Algunas observaciones muy breves y puntuales, pero
necesarias
Héctor B. Olea C.
Es cierto que tanto el estado constructo
hebreo como el caso genitivo griego pueden expresar una serie de relaciones
entre dos sustantivos, marcadas por los diversos y tantos matices que puede
expresar la preposición castellana «de».
Sin embrago, observa Thomás O Lambdin, “en hebreo bíblico no existe ninguna palabra que contenga toda la gama de sentidos
expresados en español por la preposición «de»” («Introducción al hebreo
bíblico», página 65, publicada por Verbo Divino, 2001).
Además y, como muy bien plantea Page H. Kelley, “los diferentes matices
de significado expresados por la relación constructa incluyen, entre otros,
como principales, los siguientes”:
En primer lugar, puede
indicar la posición u origen de una persona o cosa, por ejemplo: las ciudades de Judá (posición
de lugar); los hombres de Jerusalén (origen).
En segundo lugar, puede
servir como una descripción adicional o identificación de una persona o cosa,
por ejemplo: un día de oscuridad (categoría o descripción de día), caballos
de fuego (categoría o descripción de caballos), el libro del pacto (¿cuál
libro?), la tierra de Egipto (¿cuál tierra?)
En tercer lugar, con
mayor frecuencia se usará para mostrar posesión o propiedad, por ejemplo: el
hijo de la mujer, la palabra de Dios, el campo de Nabot, el espíritu de Dios,
etc., («Hebreo bíblico, una gramática introductoria», página 55, séptima
edición 2004).
Por supuesto, todos estos matices del
constructo hebreo son expresados muy bien por el caso genitivo griego.
Otras
similitudes entre el estado constructo hebreo y el caso genitivo griego, desde
el punto de vista morfológico
Por lo general, el constructo hebreo altera
la vocalización y morfología de la palabra (su estado absoluto) que aparece en
estado constructo, si bien en algunos casos la morfología del estado absoluto y
el estado constructo es la misma.
Además, incluso cuando la relación genitiva,
cuando el estado constructo se expresa con el uso del maqeff, también se altera
el estado absoluto de la palabra, su vocalización.
También el caso genitivo griego supone un
cambio en la morfología de una palabra que pasa del caso nominativo (su forma
léxica, el equivalente al estado absoluto hebreo) al caso genitivo (uno de los
casos oblicuos).
Notables
diferencias entre el estado constructo hebreo y el caso genitivo griego, desde
el punto de vista de la sintaxis
En primer lugar, en una cadena constructa
hebrea, la palabra que aparece en estado constructo siempre va delante, y la
palabra en estado absoluto viene después.
Pero en la sintaxis griega, por lo general la
palabra que está en el caso genitivo va en segundo lugar, y puede ser precedida
por un caso distinto al nominativo, de acuerdo a la función que en el contexto
de la oración esté desempeñando la palabra que tiene una relación sintáctica directa
con la palabra que está en caso genitivo.
Por ejemplo, en Juan 11.40, la frase «la gloria
de Dios» («ten dóxan tu theú»), la palabra en caso genitivo (masculino
singular) tiene el artículo «tu theú» (en griego como en hebreo no existe el
artículo indefinido o indeterminado) es precedida por una frase (sintagma
nominal compuesto por el artículo y un nombre) en caso acusativo femenino
singular: «ten dóxan».
Pero en la frase «el hijo del hombre», en
Juan 12.23 («jo juiós tu anthópu»), la palabra en genitivo (también aquí con
artículo, como en Juan 11.40, cosa imposible en la sintaxis de la cadena constructa
hebrea), «tu anthópu», es precedida esta vez por una frase (sintagma nominal
compuesto por el artículo y un nombre) en caso nominativo masculino singular:
«jo juiós».
En segundo lugar, en la cadena constructa
hebrea, la palabra que va en estado constructo jamás ha de llevar el artículo
(artículo definido, ya que el hebreo no tiene artículo indefinido), lo lleve o
no el sustantivo en estado absoluto (forma léxica).
Sin embargo, el caso genitivo griego puede
llevar o no el artículo, atendiendo a si la palabra que tiene una relación
sintáctica con la palabra en caso genitivo lo tiene, y dependiendo de la
estructura sintáctica en que aparezcan dichas palabra.
Por ejemplo, ya vimos que en Juan 11.40 y en
Juan 12.23, las palabras que están en caso genitivo están acompañadas por el
artículo.
Por otro lado, si bien es común que en el
griego se usen los pronombres personales en caso genitivo para indicar posesión
o pertenencia, no obstante, este uso no es precisamente similar al uso del
estado constructo hebreo. Esto así pues el estado constructo hebreo sólo
expresa uno de los tantos posibles sentidos de la preposición «de» en el estado
constructo hebreo y en el español.
Luego, la gran diferencia reside en que
mientras que el estado constructo hebreo expresa las distintas ideas de la
preposición «de» en sentido general, el genitivo de los pronombres personales
está estrictamente supeditado a la idea de posesión o pertenencia respecto de
la persona gramatical a la que corresponda el pronombre personal.
Consecuentemente, no es posible equiparar este
uso estricto del caso genitivo griego de los pronombres personales con la idea
general del estado constructo hebreo.
En tal sentido, en lo que respecta al hebreo,
la estructura sintáctica que corresponde al uso explicado del caso genitivo de
los pronombres personales en griego, no se expresa precisamente con la cadena constructa
en sentido estricto (un sustantivo en estado constructo seguido por otro en
estado absoluto), sino y más bien por el estado constructo del sustantivo más
los sufijos pronominales.
Por ejemplo, en la traducción «por causa de
tu palabra», en 2 Samuel 7.21, la traducción «de tu palabra» (hebreo «devarejá»
o «devarjá»), consiste en el constructo de la palabra «davár» con el sufijo
pronominal de la segunda persona masculina singular (tú).
Por su parte, la Septuaginta con la frase
«diá ton lógon su», frase compuesta por la proposición «diá», más el sustantivo
«lógos» en caso acusativo singular, y el caso genitivo del pronombre personal
de la segunda persona singular (tú).
Finalmente, volviendo al Salmo 23.1 es demasiado
evidente que no hay una cadena constructa allí (o sea, un sustantivo en estado
constructo seguido por otro en estado absoluto), sino y más bien, una
estructura sintáctica compuesta por un sustantivo en estado absoluto (YHVH) seguido
por un participio (aunque se asuma como sustantivado, participio al fin y al
cabo) con el sufijo pronominal de la primera persona común singular (yo), así
de sencillo.
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