Exégesis bíblica y la lucha por la igualdad entre la mujer y el varón


Unas observaciones necesarias


Héctor B. Olea C.


El comprometerse hoy con la lucha por el trato justo e igualitario entre el hombre y la mujer, incluso superar el formato de los binomios bíblicos (hombre-mujer, esposo-esposa, hijo-hija, por mujer-hombre, esposa-esposo, hija-hijo), no debe suponer el que se pretenda negar que definitivamente la Biblia, al margen de honrosas excepciones, siempre coloca a la mujer en una situación de desigualdad, inferioridad y desventaja en relación al hombre, al varón.

Tampoco debe implicar la manipulación de los textos y relatos bíblicos que, sin duda, ponen de manifiesto la situación bíblica de desventaja de la mujer respecto del varón. En realidad, es preciso poner de relieve que los textos bíblicos no podían hablar ni expresarse de otra manera (y la exégesis bíblica no debe pretender sacarle el cuerpo a esta dificultad), ya que los contextos socioculturales, los contextos vitales en los que surgieron los textos bíblicos y en los que escribieron los hagiógrafos no permitían otra cosa. 

Por supuesto, es obvio que, en este sentido, los hagiógrafos escribieron asumiendo como legítimo y funcional el «Statu quo», y no es descabellado decir que hasta emplearon argumentos teológicos para darle un origen divino. De hecho, todavía en la actualidad, es la práctica de ciertas tradiciones teológicas y eclesiales, y movimientos que se apropian de los textos bíblicos de una manera acrítica, de manera descontextualizada, al margen de las esenciales características de los contextos vitales, históricos, socioculturales y sociopolíticos en que estos surgieron.  .   

Sin embargo y, consecuentemente, pienso que sólo el hecho de que los contextos socioculturales desde los cuales nosotros leemos y nos apropiamos de los textos bíblicos son muy distintos los marcos socioculturales en los que surgieron los textos bíblicos, es una razón suficiente razón para ir contra cultura en este sentido.

De todos modos y, finalmente, no soy ajeno a la indiscutible realidad de que no es tanto que los textos bíblicos alimenten y sean el «alma» de la teología y la praxis de las distintas comunidades de fe, como que los textos bíblicos son asumidos, leídos, interpretados, aplicados (qué de ellos es asumido como normativo y qué no), precisamente a la luz de la teología y praxis de las distintas comunidades de fe, así de sencillo.



¡Hasta la próxima!      

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