Héctor B. Olea C.
El acercamiento científico a los textos
bíblicos mediante la Crítica Textual tiene como objetivo constatar y establecer
el texto más próximo al original (autógrafo), al margen de las dificultades e inconvenientes
que pudiera presentarle a la teología, a ciertos dogmas, como el dogma de la
infalibilidad e inerrancia de la Biblia, así como a ciertos conceptos de la
inspiración de la Biblia.
En tal sentido, llama la atención la forma en
que el Textus Receptus del Nuevo Testamento (texto tardío, tal vez originario
de Antioquía, que fue el editado por Erasmo de Rotterdam en 1516, pero que fue
abandonado en el siglo XIX con el surgimiento de la crítica bíblica) pretendió sacarle
el cuerpo a la dificultades que plantea que el autor del Evangelio de Mateo
haya empleado en el capítulo 1 el nombre «Asáf» en lugar de «Asá» (versículos 7
y 8) y «Amós» en lugar de «Amón» (versículo 10).
Ahora bien, el «Comentario textual Nuevo
Testamento Griego», de Bruce M. Metzger, al respecto plantea: “Resulta evidente
que el nombre «Asáf» es la forma textual más antigua que se ha preservado en
los manuscritos, ya que el consenso entre los textos Sinaítico y Vaticano y
otros testigos (f1, f13, 700 1071) con versiones orientales cop arm et geo) y
con representantes del texto Occidental (manuscritos latinos antiguos y D en
Lucas (D no cuenta con este fragmento de Mateo) constituye una sólida combinación”.
Luego, respecto de «Amós», afirma: “La
evidencia textual para la lectura errónea «Amós» en lugar de «Amón» nombre del
rey de Judá, se acerca mucho a la que hay para la lectura «Asáf» en los
versículos 7 y 8”.
Pero para fortalecer más la argumentación de
que el mejor texto griego (desde el punto de vista de la Crítica Textual)
favorece las lecturas erróneas (desde el punto de vista histórico) «Asáf» y
«Amós»; traigo a colación el acertado comentario de Mateo 1.7 y 10 del exégeta
y especialista en el NT, Raymond E. Brown, en su clásica obra «El nacimiento
del Mesías», cito:
“Asaf es la lectura mejor atestiguada.
Algunos copistas posteriores advirtieron que el relato de Mateo había
confundido al salmista Asaf (título de Salmo 50.73-83; 1 Crónicas 16.5-37; 2
Crónicas 29.30) con el rey Asá de Judá (1 Reyes 15.9); por eso cambiaron el
texto y pusieron Asá, lectura corriente en la tradición griega bizantina y en
las versiones latina y siríaca”.
En el versículo 10 tenemos un problema
semejante al del versículo 7 con Asaf-Asá. Copistas tardíos creyeron que la
lista de Mateo había confundido al profeta Amós con el rey Amón de Judá (2
Reyes 21.19), y por eso pusieron en el texto Amón. Algunos comentaristas
atribuirían a Mateo las lecturas «Asá» y «Amón», históricamente correctas, y
echarían la culpa de la confusión «Asaf» y «Amós» a los copistas.
El querer exonerar a Mateo de error puede
obedecer a una teoría de la inspiración o a una sobreestimación del
conocimiento que tenía Mateo de la Escritura (Biblia Hebrea). Por ejemplo, en
Mateo 21.19, Mateo atribuye a Jeremías una cita que es de Zacarías; y en el capítulo
23.35 confunde al profeta Zacarías, hijo de Baraquías, con otro Zacarías al que
mataron en el templo tres siglos antes (2 Crónicas 24.20-22).
Otros comentaristas admiten que fue Mateo
quien escribió «Asaf» y «Amós», pero lo que hizo deliberadamente para poner en
los antepasados de Jesús rasgos de sabiduría y profetismo. Esta opinión es
demasiado imaginaria para una lista de reyes davídicos” (página 55).
Finalmente, la cuestión no es si «Asaf» y
«Amós» son lecturas erradas desde el punto de vista histórico, sino si dichas
lecturas fueron las que en realidad salieron de la mano del autor del Evangelio
de Mateo, las que podemos asumir como las más próximas al original (autógrafo),
según los criterios de la Crítica Textual del Nuevo Testamento, en conformidad
al acercamiento científico a los textos del Nuevo Testamento Griego, así de
sencillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario