No se
nos debe meter a todos en el mismo saco
Indiscutiblemente que es injusta la crítica
generalizada a toda la comunidad evangélica ante algunos desacertados
planteamientos y a veces hasta errático accionar y comportamiento público y
social de las instituciones que dicen ostentar la representación social de la
comunidad evangélica, metiéndonos a todos en el mismo saco. Sin embargo, es
preciso advertir que “no son todos los que están, ni están todos los que son”.
Ahora bien, dicha critica es comprensible y
hasta explicable, ante la innegable realidad de que una vez se pronuncia al
menos una de las instituciones que dicen representar a la comunidad evangélica,
nade dice nada, no se escucha otra voz, ni se plantea una postura diferente o disidente;
así las cosas, se crea o se pone de manifiesto una especie de consenso general
irreal, una especie de unidad y uniformidad de pensamiento que en honor a la
verdad no es verosímil, sino y por el contrario, muy artificial.
De todos modos, lo curioso es que personas
que no se sienten bien con esa crítica injusta y generalizada a la comunidad
evangélica, al mismo tiempo y por otro lado, o concuerdan de manera acrítica con
las “voces oficiales” de la misma comunidad evangélica, o guardan un curioso, y
aparentemente “inteligente silencio”. En consecuencia y, al final, dicho comportamiento
no ayuda en nada a contrarrestar, a diluir y erradicar la generalizada crítica en
cuestión. Ahora, lo que sí es claro, y es que con este tipo de comportamiento, deliberada
y sabiamente, evitan arriesgarse a plantear una postura pública diferente. En tal sentido, en mi caso, en lo personal, puedo
decir que hace muchos años decidí que al menos a mí, no se me debe entrar en el
mismo saco, así de sencillo.
¡Muy buenos días!
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