Una respuesta complicada, no tan sencilla, un enfoque crítico
Héctor
B. Olea C.
Como una manera de responder
a una pregunta que con mucha frecuencia me hacen (¿Cuál es para usted la mejor
versión de la Biblia? ¿Cuál versión recomienda usted?), decidí escribir este
conjunto de principios generales que espero den a conocer mi punto de vista al
respecto y sin rodeo alguno. Obviamente, los consejos que tengo a bien
compartir en este artículo, se sustentan en mi basta y larga experiencia
enseñando los idiomas bíblicos, principios de traducción bíblica, así como por
una buena cantidad de ensayos, artículos y estudios que he elaborado en materia
de exégesis, análisis comparativo de textos bíblicos, y de teología bíblica,
etc.
Comencemos pues nuestra
tarea. Antes de plantear mis puntuales y finales recomendaciones, pienso que es
importantísimo que se tomen en cuenta las siguientes pistas:
1) La Biblia es un fenómeno
cristiano. No hay fuera del cristianismo una Biblia como la que se conoce en el
contexto cristiano. En el contexto judío, sólo es normativo lo que en la Biblia
cristiana se denomina AT. Y lo que en la Biblia se denomina NT, es propia y
específicamente un conjunto de literatura cristiana, sin ningún valor religioso
y normativo para fe judía.
2) Los principales agentes
difusores de la Biblia son, pues, básicamente dos: la comunidad católica y la
comunidad protestante.
3) La comunidad católica no
ha podido vencer del todo la tentación de manipular ciertos pasajes bíblico, principalmente
los de cierta y especial relevancia para su teología; las comunidades
protestantes, tampoco.
4) No es cierto que las
llamadas «traducciones literales» (mas bien traducciones por «equivalencia
formal») de la Biblia sean las mejores, y menos expuestas a posibles
manipulaciones de los agentes difusores de la Biblia. No es cierto que haya siquiera una traducción o versión de la Biblia totalmente por «equivalencia
formal» ni otra por «equivalencia dinámica o funcional» por completo. Esto así, pues, lingüísticamente es prácticamente
imposible, y por otro lado, por las decisiones particulares que toman los
equipos encargados de llevar a cabo la traducción o revisión de una versión ya
existente. Por otro lado, una versión o traducción de la Biblia por «equivalencia
formal» no es la mejor traducción
posible, y en muchos casos ni siquiera es propiamente una traducción.
5) La mayor crítica que
quizás se le puede hacer a las llamadas «traducciones literales» (traducciones
por «equivalencia formal»), es que cometen el error de imponerle al idioma
receptor (en la traducción) la estructura y forma del idioma fuente.
Ciertamente es el texto fuente la materia prima para la traducción bíblica;
pero es el idioma receptor, con sus propias herramientas y características el
que debe determinar la sintaxis y la forma en que el mensaje es comunicado en
la traducción; hecho que le da una relativa ventaja a las traducciones hechas
por «equivalencia dinámica o funcional».
6) La paráfrasis no es en
realidad una traducción. Por tal razón, la calidad de una versión o traducción de
la Biblia parafraseada está seriamente cuestionada, pues esta no nos permite
estar seguro del mensaje que en realidad comunican los textos bíblicos en sus
idiomas originales.
7) El método de traducción
empleado en la realización de una determinada versión de la Biblia por sí mismo
no es ninguna garantía de que una traducción no será en cierta forma manipulada
por agente difusor.
8) Hay ejemplos claros de
ciertas manipulaciones en las versiones de la Biblia hechas por «equivalencia
formal», así como en las versiones de la Biblia realizadas mediante la
«equivalencia dinámica o funcional».
9) Si bien es cierto que
para la lectura (¿estudio?) devocional de la Biblia cualquier versión podría
ser adecuada; no es menos cierto que muchas veces en una lectura no muy
detenida del texto bíblico, se perciben dificultades que motivan a un estudio
más detenido y profundo del caso, demandando la consulta de otras versiones de
la Biblia, y de ser posible, la lectura del pasaje en cuestión en su idioma
original. Al final, una posible consecuencia de esta revisión es la
constatación de algunas dificultades en una determinada (o varias) versión de
la Biblia, y el reconocimiento de que definitivamente, en ningún sentido, es
adecuado e ideal depender de una sola versión de la Biblia en el proceso de
apropiación del mensaje de la Biblia y de reflexión teológica (popular o
académica).
10) Tenemos que aprender a
acercarnos a toda y cualquier versión de la Biblia sin prejuicio alguno, ni a favor ni en
contra, no importa de qué sector venga: Todas son o pueden ser buenas, muy
buenas, acertadas o muy desacertadas, y todas están bajo sospecha. Después de
todo, una versión de la Biblia
es eso, una simple versión; versión que jamás puede adoptarse o equipararse con
la Biblia
fuente, la que podríamos llamar «Biblia original».
11) Es inadmisible el que se
pretenda hoy, por un lado, fijar o considerar una simple versión de la Biblia como si fuera la
única o la original; y por otro lado, el pretender estudiar la Biblia con base en una sola
y específica versión de la
Biblia.
12) Es preciso tener bien
claro que es posible que en la traducción de un determinado pasaje una
determinada versión de la
Biblia sea la mejor; pero también es muy posible que respecto
de la traducción de otro pasaje, esa misma versión sea la menos acertada;
lógicamente, también cabe la posibilidad de que en la traducción de otro
pasaje, esa misma versión simplemente sea tan acertada o desacertada como otras
o las demás. En conclusión, la calidad textual de una determinada traducción o
versión de la Biblia
es un asunto a demostrarse y fijarse caso por caso, y no en alguna afirmación
general con base en los prejuicios que tengamos respecto de ella, a favor o en
contra.
13) Ninguna versión o
traducción de la Biblia es perfecta; todas son mejorables y pasibles de
corrección. Obviamente, estoy haciendo referencia específicamente a la
traducción a la luz de la calidad de de su base textual. No pienso aquí en una
serie de ayudas y recursos extras que suelen acompañar las versiones de la
Biblia, tales como: las tablas de pesos y medidas, referencias, introducciones
a cada libro de la Biblia, mapas, concordancias, ilustraciones, notas al pie de
página, pequeños vocabularios o glosarios, ayudas pastorales, etc.
14) En conclusión, con base
en todo lo que he dicho, y en mi experiencia, mi consejo final es:
a) Que por buenas y
excelentes traducciones y versiones de la Biblia que existan, la apelación a
los textos bíblicos en sus idiomas originales es una tarea ideal, insustituible
e ineludible, y en algunos casos especiales, la clave y la puerta de un oscuro
laberinto.
b) No recomiendo un estudio
bíblico sustentado en una sola y específica traducción o versión de la Biblia;
por el contrario, recomiendo el empleo y consulta de varias, todas las que se
pueda, y de distintos métodos de traducción, y provenientes de distintos
agentes difusores de la Biblia.
c) Recomiendo e invito a que
nos acerquemos a cualquier y toda versión o traducción de la Biblia sin prejuicio
alguno, ni a favor ni en contra, sin
importar el sector del que provenga, católico o protestante (al fin y al cabo
ambos sectores no han podido vencer del todo la tentación de ajustar la
traducción de ciertos pasajes a su particular teología).
d) Recomiendo estar atentos
a la publicación de nuevas versiones y traducciones de la Biblia, o la simple y
sencilla revisión y actualización (hasta retroceso) de versiones ya existentes.
e) No recomiendo una versión
o traducción específica de la Biblia; tampoco tacho a ninguna. Será el estudio
diligente, paciente, desprejuiciado, y atento, caso por caso, el que ha de ir
estableciendo y definiendo la calidad, las fortalezas, así como dificultades y
debilidades que presenta alguna versión o traducción de la Biblia. Después y,
como ya he dicho, es posible que en la traducción de un determinado pasaje una
determinada versión de la
Biblia sea la mejor; pero también es muy posible que respecto
de la traducción de otro pasaje, esa misma versión sea la menos acertada;
lógicamente, también cabe la posibilidad de que en la traducción de otro
pasaje, esa misma versión simplemente sea tan acertada o desacertada como otras
o las demás.
En conclusión, la calidad textual de una determinada traducción o versión dela Biblia
es un asunto a demostrarse y fijarse caso por caso, y no en alguna afirmación
general con base en los prejuicios que tengamos respecto de ella, a favor o en
contra.
En conclusión, la calidad textual de una determinada traducción o versión de
¡Hasta la próxima!
excelens comentario...estamos de acuerdo...para mi estudio uso varias versiones...y nada mejor para comparar como esword...felicidades...jhonmarlo38@hotmail.com
ResponderEliminarPara los judíos es normativo la Tanaj, lo demás no tiene valor religioso, salvo para católicos y protestantes, sin que tengan “traducción o versión por equivalencia formal, literal, “ al “imponerle al idioma receptor, la estructura y forma del idioma fuente. Ciertamente es el texto fuente la materia prima para la traducción bíblica; pero es el idioma receptor, con sus propias herramientas y características el que debe determinar la sintaxis y la forma en que el mensaje es comunicado en la traducción; hecho que le da una relativa ventaja a las traducciones… por «equivalencia dinámica o funcional».
ResponderEliminarLa paráfrasis no es traducción en lo más mínimo, porque tergiversa el mensaje original. La misma traducción puede ser manipulada; ninguna es perfecta, todas son mejorables, corregibles, criticables, demostrables…
No es “adecuado e ideal depender de una sola versión... en el proceso de apropiación del mensaje de la Biblia y de reflexión teológica (popular o académica)” (Olea C. Héctor B. 28/IX/12¿Cuál versión de la Biblia recomienda usted, profesor? A propósito del mes de la Biblia)