Si saco a relucir algunos de los tantos aciertos de la «Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras», entonces para algunas personas soy un simple y “solapado Testigo de Jehová”.
Si saco a relucir algunos de los tantos aciertos de la «Reina Valera 1960», entonces para algunas personas no soy más que un recalcitrante e irreflexivo “reinavaleriano”.
Si saco a relucir algunos de los tantos aciertos de la «Biblia de Jerusalén», entonces para algunas personas no soy más que “un católico no confeso”.
Y así por el estilo respecto de cualquier versión de la Biblia y los agentes responsables de la misma.
Por supuesto y, en consecuencia, cuando lo que hago es poner de relieve algunos de los desaciertos de las mencionadas versiones de la Biblia, como de cualquier otra, entonces para los agentes responsables de dichas versiones, como para las personas adeptas a dichas versiones; se me acusa de estar asumiendo una postura errada o que por lo menos ignoro algún detalle o sutiliza de las lenguas bíblicas incluso del castellano, etc.
En todo caso, me resulta verdaderamente cuestionable que la erudición de algunas personas se caracterice y no pase de ser un conjunto de prejuicios o la simple adhesión irrestricta frente a ciertas versiones de la Biblia, por desavenencias o conveniencias y coincidencias teológicas con el sector que le dio origen.
Finalmente y, como por muchos años he visto diciendo, yo no escribo en el vacío, pero la persona que me lee tampoco lo hace en el vacío ni de manera neutral y, por supuesto, me lee con intereses en juego, así de sencillo.
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