Frase en cuestión «y tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia»
Cuestiones de lingüística,
gramática, exégesis y traducción bíblicas
Héctor B. Olea C.
Como ya he dicho antes, en el griego clásico y koiné, como también en la llamada «koiné bíblica» (Septuaginta y Nuevo Testamento Griego), hay una morfología específica para la voz media y para la voz pasiva distinta a la de la voz activa.
En efecto, en dos de los cuatro temas verbales del sistema verbal griego la morfología de la voz media y la voz pasiva es la misma (presente y perfecto), y en los otros dos temas hay una morfología propia para la voz media y otra para la voz pasiva (aoristo y futuro).
Luego, la simple observación del texto griego de Mateo 16.18 deja ver que no hay allí ninguna forma verbal en voz media.
En realidad la forma verbal «oikodoméso» (tiempo futuro, modo indicativo, primera persona del singular del verbo «oikodoméo») está en voz activa y por eso su traducción debe ser «edificaré» (voz activa), y no «edificaré para mí» (voz media).
Luego, debo poner de relieve que el sentido primario de la voz media griega no es de una acción reflexiva, sino de una acción que el sujeto realiza con un interés personal «yo edificaré para mí».
En honor a la verdad tengo que decir que el sentido reflexivo de la voz media griega se circunscribe a ciertos verbos específicos.
En tal sentido, cuando el griego quiere expresar una idea puramente reflexiva, emplea una forma verbal en voz activa y un pronombre reflexivo.
Consecuentemente, es preciso admitir que hay una forma verbal en voz activa en Mateo 16.18, pero no acompañada de un pronombre reflexivo.
Por supuesto, no es posible olvidar que el pronombre reflexivo, como complemento, se emplea para hace referencia al mismo sujeto agente de un verbo finito, un verbo conjugado (“me limpio”, “conócete a ti mismo”, etc.).
En todo caso, más que un pronombre reflexivo (de mí mismo, para mí mismo, a mí mismo), se esperaría más bien el empleo de la preposición «epí» (que con el caso acusativo y con el caso dativo significa “sobre o encima de”) con el pronombre personal en caso acusativo («ep-emé» (“sobre mí”).
Esto así porque en caso de haber empleado Mateo la forma verbal «oikodoméso» (“edificaré”) con el pronombre reflexivo de la primera persona del singular (la correspondiente a una forma verbal finita en la primera persona del singular) en cualquiera de los únicos tres casos en que podría emplearse, el mensaje sería:
Con el caso genitivo: «oikodoméso emautú»: «edificaré de mí mismo». Con el caso dativo: «oikodoméso emautó»: «edificaré para mí mismo». Con el caso acusativo: «oikodoméso emautón»: «edificaré a mí mismo» («me edificaré»).
Luego, es indiscutible que en Mateo 16.18 Jesús no dijo: «edificaré mi iglesia sobre mí» («oikodoméso mu ten ekklesían ep-emé»).
Pero lo que sin duda alguna dijo fue: «epí táute te pétra» (“sobre esta roca”), apuntando a Pedro (Pétros) y no a Jesús. En efecto, Jesús no dijo «ep-emé» (“sobre mí”), sino más bien «epí táute te pétra» (“sobre esta roca”).
Además, ya es tesis no discutida que el Jesús histórico no fundó una religión distinta a la fe judía, ni fundó iglesia alguna. Por lo tanto, se establece la necesidad de distinguir entre la función de Jesús como posible fundador de la fe cristiana, y la función de Jesús como la figura sobre la cual se funda la misma fe cristiana.
Por otro lado, pienso que el no estar de acuerdo con la teología católica respecto de la idea de asumir a Pedro como primer papa, no debe llevarnos a perder de vista lo que la tradición textual del Nuevo Testamento dice en relación a Pedro, en cuyo contexto debe entenderse la afirmación «y tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia».
En otras palabras, pienso que las palabras «y tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia», apuntan al sitial privilegiado en que el NT coloca a Pedro, al liderazgo de Pedro en la naciente comunidad seguidora de Jesús.
En tal sentido, es preciso poner de relieve las siguientes pistas.
En primer lugar, las atribuciones que en Mateo 18.18 se le otorgan a la iglesia a la asamblea como tal (“De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”); primeramente fueron otorgadas a Pedro en Mateo 16.19 (“Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”).
En segundo lugar, para el Evangelio de Juan fue a Pedro y no a algún otro de los discípulos, a ningún otro de los discípulos, al que Jesús le encomendó la tarea de apacentar o pastorear sus ovejas (Juan 21.15-17).
Por supuesto, no hay en el Evangelio de Juan una afirmación similar respecto de algún otro de los doce discípulos de Jesús. Además, en mi opinión, las implicaciones que respecto del liderazgo de Pedro tienen las palabras de Mateo 16.18 y 19, son similares y tienen las mismas implicaciones que tienen las palabras de Juan 21.15-17 en referencia al mismo Pedro.
En tercer lugar y, finalmente, para el autor de la serie Lucas –Hechos, mucho antes de convertirse Pablo en el misionero por antonomasia de la fe en Jesús, fue Pedro la figura cimera de la primitiva comunidad seguidora de Jesús.
En más y, en tal sentido, el libro de Hechos está dividido en dos partes: la primera, la que da cuenta del indiscutible liderazgo de Pedro (Hechos capítulos 1 - 15); y la segunda que da cuenta del indiscutible liderazgo de Pablo (Hechos capítulos 16 – 28).
Además, es preciso decir que mucho antes de que Pablo pudiera ser considerado el “apóstol de los gentiles” (1 Timoteo 2.7; 2 Timoteo 1.11), ya Pedro había testimoniado de la fe en Jesús entre los gentiles (Hechos 10 y 11).
En todo caso, para concluir, me parecen demasiado oportunas las palabras del profesor Antonio Piñero:
“Los biblistas, incluso ciertos católicos, y la investigación teológica en general tienen sobrados motivos para dudar de la opinión tradicional que ve en Jesús el fundador inmediato de su Iglesia, opinión que considera al episodio narrado por Mateo un suceso real acontecido históricamente en la vida del Maestro de Galilea.
Más bien se tiende a pensar que la evolución histórica natural del grupo de seguidores del Nazareno, y sobre todo la sensación (y preocupación) de y por el retraso indefinido de la segunda venida de Jesús, los empujó a constituirse poco a poco en organización bien establecida y a reclamar para sí el título de haber sido fundada por el Maestro al que siguieron en vida. Luego, siguiendo una tendencia bien conocida en el mundo antiguo, un profeta cristiano, hablando en nombre de Jesús crea la historia o el marco narrativo en el que el fundador de tal complejo organizado es Jesús mismo.
Esta hipótesis es antigua en la investigación y explica en líneas generales la escena del primado de Pedro no como algo que derive directamente de Jesús, sino como el producto temprano de una comunidad adicta al apóstol Pedro que luego pasó a la tradición escrita sobre Jesús recogida por el evangelista Mateo” («Guía para entender el Nuevo Testamento», Editorial TROTTA, 2006, página 2019).
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