Sobre el orden de las
palabras en la oración en griego
Héctor B. Olea C.
Observación: Varias ideas sueltas de este artículo, como una cita textual al final del mismo, las he tomado de la muy conocida obra de Andrea Marcolongo: «La lengua de los dioses: nueve razones para amar el griego» (Madrid: Taurus, 2017).
Tesis: Es por el caso (nominativo, genitivo, dativo, acusativo, vocativo) y no por el orden que ocupe la palabra (sustantivo, pronombre, adjetivo, artículo, participio) en la estructura oracional, como se ha de establecer la categoría funcional de una palabra en la frase un oración, en el análisis morfosintáctico (gramatical) de una frase u oración en griego koiné (bíblico).
Como el griego no se sustenta en una declinación sintáctica ni preposicional, sino flexiva, el orden de las oraciones en griego es muy flexivo.
En consecuencia, más importante que el orden en que se arreglan las palabras en un enunciado, frase u oración, son las desinencias o flexiones de las palabras, que indican los casos de las mismas y las funciones que desempeñan en el contexto del enunciado, frase u oración.
En nuestras lenguas no flexivas, no declinamos las palabras y por lo tanto, su función sintáctica determina un orden más concreto en la frase para poder entenderla; hay alguna libertad, claro, pero hasta cierto punto.
En nuestra lengua castellana no flexiva (declinación preposicional y no flexiva), no declinamos las palabras (a la manera del latín y del griego) y por lo tanto, su función sintáctica determina un orden más concreto en la frase para poder entenderla; hay alguna libertad, claro, pero hasta cierto punto.
Pero el griego (y el latín), al marcar la función de las palabras de una manera interna con las declinaciones, tiene una total libertad para colocarlas en la frase donde quiera el hablante. Esto da al griego una capacidad expresiva muy superior.
El hecho de colocar los sintagmas de tal o cual manera, unos antes que otros obedece a razones de subjetividad del hablante (lo que considera más o menos importante):
En el griego el orden de las palabras no es un recurso tan importante como en el castellano o español. El griego presenta una ordenación más libre, propia de una lengua clásica, gracias a su mayor capacidad flexiva.
El orden de palabras libre del griego desempeña funciones pragmáticas e impide, por tanto, que se puedan establecer normas rígidas de colocación de los elementos. Debemos conformarnos con establecer una serie de tendencias mayoritarias en la lengua.
Finalmente, cierro esta sección sobre el orden de las palabras en el griego, trayendo a colación algunas puntuales y precisas observaciones de Andrea Marcolongo en su exitosa obra «La lengua de los dioses: nueve razones para amar el griego» (Madrid: Taurus, 2017):
El orden de las palabras en la frase no tiene un valor lógico concreto, como sucede en nuestra lengua, sino sólo expresivo y por tanto del todo personal (razones de énfasis y eufonía).
En griego el orden de las palabras es libre, absoluto, exento de toda obligación sintáctica. No obstante, las palabras accesorias se ponen casi siempre detrás de la palabra principal y las palabras relacionadas entre sí por su significado se encuentran casi siempre juntas.
Por el contrario, palabras relacionadas entre sí por el sentido, a veces están disociadas, alejadas unas de otras en el texto por voluntad del escritor, que desea producir ciertos efectos expresivos.
En general, pues, existen en el griego antiguo (griego clásico) maneras más o menos recurrentes, previsibles, de agrupar las palabras en sus distintos casos dentro de la frase.
Pero el griego no impuso nunca a sus hablantes una única posibilidad obligatoria de poner en fila las palabras prohibiendo cualquier otra.
Luego, es preciso decir que todo lo dicho sobre el orden de las palabras en el griego clásico, es también válido para el griego koiné.
En suma, en lo que respecta al griego, redactar una oración en un orden distinto, no necesariamente implica que se cambie el mensaje.
Un cambio redaccional más importante y que sí afecta el mensaje es el cambio de una estructura oracional de en voz activa a una estructura oración en voz pasiva.
Por ejemplo, el empleo del sustantivo «pnéuma» (Espíritu) en caso nominativo (sujeto agente), con un verbo en voz activa («ekbálei»), por parte del Evangelista Marcos (1.12), para comunicar la idea de que el Espíritu arrojó a Jesús al desierto; mientras que Mateo empleó el mismo sustantivo «pnéuma» (Espíritu), pero en caso genitivo y precedido por la preposición «jipó» (por), con un verbo en voz pasiva («anéjze»), indicando que ahora el sujeto agente de Marcos 1.12, se convirtió en un complemento o factor agente de un verbo en voz pasiva, en otras palabras, que ahora no desempeña la misma categoría funcional en el contexto de la oración: “Jesús fue guiado o conducido por el Espíritu al desierto”.
Conclusión, es por el caso (nominativo, genitivo, dativo, acusativo, vocativo) y no por el orden que ocupe la palabra (sustantivo, pronombre, adjetivo, artículo, participio) en la estructura oracional, como se ha de establecer la categoría funcional de una palabra en la frase un oración, en el análisis morfosintáctico (gramatical) de una frase u oración en griego koiné (bíblico).
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