Los «ángeles» son seres sin nombres; por lo menos la mayoría
Cuestiones de angelología y traducción bíblica
Héctor B. Olea C.
Si bien es cierto que dentro de la literatura profética hay textos que muestran que un profeta podría muy bien ser llamado o considerado un “mensajero”; no obstante, no vemos que alguno de los profetas de la literatura profética del AT haya sido identificado como tal.
Observemos el uso de la palabra «mensajero» en la literatura profética misma:
Isaías 41.27 “Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sion, y a Jerusalén daré un mensajero de alegres nuevas”
Isaías 42.19 “¿Quién es ciego, sino mi siervo? ¿Quién es sordo, como mi mensajero que envié? ¿Quién es ciego como mi escogido, y ciego como el siervo de Jehová”
Jeremías 49.14 “La noticia oí, que de Jehová había sido enviado mensajero a las naciones, diciendo: Juntaos y venid contra ella, y subid a la batalla”
Jeremías 51.31 “Correo se encontrará con correo, mensajero se encontrará con mensajero, para anunciar al rey de Babilonia que su ciudad es tomada por todas partes”
Ezequiel 23.40 “Además, enviaron por hombres que viniesen de lejos, a los cuales había sido enviado mensajero, y he aquí vinieron; y por amor de ellos te lavaste, y pintaste tus ojos, y te ataviaste con adornos”
Abdías 1 “Visión de Abdías. Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla.
Malaquías 2.7 “Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos”
Finalmente, el hecho de que la versión griega del AT (la Septuaginta) haya traducido la hebrea “malaj” (mensajero, ángel) con “ánguelos” (mensajero, ángel; como en Ezequiel 23.40; Malaquías 1.1; 2.7; 3.1), nos debe hacer conscientes de que no siempre la palabra griega “ánguelos” (transliterada y castellanizada como “ángel”) hace referencia a un ser o mensajero celestial, no humano; tampoco la hebrea “malaj”.
Dejando a un lado la problemática en torno a la traducción de la palabra hebrea “malaj” (mensajero, ángel) y de la griega “ánguelos” (mensajero, ángel), concentrémonos ahora en el tema de la angelología como tal.
Aunque es innegable e indiscutible el que para la época del judaísmo del primer siglo y para el NT mismo los «ángeles» ya son seres muy populares, cuya existencia por lo general se da por supuesto (recordemos que en plural la palabra “ángeles” se la encuentra sólo en 10 ocasiones en el AT, pero 80 en el NT); lo cierto es que la creencia en la existencia de los ángeles como mensajeros celestiales no es propia del judaísmo y que se amplió notablemente después del exilio. También se ha afirmado que la angelología nunca llegó a ser un pilar fundamental en la teología judía. Esto permite suponer que la resistencia de los saduceos a creer en la existencia de los ángeles (véase Hechos 23.8) tenía razones legítimas, que no era un asunto de puro capricho.
Ahora, llama la atención que en la Biblia misma, a pesar de las abundantes referencias bíblicas a los ángeles, sólo dos ángeles son identificados por sus nombres: Miguel y Gabriel. A Miguel se lo menciona sólo en los siguientes pasajes bíblicos:
Daniel 10.13 “Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia”
Daniel 10.21 “Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe”
Daniel 12.1 “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro”
Judas 9 “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda”
Apocalipsis 12.7 “Después hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles”
A Gabriel se lo menciona sólo en los siguientes pasajes bíblicos:
Daniel 8.16 “Y oí una voz de hombre entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: Gabriel, enseña a éste la visión”
Daniel 9.21 “Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde”
Lucas 1.19 “Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas”
Lucas 1.26 “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret”
Por otro lado, quiero aprovechar la ocasión para arrojar un poco de luz respecto de la palabra “arcángel”. La palabra “arcángel” es de origen griego. Está formada por dos palabras “arjé” (cabeza, principio, principal). Esta palabra nos ha llegado al castellano como la base de la palabra “archi”, en expresiones como “archiemenigo,” “archifamoso”, etc. La segunda palabra que conforma el término “arcángel” es “ánguelos” (ángel o mensajero). Así pues, la palabra “arcángel” (griego “arjánguelos”, “arkánguelos”) hace referencia a un ángel o mensajero celestial de una jerarquía superior.
Ahora bien, es preciso decir que la palabra “arcángel” sólo se usa en el NT, en dos únicas ocasiones, (nunca en el AT), y sólo en una única ocasión en conexión con el ángel Miguel, observemos:
1 Tesalonicenses 4.16 “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero”
Judas 9 “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda”
A la luz de la evidencia bíblica, con toda certeza podemos afirmar que el único arcángel que se identifica en toda la Biblia tiene un nombre que termina en “el”.
Sin embargo, no podemos ignorar que hay ciertamente en los libros apócrifos del AT («Diccionario Bíblico Certeza») la mención de otros “arcángeles” (pero siempre incluyendo a Miguel). Por un lado, se mencionan
Pero, ¿por qué tanto en la literatura bíblica como en la apócrifa los nombres de los arcángeles terminan en “el”? Sencillamente porque están relacionados léxicamente con el nombre común hebreo para Dios, o sea “el”. Por ejemplo, notamos la palabra “el” (Dios) en la palabra “bethel” (casa de Dios), compuesta de las palabras “bet” (casa) y “el” (Dios).
Finalmente, quedándonos con «Miguel» y «Gabriel», diré lo siguiente. En hebreo el nombre Miguel es “mijael”. Este nombre está formado por la tres palabras “mi” (el interrogativo “¿quién?); la palabra “ke” (como); y “el” (Dios). De ahí que el nombre «Miguel» venga a significar: ¿Quién como Dios?
Con respecto al nombre «Gabriel» diré que es prácticamente una transliteración perfecta de nombre hebreo “Gabriel”. En consecuencia, diré que el nombre Gabriel está formado por dos palabras “gueber” (hombre, varón), y “él” (Dios); por esta razón se plantea como significado más probable del nombre «Gabriel»: “hombre o varón de Dios”.
Algunas cuestiones discutidas con relación a los ángeles
1) ¿El «ángel de Jehová» (“malaj adonay”; “Ángel del Señor”), era un ángel en específico, o podría hacer referencia aun ser celestial, a todo ser o mensajero celestial o ángel que actuara como enviado de Jehová?
En primer lugar, diré que la expresión “el ángel de Jehová” se la encuentra en la Biblia (sólo en el AT) en 43 ocasiones en 41 versículos bíblicos, tomando como base la versión Reina Valera 1960.
En segundo lugar, aunque en la Reina Valera tiene el artículo “el ángel de Jehová” (no “un ángel de Jehová”), en el texto hebreo no es tan claro que se quisiera apuntar en esa dirección.
Primer factor, las 43 veces en que ocurre la expresión “el ángel de Jehová” (“malaj adonay”; “Ángel del Señor”), en el texto hebreo la palabra “ángel”, “mensajero” (“malaj”) no tiene artículo.
Ahora bien, es cierto que esto no prueba que la expresión “malaj adonay” deba ser traducida “un ángel de Jehová”, pero sí abre la posibilidad de que deba traducirse e interpretarse así.
La razón es que en el hebreo cuando una palabra se encuentra en estado constructo no lleva artículo, ya sea que se considere o no que está haciendo referencia a un nombre o sustantivo definido. El caso es que el simple estado constructo hebreo no permite verificar si se habla de un nombre definido o no, y esto debe tomarse en cuenta antes de teologizar demasiado respecto de la expresión en cuestión.
Para tratar de explicar un poco mejor el llamado “estado constructo hebreo” diré que éste es equivale al llamado “caso genitivo” del griego. En castellano la idea del “estado constructo hebreo” y el “caso genitivo griego”, se expresa mediante la figura del llamado “modificador directo”. Esta figura del castellano pone de manifiesto una asociación entre una palabra núcleo y un sustantivo que lo determina. Algunos ejemplos en castellano son: “libro (núcleo) de Juan”, “casa (núcleo) de Pedro”, “hijo (núcleo) de María”.
Otro factor a considerar es la expresión “su ángel”, expresión equivalente “ángel de Jehová”. La frase “su ángel” se la encuentra en la Biblia (AT y NT, a diferencia de la primera que sólo se la encuentra en el AT), en siete ocasiones, cuatro en el AT y tres en el NT, que son:
Génesis 24.7 “Jehová, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra; él enviará su ángel delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo”
Génesis 24.40 “Entonces él me respondió: Jehová, en cuya presencia he andado, enviará su ángel contigo, y prosperará tu camino; y tomarás para mi hijo mujer de mi familia y de la casa de mi padre”
Daniel 3.28 “Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios”
Daniel 6.22 “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo”
Hechos 12.11 “Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba”
Apocalipsis 1.1 “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”
Apocalipsis 22.6 “Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”
Al final, hay que admitir que las expresiones “ángel de Jehová”, como “su ángel” no prueban necesariamente que se trate de un mismo y específico ángel en todos los casos. Dichas expresiones muy bien también podrían hacer referencia a todo o cualquier ángel o mensajero celestial que actuara o se presentara como enviado de Dios. Al fin y al cabo, no se le da nombre alguno, y tampoco encontramos detalles distintivos en cada relato. En este sentido llama la atención que Jacob quisiera saber el nombre del ángel con quien luchó (Génesis 32.29).
Por otro lado, existe la posibilidad de que en algunos casos la figura del “ángel de Jehová” apunte a una teofanía, a una forma de hacer referencia a una intervención directa de Dios. Considérese por ejemplo: Génesis 16.1-14; 32.22-32.
2) ¿Son protegidas por “un o el ángel de Jehová” todas las personas que le temen a Dios? Es común la idea, y muy común en el vocabulario evangélico la idea del Salmo 34.7 “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, Y los defiende”. En este punto quiero traer a colación un principio muy manejado pero poco aplicado al mismo tiempo, se trata del principio de que no se puede hacer doctrina con base en un solo versículo de la Biblia. Resulta pues, que esta idea, tal y como se expresa en el Salmo 34.7 no vuelve a mencionarse en toda la Biblia.
Por otro lado, la realidad que viven muchísimas personas temerosas de Dios alrededor el mundo, pone bajo cuestionamiento esta idea. Además hay pasajes bíblicos que van en una línea contraria y que no deben ignorarse, por ejemplo:
Juan 16.33 “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”
Hechos 9.16 “Porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre”
Romanos 8.18 “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”
2 Corintios 1.5-7 “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. 6Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. 7Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación”
Filipenses 1.29-30 “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, 30teniendo el mismo conflicto que habéis visto en mí, y ahora oís que hay en mí”
Colosenses 1.24 “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia”
2 Timoteo 4.5 “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”
1 Pedro 1.6-9 “6En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 8a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”
3) ¿Fue dada la Torá con la mediación de ángeles?
La idea de que la Torá fue dada con la mediación de ángeles se basa en las siguientes pistas:
Hebreo 2.1 “Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución”
Hechos 7.53 “Vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis”
La situación que se da aquí es la siguiente. El autor de Hebreos parece hacerse eco de la idea desarrollada en Hechos 7.53. Pero Hechos 7.53 parece sustentarse en la versión griega de Deuteronomio 33.2.
Pues bien Deuteronomio 33.2 en la Reina Valera 1960 dice: “Dijo: Jehová vino de Sinaí, Y de Seir les esclareció; Resplandeció desde el monte de Parán, Y vino de entre diez millares de santos, Con la ley de fuego a su mano derecha”.
Lo interesante es que la expresión “Con la ley de fuego a su mano derecha”, es traducida en la Septuaginta como “de su mano derecha en compañía de sus ángeles.” Como se puede ver, no son muy seguras las bases sobre las que se sustenta la idea de que la Torá fue dada en Sinaí con la mediación de ángeles. Tampoco es cierto que esta concepción fuera asumida por todas las corrientes del judaísmo en el primer siglo de nuestra era.
4) ¿Tiene cada persona un ángel particular que lo protege?
Esta idea se relaciona, en parte, con la concepción analizada ya de que un ángel de Jehová acampa alrededor de las personas que le temen. Por otro lado, existe un único texto bíblico (del NT por cierto) donde se deja ver que para el primer siglo de nuestra era había judíos que creían que cada persona tenía una especie de “ángel de la guarda”. Consideremos a Hechos 12.13-15 “Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode, 14la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta. 15Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!”
De todos modos, no parece legítimo pretender insistir en que esta idea sea en efecto una enseñanza bíblica meridiana por lo menos en el NT, que es al fin y al cabo el canon cristiano propiamente dicho.
5) ¿Qué dice la Biblia sobre el culto a los ángeles?
Como ya hemos visto la angelología fue alcanzando unos niveles de desarrollo tales e insospechados en la cultura judía, que no sólo se llegó a sostener que la Torá fue dada con la mediación de ángeles; sino que, además, se llegó a considerar que estos seres debían ser objeto de culto.
En el NT mismo encontramos por lo menos un texto que ilustra muy bien cómo el cristianismo naciente se opuso y luchó contra esa idea: “Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal” (Colosenses 2.18). La traducción de este pasaje en la versión popular Dios Habla Hoy es todavía más clara: “8No dejen que los condenen esos que se hacen pasar por muy humildes y que dan culto a los ángeles, que pretenden tener visiones y que se hinchan de orgullo a causa de sus pensamientos humanos.”
Compárese además, respecto de los niveles de desarrollo de la angelología en el primer siglo de nuestra era, la tradición que refleja el relato de Juan 5.4 “Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese”.
Lo interesante es que este texto (Juan 5.4) no se encuentra en los mejores manuscritos. Por tal razón las versiones más actualizadas no lo contienen. Parece que se insertó ese pasaje en algunos manuscritos con la intención de explicar el versículo 7 (“Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo”).
Al margen de todo, lo que sí es cierto es que pone de manifiesto unas ideas que se tenían en ese tiempo respecto de la existencia y el accionar de los ángeles.
6) ¿Fue la angelología un tema importante en la enseñanza de Jesús? ¿Qué tanto enseñó Jesús sobre los ángeles?
Con relación a la enseñanza de Jesús, ciertamente vemos que si bien da por supuesto la existencia y el accionar de los ángeles; sin embargo, no vemos que produjera una profundización alguna. Por las referencias hechas a los ángeles por parte de Jesús, no parece que éste se alejara o llevara más lejos las ideas dominantes de su tiempo respecto de la angelología.
Tampoco vemos que tuviera la intención de dar alguna enseñanza específica sobre los ángeles, o teniéndolos a ellos como tema central. En resumen, por la evidencia presentada por el NT mismo, no vemos que la angelología tuviera un papel vital o trascendental en la enseñanza de Jesús. Así, pues, no es posible apelar a Jesús a fin de pretender defender ciertos niveles de desarrollo y profundización de la angelología, puestos en evidencias en el NT mismo.
¡Hasta la próxima!
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