Un sector de la
comunidad evangélica ha decidido usar la misma estrategia de la Iglesia
Católica Romana y ser uno con ella en la lucha por tratar de impedir (en vano
pienso yo), que ciertas personas que aspiran a lograr un puesto electivo en las
elecciones generales del 15 de mayo próximo, logren su objetivo.
La línea es que
las personas que aspiren a lograr el apoyo de la comunidad evangélica en sus
aspiraciones electorales, deberán identificarse con ciertos puntos específicos de
la agenda de dicho sector.
Lo curioso es
que, a diferencia de la Iglesia Católica que no está apoyando abierta y
oficialmente candidatura alguna; ese mismo sector que pretende impedir que
algunas personas logren ser elegidas, al mismo tiempo está presentando un
sinnúmero de candidaturas que igualmente aspiran a ser elegibles. En
consecuencia, se arriesga ese sector de la comunidad evangélica a que, de
manera lógica y natural, se proponga un amplio sector de la sociedad dominicana
impedir que las candidaturas abiertamente provenientes de la comunidad evangélica,
tampoco logren su objetivo.
Al final, un hecho desfavorable para ese
sector de la comunidad evangélica, es que, después de todo, en términos políticos
la comunidad evangélica no va por el mismo camino, es sin duda multicolor
(perredeísta, peledeista, reformista, perremeísta, etc., etc., etc.), y es
prácticamente imposible lograr a lo interno de ella cierto consenso en muchas
cosas, incluido el aspecto político partidista.
Finalmente y, por otro lado, apoyando a los
suyos necesariamente no logrará ese sector de la comunidad evangélica impedir
que las candidaturas que pretenden objetar, logren su objetivo; además de que
no es muy seguro que la comunidad evangélica por sí misma, con su voto
particular, pueda garantizar el triunfo de un proyecto político: sin embargo,
parece claro que de no lograr el apoyo de un amplio sector de la sociedad
dominicana, las candidaturas abiertamente procedentes de la comunidad
evangélica, o abiertamente comprometidas con la particular agenda de la misma,
están condenadas al fracaso, así de sencillo.
De todos modos, y a estas alturas, es
lamentable que una candidatura sea objetable por el sector religioso de la
sociedad dominicana, sencillamente por no estar comprometida con su particular
agenda; por supuesto, también es lamentable que una candidatura sea objetable
por el simple hecho de proceder de la comunidad evangélica, aunque quizás
también por no entender los signos y las señales de los tiempos.
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