo «ezer kenegdó»), así de sencillo.    



No hay comentarios:

Publicar un comentario