La traducción de Tito 2.13 en el centro de esta cuestión
Una perspectiva crítica
Héctor
B. Olea C.
Antes de analizar exegéticamente el texto
griego de Tito 2.13 y ofrecer una traducción consistente con dicho texto; pienso
que frente a las pretensiones de la llamada «Biblia Exacta» hay que hacer algunas
puntualizaciones previas.
En primer lugar, que si bien se ha
conjeturado sobre la posibilidad de que todo el NT se haya escrito en hebreo o
arameo; lo cierto es que todas las evidencias conducen a que fue efectivamente
el griego koiné la lengua original del NT. De hecho, no existe tal cosa como
una «Crítica textual hebrea» o «Crítica textual aramea» del NT. Sólo existe
propiamente y sin discusión alguna, una «Crítica textual griega» para todo el NT.
En segundo lugar, si bien respecto de los
evangelios se han levantado algunas voces sugiriendo que fue el hebreo o el arameo,
especialmente en relación al Evangelio de Mateo, su lengua original; lo cierto
es que la opinión generalizada de la crítica es que fue el griego koiné la
lengua original de los evangelios.
En tercer lugar, que de manera análoga a lo
que ha ocurrido con el «Tanaj» (el llamado AT o Primer Testamento, por los
cristianos), que a pesar de ser propiamente un conjunto literario de obras
propiamente judías, no cristianas, ni escritas en compromiso con una perspectiva
cristiana, sin asumir las básicas premisas cristianas; no obstante, el cristianismo
ha pretendido hacerlo suyo, reclamándolo para sí, menospreciando por lo general
la exégesis e interpretación judías, y con la presunción de que posee no una interpretación
explicable desde un punto de vista, y discutible, sino la única interpretación correcta
del mismo;
Así también, muy a pesar de ser el NT un conjunto literario de obras propiamente cristianas (la sección propia, estricta y específicamente cristiana del canon bíblico); no obstante, los movimientos «judíos mesiánicos» han pretendido hacerlo suyo, reclamarlo para sí, pretendiendo, con toda la evidencia en contra, que no fue el griego la lengua original del NT, y con la presunción no de que posee una interpretación explicable desde un punto de vista, y discutible, sino la única interpretación correcta del mismo, por supuesto, menospreciando y desmeritando la exégesis e interpretación cristiana del mismo.
Consecuentemente, una traducción acertada, relativamente
exacta de Tito 2.13, y de cualquier otro pasaje del NT, debe corresponderse con
el texto que nos ofrece el «Texto Crítico», que en muchas ocasiones también cuenta
con el apoyo del desacreditado «Textus Receptus». En tal sentido, Tito 2.13
debe ser traducido con base al real e
indiscutible texto griego de que disponemos, al indiscutible texto griego en
que nos ha llegado la carta a Tito (escrito deuteropaulino, no escrito por
Pablo), un texto propiamente cristiano, escrito desde una perspectiva cristiana,
y jamás escrito en compromiso con las premisas y presunciones características de
los movimientos «judíos mesiánicos».
Paso ahora a analizar y a ofrecer una
traducción de Tito 2.13 que refleje con acierto el mejor texto griego del NT de
que disponemos.
Una transliteración fonética de Tito 2.13 es
la siguiente:
«prosdejómenoi ten makarían elpída kái epifáneian tes dóxes tu megálu theú kái sotéros jemón Iesú Kristú»προσδεχόμενοι τὴν μακαρίαν ἐλπίδα καὶ ἐπιφάνειαν τῆς δόξης τοῦ μεγάλου θεοῦ καὶ σωτῆρος ἡμῶν Ἰησοῦ Χριστοῦ
Ahora procedo a realizar el análisis
morfológico y sintáctico del texto en cuestión:
«prosdejómenoi»: participio presente, con
morfología de la voz media o pasiva pero con significado de la voz activa,
porque viene de un verbo defectivo o deponente, en caso nominativo, masculino plural,
del verbo «prosdéjomai»: aguardo, espero.
«ten makarían elpída»: constituye un sintagma
conformado por tres palabras: un artículo («ten»), adjetivo («makarían»), y
un sustantivo («elpída»), en caso
acusativo femenino singular, una estructura del adjetivo en posición atributiva:
la esperanza dichosa, la esperanza bienaventurada.
«kái epifáneian»: frase formada por la
conjunción «kái» (y, también), y por el sustantivo femenino «epifáneia», en caso
acusativo, singular: y la manifestación.
«tes dóxes»: esta frase está formada por un
artículo («tes») y un sustantivo («dóxes»), en género femenino, caso genitivo,
singular: de la gloria, gloriosa.
«tu megálu théu»: frase formada por un
artículo «tu», por el adjetivo «megálu», en caso genitivo, masculino, singular,
y por el sustantivo «theós» (Dios), también en caso genitivo, masculino,
singular, «theú»: del gran Dios.
«kái sotéros jemón Iesú
Kristú»: esta frase está conformada por la conjunción «kái» (y, también), por
el sustantivo «sotér», en caso genitivo, masculino, singular, «sotéros»; por el
pronombre personal de la primera persona plural, en caso genitivo, «jemón»
(nuestro), y la expresión «Iesú Kristú», en caso genitivo, masculino, singular,
Jesucristo. Traducción: y salvador nuestro Jesucristo.
Ahora bien, una traducción
literal, por equivalencia formal (según el orden en que aparecen las palabras
en el texto griego), es:
“Esperando la bienaventurada
esperanza y manifestación de la gloria (o gloriosa manifestación) del gran Dios
y Salvador nuestro, Jesucristo.
Ahora una traducción definitiva,
por equivalencia dinámica:
«Aguardando la bienaventurada
esperanza de la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y salvador Jesucristo»
Cito ahora, íntegramente, la
traducción de Tito 2.13 de la que presume la llamada Biblia exacta:
“Esperando bien dispuestos
hacia la dichosa esperanza [confianza] [expectación] y manifestación
[aparición] de la gloria [honra] del gran Dios, y [también], de nuestro
Libertador [Salvador]: ¡Yeshúa Mashíakj [Mesías] [Ungido]!”
Entonces, ¿qué tan exacta es
la pretendida «Biblia Exacta»? ¿Qué tan parafraseada es más bien la llamada «Biblia
Exacta»? ¿Qué tan forzosamente acorde se muestra la traducción de Tito 2.13 con
la teología y expectativas de los movimientos «judíos mesiánicos»?
Por ejemplo, es
injustificable desde una perspectiva textual y exegética, la manipulación que
hace la llamada «Biblia Exacta» de Tito 2.13, con tal de presentar a su autor
como contrario a la teología cristiana de un Dios trino (en cierta forma, en
algún modo), pero sí favorable a teología judía que no personifica el «rúaj» (Espíritu),
ni la «dabár» (Palabra) de YHVH.
En consecuencia, como se puede
ver, es demasiado evidente que los movimientos «judíos mesiánicos» no resistieron,
no han podido superar la tentación que tampoco han podido superar tanto el
sector del cristianismo católico, como el sector del cristianismo protestante y
evangélico, como agentes difusores de la Biblia: Traducir y/o comentar los
textos bíblicos de una manera en que le allanan el camino, le evitan ciertos
obstáculos a su particular teología; en otras palabras, manipulando el texto
bíblico, a fin de que su teología no salga perjudicada, al menos en relación a
ciertos pasajes de vital importancia para la misma.
Por supuesto, como ya lo he
dicho antes, el problema que afecta la identidad de los movimientos «judíos mesiánicos»
es doble; esto así ya que, por un lado, desde la perspectiva de al menos el «judaísmo
ortodoxo» (y otras expresiones del judaísmo) no representan la ortodoxia judía (ya
que: 1) asumen a Jesús como el Mesías; y
2) asumen el NT como autoritativo y normativo, dos aspectos vitales que los
separan de la postura histórica no sólo del llamado «judaísmo ortodoxo»); y por
otro lado, desde el punto de vista de la fe cristiana, no representan la
ortodoxia cristiana.
En resumen, muy a pesar de
las pretensiones de los movimientos «judíos mesiánicos», para el «judaísmo
ortodoxo» no es cierto que representen o constituyan el mejor judaísmo posible;
y desde la perspectiva del cristianismo triunfante (en oriente y occidente),
tampoco constituyen el mejor cristianismo conocible.
¡Sea usted el jurado!
¡Hasta la próxima!
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