¿Verbos «defectivos» o «deponentes»?
Héctor B. Olea C.
¿Cuáles son los «verbos deponentes»?
Son verbos
cuya forma léxica tiene la morfología de la voz media o pasiva, pero con el
sentido de la voz activa.
Estos verbos
se caracterizan porque su forma léxica tiene como desinencia de la primera
persona del singular la terminación «omai» («ome», según la pronunciación
reucliniana).
Algunos de
los «verbos deponentes» más usados en el Nuevo Testamento Griego son: «poréuomai»
(voy, me marcho, 153 veces); «érjomai» (voy, vengo, llego, 635 veces); «guínomai»
(soy, llego a ser, llegar a ser, 661 veces).
Luego están
los llamados «verbos semideponentes», que son verbos que en su forma léxica no
son deponentes, pero lo son en otro tiempo o tema verbal, principalmente en el
futuro. Ejemplos de «verbos semideponentes», son: «lambáno» (tomo, recibo),
futuro: «lémpsomai»; «akúo» (oigo, escucho), futuro: «akúsomai»; «báino» (voy),
futuro: «bésomai».
Consecuentemente,
también son «verbos semideponentes» los verbos derivados de «báino»: «katabáino»
(desciendo, bajo), futuro «katabésomai»; y el verbo «anabáino» (asciendo, subo),
futuro «anabésomai».
Por otro
lado, los «verbos defectivos» son aquellos (tanto en castellano como en griego)
que no tienen una conjugación completa. En otras palabras, son verbos que sólo
se utilizan en algunos tiempos y personas.
Son ejemplos
de «verbos defectivos» griegos, el mismo y ya mencionado verbo «érjomai», que
sólo se usa en el tema de presente, pero que en el tiempo aoristo emplea otro
tema o raíz verbal (como aoristo segundo, «élzon», pero «élza» conjugado como
aoristo primero).
Otro verbo
griego «defectivo» es «joráo» (veo), que en futuro se hace representar por el
verbo «ópsomai» (deponente).
En lo que
respecta al castellano, la obra de María Luz Gutiérrez (y otros), plantea:
“Estos
verbos se caracterizan por presentar incompleto el cuadro de su conjugación, tanto
si ésta es regular como si es irregular, por variados motivos. Unas veces sólo
se emplean las terceras personas, porque se refieren a sujetos que nunca pueden
ser personas, sino cosas, tales como acaecer, acontecer, amanecer,
anochece, atardecer. Sólo en muy concretas ocasiones podemos hallar un giro
metafórico, como: Amanecí en San Sebastián por: Amanecía cuando
llegué a San Sebastián” («Introducción
a la lengua española», Editorial universitaria Ramón Areces, Madrid, página 154).
Consecuentemente, es preciso llamar la atención al error que han cometido
algunas gramática o manuales de introducción al griego koiné (bíblico), cuando
llaman «verbos defectivos» a los «verbos deponentes»
o sencillamente hablan de «verbos defectivos o deponente» como si fueran la
misma cosa.
En tal
sentido, si bien hay «verbos deponentes» que también son «verbos defectivos»,
no es cierto que sean la misma cosa, no es cierto que todo «verbo defectivo» sea
necesariamente un «verbo deponente».
Lo de «deponente»
tiene que ver con el hecho de tener una morfología de voz media o pasiva, pero
con el sentido de la voz activa; y lo de «defectivo» tiene que ver con el hecho
de no tener una conjugación completa.
En efecto, un
ejemplo concreto de un «verbo defectivo» y que no es deponente lo constituye el
verbo «légo» (digo), que en el aoristo se hace representar por otra raíz o tema
verbal: «éipon» (como aoristo segundo, pero «éipa» conjugado como aoristo
primero).
Por
supuesto, hay verbos que no son «deponentes» en su forma léxica, como el verbo «joráo»
(veo), verbo defectivo, que en el futuro se hace representar por una raíz o
tema distinto, pero a la vez «deponente»: «ópsomai».
Muy a
propósito de nuestro curso online de «griego clásico» (que inicia el viernes 6
de marzo), el curso online de «gramática castellana aplicada» (que también inicia
en el mes de marzo), y el curso online de «griego koiné» (que inicia en mayo), así
de sencillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario