¿«Guibór» o «gibór»? ¿«Ángelos» o «ánguelos»?
Cuestiones de lingüística, gramática y
traducción bíblica
Héctor B. Olea C.
Un error muy común, demasiado común, es pensar que todas las lenguas tienen los mismos recursos, las mismas características (en el plano fónico, sintáctico y semántico), y que tienen en común la misma manera de realizar ciertos fenómenos o expresar ciertas ideas.
Por ejemplo, es común que en plano de la transliteración (el plano de las equivalencias de los valores fonéticos de las grafías de cada lengua y su relación con los fonemas de las mismas: cada lengua tiene un número determinado de fonemas, pero siempre hay más letras que fonemas) se olvide que cada lengua tiene su propia forma de decir y expresar ciertas cosas, ciertas ideas, en otras palabras, su propia personalidad.
En tal sentido, en este breve artículo me propuse poner de relieve el valor fonético de la letra «guímel hebrea», la «gámma griega», la «g latina» y la «g española» o castellana.
Sobre la letra «guímel hebrea»
La letra «guímel» hebrea siempre realiza el fonema que realiza la «g» española cuando aparece acompañada de los sonidos «a», «o», «u», y la «g» con una «u» intercalada o interpuesta («gu») cuando va acompañada de los sonidos vocálicos «e», «i» (gue, gui).
En consecuencia, es preciso decir que la «guímel» hebrea nunca tiene el valor fonético que tiene la «g» española cuando aparece acompañada de los sonidos vocálicos «e», «i», sin la «u» intercalada o interpuesta, o sea, como «ge» (je) en «geriátrico» (jeriátrico) y «gi» (ji) en «gitano» (jitano).
Sobre la «g» latina
Como la «guímel» hebrea, la «g» latina siempre suena como la «g» española o castellana cuando va acompañada de los sonidos vocálicos «a», «o», «u». Sin embargo, a diferencia de la «g» española, la «g» latina siempre suena como la «g» española cuando va acompañada de los sonidos vocálicos «a», «o», «u», incluso cuando va acompañada de los sonidos vocálicos «e», «i».
En tal sentido, puntualiza la «Gramática latina» de Santiago Segura Munguía: “La «g» suena siempre como la «g» española de «gato», «gorra», «gusto», aunque vaya ante «e», «i»: «gelu» suena «guélu»; «regit» suena «réguit» (página 21).
Así también lo establece la «Gramática latina» de Luís Penagos S. J.: «leges» se pronuncia «légues» (página 9).
Sobre la «gámma» (gáma) griega
Como la «guímel» hebrea, la «gámma» (gáma) griega siempre se pronuncia como la «g» española cuando va acompañada de los sonidos vocálicos «a» (ga), «o» (go), «u» (gu), incluso cuando va acompañada de los sonidos o fonemas vocálicos «e» (gue), «i» (gui).
Esto así en griego clásico y koiné según la pronunciación erasmiana, y en el griego moderno, en parte, porque en el griego moderno también realiza el fonema «y» como la «y» española en «bueyes» (pronunciación reucliniana).
En tal sentido, es preciso decir que coincide el uso de la «guímel» hebrea, el de la «g» latina y el de la «gámma» (gáma) griega, al tener siempre el valor fonético de la «g» española cuando va acompañada de los sonidos vocálicos «a» (ga), «o» (go), «u» (gu), y de la «g» española con una «u» intercalada o interpuesta cuando va acompañada de los sonidos vocálicos «e» (gue), «i» (gui).
Es más, incluso en una muy buena obra de introducción al hebreo bíblico en inglés, como la obra de Allen P. Ross: «Introducing Biblical Hebrew», establece que la «guímel» hebrea es siempre equivalente a la «g» española cuando va acompañada de los sonidos vocálicos «a», «o», «u», y con una «u» intercalada o interpuesta cuando va acompañada de los sonidos vocálicos «e», «i».
En consecuencia, puntualiza la obra de Allen P. Ross, que la «guímel» hebrea se pronuncia en inglés como la «g» inglesa en «give» (guev), y no como la «g» inglesa en «angel» (donde la «g» más bien realiza el fonema «y», como la «y» española o castellana en «bueyes»).
Además, una característica especial que distingue a la «gámma» (gáma) griega, y que no tiene la «guímel» hebrea (g), la «g» latina, la «g» española, ni la «g» inglesa, es que delante de otra «gámma» (g), una «kappa» (k), una «ji» (j), y una «xi» (x), la «gámma» (gáma) griega tiene el valor de una nasal, o sea, el valor de una «n».
Luego, una transliteración adecuada de la palabra hebrea «guibbór» (fuerte, valiente, valeroso, guerrero, héroe, caudillo, etc.), en conformidad a las lenguas en cuestión, sería: «guibór» (hebreo español), «gibbor» (pero pronunciada «guibor») del hebreo al latín, y «gibbor» del hebreo al inglés (pero pronunciada como la «g» en «give», o sea, realizando el fonema que realiza la «g» española en «gato», «gusto», etc.).
Y en la misma línea, una transliteración adecuada de la palabra griega «ánguelos» (mensajero celestial, ángel), en conformidad a las lenguas en cuestión, sería: «ánguelos» (del griego al español), «ángelos» del griego al latín (pero pronunciada «ánguelos»), «angelos» del griego al inglés (pero la «g» inglesa realizando más bien, más o menos, el fonema «y» como la «y» española en «bueyes», y la «j» inglesa en «jaguar»).
En conclusión, la transliteración es esencial e indiscutiblemente contextual, realidad que no debería ser ignorada por las personas que, por lo menos a un nivel elemental, procuran estudiar las lenguas bíblicas, y aspiran a poder realizar una transliteración adecuada desde las mismas a nuestra lengua materna, el español o castellano latinoamericano, por supuesto, según las características propias del español latinoamericano.
En tal sentido, la transliteración española (del hebreo al español latinoamericano) de la palabra hebrea «guibór» y de la palabra griega «ánguelos», emplea una «u» intercalada o interpuesta, no porque la «guímel» hebrea y la «gámma» la empleen o la necesiten; sino más bien porque es la única manera que tiene la «g» española de reflejar de la mejor manera posible el sonido que tiene la «guímel» hebrea, en hebreo, y la «gámma» griega, cuando van acompañadas por los sonidos o fonemas vocálicos «a» (ga), «o» (go) , «u» (gu), incluso acompañadas de los fonemas o sonidos vocálicos «e» (gue), «i» (gui).
Además, no siempre será posible poder transmitir a perfección los sonidos o fonemas de una lengua a otra lengua (las razones son varias), pero sí estamos en la necesidad y en la posibilidad de hacerlo de la mejor manera posible, por supuesto, a la luz de los recursos propios de las lenguas involucradas.
Luego, resulta muy oportuno aquí lo que plantea Marcela Coria (Lengua Griega I, guía de estudio):
“Entre todos los elementos de una lengua, al que menos se adapta un extranjero es al sistema fonético. Por eso, cuando un pueblo adopta otra lengua, introduce en ella elementos fonéticos de su propio idioma. Así se pierden elementos propios de la lengua antigua” (página 9).
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