Una disyuntiva innecesaria
¿Qué es lo más importante en Mateo 28.19-20? ¿El «ir» o el «discipular»? ¿Quién ha de determinar lo más importante en el mensaje de dicho texto, la persona lectora o el texto mismo? ¿Cuáles son los factores que han de tomarse en cuenta, en el texto mismo, que nos pueden ayudar a dilucidar esta disyuntiva? ¿En verdad tiene sentido establecer o formular esta disyuntiva?
Ciertamente me parece un tanto sin sentido la
pregunta de si lo más importante en el pasaje en cuestión es el «ir» o el
«discipular»; esto así pues para el texto no son dos cosas que compiten y que
se contraponen la una a la otra, sino que están más bien planteadas como complementarias
e inseparables. Sencillamente, a la luz del texto, una cosa es el qué, y otra
el cómo. En este sentido, el «ir», supone la manera, el cómo, y el «discipular»,
el qué.
Además este hecho se fundamenta en una
realidad incuestionable: la persona que recibe el mandato de discipular, no es
al mismo tiempo sujeto y objeto del discipulado. En este sentido, ha de
considerarse que el llevar a cabo la misión de discipular supone el necesario,
lógico e imprescindible movimiento de la persona que ha recibido el mandato de
discipular, hasta y hacia la persona o grupo objeto de su acción misionera. Así
las cosas, ya sea que la persona o grupo objeto de la acción de discipular se
considere muy cercano, cercano o relativamente cercano, o bien, muy distante,
distante, o relativamente distante.
Por otro lado, el insistir en establecer la
cuestionable disyuntiva entre lo que a la luz del texto en cuestión es el qué y
el cómo, pone en evidencia dos cosas. La primera, que la persona intérprete,
consciente o inconscientemente, ignora cómo funciona el participio griego y su
tiempo, en relación al verbo principal de la cláusula en que aparece el
participio, en la sintaxis griega. La segunda, que la persona intérprete sutilmente
y quizá inconscientemente, intenta mutilar el texto, cuando pretende pasar por
alto la presencia ineludible del participio «poreuthéntes», su función e
impacto en el mensaje que nos comunica el texto de Mateo 28.19-20.
Además, la consideración detenida de la
ocasión en que Jesús envió a los doce (Mateo 10.5-15; Marcos 6.7-13; Lucas
9,1-6), y cuando según sólo Lucas, el mismo Jesús envió a los setenta o setenta
y dos (Lucas 10.1-12); es demasiado evidente y explícito el movimiento de la persona
enviada y receptora del mensaje de discipular, hacia la persona o grupo objeto
de su acción misionera.
En suma, el hecho de
que los receptores del mandato de discipular no sean ellos al mismo tiempo
sujeto y objeto de la misión, supone y demanda el movimiento en cuestión.
Volvamos ahora al texto de Mateo 28-19-20.
En primer lugar, la persona intérprete no debe
perder de vista, desde el punto de vista de la semiótica, cuáles son los
elementos usados por el autor del texto para elaborar su mensaje; en otras palabras,
cómo es que el texto produce su sentido, cuáles son los elementos que contiene
el texto, cómo está integrado el texto y cómo ese entramado produce un
determinado sentido, y apunta a un determinado mensaje.
En este sentido, es incuestionable, innegable,
ineludible y explícita la presencia del participio «poreuthéntes» en Mateo
28.19. En consecuencia, en virtud de que el autor del texto decidió emplear el
participio «poreuthéntes» con todas sus implicaciones a la luz de la gramática
griega que ya he explicado; es inadmisible que una exégesis con las pretensiones
de ser tomada en serio, obvie y le saque el cuerpo a la presencia de «poreuthéntes»
en este pasaje, y pretenda desconocer la función del participio (y su relación con
el verbo principal de la cláusula en que éste aparece) en la sintaxis y la
gramática griega; esto así, con tal de mantener a ultranza una interpretación que
pretende mutilar el texto y no lo asume con toda su riqueza y en toda su integridad.
Así las cosas, es preciso admitir que el
texto íntegro que recibimos de Mateo es: “Después que han ido: discipulen,
bautizando y enseñando”. Y no: “Discipulen, bautizando y enseñando”.
Es más, la observación y consideración del
aparato crítico de una edición científica del Nuevo Testamento Griego, como la
de Nestlé-Aland, pone de manifiesto que no existe en relación a «poreuthéntes»
problema alguno de crítica textual. En otras palabras, no hay evidencia en la
historia del texto griego de Mateo, de que el participio en cuestión haya sido
objeto de una inserción tardía en el mismo, por un lado; o de que haya sido
omitido o se haya intentado eliminar del texto, por el otro. Por supuesto, esta
incuestionable realidad no debe ser ignorada por persona intérprete alguna, si
en verdad aspira a comunicar una exégesis seria y relevante del pasaje que nos
ocupa.
La presencia de «poreuthéntes» también en Marcos 16.15
Resulta sumamente interesante y llamativo, el
hecho de que el participio «poreuthéntes», en lugar de pretender ser eliminado
del texto griego de Mateo, más bien fue asumido por en una sección tardía del evangelio
de Marcos, y que a la luz de la crítica textual, es evidente que no formó parte
del original de Marcos. Hago referencia a Marcos 16.9-20.
Pues bien, observando el texto griego de
Marcos 16.15, notamos la misma estructura de Mateo 28.19-20, o sea, la
presencia de «poreuthéntes», más una forma verbal en tiempo aoristo y en modo
imperativo. La única diferencia es que mientras que Mateo usó el imperativo
aoristo de «mathetéuo», o sea, «mathetéusate», el final cuestionado de Marcos,
emplea el imperativo aoristo de «kerússo» (predicar, proclamar), o sea, «kerúxate»:
prediquen, proclamen.
En consecuencia, una traducción acertada de
Marcos 16.15 debe ir en la siguiente línea: Una vez hayan ido, prediquen,
después que hayan ido, prediquen, entonces: id y predicad, id y proclamad, vayan
y prediquen, vayan y proclamen.
Finalmente, llama la atención el que la
estructura de Mateo 28-19-20, de la presencia de un participio, una forma
verbal en modo imperativo y luego otro participio, también la encontramos en Mateo
10.7, en el contexto del envío de los doce.
Pero antes de considerar a Mateo 10.7, quiero
detenerme un poco en Mateo 10.6. La razón para la observación de este pasaje es
que hace alusión a la tarea misionera de los doce, sin explicitar el qué (predicar
o discipular), pero sí explicitando el cómo (yendo) y los receptores de dicha
tarea misionera, usando de manera directa y explícita una forma verbal en modo
imperativo. Pues bien, la forma verbal «poréusthe» presente en Mateo 10.6, es
una forma verbal de tiempo presente, segunda persona del plural, en modo imperativo
del verbo «poréuomai» (ir), traducción: vayan.
Volvamos ahora a Mateo 10.7. Como ya dije, en
este pasaje, que sigue y amplía la idea desarrollada en el versículo 6 ya
considerado, tiene la misma estructura de Mateo 28.19-20, o sea, la presencia
de un participio, una forma verbal en modo imperativo y luego otro participio. Analicemos,
pues, dicha estructura.
El participio es «poreuómenoi», que consiste
en un participio presente, en caso nominativo masculino plural, de «poréuomai»,
traducción: yendo, mientras van.
La forma verbal imperativa es «kerússete»,
que corresponde a la segunda persona plural, tiempo presente, modo imperativo,
voz activa; traducción: Proclamen, prediquen.
El participio que viene a completar la
referida estructura es «légontes», que es un participio de tiempo presente, voz
activa, caso nominativo masculino plural del verbo «légo», decir; traducción:
diciendo.
En consecuencia, una traducción acertada de Mateo
10.7 debe ir en la siguiente línea: Vayan, proclamen y digan.
Finalmente, es claro el paralelismo entre el
participio «poreuómenoi» (presente), en Mateo 10.7, y el participio «poreuthéntes»
(aoristo), en Mateo 28.19; entre la forma verbal «kerússete» (imperativo
presente), en Mateo 10.7, y la forma verbal «mathetéusate» (imperativo aoristo),
en Mateo 28.19. La diferencia es que en Mateo 28.19 se emplea el tiempo
aoristo, tanto en el participio como en la forma verbal imperativa, y en Mateo
10.7 el tiempo presente tanto en el participio como en la forma verbal imperativa.
¡Hasta la próxima!
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